Como he mencionado varias veces en este, su blog de confianza, el género gótico, en su estricto sentido, responde a dos temas principales: las costumbres caballerescas de la Edad Media y su estilo arquitectónico. La novela gótica típica es aquella que reúne castillos, ruinas, espectros, eventos naturales, sobrenaturales, víctimas y victimarios. Rasgos sobresalientes que permiten catalogar y caricaturizar al género.
La “receta” para elaborar novelas góticas ha sido parodiada y recreada en poemas, novelas, ensayos y un cuantohay: elabore una historia a modo de introducción donde aparezca un viejo manuscrito que narre el caso; disponga como escenario un castillo gótico con pasillos secretos y pasajes subterráneos, añada un crimen misterioso, ligado a un amor ilícito o incestuoso, mejor aún si es perpetrado por un religioso(a); agregue un villano, con requisito excluyente de haber vendido su alma al diablo; espolvoree con fantasmas y brujas; envíe a un entorno natural adverso, pletórico de tormentas, luna llena y montañas; opcionalmente puede presentar con retratos que cobran vida o estatuas que sangran. Sirva caliente.
Después de 1820, luego de las parodias del género, el imaginario gótico deja de prevalecer. De las tantas escritoras que surgieron muchas habían sido casi olvidadas, y, a partir del feminismo, han sido reeditadas y vueltas a leer. Entre los valores de lo victoriano destaca la domesticidad. Las novelas eran de tres tomos. Si se quería escribir y vivir de la prosa había que escribir estos tres tomos, y saber que estas novelas eran leídas en y por la familia. De este modo escribieron los autores del período, donde no figuraban los excesos de la novela gótica: los textos salían en publicaciones periódicas que leía el hombre de la casa (por ejemplo, Mary Shelley, Edgar Allan Poe).
Sin embargo, no sólo de castillos y fantasmas vive el gótico: dos palabras clave atraviesan su desarrollo: el exceso y el género. El exceso, en tanto trasgresión de los límites de las normas y de las clases sociales; el género, en cuanto identidad personal y sexual. Las víctimas y los victimarios son los engranajes principales de los mecanismos de este par de conceptos. El género gótico tiene características cercanas a la pornografía, es muy común que la mujer esté representada como víctima, y más en las producciones de terror (literarias o fílmicas) del siglo XX.
En las novelas góticas encontramos al noble malvado que oprime a la muchacha joven, ingenua y desamparada y que es la heredera legal de las riquezas usurpadas por el maligno noble, quien ejerce todas las torturas imaginables sobre la indefensa chica. Niña que ama a un muchacho de noble estirpe pero desposeído de sus riquezas, cuyos ascendientes familiares son inciertos. La heroína es perseguida a lo largo y a lo ancho del país, del castillo, en laberintos o en subterráneos por un villano anciano y poderoso. Los pecados de los padres serán pagados por los hijos. Además, la heroína será víctima del deseo del victimario.
Las víctimas y los victimarios
En todas las novelas góticas aparecen mujeres que son torturadas, o hay una mujer angelical a la que le pasa de todo, como después exagera Sade en Justine. Casi siempre, las mujeres o un personaje femenino están puestas en un lugar de víctimas. Como en el caso de los victimarios, hay antecedentes del gótico, como Pamela de Samuel Richardson (1740), en tanto cuenta vicisitudes y males que le suceden a una joven.
Ofelia, Sir John Everett Millais
Las bases teóricas del género gótico están en las teorías estéticas de Edmund Burke quien sostiene que (...) "todo aquello que de alguna manera contribuya a excitar las ideas del dolor, es decir, todo aquello que resulte terrible de algún modo... es fuente de lo sublime". Todo lo sublime es bello, pero no todo lo bello es sublime. Para Burke, el horror surge de lo sublime. Lo definió así: los objetos bellos se caracterizan por su pequeñez, suavidad, delicadeza y variación gradual, evocando amor y ternura; en contraposición a lo sublime, enorme y desproporcionado, que provoca sobrecogimiento y terror.
El antihéroe es un personaje importante en la novela gótica, no es "querible" o asimilable a la cotidianeidad, sino que está subyugado por lo demoníaco. El antihéroe demoníaco luego sería modelo para poetas, como Byron, Baudelaire, Wilde, el dandismo, los decadentes (Byron lo define y actúa, Poe imita a Byron [la realidad imita al arte], Baudelaire imita a Poe, el simbolismo francés hace el resto: nace el poeta maldito). Los antecedentes "prehistóricos" del héroe-villano son el Satanás de Milton, el "hombre de sentimientos" de la novela inglesa del siglo XVIII. Es Ann Radcliffe quien define claramente al héroe-villano gótico, al victimario. La conducta del héroe-villano gótico es impredecible: es taciturno y sujeto a efusiones emocionales explosivas.
La figura del héroe-villano está marcada por la ambigüedad: son violentos, amenazantes y demoníacos (tienen "ojos penetrantes"), a la vez son marginados ("a stranger in this breathing world", que llegaría hasta el "stranger" de Jim Morrison, otro byroniano) que sufren y son perseguidos.
Lord Byron le da forma definitiva al héroe-villano gótico. Inspirado en Radcliffe, demarca las características básicas del héroe-villano en Lara (1814), Childe Harold (1812) y Manfredo (1817): el antihéroe es físicamente de tez oscura (castaño o moreno) y psíquicamente poderoso, con ojos penetrantes y gestos que indican una actitud extraña ("un desprecio vital por todo") y una "imaginación oscura".
De esta manera: la novela gótica produce terror por exceso, introduciendo elementos terroríficos en un contexto conocido. El autor elabora el contexto de lo familiar para quebrarlo y transgredirlo con el elemento de terror. Lo familiar es lo íntimo. Lo íntimo es privado. Lo privado es oculto. Lo oculto se esconde. Lo que se esconde es gótico. Pero que se esconda no quiere decir que no se vea: lo siniestro es lo familiar que no está oculto.
Vemos lo familiar, pero lo reprimimos o negamos. El terror siempre estuvo allí: Manfredi mata a su hija; Ambrosio viola a su hija y mata a su madre; Schedoni va a matar a su hija; Wieland asesina a su esposa y a sus hijos; Melmoth vaga por el mundo pero vuelve a morir a su casa. El cine de terror, los éxitos de Stephen King o Peter Straub, los noticieros, la prensa amarilla, los talk-shows, las telenovelas latinoamericanas; en otras latitudes y en otro formato, son reencarnaciones del gótico. En la novela gótica, el victimario termina como víctima y el orden es restablecido, cumpliendo las formas y las normas, luego de transgredirlas. En el gótico de los siglos posteriores el orden es perturbado y nunca restablecido, porque el gótico ya es parte de nuestro modo de vida. El terror siempre estuvo allí: sólo se trata de aguardar que surja, o ir a buscarlo.
El gótico es el lenguaje del terror, hablado por víctimas y victimarios.
La “receta” para elaborar novelas góticas ha sido parodiada y recreada en poemas, novelas, ensayos y un cuantohay: elabore una historia a modo de introducción donde aparezca un viejo manuscrito que narre el caso; disponga como escenario un castillo gótico con pasillos secretos y pasajes subterráneos, añada un crimen misterioso, ligado a un amor ilícito o incestuoso, mejor aún si es perpetrado por un religioso(a); agregue un villano, con requisito excluyente de haber vendido su alma al diablo; espolvoree con fantasmas y brujas; envíe a un entorno natural adverso, pletórico de tormentas, luna llena y montañas; opcionalmente puede presentar con retratos que cobran vida o estatuas que sangran. Sirva caliente.
Después de 1820, luego de las parodias del género, el imaginario gótico deja de prevalecer. De las tantas escritoras que surgieron muchas habían sido casi olvidadas, y, a partir del feminismo, han sido reeditadas y vueltas a leer. Entre los valores de lo victoriano destaca la domesticidad. Las novelas eran de tres tomos. Si se quería escribir y vivir de la prosa había que escribir estos tres tomos, y saber que estas novelas eran leídas en y por la familia. De este modo escribieron los autores del período, donde no figuraban los excesos de la novela gótica: los textos salían en publicaciones periódicas que leía el hombre de la casa (por ejemplo, Mary Shelley, Edgar Allan Poe).
Sin embargo, no sólo de castillos y fantasmas vive el gótico: dos palabras clave atraviesan su desarrollo: el exceso y el género. El exceso, en tanto trasgresión de los límites de las normas y de las clases sociales; el género, en cuanto identidad personal y sexual. Las víctimas y los victimarios son los engranajes principales de los mecanismos de este par de conceptos. El género gótico tiene características cercanas a la pornografía, es muy común que la mujer esté representada como víctima, y más en las producciones de terror (literarias o fílmicas) del siglo XX.
En las novelas góticas encontramos al noble malvado que oprime a la muchacha joven, ingenua y desamparada y que es la heredera legal de las riquezas usurpadas por el maligno noble, quien ejerce todas las torturas imaginables sobre la indefensa chica. Niña que ama a un muchacho de noble estirpe pero desposeído de sus riquezas, cuyos ascendientes familiares son inciertos. La heroína es perseguida a lo largo y a lo ancho del país, del castillo, en laberintos o en subterráneos por un villano anciano y poderoso. Los pecados de los padres serán pagados por los hijos. Además, la heroína será víctima del deseo del victimario.
Las víctimas y los victimarios
En todas las novelas góticas aparecen mujeres que son torturadas, o hay una mujer angelical a la que le pasa de todo, como después exagera Sade en Justine. Casi siempre, las mujeres o un personaje femenino están puestas en un lugar de víctimas. Como en el caso de los victimarios, hay antecedentes del gótico, como Pamela de Samuel Richardson (1740), en tanto cuenta vicisitudes y males que le suceden a una joven.
Ofelia, Sir John Everett Millais
Las bases teóricas del género gótico están en las teorías estéticas de Edmund Burke quien sostiene que (...) "todo aquello que de alguna manera contribuya a excitar las ideas del dolor, es decir, todo aquello que resulte terrible de algún modo... es fuente de lo sublime". Todo lo sublime es bello, pero no todo lo bello es sublime. Para Burke, el horror surge de lo sublime. Lo definió así: los objetos bellos se caracterizan por su pequeñez, suavidad, delicadeza y variación gradual, evocando amor y ternura; en contraposición a lo sublime, enorme y desproporcionado, que provoca sobrecogimiento y terror.
El antihéroe es un personaje importante en la novela gótica, no es "querible" o asimilable a la cotidianeidad, sino que está subyugado por lo demoníaco. El antihéroe demoníaco luego sería modelo para poetas, como Byron, Baudelaire, Wilde, el dandismo, los decadentes (Byron lo define y actúa, Poe imita a Byron [la realidad imita al arte], Baudelaire imita a Poe, el simbolismo francés hace el resto: nace el poeta maldito). Los antecedentes "prehistóricos" del héroe-villano son el Satanás de Milton, el "hombre de sentimientos" de la novela inglesa del siglo XVIII. Es Ann Radcliffe quien define claramente al héroe-villano gótico, al victimario. La conducta del héroe-villano gótico es impredecible: es taciturno y sujeto a efusiones emocionales explosivas.
La figura del héroe-villano está marcada por la ambigüedad: son violentos, amenazantes y demoníacos (tienen "ojos penetrantes"), a la vez son marginados ("a stranger in this breathing world", que llegaría hasta el "stranger" de Jim Morrison, otro byroniano) que sufren y son perseguidos.
Lord Byron le da forma definitiva al héroe-villano gótico. Inspirado en Radcliffe, demarca las características básicas del héroe-villano en Lara (1814), Childe Harold (1812) y Manfredo (1817): el antihéroe es físicamente de tez oscura (castaño o moreno) y psíquicamente poderoso, con ojos penetrantes y gestos que indican una actitud extraña ("un desprecio vital por todo") y una "imaginación oscura".
De esta manera: la novela gótica produce terror por exceso, introduciendo elementos terroríficos en un contexto conocido. El autor elabora el contexto de lo familiar para quebrarlo y transgredirlo con el elemento de terror. Lo familiar es lo íntimo. Lo íntimo es privado. Lo privado es oculto. Lo oculto se esconde. Lo que se esconde es gótico. Pero que se esconda no quiere decir que no se vea: lo siniestro es lo familiar que no está oculto.
Vemos lo familiar, pero lo reprimimos o negamos. El terror siempre estuvo allí: Manfredi mata a su hija; Ambrosio viola a su hija y mata a su madre; Schedoni va a matar a su hija; Wieland asesina a su esposa y a sus hijos; Melmoth vaga por el mundo pero vuelve a morir a su casa. El cine de terror, los éxitos de Stephen King o Peter Straub, los noticieros, la prensa amarilla, los talk-shows, las telenovelas latinoamericanas; en otras latitudes y en otro formato, son reencarnaciones del gótico. En la novela gótica, el victimario termina como víctima y el orden es restablecido, cumpliendo las formas y las normas, luego de transgredirlas. En el gótico de los siglos posteriores el orden es perturbado y nunca restablecido, porque el gótico ya es parte de nuestro modo de vida. El terror siempre estuvo allí: sólo se trata de aguardar que surja, o ir a buscarlo.
El gótico es el lenguaje del terror, hablado por víctimas y victimarios.
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