La puerta entreabierta del Sueño.

La maravillosa pelicula Inception ( traducida en Venezuela como "El Origen" ) me ha hecho recordar - o mejor dicho, ponderar - la delgadisima linea entre la lucidez y el delirio. En ocasiones me he encontrado muy cerca de cruzarla, abrumada y desconcertada por mi pertinaz insomnio, ese desconcierto general, raquídeo y profundamente doloroso de la vigilia fragmentada. 

En ocasiones sueño que estoy soñando. Me veo abriendo los ojos y pensado nitidamente que he logrado dormir algunas horas finalmente y soñé que estaba tumbada sobre la cama, en la oscuridad, despierta. El lado derecho de mi cara se plegaba hacia el izquierdo, y sobrevolándolo miraba al ojo de ese lado. Era de un verde transparente, y guardaba dentro una especie de mundo, como si corriera un agua suave por debajo de su córnea, como si esta fuese la cristalera por donde se adivinaba un fondo submarino.

Despierto - en el aquí, en el ahora -  un poco sobresaltada, sintiendome incluso más agotada que en la vispera. ¿Estoy despierta? ¿Donde subsisten estas sombras que se alargan a mi alrededor? Suspiro y tomo la cámara fotografica - siempre al alcance de mi imaginación y del nervudo nerviosismo de mis dedos -. Me tomó una fotografia y miro la imagen - borrosa, imprecisa, casi ambivalente - preguntandome de una manera un tanto azaroza si podría encontrar ese Universo personal con el que había estado soñando en la imagen. Sonrio, contemplo la imagen de la chica de cabello enredadado y enmarañado, que mira hacia la cámara con cierta plomiza tranquilidad. Una máscara desconocida. Me parece que veo a la oscuridad crecer, ondular, enredarse en diminutos fragmentos de sombras, unas con otras, azuladas y perpendiculares, hasta que desaparecen en la bóveda osucra del sueño. ¿El verbo de la materia en la forma de un deseo?

Me estremezco. Deseo dormir, o solo despertar. No recuerdo ya la diferencia. O todo es la misma cosa.

Tal vez.