domingo, 17 de julio de 2011

En el día del Niño, hablemos un poco sobre los hermanos Grimm




Creo que todos hemos escuchado lo que parece ser un rumor literario sobre Los hermanos Grimm, Jakob y Wilhelm: aunque pasaron a la historia como creadores de los más famosos cuentos infantiles - baste nombrar a Blancanieves, La Cenicienta, Hänsel y Gretel, Rapunzel, La Bella durmiente o Juan sin miedo - no solo no fueron sus autores, sino que además, simplificaron las versiones originales de las historias. Porque para sorpresa de muchos lectores modernos, muchas de estas narraciones, pertenecientes a la tradición oral alemana, estaban más destinados a los adultos que a los niños, debido a su Violencia y alto contenido sexual.


De hecho, su primer libro "Cuentos para la Infancia y el hogar", publicados en dos volumenes a principios del siglo XIX, fue victima de la censura y corregido en sucesivas ediciones para suavizar el contenido para un público  que no podría comprender - o aceptar - la extrema dureza de las narraciones. Cada cuento, ambientado en una Edad Media remota y plagada de crueldad, contradecia la moral purista y sobre todo ignorante de la época. Destinados finalmente a un público infantil, la selección fue simplificada a su minina expresión, desplazando los cuentos originales, que a pesar de ello, sobrevivieron gracias a la tradición oral.

De la costumbre al estereotipo:
Los lectores del siglo XIX, en su gran mayoría bien apegados a los valores victorianos, se escandalizaron hacia las claras alusiones de sexualidad, canibalismo, incesto, asesinatos que la mayoría de los cuentos recopilados por los hermanos Grimm contenian. De manera que para contentar al público burgués, al que se destinaban sus libros, debido a que la aristocracia seguía considerando la literatura infantil un subgénero sin importancia, se realizaron significativos cambios en sus cuentos. Durante años, criticos e historiadores han debatido cuanto de los verdaderos cuentos tomados por los hermanos Grimm para completar sus obras, sobrevivieron a censura originaria: muchas de las historias perdieron sus elementos esenciales al pasar por el tamiz de las restringuidas ideas morales a las que debieron ajustarse. Con todo, la idea general, de una edad remota donde la crueldad y el miedo eran parte de la vida comúnm, continuan subsistiendo en ellas a pesar de las modificaciones que los textos originales han sufrido.


Por ejemplo, la madre de Hänsel y Gretel se convirtió en una madrastra. En la época medieval, la escasez constante de comida hizo que los seres humanos mostrasen con frecuencia su lado más monstruoso, recurriendo al infanticidio de sus propios hijos. En este cuento, la madre consiguió persuadir al padre para que abandonase a sus hijos en el bosque para que muriesen porque no podían alimentarlos.

    Mañana, de madrugada, nos llevaremos a los niños a lo más espeso del bosque. Les encenderemos un fuego, les daremos un pedacito de pan y luego los dejaremos solos para ir a nuestro trabajo. Como no sabrán encontrar el camino de vuelta, nos libraremos de ellos. – ¡Por Dios, mujer! -replicó el hombre-. Eso no lo hago yo. ¡Cómo voy a cargar sobre mí el abandonar a mis hijos en el bosque! No tardarían en ser destrozados por las fieras. – ¡No seas necio! -exclamó ella-. ¿Quieres, pues, que nos muramos de hambre los cuatro? ¡Ya puedes ponerte a aserrar las tablas de los ataúdes! -. Y no cesó de importunarle hasta que el hombre accedió.



La comida era una constante preocupación en este cuento: la madre intentaba matar a sus hijos para evitar el hambre de ella y de su marido y la bruja construyó su casa de alimentos y deseaba comerse a los niños.

También en Blancanieves era la madre, y no la madrastra, la que quería acabar con la vida de la joven y bella hija. En este caso, la rivalidad no se generaba por competir por los alimentos sino que era de tipo sexual.

En el siglo XIX no podían aceptarse estas madres despiadadas, que no coincidían con la imagen de la madre de la época, de modo que se hizo necesario sustituirlas por madrastras.

Tampoco el contenido sexual era sutil. En Rapunzel, la joven fue entregada a una bruja por sus propios padres a cambio de alimento. La bruja la mantuvo encerrada en una torre, aislada, hasta que un príncipe la oyó cantar y comenzó a visitarla todas las noches, escalando la torre gracias a la larga trenza de la muchacha. El resultado de esas visitas será que Rapunzel se quede embarazada de gemelos.


A mediados del siglo XIX, especialmente en Norteamérica, los libros de los hermanos Grimm fueron rechazados por maestros, padres y religiosos, que condenaron, por ejemplo, la violencia de muchos pasajes y la dureza de los castigos impuestos a los villanos.

Así, en Blancanieves, a la madrastra le calzaron unas zapatillas de hierro ardiente al rojo vivo y fue obligada a bailar con ellas hasta caer muerta.

Una de las hermanastras de La Cenicienta, para que le cupiese el pequeño zapato de cristal, se cortó un dedo del pie, pero un pájaro mágico le advirtió al príncipe que se fijara en la sangre que estaba goteando del zapato; la otra hermanastra se cortó el talón, pero otra vez el pájaro advirtió de la sangre que manaba del pie. El castigo de las hermanastras también fue especialmente cruel: sus ojos fueron arrancados por unos cuervos.


En Los doce hermanos, la malvada madre del rey es condenada por éste a morir metida en una tinaja llena de aceite hirviendo y serpientes venenosas.

En La niña sin manos, un molinero hace un trato con el diablo para conseguir salir de la pobreza. A cambio, deberá cortar las manos a su hija. Como, además, el diablo le amenaza con llevárselo al infierno, el molinero termina obedeciendo y mutilando a la niña.

Y uno de los cuentos más espeluznantes es, sin duda, El hueso cantarín. La historia tiene como protagonistas a dos hermanos que compiten por matar a un jabalí que atemoriza al reino. La recompensa para el que lo logre es obtener la mano de la princesa. El hermano menor lo consigue, pero su hermano lo emborracha, lo asesina y lo arroja por un puente para casarse con la princesa. Un pastor, pasado un tiempo, encuentra un hueso del hermano muerto y hace una flauta con él. El sonido que sale de ella denuncia el asesinato. El rey escucha la canción y condena a muerte al malvado hermano, metiéndolo en una bolsa y enterrándolo vivo.

Cuando los hermanos Grimm se convencieron de que sus libros debían destinarse esencialmente al público infantil fueron progresivamente suavizando el contenido de sus historias. Y es que, evidentemente, algunos de estos relatos eran de todo menos recomendables para leérselos a los niños antes de que se fueran a dormir.

1 comentarios:

LoVo dijo...

Gracias! Muy buen análisis muy bien escrito y coherente con los escritos originales...
tu fan #1
LoVo

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