A propósito del reciente estreno de: "Rezar Comer Amar" protagonizada por la oscarizada Julia Roberts, y en vista de su calidad - tiene la vitalidad, la dulzura excéntrica y el poder de evocación de su gémelo de tinta - me preocupó el hecho que en comparación, el cine sobre temas y personajes femeninos se encuentra en franca decadadencia. Me refiero especificamente a la carencia de tramas e historias sobre mujeres, con el poder de hacernos sonreir o llorar, sin caer en lamentables estereotipos. Narraciones poderosas que sean capaz de hablar sobre el Universo femenino a través de su particularidad y no, esos estereotipos sin mayor transcendencia en los que el cine actual parece insistir machaconamente sin grandes resultados. Lo dicho, como cinéfila de hueso rojo y de larga data, me encuentro muy preocupada por la escases de personajes femeninos interesantes en la cinematografia más reciente. ¿Es culpa del mundillo de holllywood o un reflejo de nuestra sociedad?
Mujeres sin forma, Peliculas sin brillo:
Julia Roberts tiene la particularidad de sobrellevar los esquemas habituales y crear personajes memorables: inevitable no recordar a su chispeante e ingenua Vivian en Mujer Bonita o incluso, la villana y celosa Jules, en "La Boda de Mi Mejor amigo". En un plano más sobrio y dramático, Julia ha sabido pespuntear con acierto a una Erin Brocovich completamente creíble. Es capaz de crear personajes femeninos contundentes, con personalidad propia, proeza que le ha permitido construir una solida carrera a nivel histriónico. No obstante, además de Roberts, son escasas las actrices capaces de recrear personajes con personalidad e inteligencia. De manera, que la pregunta que me hago a continuación es obvia: ¿Es el talento de Julia Roberts o el hecho que las historias para mujeres son cada vez más escasas?
Como he dicho varias veces, la estructura de un personaje debe desarrollarse desde las primeras lineas del guión: encontrarse perfectamente delineado, una personalidad sustentada en características reconocibles, y que nos sea atractivo, incluso por elementos negativos que posea en la creación cinematográfica. Por supuesto, aqui también juega un poco la interpretación de la actriz que da corporeidad a la abstracción descrita en el guión. Lamentablemente, todos estos factores parecen haber sido descuidados por los productores y directores de diferentes obras cinematográficas: inevitablemente terminan cayendo en estereotipos y clichés, carentes de sentido y muchas veces de textura. ¿Y que ocurre con las actrices? Un ejemplo obvio: Meg Ryan ha sufrido una evidente caída en desgracia después de abandonar su rol como "Chica adorable" y tratar de convertirse en una actriz de carácter. Su carrera se ha transformado en una larga serie de peliculas sin sustancia y cameos levemente intrascendentes. ¿Es parte del juego de la industria o la caída en desgracia de un pequeño idolo?
En mi personal opinión, el problema reside en una combinación de ambas cosas: Los guiones cada vez más escasos y las actrices que prefieren aceptar el estereotipo común antes de crear algo totalmente nuevo - y presumiblemente riesgoso - en base al esquema habitual de la meca del cine.
Por supuesto, no niego que existen actrices maravillosas en el mundo cinematográfico actual. No obstante, ninguna de ellas posee la solidez y la expresión escénica de las estrellas clásicas. Si tomamos como ejemplo el Comedia romántica - que como mencioné varias entradas atrás, se encuentra en una lamentable decadencia debido precisamente a la falta de solidez estructural - encontramos espléndidos personajes como a los que dió vida Katherine Herpburn en la "Fiera de mi Niña", Barbra Straisand en "¿que me pasa doctor?", Diane Keaton en "Annie Hall", por solo nombrar algunas figuras icónicas del cine de la comedia ligera. ¿Es que ha desaparecido la fuerza del género? No lo creo. Lo que ha sucedido es progresivamente las actrices han perdido sistematicamente la consistencia actoral, en beneficio de la belleza o cualquier otro elemento al que se le atribuya mayor importancia que la expresión histriónica. Claro que, una buena dirección puede lograr una actuación de cierta relevancia incluso, pero la verdadera quimica, que surge de esta interrelación de valores, una dinámica profundamente asimilada del arte de la emoción, es imposible de fingir sino forma parte de la formación estética del actor.
Tomemos como ejemplo a Sandra Bullock, un ejemplo de lo que suelen ser las actuales actrices del cine de comedia e incluso el más dramático: es la tipica "vecinita de al lado", estereotipo conocido y aupado por la industria estadounidense, opacando asi a la mujer de personalidad compleja y profundos matices que solía ser el arquetipo de la producción cinematografica más depurada. Dejando a un lado la fascinación por la belleza más evidente, ¿Cuantas veces hemos sentido fascinados y subyugados por un personaje femenino ultimamente? Probablemente, tenemos demasiado tiempo en un vacio sintáctico de valores escénicos dentro del mundo del cine.
En los géneros que no pertenecen al aspecto de la novela romántica tenemos un claro exponente de la fuerza de carácter, que a pesar de su gran presencia histriónica, ha sido regelada a papeles secundarios debido a su edad. Sigourney Weaver, Construyó una nueva visión de la idea femenina con el amplio rango de sus personajes: al mismo tiempo que destruye una peligrosa raza alienígena como de ejecutiva voraz y ambiciosa, fue un modelo de comportamiento de la mujer audaz y determinada, que hasta el día de hoy no tiene sustituto. Susan Sarandon, con su espléndida interpretación en la oscarizada "Thelma y Louise" amplio el esquema y le dió un nuevo rostro en la década siguiente.
Hoy en día ocurre un extraño fenómeno: aunque abundan las heroínas, no hay personajes femeninos de factura. Casi todos los ejemplos recientes relacionados con la manufactura de personajes con cierta sustancia forman parte de un cine eminentemente malo y que en consecuencia no encuentra público. La propuesta femenina carece de solidez y se basa exclusivamente en la muestra del aspecto sexual.No es de extrañar por tanto, la ausencia notoria de material que envuelva a la mujer como forma intelectual.
Además de la ausencia de verdaderas actrices, el siguiente motivo notorio de la destrucción del valor femenino en el cine, es la ausencia de guiones pensados como una forma y estructura coherente y que destaquen esa esencia femenina, compleja y espléndida, que solía ser el protagonista de las historias con cierto valor esencial. Y no solo con respecto a las mujeres, sino que la esencia del lenguaje cinematográfico a retrocedido hasta alcanzar un nucleo anodino y fatuo que se extienden a todos los géneros: la comedia ha perdido su sabor, la acción su fuerza y energía e incluso el terror se ha convertido en una mezcla de estilos sin verdadero efecto.
Todo esto se refleja en los guiones y la mujer alocada y animada se convierte en una neurótica adicta a la medicina alternativa o al consumismo desaforado. La ejecutiva agresiva es una zorra manipuladora que machacaría a cualquiera por un avance profesional. ¿Es así la realidad y las películas lo único que hacen es reflejarla? Quizá.
El problema continua siendo que ya no existen personajes femeninos que generen interés. Por supuesto, se podría decir lo mismo de los masculinos, si al caso vamos, pero lo grave de la mujer en el cine es que comienza a desaparecer dentro de las tramas. Me refiero en especifico a todas aquellas peliculas que nos narran los hechos desde el punto de vista del hombre, donde la visión de la mujer carece de sentido y concreción. La mujer deja de ser un personaje, sino que se hace parte de un tiempo anecdótico, simple relleno dentro de la historia. Se convierte en una cosa, en un objetivo abstracto que el hombre aspira a alcanzar, un estereotipo que sirve para simbolizar valores del tipo tradicional o para representar la libertad perdida. Al caso, utilizar la forma femenina de esa forma, es tan dañino y terrible como simplifcarla o esquematizarla hasta el limite mismo de la carencia de valor.
Entraría aquí también otro fenómeno muy reciente, que no sólo ha afectado al cine, sino también a la literatura, por lo menos en nuestro país: la idea de que las mujeres escriben o dirigen para mujeres, mientras que los hombres crean para cualquier tipo de público. De este ardid comercial han aparecido los booms de escritoras que mostraban personajes femeninos descerebrados, politoxicómanos y atolondrados y que, para más inri, nos hacían creer que, al estar creados por otra fémina, era más reales que los que habíamos conocido hasta la fecha. Personajes como aquellos, y hablo más de literatura que de cine, habrían puesto el grito en el cielo de cualquiera si hubiesen sido fabricados por hombres.
Quedan excepciones, por supuesto, como lo es Julia Roberts, con su poderosa capacidad para crear ideas femeninas reales, más allá de la simplicidad, pero en general, estamos ante una crisis de personajes y especialmente en lo que se refiere a los femeninos.
Mujeres sin forma, Peliculas sin brillo:
Julia Roberts tiene la particularidad de sobrellevar los esquemas habituales y crear personajes memorables: inevitable no recordar a su chispeante e ingenua Vivian en Mujer Bonita o incluso, la villana y celosa Jules, en "La Boda de Mi Mejor amigo". En un plano más sobrio y dramático, Julia ha sabido pespuntear con acierto a una Erin Brocovich completamente creíble. Es capaz de crear personajes femeninos contundentes, con personalidad propia, proeza que le ha permitido construir una solida carrera a nivel histriónico. No obstante, además de Roberts, son escasas las actrices capaces de recrear personajes con personalidad e inteligencia. De manera, que la pregunta que me hago a continuación es obvia: ¿Es el talento de Julia Roberts o el hecho que las historias para mujeres son cada vez más escasas?
Como he dicho varias veces, la estructura de un personaje debe desarrollarse desde las primeras lineas del guión: encontrarse perfectamente delineado, una personalidad sustentada en características reconocibles, y que nos sea atractivo, incluso por elementos negativos que posea en la creación cinematográfica. Por supuesto, aqui también juega un poco la interpretación de la actriz que da corporeidad a la abstracción descrita en el guión. Lamentablemente, todos estos factores parecen haber sido descuidados por los productores y directores de diferentes obras cinematográficas: inevitablemente terminan cayendo en estereotipos y clichés, carentes de sentido y muchas veces de textura. ¿Y que ocurre con las actrices? Un ejemplo obvio: Meg Ryan ha sufrido una evidente caída en desgracia después de abandonar su rol como "Chica adorable" y tratar de convertirse en una actriz de carácter. Su carrera se ha transformado en una larga serie de peliculas sin sustancia y cameos levemente intrascendentes. ¿Es parte del juego de la industria o la caída en desgracia de un pequeño idolo?
En mi personal opinión, el problema reside en una combinación de ambas cosas: Los guiones cada vez más escasos y las actrices que prefieren aceptar el estereotipo común antes de crear algo totalmente nuevo - y presumiblemente riesgoso - en base al esquema habitual de la meca del cine.
Por supuesto, no niego que existen actrices maravillosas en el mundo cinematográfico actual. No obstante, ninguna de ellas posee la solidez y la expresión escénica de las estrellas clásicas. Si tomamos como ejemplo el Comedia romántica - que como mencioné varias entradas atrás, se encuentra en una lamentable decadencia debido precisamente a la falta de solidez estructural - encontramos espléndidos personajes como a los que dió vida Katherine Herpburn en la "Fiera de mi Niña", Barbra Straisand en "¿que me pasa doctor?", Diane Keaton en "Annie Hall", por solo nombrar algunas figuras icónicas del cine de la comedia ligera. ¿Es que ha desaparecido la fuerza del género? No lo creo. Lo que ha sucedido es progresivamente las actrices han perdido sistematicamente la consistencia actoral, en beneficio de la belleza o cualquier otro elemento al que se le atribuya mayor importancia que la expresión histriónica. Claro que, una buena dirección puede lograr una actuación de cierta relevancia incluso, pero la verdadera quimica, que surge de esta interrelación de valores, una dinámica profundamente asimilada del arte de la emoción, es imposible de fingir sino forma parte de la formación estética del actor.
Tomemos como ejemplo a Sandra Bullock, un ejemplo de lo que suelen ser las actuales actrices del cine de comedia e incluso el más dramático: es la tipica "vecinita de al lado", estereotipo conocido y aupado por la industria estadounidense, opacando asi a la mujer de personalidad compleja y profundos matices que solía ser el arquetipo de la producción cinematografica más depurada. Dejando a un lado la fascinación por la belleza más evidente, ¿Cuantas veces hemos sentido fascinados y subyugados por un personaje femenino ultimamente? Probablemente, tenemos demasiado tiempo en un vacio sintáctico de valores escénicos dentro del mundo del cine.
En los géneros que no pertenecen al aspecto de la novela romántica tenemos un claro exponente de la fuerza de carácter, que a pesar de su gran presencia histriónica, ha sido regelada a papeles secundarios debido a su edad. Sigourney Weaver, Construyó una nueva visión de la idea femenina con el amplio rango de sus personajes: al mismo tiempo que destruye una peligrosa raza alienígena como de ejecutiva voraz y ambiciosa, fue un modelo de comportamiento de la mujer audaz y determinada, que hasta el día de hoy no tiene sustituto. Susan Sarandon, con su espléndida interpretación en la oscarizada "Thelma y Louise" amplio el esquema y le dió un nuevo rostro en la década siguiente.
Hoy en día ocurre un extraño fenómeno: aunque abundan las heroínas, no hay personajes femeninos de factura. Casi todos los ejemplos recientes relacionados con la manufactura de personajes con cierta sustancia forman parte de un cine eminentemente malo y que en consecuencia no encuentra público. La propuesta femenina carece de solidez y se basa exclusivamente en la muestra del aspecto sexual.No es de extrañar por tanto, la ausencia notoria de material que envuelva a la mujer como forma intelectual.
Además de la ausencia de verdaderas actrices, el siguiente motivo notorio de la destrucción del valor femenino en el cine, es la ausencia de guiones pensados como una forma y estructura coherente y que destaquen esa esencia femenina, compleja y espléndida, que solía ser el protagonista de las historias con cierto valor esencial. Y no solo con respecto a las mujeres, sino que la esencia del lenguaje cinematográfico a retrocedido hasta alcanzar un nucleo anodino y fatuo que se extienden a todos los géneros: la comedia ha perdido su sabor, la acción su fuerza y energía e incluso el terror se ha convertido en una mezcla de estilos sin verdadero efecto.
Todo esto se refleja en los guiones y la mujer alocada y animada se convierte en una neurótica adicta a la medicina alternativa o al consumismo desaforado. La ejecutiva agresiva es una zorra manipuladora que machacaría a cualquiera por un avance profesional. ¿Es así la realidad y las películas lo único que hacen es reflejarla? Quizá.
El problema continua siendo que ya no existen personajes femeninos que generen interés. Por supuesto, se podría decir lo mismo de los masculinos, si al caso vamos, pero lo grave de la mujer en el cine es que comienza a desaparecer dentro de las tramas. Me refiero en especifico a todas aquellas peliculas que nos narran los hechos desde el punto de vista del hombre, donde la visión de la mujer carece de sentido y concreción. La mujer deja de ser un personaje, sino que se hace parte de un tiempo anecdótico, simple relleno dentro de la historia. Se convierte en una cosa, en un objetivo abstracto que el hombre aspira a alcanzar, un estereotipo que sirve para simbolizar valores del tipo tradicional o para representar la libertad perdida. Al caso, utilizar la forma femenina de esa forma, es tan dañino y terrible como simplifcarla o esquematizarla hasta el limite mismo de la carencia de valor.
Entraría aquí también otro fenómeno muy reciente, que no sólo ha afectado al cine, sino también a la literatura, por lo menos en nuestro país: la idea de que las mujeres escriben o dirigen para mujeres, mientras que los hombres crean para cualquier tipo de público. De este ardid comercial han aparecido los booms de escritoras que mostraban personajes femeninos descerebrados, politoxicómanos y atolondrados y que, para más inri, nos hacían creer que, al estar creados por otra fémina, era más reales que los que habíamos conocido hasta la fecha. Personajes como aquellos, y hablo más de literatura que de cine, habrían puesto el grito en el cielo de cualquiera si hubiesen sido fabricados por hombres.
Quedan excepciones, por supuesto, como lo es Julia Roberts, con su poderosa capacidad para crear ideas femeninas reales, más allá de la simplicidad, pero en general, estamos ante una crisis de personajes y especialmente en lo que se refiere a los femeninos.
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