lunes, 23 de agosto de 2010

Crimen Silencioso

Muchas veces, me sorprende la facilidad como la crueldad aun se ampara bajo el término religioso para ser infringida. A través de la historia, la fe y la instintiva capacidad del hombre de encontrar significado al limite mismo del conocimiento cognoscitivo, a dado pie a comportamientos destructivos. Los creyentes son sometidos a la crueldad de una convicción potencialmente devastadores. Una y otra vez, la religión o una estructura de creencias más o menos organizada escuda un comportamiento claramente patológico, represivo, prejuiciado. Una creación del odio en lugar del amor.

Y no me refiero, a situaciones puntuales ocurridas en determinados momentos históricos. Hablo de actos tan terribles como la ablación, que sigue practicandose con relativa frecuencia en el mundo moderno. De nuevo, la irrestricta capacidad del hombre para aspirar al bien, convertida en un instrumento de dolor y culpa.


Un terrible secreto:

La Ablación, es según estrictos términos médicos,  la extirpación de cualquier órgano del cuerpo mediante una operación quirúrgica. Sinónimo de amputación o extirpación. Otro uso de esta palabra es la "ablación por radiofrecuencia": procedimiento de cateterismo cardíaco que permite la curación de taquicardias paroxísticas y otros tipos de arritmias.

Sin embargo, a la que me refiero en particular, es a la Ablación Sexual con fines ritualisticos.Unos ciento treinta millones de niñas y mujeres han sido sometidas a la ablación del clítoris. Con frecuencia se le denomina “circuncisión femenina”. Como es notorio, la castración femenina ha dejado de ser un rito practicado únicamente en los países subdesarrollados. Informes publicados en revistas médicas de prestigio han revelado que en Europa y Estados Unidos se está produciendo un incremento de este tipo de mutilación parejo al aumento del número de inmigrantes del África subsahariana.Incluso, en muchas comunidades islámicas de ciudades del primer mundo, se han producido casos de castración femenina. Es una costumbre de origen islámico aunque no necesariamente exclusiva de esta religión: puede suponer  un rito de iniciación, al intentar garantizar el control sobre la virginidad de la mujer, y por ende su vida sexual.  Es destacable que la aplicación de la ablación es más común hoy en día de lo que lo era en periodos anteriores. Hoy se practica como rito de iniciación en las jóvenes de algunas comunidades musulmanas y cristianas de África. Tanto unos como otros suelen recurrir a sus respectivas tradiciones religiosas para argumentar en favor de esta práctica, pero lo cierto es que ni la doctrina musulmana ni la cristiana dicen nada sobre este tipo de mutilación. Hay algunos cultos africanos que permiten esta costumbre expresa en mujeres.

Un ritual sangriento.

Como mencioné antes, para muchas culturas, la ablación es un ritual de iniciación. La costumbre es de procedencia incierta, aunque al parecer su origen podría localizarse en la zona centro-africana.

En cada zona se hace de una manera y se le da una explicación diferente: garantizar la castidad de las mujeres, asegurar el estado de casaderas de las mujeres, hacerlas deseables para sus maridos, preservar la tradición, hacer dóciles y sumisas a las niñas, preservar el buen juicio de la mujer, diferenciar la femineidad de la masculinidad, marcar el rito de paso, evitar que el clítoris crezca a un tamaño anormal, hacerlas fértiles. En realidad, la ablación femenina, como otras tanta prácticas religiosas amparadas en el odio de género, supone una "imperfección" fisica en quién la sufre, que la violencia ayudaría a enmendar.


Existen varios tipos de ablación:

    * Amputación del prepucio del clítoris (circuncisión), pudiendo extirparse en parte o en su totalidad el clítoris (clitoridectomía).

    * Una forma más agresiva sería la escisión o mutilación del prepucio total o parcial, del clítoris y los labios menores, conservando los labios mayores.

    * La infibulación es la forma más agresiva y consiste en la extirpación del clítoris y labios mayores y menores. Después del acto, hay un cosido de ambos lados de la vulva hasta que queda prácticamente cerrada, dejando únicamente una abertura para la sangre menstrual y la orina. La infibulación también es llamada circuncisión faraónica.

Una costumbre de terribles consecuencias:

El aumento de la inmigración ha traído ésta práctica a Europa. La mutilación genital femenina, en cualquiera de sus modalidades, se encuentra penada por la ley en los principales países del continente con algunas excepciones como Italia o Irlanda. No obstante, aunque existen en algunos países europeos normativas legales de control sobre el permiso de salida para las niñas en situación de riesgo por este tipo de costumbres, hay denuncias de que medio millón de mujeres y niñas han sufrido la MGF en Europa en los últimos tiempos, incluso en centros sanitarios bajo cuerda.

La embajadora de la Organización de las Naciones Unidas contra la ablación, la ex-modelo somalí Waris Dirie, quien sufrió infibulación a los 5 años, ha conseguido que ésta práctica sea ilegal en algunos países africanos, aunque se siga practicando de hecho. UNICEF, en un informe, afirma que ésta práctica se puede eliminar en una generación si hay un esfuerzo cultural.


Ha despertado gran interés y sorpresa el hecho de que en fechas recientes, se encontraron claras evidencias de que la práctica de la Ablación, se ha difundido a tribus indígenas que habitan en el suroccidente de Colombia; El hecho quedo en evidencia por las denuncias de autoridades a cargo de la defensa de los derechos humanos y la muerte de jovenes indígenas por infecciones producto de operaciones quirurgicas llevadas a cabo en precarias condicion de asepsia.

Las autoridades indígenas, agremiadas en la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC, han pedido que no se adelantes juicios sin conocer las realidades de las costumbres locales; Alegan el derecho de los pueblos indígenas a su autodeterminación. El asunto es objeto de un profundo debate, pues quienes abogan por la defensa de los derechos de la mujer, que consideran violados con la mutilación, insisten que tal autodeterminación no puede estar por encima de lo dispuesto en la Constitución Nacional de Colombia, norma que prima sobre cualquier otra en el ámbito nacional y en ella se prohibe claramente este tipo de prácticas.

Las consecuencias a largo plazo de esta mutilación van desde problemas menstruales, quistes e infecciones crónicas de la pelvis hasta la infertilidad. Los expertos creen que entre un 15% y un 20% de las mujeres mutiladas no puede tener hijos. Psicológicamente, la ablación provoca estados de ansiedad, depresión y ataques de pánico.

La pérdida casi total de sensibilidad es la principal consecuencia para las afectadas, con el añadido trauma psicológico. Hay mujeres que mueren desangradas o por infección en las semanas posteriores a la intervención, ya que se realiza casi siempre de manera rudimentaria, a cargo de curanderas o mujeres mayores, y con herramientas no muy ortodoxas como cristales, cuchillos oxidados o cuchillas viejas de afeitar y nunca en centros sanitarios.

La mutilación genital femenina no tiene nada que ver con cultura, tradición o religión.
Es tortura y un crimen contra el que se tiene que luchar. Una deformación de los parametros religiosos y sociales, amparado en el prejuicio y el más evidente odio de género.

Una vez más, la deformación de un dogma de fe y la destrucción de una idea finiscular bajo el peso del horror.

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