Se dice que el arte es un rompecabezas donde faltan piezas y el artista las sustituye de la manera que puede con pequeños trozos de su imaginación. Recorde esa frase una y otra vez mientras escuchaba al fotografo Luis Molina Pantin - invitado al taller de Arte y fotografia dirigido por Andres Manner que tomo en La Escuela FotoArte - ponderar sobre su trabajo y su visión. La fotografía como mensaje, como simbolo, como creación personal y como una ecléctica manera de construir un lenguaje simbólico a través de la imagen.
Lo primero que pensé mientras miraba el extenso portafolio de Luis Molina Pantin es su capacidad para desmenuzar la realidad en pequeños fragmentos simbólicos. Porque en sus fotografias - eclécticas, pulcras, llenas de una curiosa mezcla de lo cotidiano y una puesta en escena casi casual - subyace ese empeño de su autor de hablarnos sobre pequeñas historias. Ya sea a través de portadas de libros destrozados por el tiempo, puntillosas imagenes de billetes fuera de circulación casi inquietantes en su singularidad, los amplios paisajes mudos, las estructuras a medio derruir, Molina Pantin intenta justamente eso. expresar ideas complejas a través de una engañosa simplicidad. Porque tal vez lo más atrayente de su trabajo fotográfico sea justamente eso: esa aparente sencillez en el modo y la forma, esa inquietante casualidad de los simbolos dispuestos para recrear una idea tan profunda que termina desconcertando al espectador. Esa sensación de una puesta en escena imposible, donde cada elemento tiene un valor propio y un lugar coherente dentro de una composición en apariencia casual, pero que evidentemente no lo es.
Quizá lo más emblemático de la obra de este fotografo Venezolano, educado en Canadá, San Francisco y Parìs - sea el sentido del humor y su originalidad a la hora de plantear su lenguaje visual, su eclecticismo, su enorme capacidad para remplatearse temas semejantes en decenas de maneras distintas. En su extenso portfolio encontramos no solo paisajismo - enfocado en una busqueda antropologica evidente - sino ademàs una busqueda visual coherente de ideas concretas: lo extraño, lo bizarro, lo kitch, en los elementos màs disimiles. Baste mencionar su extrañisima serie "Estudio informal de la arquitectura híbrida" en donde el autor resume en imagenes concretas, el extraño paisaje urbano de Calì, Colombia, resultado de la època donde el narcotràfico reinaba en la ciudad, no solo a nivel marginal, sino como un claro protagonista de la vida pùblica. Con una maravillosa capacidad de Observaciòn, el fotografo logro resumir la violenta època en estructuras elementales, en imagenes limpias pero sobre todo, coherentes para lograr hablarnos de esa Colombia inquietante de principios de los años noventa.
Luis Molina Pantin, como fotografo y como artista visual, tiene unas ideas muy claras sobre su obra: la innegable capacidad de lo cotidiano para transmitir ideas coherentes, pero sobretodo, para crear una estructura visual de innegable valor estético. Desde las visuales de enormes estructuras derruidas - paisajes fugaces, les llamaría su autor - hasta las cuidadas escenografias televisivas, fotografiadas en toda su gloria fatua para recrear la simplicidad del cliché, expresan una profunda inquietud por mostrar lo habitual bajo el lustre del simbolismo, del significado que subyace, de la forma creativa más depurada. Como autor, creador y observador Molina Patin tiene la evidente intención de mostrarnos un mundo donde incluso los objetos más simples tienen un sentido exacto, una historia que contar, quizá un pequeño simbolo dentro de ese enorme paisaje fugaz que es la realidad.
Visita http://www.luismolinapantin.com/ para disfrutar la obra completa del autor.
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