Ayer, revisando entre una serie de peliculas viejas que tenía guardadas en un rincón de mi closet, encontré una copia en DVD de film "Man on the moon" dirigida por Milos Forman. Me pregunté porque la había comprado. Milos Forman no es, bajo ningún aspecto, un director que me agrade, y las peliculas de Jim Carrey suelen terminar en un agujero de mala comedia y muecas repetidas. Un poco más tarde, decidí ver la pelicula para salir de dudas, lo que implicaba, vencer las últimas reticencias y depositar un voto de confianza en el talento histriónico de Carrey, cosa de la que dudo con mucha frecuencia. Pero debo decir que valió la pena. Las dudas desaparecieron al primer impulso. Jim Carrey, cejijunto y confuso, sentado frente a la cámara, mimetizandose con el difunto Andy Kauffman, me dió el norte.
Al talentoso Andy Kauffman le disgustaba que lo llamaran comediante. Aspiraba a algo mayor. Como esa misma trascendencia la aspira Jim Carrey, lo convierte en el actor perfecto para interpretar a Kauffman en Man on The moon, una biografía que muestra al excéntrico artista desde su solitaria adolescencia, cuando hacia chistes incompresibles frente al espejo, hasta su epifanía final en las Filipinas, donde fue a buscar una cura milagrosa para el cáncer que lo mataría a los 35 años. Ya fuera interpretando al cortés Latka en Taxi o insultando a las mujeres como campeón de lucha libre intersexo, Kauffman siempre fue un mago para engañar a la audiencia. Ideaba tomadura de pelo tras tomadura de pelo. Incluso cuando se estaba muriendo, algunos creyeron que se trababa de otro de sus chistes crueles ( mi papá fue uno de los incredulos).
Man on the moon empieza ingeniosamnete: con Andy hablándonos sobre la pelicula que vamos a ver. "He eliminado todas las tonterias" dice, y casi de inmediato, la historia empieza a juguetear con nuestras expectativas como mismo lo hizo su héroe una vez. Pero el director Milos Forman está tan fascinado por el arrebato de Kaufmman, que se olvida de ubicarlo en un filme de consistencia. Aunque nos encontramos con los intimos de Andy ( su colaborador Bob Zmunda - Paul Giamatti -, su novia Lynne Margulies - Courtney Love - y su gerente George Shapiro - Danny De vito) ellos están allí solo para ofrecer reacciones al humor de Kauffman. Tampoco logramos llegar al interior del comediante. En su lugar, este es retratado como una matryushka viviente, a quien su novia le dice: "No hay un Kauffman real". Forman no examina como la inocencia infantil de Andy se mezcló con su malicioso deseo de engañar a la audiencia y hacerla desternillarse de risa. No explora como las mujeres que practicababn lucha libre a los 70 fueron conectadas con la rabia masculina hacia el feminismo. ¿Se interesó Kauffman en esas cosas? ¿Giraba su comedia alrededor de algo significativo o sufría del mismo talento estéril que plagó a los artistas conceptuales de esa época? En casi dos horas, Forman nunca se cuestiona.
Aun así, la pelicula triunta como sustituto de un concierto, un fresco derroche de Kaufmanía que recrea los mayores exitos de Andy: el dobaje del tema Migthy Mouse en Saturday Night Live, la lectura completa del Gran Gatsby ante una estupefacta multitud universitaria, la imitación del cantante de bar Tony Clifton. Estos momentos clásicos muestran cuán chistoso podía ser Kauffman y recuerdan cómo una posterior generación de cómicos ha explorado su originalidad. Como fiel seguidor, Carrey imita muy bien las penetrantes miradas de Kauffman y su raro acento extranjero, capturando su mezcla de dulzura angelical y teatralidad diabólica, y sin esfuerzo, ejecuta rutinas tan famosas como su transformación de un inmigrante en Elvis. Man on the moon carece de valor como biografia, pero como tributo, sería lo que Kauffman, probablemente, hubiese deseado.
Al talentoso Andy Kauffman le disgustaba que lo llamaran comediante. Aspiraba a algo mayor. Como esa misma trascendencia la aspira Jim Carrey, lo convierte en el actor perfecto para interpretar a Kauffman en Man on The moon, una biografía que muestra al excéntrico artista desde su solitaria adolescencia, cuando hacia chistes incompresibles frente al espejo, hasta su epifanía final en las Filipinas, donde fue a buscar una cura milagrosa para el cáncer que lo mataría a los 35 años. Ya fuera interpretando al cortés Latka en Taxi o insultando a las mujeres como campeón de lucha libre intersexo, Kauffman siempre fue un mago para engañar a la audiencia. Ideaba tomadura de pelo tras tomadura de pelo. Incluso cuando se estaba muriendo, algunos creyeron que se trababa de otro de sus chistes crueles ( mi papá fue uno de los incredulos).
Man on the moon empieza ingeniosamnete: con Andy hablándonos sobre la pelicula que vamos a ver. "He eliminado todas las tonterias" dice, y casi de inmediato, la historia empieza a juguetear con nuestras expectativas como mismo lo hizo su héroe una vez. Pero el director Milos Forman está tan fascinado por el arrebato de Kaufmman, que se olvida de ubicarlo en un filme de consistencia. Aunque nos encontramos con los intimos de Andy ( su colaborador Bob Zmunda - Paul Giamatti -, su novia Lynne Margulies - Courtney Love - y su gerente George Shapiro - Danny De vito) ellos están allí solo para ofrecer reacciones al humor de Kauffman. Tampoco logramos llegar al interior del comediante. En su lugar, este es retratado como una matryushka viviente, a quien su novia le dice: "No hay un Kauffman real". Forman no examina como la inocencia infantil de Andy se mezcló con su malicioso deseo de engañar a la audiencia y hacerla desternillarse de risa. No explora como las mujeres que practicababn lucha libre a los 70 fueron conectadas con la rabia masculina hacia el feminismo. ¿Se interesó Kauffman en esas cosas? ¿Giraba su comedia alrededor de algo significativo o sufría del mismo talento estéril que plagó a los artistas conceptuales de esa época? En casi dos horas, Forman nunca se cuestiona.
Aun así, la pelicula triunta como sustituto de un concierto, un fresco derroche de Kaufmanía que recrea los mayores exitos de Andy: el dobaje del tema Migthy Mouse en Saturday Night Live, la lectura completa del Gran Gatsby ante una estupefacta multitud universitaria, la imitación del cantante de bar Tony Clifton. Estos momentos clásicos muestran cuán chistoso podía ser Kauffman y recuerdan cómo una posterior generación de cómicos ha explorado su originalidad. Como fiel seguidor, Carrey imita muy bien las penetrantes miradas de Kauffman y su raro acento extranjero, capturando su mezcla de dulzura angelical y teatralidad diabólica, y sin esfuerzo, ejecuta rutinas tan famosas como su transformación de un inmigrante en Elvis. Man on the moon carece de valor como biografia, pero como tributo, sería lo que Kauffman, probablemente, hubiese deseado.
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