Releyendo el Cuervo, que es sin duda mi poema favorito de Poe, siempre encuentro el extraño disfrute de paladear el terror sencillo, sutil y lento de una narración sin ningun objetivo evidente y cuyo crescendo y conclusión habita en nuestra imaginación. Me asombra, esa ampulosidad del lenguaje bordeando un relato exquisito, donde el miedo es una manera de crear belleza. Y que alivio, que esta traducción que conservo desde la Universidad - Pessoa, claro - sea la que siempre encuentro entre los anaqueles polvorientos de mi biblioteca desordenada. Porque a mí, la que me gusta, es la de Pessoa. Pessoa y su fabulosa compresión del Universo integro de Poe, su lenta ampulosidad, esa decadencia casi pura que parece teñir cada palabra. La dulce Eleonara muerta y el narrador anónimo, entre temblores, aguardando por su fantasma. Que exquisito, tan lúdico en esa secreta reverberación de la belleza. Y Poe merece a Pessoa desde luego. Derecho adquirido de recrear para el futuro la delicadeza lángida de Poe en su máxima expresión.
Tal vez toda mi manía provenga de mi infancia: La primera vez que leí el Cuervo fue una terrible traducción en prosa que posteriormente encontré de nuevo entre mis montones de libros perdidos. Y después de haber leído la realizada por Pessoa, el pensamiento fue "y mi gran amor de infancia es recordado por esta porquería?" Es curioso, porque de cualquier forma, yo descubrí a Poe con esa traducción torpe, esa versión de la editorial "Anaya", colección "tus libros". Tenía nueve años, acababa de cambiarme de colegio y fue el primer libro que saqué de la biblioteca de mi tio, ese coleccionista de libros que jamás leyó. Y Poe es también mi gran objeto de deseo: Tengo varias antologías de Poe en español, pequeñas excentricidades compradas por puro capricho: ediciones ilustradas, hermosas y repujadas, pequeñas y diminutas, casi un panfleto de casi 60 años de antiguedad: mucho de mis favoritos son ejemplares que fui encontrando de segunda mano hace muchos años. Y, cuando empecé a comprarlo en la Universidad, ya lo compraba en inglés, como comenté antes. Luego fue cuando empecé a comprar Poes en inglés: de hecho, me dediqué a la laboriosa idea de leer a Poe en su idioma natal. Asi de lejos llega mi amor por él. Entonces llegó Pessoa, con su maravillosa capacidad para entender y paladear el drama y pude deslizarme en los pasillos enormes y espléndidos de Poe en Español. Pero recuerdo con terror aquella traducción.
Todo mi obsesión con Pessoa como traductor hasta que descubrí la versión de "El Cuervo" firmado por Cortazar, por supuesto. Pero esa es otra historia.
Sonrío, mientras escribo esto, a veces el insomnio me hace divagar.
Tal vez toda mi manía provenga de mi infancia: La primera vez que leí el Cuervo fue una terrible traducción en prosa que posteriormente encontré de nuevo entre mis montones de libros perdidos. Y después de haber leído la realizada por Pessoa, el pensamiento fue "y mi gran amor de infancia es recordado por esta porquería?" Es curioso, porque de cualquier forma, yo descubrí a Poe con esa traducción torpe, esa versión de la editorial "Anaya", colección "tus libros". Tenía nueve años, acababa de cambiarme de colegio y fue el primer libro que saqué de la biblioteca de mi tio, ese coleccionista de libros que jamás leyó. Y Poe es también mi gran objeto de deseo: Tengo varias antologías de Poe en español, pequeñas excentricidades compradas por puro capricho: ediciones ilustradas, hermosas y repujadas, pequeñas y diminutas, casi un panfleto de casi 60 años de antiguedad: mucho de mis favoritos son ejemplares que fui encontrando de segunda mano hace muchos años. Y, cuando empecé a comprarlo en la Universidad, ya lo compraba en inglés, como comenté antes. Luego fue cuando empecé a comprar Poes en inglés: de hecho, me dediqué a la laboriosa idea de leer a Poe en su idioma natal. Asi de lejos llega mi amor por él. Entonces llegó Pessoa, con su maravillosa capacidad para entender y paladear el drama y pude deslizarme en los pasillos enormes y espléndidos de Poe en Español. Pero recuerdo con terror aquella traducción.
Todo mi obsesión con Pessoa como traductor hasta que descubrí la versión de "El Cuervo" firmado por Cortazar, por supuesto. Pero esa es otra historia.
Sonrío, mientras escribo esto, a veces el insomnio me hace divagar.
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