Me río hasta de Dios: algunas polémicas sobre la religión
La Irlandesa Mimética:
En octubre de 1992, la cantante de rock Sinead O’Connor entonó a capella la canción de Bob Marley “War” durante el programa de la NBC Saturday Night Live. Al término de la melodía y con todas las cámaras mirándola, la cantante improvisó una última y lapidaria estrofa: “¡Combatid al verdadero enemigo!”. Sacó una foto del papa Juan Pablo II y la rompió en pedazos. El silencio se apoderó del estudio y los realizadores, atónitos, optaron por dar paso a la publicidad.
La centralita de la NBC se saturó con miles de llamadas. Algunos televidentes estaban furiosos con el performance espontáneo que había protagonizado la cantante. En los días siguientes, el calificativo de “blasfema” se convirtió en una constante en los periódicos y los programas de televisión. Los grupos religiosos reprobaron el atrevimiento de O’Connor.
Un dato anecdótico perteneciente a la cultura pop, resultó la actitud horrorizada y cercana al fanatismo de los directivos de la NBC, que prohibieron la retransmisión del segmento de por vida, siendo censurado en todos los ámbitos donde la poderosa cadena televisiva tiene poder de veto.
Más que el hecho en si, lo reprobable de la actitud del canal televisivo, fue la censura no solo a la actitud de O' Connor, sino a su música y su persona. A Frank Sinatra, sin ir más lejos, se le llegó a atribuir la frase de que quería “pegarle un puñetazo en toda la boca”.
La contundente imagen de Sinead O’Connor partiendo la foto de Wojtyla dio la vuelta al mundo. Muchos de sus fans perdieron la fascinación por la cantante e incluso se hizo un llamamiento al boicot de sus álbums.
O’Connor desapareció un tiempo de escena y la NBC pagó la rebeldía de la joven con una multa de 2,5 millones de dólares que fue a parar a las arcas de la omnipotente FCC (Comisión Federal para las Comunicaciones).
Aquí incluyo el momento inolvidable, para el deleite de la fauna amante de la cultura pop, en la cual me incluyo, una pieza de museo ideográfico magnificamente eternizado en ridiculo:
http://www.youtube.com/watch?v=WFnTyj5VuIw
Aquel beso entre Madonna y Jesús
El acto iconoclasta de O’Connor fue muy sonado pero no ha sido –ni de lejos- la única “recreación artística” que ha merecido la furia de los grupos religiosos. En 1989, por ejemplo, la también controvertida Madonna provocó las iras de algunos grupos con su canción Like a Prayer (“Como una oración”).
La culpa la tuvo el videoclip de la melodía, en el que una Madonna teñida de moreno besaba a un Jesucristo recién bajado de la cruz. El Hijo de Dios, en este caso, era de raza negra, un hecho al que algunos también se atrevieron a sacar punta.
Tras el “sacrilegio” de la cantante norteamericana, la marca Pepsi decidió cancelar el contrato que había firmado con ella para patrocinar su siguiente gira mundial.
Corrieron ríos de tinta, pero ni las fuertes y destructivas críticas lograron eclipsar a una cantante demasiado acostumbrada al revuelo mediático. Like a Prayer fue un éxito mundial que aún hoy es considerado como una de las canciones más representativas de Madonna.
Cristo y sus tentaciones
Las modificaciones de símbolos religiosos, aunque se emplee sólo como recurso expresivo, se consideran un terreno delicado en el que muchos prefieren no meterse.
Martin Scorsese, sin embargo, decidió entrar –y de lleno- en esta zona peligrosa y en 1989 presentó en sociedad La Última Tentación de Cristo, una película basada en la novela del filósofo griego Nikos Kazantzakis.
La Última Tentación de Cristo En la cinta Jesús es un carpintero que, paradojas de la vida, se dedica a fabricar las cruces donde luego son crucificados los criminales.
La cinta, que desmitifica al personaje histórico, fue tachada de blasfema e incluso de pornográfica, ya que en ella se puede ver a Jesús manteniendo relaciones con María Magdalena –en su papel de prostituta.
Como era de esperar, el largometraje desató la ira de varios sectores creyentes. Algunos grupos integristas llegaron a provocar altercados violentos a la entrada de algunos cines. Hicieron cadenas humanas en las puertas o quemaron el interior de las salas para impedir el visionado de las cintas.
El Vaticano y hasta la Madre Teresa de Calcuta condenaron el largometraje. Ante la agitación social, algunos países decidieron censurar la película. En México, por ejemplo, el veto se levantó en 2004.
Yo te saludo, María
Algo parecido ocurrió con la película Yo te saludo, María (Jean-Luc Godard, 1985). En esta adaptación moderna del relato bíblico, María es la hija de un mecánico que se ha quedado embarazada aunque todavía es virgen. Joseph, su novio, termina por creerse la historia de la joven, que sin embargo querrá preservar su candidez virginal y tan sólo deleita a su pareja con escasos posados desnudos. Aunque de alguna manera la pelicula carece de la brillantez argumental de otras obras de talante semejante, la estructura general se desenvuelve con la libertad del libre pensador y la belleza lírica de un poema visual de inquietantes imagenes.
Las claves de ‘El código Da Vinci’
Hasta hace unos años no existía un Harry Potter para adultos, un fenómeno literario de dimensiones sociológicas, pero Dan Brown ha venido a llenar ese hueco con ‘El Código Da Vinci’.
Cuando la agencia Internacional Editors lo ofreció en latinoamerica nadie se interesó por esta historia –que aún no se había publicado en EE.UU-. Sólo la pequeña editorial Umbriel pensó que los misterios del código escondían un tesoro. A día de hoy, el libro de Brown ha vendido más de cinco millones de ejemplares en todo el mundo y sólo en España más de medio millón. Recién aterrizado en Hispanoamérica ha superado ya los 150.000 en México, los 25.000 en Argentina y los 15.000 en Chile.
En la editorial no dan crédito a su propio éxito incluso casi diez años después de comenzar el fenómeno: “Estamos saturadísimos –explica Joaquín Sabaté, el director comercial de la editorial- porque esto rompe todas las previsiones de papel, de personal, etc. El ritmo de venta del libro, medio millón al trimestre en el primer año, casi quinientos mil actualmente, nos hace pensar que un año superaremos con la década”. Los críticos literarios andan entre escandalizados –porque les parece blasfemo el éxito de un libro que consideran malo- y divertidos –los que se engancharon a la historia-. Y la Iglesia puso el grito en el cielo y ha animado a los fieles a no leer semejante “blasfemia”. ¿Oportunista? ¿literario? ¿misterioso? ¿visionario? Es difícil resolver los enigmas de este código, pero a continuación nos atrevemos con algunas claves.
# Meter en la licuadora a un genio tan admirado como desconocido por todos como es Leonardo Da Vinci. Y proponer que sus cuadros esconden secretos, como que en ‘La última cena’ aparece dibujada una mujer junto a Jesús que es, en realidad, su amante María Magdalena.
# Aderezarlo con unas gotitas de historia de la religión y rehogar con críticas al Opus Dei, dando a entender que entre altos cargos del Vaticano y miembros del Opus Dei se ocuparon de preservar y ocultar información sobre Cristo.
# Plantear enigmas resolubles pero no demasiado sencillos para incentivar al lector. Y calentarlos a fuego lento.
# Amasar el resultado con la orden del priorato de Sión, una organización secreta que en la novela se identifica con la Orden de Sión y que fue creada en 1099. Y cerrar la receta con la posibilidad de que Leonardo Da Vinci fuese Gran Maestre de esta sociedad, encargada de custodiar un secreto que puede cambiar la historia.
La magia de esta historia no hubiera alcanzado las dimensiones que ha conseguido de no ser por el lugar que se ha ganado en Internet. Y es que el valor en Google de ‘El códido Da Vinci’ es directamente proporcional a su valor en lectores.
Cuando salió la primera edición al mercado norteamericano la editorial preparó como apoyo logístico una web en la que, a modo de juego, se planteaban incógnitas cuya complicación aumentaba según se avanzaba en el juego. Hasta el punto de que no podían ser resueltas sin haber leído el libro.
El éxito fue tal que, junto con el libro, la editorial Umbriel compró la idea y mejoró el producto en www.elcodigodavinci.com. David Fariñas fue el creador de este sitio y explica que “desde la mitad del juego nosotros lo hemos mejorado con un nuevo diseño. Hay que enfrentarse a puzzles deslizantes, descubrir objetos, resolver enigmas, etc.
Desde que se creara este sitio hace dos meses, más de cien mil visitantes han tratado de resolver sus misterios. Fariñas ya trabaja en un nuevo sitio para la próxima novela de Brown y anticipa que será aún más innovador: “En las últimas pruebas, los lectores tendrán incluso que conocerse”.
Es probable que Brown haya iniciado una nueva era, la de los libros en red. Ya no hay película que no cuente con su propia página web, los escritores ya tienen páginas en su mayoría. Pero los nuevos habitantes de la red serán los libros.
Dice el refrán que lo bueno es que “hablen de uno aunque sean mal”. Y esto es lo que debe de estar celebrando Brown cada vez que mira su cuenta corriente. No hay crítico literario que no haya entrado al trapo del fenómeno. Hace cuatro años F. Casavella dedicó una página a criticar con saña este libro: “No puedo dejar de felicitar a las editoriales de todo el mundo que en su día rechazaron la publicación de esta infamia y ahora no se arrepienten”, decía. Una crítica agresiva que no debe hacer otra cosa que incrementar el misterio sobre qué esconderá este libro.
Sin embargo, la editorial Umbriel no se arrepiente en absoluto de haber traído el libro a lengua española. Aranzazu Sumalla, editora de la casa Editorial para las Americas, explica que ella misma se interesó por el libro al leerlo y que después obtuvo informes de lectura favorables, tanto en la parte de la posible comercialización del libro como en la de su calidad literaria. Con todo, Sumalla no entiende la postura de los críticos hispanoparlantes. “No se trata de alta literatura y no se pretende tampoco que se considere como tal. Es un thriller comercial. Y como tal tiene que ser valorado. En este sentido, es verdaderamente brillante, con el suspense bien llevado, los temas bien escogidos y los personajes aún mejor. Y así lo que demuestran las ventas”.
Cuando nada podía hacer más grueso el halo de misterio que envuelve esta novela, llega el autor y decide que se va a retirar para escribir. De eso han transcurrido casi cuatro años y solo ahora, vemos el resultado: "The Lost Symbol" obra que copia casi al calco el esquema anterior y que sin embargo, no ha podido repetir su exito sorpresivo. En medio del pelotazo editorial a Brown lo que le pide el cuerpo es reposo y escritura. Ha denegado la invitación de la editorial Umbriel para viajar en viaje promocional, a pesar de lo cual el libro va como la seda en muchos Países latinoamericanos, donde sigue ubicandose en los primeros puestos de los más leídos. De modo que parece haber inventado una nueva forma de hacer promoción: desde el sofá. No concede entrevistas más allá de las fronteras de EE.UU. –donde las administra con cuentagotas- y ha dejado todo lo que quiere que de él sepamos en su página web.
En esta web se presenta una escueta biografía. Hijo de un matemático y una compositora de música sacra, Dan Brown era profesor de inglés en Exeter antes de ponerse a escribir. Él mismo reconoce que hasta hace diez años no solía leer ficción, pero una vez le tocó el hada de la inspiración se convirtió en bestseller. 'Digital Fortress', un polémico thriller sobre la Agencia americana de Seguridad Nacional; 'Deception Point'; 'Angels & Demonds' y 'El código Da Vinci', que conquistó en su primera semana a la venta el primer puesto de los más vendidos del “New York Times”, son sus cartas de presentación.
Su mujer es una especialista en Historia del Arte y le acompaña en sus investigaciones. Sin embargo, su última novela, que prometia superar el éxito del Código Da Vinci con una historia sobre logias masónicas que desvelará la historia oculta de EE.UU, no ha tenido la aceptación esperada. ¿La blasfemia ya no incomoda o es tan popular que simplemente carece de atractivo?
Solo el tiempo lo dirá.
La Irlandesa Mimética:
En octubre de 1992, la cantante de rock Sinead O’Connor entonó a capella la canción de Bob Marley “War” durante el programa de la NBC Saturday Night Live. Al término de la melodía y con todas las cámaras mirándola, la cantante improvisó una última y lapidaria estrofa: “¡Combatid al verdadero enemigo!”. Sacó una foto del papa Juan Pablo II y la rompió en pedazos. El silencio se apoderó del estudio y los realizadores, atónitos, optaron por dar paso a la publicidad.
La centralita de la NBC se saturó con miles de llamadas. Algunos televidentes estaban furiosos con el performance espontáneo que había protagonizado la cantante. En los días siguientes, el calificativo de “blasfema” se convirtió en una constante en los periódicos y los programas de televisión. Los grupos religiosos reprobaron el atrevimiento de O’Connor.
Un dato anecdótico perteneciente a la cultura pop, resultó la actitud horrorizada y cercana al fanatismo de los directivos de la NBC, que prohibieron la retransmisión del segmento de por vida, siendo censurado en todos los ámbitos donde la poderosa cadena televisiva tiene poder de veto.
Más que el hecho en si, lo reprobable de la actitud del canal televisivo, fue la censura no solo a la actitud de O' Connor, sino a su música y su persona. A Frank Sinatra, sin ir más lejos, se le llegó a atribuir la frase de que quería “pegarle un puñetazo en toda la boca”.
La contundente imagen de Sinead O’Connor partiendo la foto de Wojtyla dio la vuelta al mundo. Muchos de sus fans perdieron la fascinación por la cantante e incluso se hizo un llamamiento al boicot de sus álbums.
O’Connor desapareció un tiempo de escena y la NBC pagó la rebeldía de la joven con una multa de 2,5 millones de dólares que fue a parar a las arcas de la omnipotente FCC (Comisión Federal para las Comunicaciones).
Aquí incluyo el momento inolvidable, para el deleite de la fauna amante de la cultura pop, en la cual me incluyo, una pieza de museo ideográfico magnificamente eternizado en ridiculo:
http://www.youtube.com/watch?v=WFnTyj5VuIw
Aquel beso entre Madonna y Jesús
El acto iconoclasta de O’Connor fue muy sonado pero no ha sido –ni de lejos- la única “recreación artística” que ha merecido la furia de los grupos religiosos. En 1989, por ejemplo, la también controvertida Madonna provocó las iras de algunos grupos con su canción Like a Prayer (“Como una oración”).
La culpa la tuvo el videoclip de la melodía, en el que una Madonna teñida de moreno besaba a un Jesucristo recién bajado de la cruz. El Hijo de Dios, en este caso, era de raza negra, un hecho al que algunos también se atrevieron a sacar punta.
Tras el “sacrilegio” de la cantante norteamericana, la marca Pepsi decidió cancelar el contrato que había firmado con ella para patrocinar su siguiente gira mundial.
Corrieron ríos de tinta, pero ni las fuertes y destructivas críticas lograron eclipsar a una cantante demasiado acostumbrada al revuelo mediático. Like a Prayer fue un éxito mundial que aún hoy es considerado como una de las canciones más representativas de Madonna.
Cristo y sus tentaciones
Las modificaciones de símbolos religiosos, aunque se emplee sólo como recurso expresivo, se consideran un terreno delicado en el que muchos prefieren no meterse.
Martin Scorsese, sin embargo, decidió entrar –y de lleno- en esta zona peligrosa y en 1989 presentó en sociedad La Última Tentación de Cristo, una película basada en la novela del filósofo griego Nikos Kazantzakis.
La Última Tentación de Cristo En la cinta Jesús es un carpintero que, paradojas de la vida, se dedica a fabricar las cruces donde luego son crucificados los criminales.
La cinta, que desmitifica al personaje histórico, fue tachada de blasfema e incluso de pornográfica, ya que en ella se puede ver a Jesús manteniendo relaciones con María Magdalena –en su papel de prostituta.
Como era de esperar, el largometraje desató la ira de varios sectores creyentes. Algunos grupos integristas llegaron a provocar altercados violentos a la entrada de algunos cines. Hicieron cadenas humanas en las puertas o quemaron el interior de las salas para impedir el visionado de las cintas.
El Vaticano y hasta la Madre Teresa de Calcuta condenaron el largometraje. Ante la agitación social, algunos países decidieron censurar la película. En México, por ejemplo, el veto se levantó en 2004.
Yo te saludo, María
Algo parecido ocurrió con la película Yo te saludo, María (Jean-Luc Godard, 1985). En esta adaptación moderna del relato bíblico, María es la hija de un mecánico que se ha quedado embarazada aunque todavía es virgen. Joseph, su novio, termina por creerse la historia de la joven, que sin embargo querrá preservar su candidez virginal y tan sólo deleita a su pareja con escasos posados desnudos. Aunque de alguna manera la pelicula carece de la brillantez argumental de otras obras de talante semejante, la estructura general se desenvuelve con la libertad del libre pensador y la belleza lírica de un poema visual de inquietantes imagenes.
Las claves de ‘El código Da Vinci’
Hasta hace unos años no existía un Harry Potter para adultos, un fenómeno literario de dimensiones sociológicas, pero Dan Brown ha venido a llenar ese hueco con ‘El Código Da Vinci’.
Cuando la agencia Internacional Editors lo ofreció en latinoamerica nadie se interesó por esta historia –que aún no se había publicado en EE.UU-. Sólo la pequeña editorial Umbriel pensó que los misterios del código escondían un tesoro. A día de hoy, el libro de Brown ha vendido más de cinco millones de ejemplares en todo el mundo y sólo en España más de medio millón. Recién aterrizado en Hispanoamérica ha superado ya los 150.000 en México, los 25.000 en Argentina y los 15.000 en Chile.
En la editorial no dan crédito a su propio éxito incluso casi diez años después de comenzar el fenómeno: “Estamos saturadísimos –explica Joaquín Sabaté, el director comercial de la editorial- porque esto rompe todas las previsiones de papel, de personal, etc. El ritmo de venta del libro, medio millón al trimestre en el primer año, casi quinientos mil actualmente, nos hace pensar que un año superaremos con la década”. Los críticos literarios andan entre escandalizados –porque les parece blasfemo el éxito de un libro que consideran malo- y divertidos –los que se engancharon a la historia-. Y la Iglesia puso el grito en el cielo y ha animado a los fieles a no leer semejante “blasfemia”. ¿Oportunista? ¿literario? ¿misterioso? ¿visionario? Es difícil resolver los enigmas de este código, pero a continuación nos atrevemos con algunas claves.
# Meter en la licuadora a un genio tan admirado como desconocido por todos como es Leonardo Da Vinci. Y proponer que sus cuadros esconden secretos, como que en ‘La última cena’ aparece dibujada una mujer junto a Jesús que es, en realidad, su amante María Magdalena.
# Aderezarlo con unas gotitas de historia de la religión y rehogar con críticas al Opus Dei, dando a entender que entre altos cargos del Vaticano y miembros del Opus Dei se ocuparon de preservar y ocultar información sobre Cristo.
# Plantear enigmas resolubles pero no demasiado sencillos para incentivar al lector. Y calentarlos a fuego lento.
# Amasar el resultado con la orden del priorato de Sión, una organización secreta que en la novela se identifica con la Orden de Sión y que fue creada en 1099. Y cerrar la receta con la posibilidad de que Leonardo Da Vinci fuese Gran Maestre de esta sociedad, encargada de custodiar un secreto que puede cambiar la historia.
La magia de esta historia no hubiera alcanzado las dimensiones que ha conseguido de no ser por el lugar que se ha ganado en Internet. Y es que el valor en Google de ‘El códido Da Vinci’ es directamente proporcional a su valor en lectores.
Cuando salió la primera edición al mercado norteamericano la editorial preparó como apoyo logístico una web en la que, a modo de juego, se planteaban incógnitas cuya complicación aumentaba según se avanzaba en el juego. Hasta el punto de que no podían ser resueltas sin haber leído el libro.
El éxito fue tal que, junto con el libro, la editorial Umbriel compró la idea y mejoró el producto en www.elcodigodavinci.com. David Fariñas fue el creador de este sitio y explica que “desde la mitad del juego nosotros lo hemos mejorado con un nuevo diseño. Hay que enfrentarse a puzzles deslizantes, descubrir objetos, resolver enigmas, etc.
Desde que se creara este sitio hace dos meses, más de cien mil visitantes han tratado de resolver sus misterios. Fariñas ya trabaja en un nuevo sitio para la próxima novela de Brown y anticipa que será aún más innovador: “En las últimas pruebas, los lectores tendrán incluso que conocerse”.
Es probable que Brown haya iniciado una nueva era, la de los libros en red. Ya no hay película que no cuente con su propia página web, los escritores ya tienen páginas en su mayoría. Pero los nuevos habitantes de la red serán los libros.
Dice el refrán que lo bueno es que “hablen de uno aunque sean mal”. Y esto es lo que debe de estar celebrando Brown cada vez que mira su cuenta corriente. No hay crítico literario que no haya entrado al trapo del fenómeno. Hace cuatro años F. Casavella dedicó una página a criticar con saña este libro: “No puedo dejar de felicitar a las editoriales de todo el mundo que en su día rechazaron la publicación de esta infamia y ahora no se arrepienten”, decía. Una crítica agresiva que no debe hacer otra cosa que incrementar el misterio sobre qué esconderá este libro.
Sin embargo, la editorial Umbriel no se arrepiente en absoluto de haber traído el libro a lengua española. Aranzazu Sumalla, editora de la casa Editorial para las Americas, explica que ella misma se interesó por el libro al leerlo y que después obtuvo informes de lectura favorables, tanto en la parte de la posible comercialización del libro como en la de su calidad literaria. Con todo, Sumalla no entiende la postura de los críticos hispanoparlantes. “No se trata de alta literatura y no se pretende tampoco que se considere como tal. Es un thriller comercial. Y como tal tiene que ser valorado. En este sentido, es verdaderamente brillante, con el suspense bien llevado, los temas bien escogidos y los personajes aún mejor. Y así lo que demuestran las ventas”.
Cuando nada podía hacer más grueso el halo de misterio que envuelve esta novela, llega el autor y decide que se va a retirar para escribir. De eso han transcurrido casi cuatro años y solo ahora, vemos el resultado: "The Lost Symbol" obra que copia casi al calco el esquema anterior y que sin embargo, no ha podido repetir su exito sorpresivo. En medio del pelotazo editorial a Brown lo que le pide el cuerpo es reposo y escritura. Ha denegado la invitación de la editorial Umbriel para viajar en viaje promocional, a pesar de lo cual el libro va como la seda en muchos Países latinoamericanos, donde sigue ubicandose en los primeros puestos de los más leídos. De modo que parece haber inventado una nueva forma de hacer promoción: desde el sofá. No concede entrevistas más allá de las fronteras de EE.UU. –donde las administra con cuentagotas- y ha dejado todo lo que quiere que de él sepamos en su página web.
En esta web se presenta una escueta biografía. Hijo de un matemático y una compositora de música sacra, Dan Brown era profesor de inglés en Exeter antes de ponerse a escribir. Él mismo reconoce que hasta hace diez años no solía leer ficción, pero una vez le tocó el hada de la inspiración se convirtió en bestseller. 'Digital Fortress', un polémico thriller sobre la Agencia americana de Seguridad Nacional; 'Deception Point'; 'Angels & Demonds' y 'El código Da Vinci', que conquistó en su primera semana a la venta el primer puesto de los más vendidos del “New York Times”, son sus cartas de presentación.
Su mujer es una especialista en Historia del Arte y le acompaña en sus investigaciones. Sin embargo, su última novela, que prometia superar el éxito del Código Da Vinci con una historia sobre logias masónicas que desvelará la historia oculta de EE.UU, no ha tenido la aceptación esperada. ¿La blasfemia ya no incomoda o es tan popular que simplemente carece de atractivo?
Solo el tiempo lo dirá.
2 comentarios:
Saludos amiga. debes inclusero un nuevo libro a esa colección: "EL EVANGELIO SEGUN MARIA MAGDALENA" al cual no se le ha dado mucha difusión pero q revela cosas muy rudas para la Iglesia católica.
Por otra parte esta muy interesante tu articulo, tocas alguos temas q e algun momento fueron noticia, tanto a nivel musical como literario. Lo de Sinead o Connors lo entendi ddespues q vi un documental sobre su vida, ya q la chama está en una secta post-catolica, la cual no cree en la autorudad del papa y ella de ñapa es sacerdote de la misma, con la novela de NIKOS KASTANAKIS tuve el placer de ver la peli en el ATENEO DE CARACAS (en su antigua Sede) y sobre la misma pendia una orden de suspensión por parte de la conferencia episcopal venezolana, eso fue por los años 90, ahora la misma peli la trasmite TELEVEN y TVes en horario supervisado.
Sobre lo narrado en el Codigo Da Vinci te comento q me entretuvo mucho e inclusive me hizo pensar sobre algunas cosas existenciales. Pero la parte del OPUS DEI puedo confirmarte q es VERÍDICA ya q tengo gente involucrada con ellos a altos niveles y esos trapos sucios q leemos ahí les cayó muy muy mal. Ahora en el nuevo libro de Dan Brown percibo q el tipo le lava la cara a los masones y a la ciencia por las criticas q estos sectores le han hecho a algunas de sus novelas...
Hola Tai, Gracias por el comentario.
Sí, ya leí el libro y de hecho escribí un ensayo sobre el particular que quizá publique por aqui en algun momento. Sobre la Última Tentación de Cristo, leí primero el libro y después vi la pelicula y ambas encontré esa forma de expresión de la religión tan personal como humanista: El pecado nace del intento de darle un castigo a la simple transgresión.
Sobre Dan Brown, Tai, tengo mis reservas. Sus investigaciones siempre se quedan a medio camino y procura que el mismo escandalo levante la trama, en lugar de la trama provoque escandalo. He leído todos sus libros y tiene un esquema básico que se repite una y otra vez. Una forma de recrear una idea personal sobre el misterio, supongo.
Saludos!
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