La moda, es sin duda, una forma de arte. Por tanto, fotografiar moda es recrear una idea profundamente artistica a través de imagenes, en combinación con cientos de elementos simbolicos y metáforicos que otorgen sentido a esa magia visual que se le atribuye a la moda. Por supuesto, todas estas ideas pertenecen al Universo del abstracto, de la creación personal y sobretodo la visión constructora de un fotografo. Tal vez por ello me sorprendió tanto verlas plasmadas en la nueva expresión visual que Alberto Hernandez, reconocido fotografo de modas de Venezuela, ha dado vida y sentido concreto.
No podria decir que me sorprendió más: si la exquisita belleza de los cortos filmados en ráfaga secuencial o la magnifica recreación del concepto de la Moda que Alberto logra plasmar en cada uno de ellos. Y es que los "Dada Film" como su creador ha tenido el tino de llamar a su obra, no son otra cosa que ese misterio sugerente, espléndido y conmevedor de la fotografía dando un paso más hacia la creación más profunda, visceral, personal: la imagen muta, se transforma, crece, se eleva, hasta obtener un nuevo significado. Y continua siendo fotografía: las espléndidas imagenes parecen concatenarse con un milimetrico y espléndido equilibrio para crear un lenguaje visual nuevo y totalmente novedoso. Resulta inquietante, asombroso, una experiencia emocional, notar apenas las milimetricas perspectivas visuales de la imagen, parpadeando para recordarnos que son aun imagenes de un momento preciso, atrapado en el tiempo pero aun asi, guardando su propia correspondencia. Me sorprendió aun más, sentir que podía echar una ojeada al mundo amplio y radiante de la imaginación del fotografo: las pequeñisimas pausas, los largos planos impregnados de una luz serena y sensorial, sus pequeñas obsesiones plasmadas en secuencias escénicas desconcertantes. Y tal vez fue precisamente esa intimidad, lograda a base de una construcción visual magnificamente pensada, lo que hace más memorable esta nueva faceta de Alberto Hernandez. Sus fotografias evolucionan en un metalenguaje propio, en una escenificación detallada de sus imagenes más personales, más inquisitivas, en una autoanalisis conceptual minucioso. No en vano, las preciosas escenas desfilan para crear un segmento casi cinematográfico y al final, los créditos solo refuerzan la sensación de esa filmografia priviada y ambivalente, inquietante de su autor.
Dadafim, es una experiencia sensorial que me impactó a muchos niveles. Como admiradora de la obra de Alberto Hernandez desde mi adolescencia, solo me queda aplaudir este nuevo paso en su busqueda artistica, y desearle a él y su equipo de constructores visuales, el mayor de los exitos en esta novedosa visión del mundo. Y como amiga - un honor contarme entre ellas - mi mayor apoyo en esta camino originario, de fe y de profunda voluntad de crear que transita, abriendo un espacio nuevo no solo para las artes visuales, sino para la visión de la imaginaría visual de la fotografia.
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