El perdón es una idea polémica y que muchas veces me parece absurda. Si la meditamos, surgen una serie de preguntas, más relacionadas con algo tan abstracto con los sentimientos que involucra, que con el concepto en sí. Se habla a la ligera de olvidar, de poner la otra mejilla, de la tolerancia y el amor.
¿Pero que sucede si creo que el perdón, no solo es equivalente a la acción que debemos perdonar si no también, a nuestra personal opinión sobre lo sucedido? ¿Y si creo que simplemente hay cosas que no solo son imperdonables, sino además, no compatibles con la idea de esa misericordia a ciegas que se nos recomienda ofrecer?
¿Por qué debo perdonar? Y no hablo de los argumentos morales que muchos repiten de memoria sin detenerse a analizar sus propios pensamientos al respecto. El perdón es valioso, necesario, poderoso y redentor, no lo niego. Lo que realmente no entiendo, es porque debemos pensar en que perdonar puede consolarnos de la tristeza, la decepción y la angustia.
El perdón no es una panacea. El perdón es un acto de principios y como tal, creo que debe ser consecuencia de una profunda necesidad de convalidar ciertos aspectos morales y humanisticos muy personales.
¿Tiene un perdón aparente, impulsado solo por un relativo deber moral, verdadero sentido? ¿Es válido perdonar automáticamente? ¿Enmienda eso el error? No son preguntas sencillas y probablemente no tenga respuestas sencillas.
Una vez leí que no puedes perdonar sin olvidar. Si no me equivoco, la cita proviene de uno de los libros de metafisica que de vez en cuando hojaba en la casa de una de mis tias, fanática de esta filosofia del pensamiento. Debo decir que había muchas sentencias extrañas y un tanto estrambóticas en los los libros, escritos por Conny Mendez y que mi tia coleccionaba con fruicción, pero sin embargo, esa frase siempre la tengo muy presente. De hecho, recuerdo incluso el ejercicio que recomendaba la escritora, como remedio infalible contra el rencor: "recuerda una ocasión en que hayas reido con esa persona que te hizo daño, y cuando logres sentir de nuevo en tu memoria el alborozo de esa ocasión, todo resquemor desaparecerá mágicamente.
Uhmmmm...magicamente, esa puede ser una palabra truquera.
En mi caso, No soy rencorosa en realidad, aunque tengo un temperamento impulsivo y violento, no lo puedo negar. Me irrito con facilidad y muchas veces, me encuentro discutiendo a gritos por las razones más pequeñas. Sin embargo, no guardo rencores. Intento no hacerlo, al menos la mayoría de las veces. Pero debo decir que mi formula para disipar ese sentimiento torvo y sofocante que llamamos furia, no es la que recomendaba la bienintencionada Conny, sino algo que leí en la biografia de la viuda de Medgar Evers, lider de los derechos civiles americanos asesinado en en junio de 1963 por un extremista del KKK.
Myrlie Evers es una mujer que sabe lo que realmente quiere decir la palabra perdón. Su esposo fue asesinado en el garaje de su casa, frente a sus hijos de 10 y 8 años, por un hombre blanco que no solo se jactó de su crimen, sino que fue absuelto de culpa por un jurado de Jackson, Mississippi. La familia Evers, con Myrlie a la cabeza tuvo que esperar casi 30 años para obtener justicia, que solo llegó luego de un tortuoso proceso legal. Por casi 3 décadas, la familia de la victima tuvo que soportar las evasivas de un sistema judicial viciado por el racismo, las burlas del propio asesino, un ya anciano Byron De La Beckwith y la soledad absoluta del dolor y la impotencia.
Sin embargo, la estoica Myrlie jamás sucumbió la odio. Incluso en los momentos más dificiles, se concentró en la justicia, más que en la venganza. Y cuando se le preguntó, luego que el asesino de su esposo recibiera una irrisoria condena de 20 años de cárcel por el asesinato de Medgar, porqué nunca se había dejadp vencer por el rencor, ella simplemente sonrió y contesto: "el odio solo te afecta a ti mismo. La persona a quién odias, no sabe o no le importa lo que sientes. Así que es mucho más constructivo pensar en lo que puedes lograr a través de tu voluntad, que destruirte a ti mismo lentamente."
Como la formula "magica" de Conny Mendez, tampoco olvidé la manera lapidaria como la Señora Evers definió 30 años de lucha personal contra la injusticia y la destrucción de los principios. Y entre ambos extremos ( la ingenuidad de Mendez y su aspiración a una energía curativa y la firmeza de voluntad de Myrlie ) concluí que el perdón es una intima cualidad del alma, poderosa y magnanima, pero en ningun caso simple de comprender. Y creo que debemos analizarla detenidamente, no como una imposición de una tolerancia falsa, sino como nuestra capacidad de consolar y reconstruir nuestra propia espiritualidad.
6 comentarios:
Interesante interpretación del perdón y su significado. En mi opinión, el perdón no es necesario, o mejor dicho, no siento el deber de perdonar porque creo que el verdadero perdón se lo da el propio ofensor si llega alguna vez a reconocer su ofensa y lamentarlo.
Si, pienso algo semejante amore. El perdón es algo más irrestricto y profundo que una simple idea que pueda expresarse directamente. Creo que es un proceso, en realidad.
Gracias por leer y comentar!
En este momento son varias cosas en mi vida q no merecen mi perdon, no demuestro mi rencor a los demás, pero se q la justicia tarda pero llega, y cuando llega es muy contundente.
Yo no siento que deba perdonar o juzgar a nadie Tai, no tengo las atribuciones espirituales ni me considero un razante moral para hacerlo. Pero también creo en que cada acción tiene su necesaria consecuencia, y llegará el día que todo tenga su justa retribución.
Saludos :)
Heredamos esa palabra con toda su carga historica religiosa, dudar nos permite desmontarla y ver que realmente
perdonar es olvidar, el perdon siempre te
traslada al pasado. Si logramos vivir nuestro presente como el regalo que es, no tendremos que arrastrar odios ni rencores. No es un logro facil pero es la unica forma de adrentarnos en el misterio de la vida.
Es que, creo que "perdonar" corazón de gacela, es una especie de concepto con pretenciones absolutas que sin embargo tiene innumerables ramificaciones. Realmente creo que el verdadero acto de perdonar es una convicción personal y una decisión profundamente moral. En otras palabras, creo que perdonar es una evolución espiritual plena.
Besos, gracias por leer y comentar!
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