Hace unos cuantos días, miraba unos de los innumerables programas de cotilleos que abundan en la televisión Europea. Un vicio habitual en las tierras del conocimiento y la cultura, al parecer. Entre la rutilante serie de primicias sobre divorcios, infidelidades, discusiones y nominaciones, el gran chisme es - y supongo que no podía ser de otra forma - el matrimonio entre William de Inglaterra y su novia desde hace algunos años, Kate Middleton. La escuché con una extraña sensación que podríamos llamar deja vu, o simplemente, una cruel asociación libre. Porque creo que es inevitable recordar el cuento de hadas malogrado de sus padres protagonizaron y preocuparse, a la manera abstracta del simple chismoso, por el futuro amoroso del joven Heredero Inglés.
¿Será Willian el nuevo martir de sus principios, como lo fue en su época Carlos de Gales? ¿Existirá, más allá del rostro fresco y hermoso de Kate, un oscuro pasado que amenazará la futura estabilidad de una monarquia famosa por su escándalos y tropelias?
No podría decirlo. Lo que si es evidente es que Buckingham puede haber aprendido de la historia reciente y evitar cometer los mismos errores. Al menos, El principe de Gales parece haberlo hecho. Hagamos un poco de memoria sobre la tortuosa historia reciente del nuevo rostro de un cansado linaje.
Un sapo que se convirtió en Carlos:
Había una vez un principe, no muy guapo a decir verdad, llamado Carlos, que tomó por esposa a una bella plebeya, ingenua y virginal de nombre Diana. Los Reyes y con ellos, el Reino entero se regocijaron por la pareja, esperando que el amor entre ellos fructificara y fuera bendecido con la llegada de los esperados herederos. No tuvieron que esperar demasiado: pocos meses después La bella princesa y el no muy guapo principe anunciaron a su pueblo el nacimiento de un hermoso vástago, heredero de la corona, que aseguraba la perpetuidad de la monarquía. ¡Que alegría para una casa real que había sobrevivido a siglos de avatares, imponerse también ante el paso inexorable del tiempo! El país entero vibro de alegría y los subditos sintieron un orgullo nacional rara veces experimentado. El corazón del leon palpitaba con fuerza aun.
El tiempo pasó y los principes anunciaron el nacimiento de un segundo bebé. Las campanas se tiñeron de alegría, el pueblo bailó en calle, ¡otro heredero!. Esa noche, la Reina se sumió en un sueño bendito pensando: finalmente, mi linaje está asegurado. Dos herederos varones en la linea de sucesión hacen que esta corona decorativa y costosa para el bolsillo del pueblo tenga cierto sentido. Sí, ya podemos seguir disfrutando de Balmoral, Windsor y Buckingham sin tener un miedo terrible que los desgraciados Tories nos echen a un dorado exilio como mis primos Hannover. Ah, finalmente una noche de riqueza en paz.
¿Que podría salir mal ahora?
La respuesta llegó al reino doce años después con un cambio en la trama de cuento de hadas, impensable hasta ese momento.
Una mañana aciaga, Inglaterra entera se despertó escuchando a su principe heredero ( el mismo no muy guapo, insipido y que jamás había hecho algo más que jugar polo bastante mal) desear desesperadamente ser un tampax ( sí, no hay error. Un tampax es eso mismo que están pensando) y vivir entre la ropa intima de una amable burguesa hasta entonces conocida por notorio parecido con un perro de caza. Si esto no era suficiente para que los flemáticos ingleses enarcaran la ceja, lo fue escuchar al hijo de la Reina desear que el tiempo pasara muy rápido y así poder hundir la cabeza en...mejor no entremos en detalles. Baste decir que para la monarquia hubo un antes y un después de lo que fue llamado El Camillagate.
¿Y quién era está villana que opacaba de una manera tan...profunda a la bella princesa de gales, amiga de las causas nobles, rosa de Inglaterra, madre de los futuros reyes del país? Para sorpresa de todos, la vil enemiga de la idilica imagen de la realeza no era una mujer de belleza legendaria o de antiguo y venerable linaje, sino una vulgar madre de familia inglesa, cercana al principe de Gales por casi 20 años. Para horror de toda la aristocracia inglesa, Camilla Parker Bowles se reveló como la pesadilla de cualquier cronista del cotilleo: de rostro nada agraciado, figura regordeta, pesimo gusto al vestir, ningún refinamiento. Pero esta misma mujer hacia ( y había hecho hervir) la sangre de Carlos de Gales por casi dos decadas. Se habían conocido cuando él era un adolescente inseguro de 18 años y ella una chica rebelde de 20 y desde entonces estaban juntos. La relación, unida por carácteres y gustos semejantes ( ambos son apasionados del Polo, los caballos, el campo y los tampax) resistió las criticas sociales, el matrimonio de ella, y luego el muy comentado matrimonio de él, el nacimiento de los hijos de ambos, el secreto, el rechazo, la incredulidad, la vejez. Mientras la bella princesa de Gales se debatia entre la bulimia, los paparazzos, el desamor más frío y despiadado, el principe, criado para soportar y ser un buen chico de mamá, se las arreglaba para continuar su relación clandestina con la "unica mujer que había amado" según unas apasionadas lineas escritas por él para su amada cara de perro ( este es el mismo hombre que decía: lo que sea que signfique el amor cuando le hicieron la pregunta si estaba enamorado de Diana?). Lo demás, fue una caída precipitada por el peso del escándalo. Más grabaciones salieron a la luz ( aunque ninguna tan impactante claro) La princesa Diana, digna y manipuladora emergía como una estrella de la autopromoción, Carlos caía en la desgracia pública, Camilla era ataca en el supermercado de su pueblo con panecitos calientes ( pero que corriente esta mujer). Para mayor desgracia, el matrimonio del segundo hijo de la Reina, Eduardo, también se resquebrajo y una serie de declaraciones extravagantes pulularon uniendose a las relacionadas con Carlos y Diana. Las columnas de la monarquía se sacudieron como nunca antes ( y eso tomando en cuenta que los ingleses tuvieron un Rey que fue ejecutado introduciendo un hierro ardiente por cierta parte sensible de su anatomia) y por primera vez, los británicos hablaron a la luz publica lo que usualmente susurraban en sus casas: ¿no era demasiado costosa esta monarquia que solo traía vergüenza y desgracia? ¿valía la pena costear el lujoso tren de vida de una anarquica, inservible y ahora, poco atractiva institución?
La Reina despertaba de noche maldiciendo a los hijos y preguntandose que le había impulsado a tenerlos en primer lugar. Tal vez le habría ido mejor comprando un par de perros más. Los pasillos del castillo se llenaron de llantos y lamentos febriles. Hasta el ordinario y vulgar Felipe de Edimburgo salió de su mutismo y condenó la falta de cordura de su prole. Si el pueblo insistia en su abdicación, ¿quién pagaria sus feos trajes y sus demenciales empresas dominicales?
El "Anus Horribilis" de la Reina Isabel II seguía su acelerado curso: El castillo de Buckingham sufría un incendio que devastaba el ala norte de la venerable propiedad. E incluso, William, el hijo mayor de Carlos y Diana, sufrió un extraño accidente, al caer de un caballo y sufrir una pequeña fractura craneal. El principe, para empeorar las cosas, consideró que el accidente no era demasiado grave y jugo Polo durante toda la tarde, mientras Diana, como princesa perfecta y hermosa que era, esperaba llena de angustia el resultado de la operación que se le practicaban a su hijo para disminuir la tensión craneal. Al día siguiente, los tabloides gritaban a viva voz que el heredero era monstruo insensible y la polémica arreció. El prestigio de la monarquia llegaba a su punto más bajo.
Mientras, Diana se convirtió en la estrella. El estereotipo perfecto de una época de idolos vulgares ¿Como no levantarla en un pedestal?. Sufrida, bella, digna, toda una dama, era una gran luz brillante opacando al resto de la familia real, que parecía decidida a rechazarla. Pero para el pueblo que la adoraba y la veneraba, cada muestra de desprecio de la Corona, agregaba dimensión e importancia a su muda sonrisa y sus ojos expresivos. Diana se convirtió en un Fenómenos de masas, controvertido pero vistoso, un tesoro nacional diplomático. Carlos de Gales se desdibujó a su sombra, y Camila se convirtió en un personaje caricaturesco, odiado y rechazado por la población.
Pero como todas las mareas, el frenési por conocer la visicitudes de la vida de la Familia real Birtánica, inevitablemente comenzó a decrecer. Con el divorcio de los principes de Gales, y luego la trágica muerte de Diana, un capitulo se cerró en la vida de Inglaterra. Se resteñaron heridas, se ofrecieron devotas disculpas, y muy lentamente, la vida para los sufridos y millonarios Windsor volvió a su curso "normal". Por supuesto, en ocasiones, el nombre de Diana surge de nuevo, trayendo aparejado su habitual carga de polémica: un libro con nuevas confesiones, videos. Pero el pueblo británico prefiere ahora admirar al hijo de la princesa y futuro rey - alto, rubio y tan encantador como su madre, esperemos que menos fatuo - que continuar siguiendo una saga de incordios que quizás murió para siempre.
¿Y que ha sucedido con nuestro principe no tan guapo? La muerte de Diana le otorgo una cierta belleza trágica. Tuvo un raro gesto de sensibilidad al volar de inmediato a Francia y escoltar el cadaver de su ex esposa. Y luego, ante los ojos conmovidos de la opinión pública, se convirtió en abnegado padre de familia. consejero y guardian de sus jovenes hijos. Aunque su figura nunca adquirió el brillo de su difunta esposa, si logró cierto realce. Y como no podía ser de otra manera, siguió su romance con Camila, con gran discresión, invencible a las criticas y a los comentarios. Pero ya nadie les prestaba demasiado atención, era como dos novios muy viejos para cuidarles. Finalmente, una paz notoria y veraniega entró al castillo de Windsor. La reina volvía a dormir, entre sabanas de hilo egipicio y el terror que un extraño le entre por la ventana.
Finalmente 10 de febrero del 2005, la conclusión a este cuento de hadas disparejo: El principe no tan guapo anunció su matrimonio con su novia cara de perro para el 8 de abril del mismo. Ningun escándalo, ningún comentario. Son una pareja de casi sesenta años que solo quieren vivir las últimas décadas que les restan por delante juntos, posiblemente durmiendo en camas separadas y sin hablar mucho, viviendo las últimas cenizas de un romance a prueba de bellas princesas, un pueblo arisco y una Reina malhumorada ( y de mal dormir).
Posteriormente, continuaron los tropiezos: El Papa más querido de la Último siglo murió luego de una penosa enfermedad, muy cerca de la fecha escogida para el matrimonio, por los cual los seniles novios tuvieron que aguardar un momento más propicio. Un nuevo tropiezo para los seniles contrayentes, que tal vez comenzaron a pensar si no era una señal de un divino Castigo por los largos años de infidelidad la muerte del Anciano Patriarca. Sí, pura paranoia culpable. Finalmente, el heredero al trono británico y Camila contrajeron matrimonio mediante ceremonia civil el 9 de abril de 2005 en el Ayuntamiento de Windsor, seguida de un oficio religioso presidido por el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, en la capilla de Sant George. Con este enlace, Camila Parker-Bowles se ha convertido en Camila Shand Mountbatten-Windsor, Duquesa de Cornualles y princesa consorte cuando el príncipe Carlos herede el trono.
Asi es que, nuestro cuento termina de la manera más extraña. El principe no tan guapo, viudo de la bella princesa ingenua y virginal, termina casandose con la villana con cara de perro.
Y fueron felices, comiendo perdices.
y tal vez usando tampax.
¿Que sucederá con Willian y Kate? Solo nos resta esperar y tal vez desear, que la monarquia británica finalmente tenga un heredero en con la suficiente cordura para lavar los trapos sucios en la intimidad del castillo de turno...o al menos, fuera del ojo Inquisidor de los paparazzis.
C´la vie.
¿Será Willian el nuevo martir de sus principios, como lo fue en su época Carlos de Gales? ¿Existirá, más allá del rostro fresco y hermoso de Kate, un oscuro pasado que amenazará la futura estabilidad de una monarquia famosa por su escándalos y tropelias?
No podría decirlo. Lo que si es evidente es que Buckingham puede haber aprendido de la historia reciente y evitar cometer los mismos errores. Al menos, El principe de Gales parece haberlo hecho. Hagamos un poco de memoria sobre la tortuosa historia reciente del nuevo rostro de un cansado linaje.
Un sapo que se convirtió en Carlos:
Había una vez un principe, no muy guapo a decir verdad, llamado Carlos, que tomó por esposa a una bella plebeya, ingenua y virginal de nombre Diana. Los Reyes y con ellos, el Reino entero se regocijaron por la pareja, esperando que el amor entre ellos fructificara y fuera bendecido con la llegada de los esperados herederos. No tuvieron que esperar demasiado: pocos meses después La bella princesa y el no muy guapo principe anunciaron a su pueblo el nacimiento de un hermoso vástago, heredero de la corona, que aseguraba la perpetuidad de la monarquía. ¡Que alegría para una casa real que había sobrevivido a siglos de avatares, imponerse también ante el paso inexorable del tiempo! El país entero vibro de alegría y los subditos sintieron un orgullo nacional rara veces experimentado. El corazón del leon palpitaba con fuerza aun.
El tiempo pasó y los principes anunciaron el nacimiento de un segundo bebé. Las campanas se tiñeron de alegría, el pueblo bailó en calle, ¡otro heredero!. Esa noche, la Reina se sumió en un sueño bendito pensando: finalmente, mi linaje está asegurado. Dos herederos varones en la linea de sucesión hacen que esta corona decorativa y costosa para el bolsillo del pueblo tenga cierto sentido. Sí, ya podemos seguir disfrutando de Balmoral, Windsor y Buckingham sin tener un miedo terrible que los desgraciados Tories nos echen a un dorado exilio como mis primos Hannover. Ah, finalmente una noche de riqueza en paz.
¿Que podría salir mal ahora?
La respuesta llegó al reino doce años después con un cambio en la trama de cuento de hadas, impensable hasta ese momento.
Una mañana aciaga, Inglaterra entera se despertó escuchando a su principe heredero ( el mismo no muy guapo, insipido y que jamás había hecho algo más que jugar polo bastante mal) desear desesperadamente ser un tampax ( sí, no hay error. Un tampax es eso mismo que están pensando) y vivir entre la ropa intima de una amable burguesa hasta entonces conocida por notorio parecido con un perro de caza. Si esto no era suficiente para que los flemáticos ingleses enarcaran la ceja, lo fue escuchar al hijo de la Reina desear que el tiempo pasara muy rápido y así poder hundir la cabeza en...mejor no entremos en detalles. Baste decir que para la monarquia hubo un antes y un después de lo que fue llamado El Camillagate.
¿Y quién era está villana que opacaba de una manera tan...profunda a la bella princesa de gales, amiga de las causas nobles, rosa de Inglaterra, madre de los futuros reyes del país? Para sorpresa de todos, la vil enemiga de la idilica imagen de la realeza no era una mujer de belleza legendaria o de antiguo y venerable linaje, sino una vulgar madre de familia inglesa, cercana al principe de Gales por casi 20 años. Para horror de toda la aristocracia inglesa, Camilla Parker Bowles se reveló como la pesadilla de cualquier cronista del cotilleo: de rostro nada agraciado, figura regordeta, pesimo gusto al vestir, ningún refinamiento. Pero esta misma mujer hacia ( y había hecho hervir) la sangre de Carlos de Gales por casi dos decadas. Se habían conocido cuando él era un adolescente inseguro de 18 años y ella una chica rebelde de 20 y desde entonces estaban juntos. La relación, unida por carácteres y gustos semejantes ( ambos son apasionados del Polo, los caballos, el campo y los tampax) resistió las criticas sociales, el matrimonio de ella, y luego el muy comentado matrimonio de él, el nacimiento de los hijos de ambos, el secreto, el rechazo, la incredulidad, la vejez. Mientras la bella princesa de Gales se debatia entre la bulimia, los paparazzos, el desamor más frío y despiadado, el principe, criado para soportar y ser un buen chico de mamá, se las arreglaba para continuar su relación clandestina con la "unica mujer que había amado" según unas apasionadas lineas escritas por él para su amada cara de perro ( este es el mismo hombre que decía: lo que sea que signfique el amor cuando le hicieron la pregunta si estaba enamorado de Diana?). Lo demás, fue una caída precipitada por el peso del escándalo. Más grabaciones salieron a la luz ( aunque ninguna tan impactante claro) La princesa Diana, digna y manipuladora emergía como una estrella de la autopromoción, Carlos caía en la desgracia pública, Camilla era ataca en el supermercado de su pueblo con panecitos calientes ( pero que corriente esta mujer). Para mayor desgracia, el matrimonio del segundo hijo de la Reina, Eduardo, también se resquebrajo y una serie de declaraciones extravagantes pulularon uniendose a las relacionadas con Carlos y Diana. Las columnas de la monarquía se sacudieron como nunca antes ( y eso tomando en cuenta que los ingleses tuvieron un Rey que fue ejecutado introduciendo un hierro ardiente por cierta parte sensible de su anatomia) y por primera vez, los británicos hablaron a la luz publica lo que usualmente susurraban en sus casas: ¿no era demasiado costosa esta monarquia que solo traía vergüenza y desgracia? ¿valía la pena costear el lujoso tren de vida de una anarquica, inservible y ahora, poco atractiva institución?
La Reina despertaba de noche maldiciendo a los hijos y preguntandose que le había impulsado a tenerlos en primer lugar. Tal vez le habría ido mejor comprando un par de perros más. Los pasillos del castillo se llenaron de llantos y lamentos febriles. Hasta el ordinario y vulgar Felipe de Edimburgo salió de su mutismo y condenó la falta de cordura de su prole. Si el pueblo insistia en su abdicación, ¿quién pagaria sus feos trajes y sus demenciales empresas dominicales?
El "Anus Horribilis" de la Reina Isabel II seguía su acelerado curso: El castillo de Buckingham sufría un incendio que devastaba el ala norte de la venerable propiedad. E incluso, William, el hijo mayor de Carlos y Diana, sufrió un extraño accidente, al caer de un caballo y sufrir una pequeña fractura craneal. El principe, para empeorar las cosas, consideró que el accidente no era demasiado grave y jugo Polo durante toda la tarde, mientras Diana, como princesa perfecta y hermosa que era, esperaba llena de angustia el resultado de la operación que se le practicaban a su hijo para disminuir la tensión craneal. Al día siguiente, los tabloides gritaban a viva voz que el heredero era monstruo insensible y la polémica arreció. El prestigio de la monarquia llegaba a su punto más bajo.
Mientras, Diana se convirtió en la estrella. El estereotipo perfecto de una época de idolos vulgares ¿Como no levantarla en un pedestal?. Sufrida, bella, digna, toda una dama, era una gran luz brillante opacando al resto de la familia real, que parecía decidida a rechazarla. Pero para el pueblo que la adoraba y la veneraba, cada muestra de desprecio de la Corona, agregaba dimensión e importancia a su muda sonrisa y sus ojos expresivos. Diana se convirtió en un Fenómenos de masas, controvertido pero vistoso, un tesoro nacional diplomático. Carlos de Gales se desdibujó a su sombra, y Camila se convirtió en un personaje caricaturesco, odiado y rechazado por la población.
Pero como todas las mareas, el frenési por conocer la visicitudes de la vida de la Familia real Birtánica, inevitablemente comenzó a decrecer. Con el divorcio de los principes de Gales, y luego la trágica muerte de Diana, un capitulo se cerró en la vida de Inglaterra. Se resteñaron heridas, se ofrecieron devotas disculpas, y muy lentamente, la vida para los sufridos y millonarios Windsor volvió a su curso "normal". Por supuesto, en ocasiones, el nombre de Diana surge de nuevo, trayendo aparejado su habitual carga de polémica: un libro con nuevas confesiones, videos. Pero el pueblo británico prefiere ahora admirar al hijo de la princesa y futuro rey - alto, rubio y tan encantador como su madre, esperemos que menos fatuo - que continuar siguiendo una saga de incordios que quizás murió para siempre.
¿Y que ha sucedido con nuestro principe no tan guapo? La muerte de Diana le otorgo una cierta belleza trágica. Tuvo un raro gesto de sensibilidad al volar de inmediato a Francia y escoltar el cadaver de su ex esposa. Y luego, ante los ojos conmovidos de la opinión pública, se convirtió en abnegado padre de familia. consejero y guardian de sus jovenes hijos. Aunque su figura nunca adquirió el brillo de su difunta esposa, si logró cierto realce. Y como no podía ser de otra manera, siguió su romance con Camila, con gran discresión, invencible a las criticas y a los comentarios. Pero ya nadie les prestaba demasiado atención, era como dos novios muy viejos para cuidarles. Finalmente, una paz notoria y veraniega entró al castillo de Windsor. La reina volvía a dormir, entre sabanas de hilo egipicio y el terror que un extraño le entre por la ventana.
Finalmente 10 de febrero del 2005, la conclusión a este cuento de hadas disparejo: El principe no tan guapo anunció su matrimonio con su novia cara de perro para el 8 de abril del mismo. Ningun escándalo, ningún comentario. Son una pareja de casi sesenta años que solo quieren vivir las últimas décadas que les restan por delante juntos, posiblemente durmiendo en camas separadas y sin hablar mucho, viviendo las últimas cenizas de un romance a prueba de bellas princesas, un pueblo arisco y una Reina malhumorada ( y de mal dormir).
Posteriormente, continuaron los tropiezos: El Papa más querido de la Último siglo murió luego de una penosa enfermedad, muy cerca de la fecha escogida para el matrimonio, por los cual los seniles novios tuvieron que aguardar un momento más propicio. Un nuevo tropiezo para los seniles contrayentes, que tal vez comenzaron a pensar si no era una señal de un divino Castigo por los largos años de infidelidad la muerte del Anciano Patriarca. Sí, pura paranoia culpable. Finalmente, el heredero al trono británico y Camila contrajeron matrimonio mediante ceremonia civil el 9 de abril de 2005 en el Ayuntamiento de Windsor, seguida de un oficio religioso presidido por el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, en la capilla de Sant George. Con este enlace, Camila Parker-Bowles se ha convertido en Camila Shand Mountbatten-Windsor, Duquesa de Cornualles y princesa consorte cuando el príncipe Carlos herede el trono.
Asi es que, nuestro cuento termina de la manera más extraña. El principe no tan guapo, viudo de la bella princesa ingenua y virginal, termina casandose con la villana con cara de perro.
Y fueron felices, comiendo perdices.
y tal vez usando tampax.
¿Que sucederá con Willian y Kate? Solo nos resta esperar y tal vez desear, que la monarquia británica finalmente tenga un heredero en con la suficiente cordura para lavar los trapos sucios en la intimidad del castillo de turno...o al menos, fuera del ojo Inquisidor de los paparazzis.
C´la vie.
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