jueves, 6 de enero de 2011

De la frugal y lo sublime




Revisando un viejo  libro sobre la casa de Subastas americana Christie´s, encontré un dato magnifico que se une a mi colección anecdótica de cultura pop. Debo admitir que tengo una nada disimulada pasión por el imaginario pop más venial. En mi opinión, es una forma de estructura sociológica que nos permite entender el subconciente social más amplio, una meticulosa muestra de la evolución de la visión del arte y la vida en la sociedad menos intelectual y por tanto menos apreciada.

Esa arrogancia pasiva de la forma de expresión más elevada...

Pero vamos al caso que nos ocupa.

En octubre del año 1999, Christie´s subastó las propiedades que Marilyn Monroe dejó a su mentor, Lee Strasberg. Fue un conmovedor lote que reveló mucho sobre el mito y realidad de Marilyn. Ahí estaban las horteras pertenencias de una diosa sexual de tiras cómicas: las zapatillas de plastico Lucite con plumas de Marabú; el banco de gimnasio en brillante Vinyl rojo; los baby-doll de nailon para dormir; la cabecera de la cama tapizada con satén blanco. Estaban los guantes para el horno y sus libros de cocina. Y su biblioteca - sí, Mrilyn Monroe leía - con sus muy usados libros de Platón, Sigmund Freud, Karl Marx, James Joyce. Retratos de la Gran actriz de la Belle epoque Eleonora Duse y de la dama de la poesía Edith Sitwell colgaban junto a imágenes de la propia Marilyn hechas por sus admiradores, reducidas a un código Morse de cabello oxigenado, labios carmín y un escote.

El vasto guardarropa reveló la evolución del gusto y la imagen de Marilyn. A fines de los cuarenta y principios de los cincuenta, ella usaba vestidos abiertamente sensuales, creados por diseñadores de Hollywood y por la modista muy de moda en Nueva York, Ceil Chapman, que la hacían lucir despampanante. Pero al final de esa década, cuando empezó a ser cortejada por Henry Miller y estudiaba su oficio con Strasberg, empezó a vestirse con ropa de prestigiosos diseñadores como Galanos, Norell y Trigére. Había en la subasta incluso un imponente traje de noche de Antonio Castillo ( diseñado por Lanvin ). Estas últimas piezas reflejan una nueva y elegante sobriedad, aunque sus impecables líneas y su discreto recato quizás contrastaban mucho más provocativamente con las obvias dotes físicas de Marilyn, que los trajes más reveladores que había usado antes.

La historiadora del vestuario Sandy Shrerier, quién entrevistó a tres diseñadores de Marilyn en sus peliculas (Willian Travilla, Sorothy Jeakins y Jean Louis) asegura que todos le dijeron que Marilyn "no seguía la moda y, en privado, no exhibía su sexualidad; pero estaba muy consciente de lo que el público quería". Cuando canto "Happy Birthday, Mr. President" el 19 de mayo de 1962, le encargó un vestido que cortaba la respiración a Jean Louis, maestro de los efectos glamorosos. Marilyn se paró sobre una banqueta, con una copa de Dom Pérignon en la mano, durante los interminables entalles del del ceñido vestido, sapicado de cuentas, en un tejido de malla con un provocativo color carne: Jean Louis le envió una cuenta por $12.000.

En esta interesante muestra de la que fuera un icono conceptual de la frivolidad, también se incluyó un ropero lleno de las piezas que a Marilyn le encantaba usar al final de su vida: sus Pucci, unas 100 prendas en total. A fines de los cincuenta, la ropa reveladora y simple de Emilio Pucci, frecuentemente en su característico tejido de Jersey de seda, con colores estridentes y estampados únicos, fue muy popular entre entre ídolos del cine como Lauren Bacall y Elizabeth Taylor. En estos vestidos y piezas sueltas, Marilyn podía verse glamorosa, chic y sexy. Sus Pucci señalaron una forma más relajada y libre de vestir que sugería, como el propio Miller subrayó, que ella era una floreciente mujer de los sesenta. A menudo, Marilyn usaba sus vestidos Pucci con altísimos tacones Ferregamo, que tenía una amplia variedad de colores.

Se ha dicho incluso que la ropa de Pucci desempeñó un papel en el destino de Marilyn. Laudomia Pucci, hija de Emilio y ahora directora de diseño de la casa recuerda: " Mi padre me contó que cuando él desarrolló por primera vez el tejido de jersey de seda ( a partir de los hilos de las medias de seda que habían pasado de moda ), le dijeron que nadie en Estados Unidos lo usaría. Bueno, él vendió algunas piezas a una tienda de los Los Angeles y, y Marilyn llegó y se compró varias. Pero se quitó el sostén para que se le pagara mejor al cuerpo. Y Arthur Miller se tropezó con ella vestida así, ¡Y ahí empezó todo!" Tras su muerte prematura a los 36 años, en agosto de 1962, se dice que Marilyn fue sepultada vistiendo su Pucci favorito, de color ver almendrado.

Un triste final, sin duda para un simbolo que propició la ruptura de la imagen tradicional de la mujer, o al menos una primera ruptura del método interpretativo de la visión femenina. Marilyn no fue la mejor actriz, tampoco destacó por sus opiniones políticas o su postura intelectual. Fue de hecho - y de esa manera pasó a la posteridad - la frágil y frivola presencia de una nueva feminidad, artificiosa pero aun asi contestataría. La actriz, la mujer y el simbolo convergen en la imagen de Marilyn Monroe, en su creación simple y mundana de la sexualidad. Sin embargo, hasta ese preciso momento histórico, la mujer no tenía una faceta sensual, muchisimo menos puramente instintiva de la busqueda de placer. Fue Marilyn Monroe, con sus gestos esteotipados, quién le dió un nuevo sentido al arquetipo de la puta y redimensionó el hedonismo como postura critica. Por supuesto, admito que ella probablemente no lo vió de esa manera y tal vez jamás comprendió ese principio axiomático que reveló a la mujer no solo como objeto sexual, sino como fértil expresión del lenguaje de la carne. No obstante, se convirtió en un Icono cultural por derecho propio...y probablemente, sin necesidad de decir una sola palabra a favor o en contra. Esa tal vez, es la belleza de la mitologia popular que crea, pieza por pieza, un altar de Santos imperfectos que el subconciente social adora y detesta por partes iguales. Un verbo irregular de proporciones caóticas.

Ah, sí, el secreto de la banal trascendencia.

C'est la vie.

1 comentarios:

Yeral dijo...

Siempre es bueno aclarar eso de que ella sí leía! buenísimo!!
Pero sabes qué más me gustó, el último párrafo!
Pues estas aportando algo más sobre ella, algo que no se suele leer normalmente por allí, en internet o en los libros (o por lo menos no en cualquier lado pues) Me ha encantado! xD

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