viernes, 30 de septiembre de 2011
Proyecto 30 libros: Una revisión de nuestra mitologia personal.
Comenzó como un ejercicio de memoria y terminó en uno de conciencia: El proyecto 30 dias que hoy culmino en compañia de un grupo estupendo y variopinto ( @Ivanchild @Raomely @nayjand @Laberinto_ @TutuDominguez ) me permitió no solo apreciar - de nuevo - el profundo sentido que tiene la palabra en mi vida, sino el peso definitivo que muchos libros han tenido en mi historia personal. Fue como recorrer un camino privado, abriendo y cerrando puertas de un Castillo de la Memoria enorme y construido a base de imagenes, sueños, deseos y ese amor profundo, enorme y apasionado que siento por el Universo Literario.
Quiero agradecer a cada uno de los miembros de mi equipo de #LocoLectores, quien con su personal cronologia de palabras enriquecieron el mio: A @Ivanchild, por su variedad y ecleticismo, ese gran entusiasmo por el mundo de la lectura, a @Raomely por esa ternura y su necesidad de expresar sus ideas a través de su bien escogida selección, a @nayjand por su inmensa y maravillosa ingenuidad, que me hizo recordar - lamentable que lo habia olvidado - que para decir grandes cosas, hace falta mucha sencillez, a @Laberinto_ por su gran sentido del humor y sensibilidad, y a @TutuDominguez, quién se nos unió tarde pero es parte de este grupo de locos, que adoran y sueñan a través de las palabras.
Un beso enorme a todos, y que esta experencia que comenzó hace mes pueda repetirse, siempre en busca de ese enigma diminuto y hermoso que llamamos leer.
Si quieres Ver mi Proyecto Entero, sigue los Links:
1. Uno que leyó de una sentada.
2. Uno que se haya demorado mucho en leer.
3. Uno que sea un placer culposo.
4. Uno que le gusta a todos menos a usted.
5. Uno de viajes.
6. Uno de un nobel.
7. Uno muy divertido.
8. Uno para leer por fragmentos.
9. Uno con una excelente versión cinematográfica.
10. Uno con una pésima versión cinematográfica.
11. Uno que lo haya motivado a visitar algún lugar.
12. Una biografía.
13. El primer libro que leyó en su vida.
14. Uno que haya odiado hace años y hoy admira.
15. Uno que haya amado hace años y del que hoy reniega.
16. Uno ruso que sí haya leído.
17. Uno de este año.
18. El que más veces ha leído.
19. Uno que lo haya sorprendido por bueno.
20. Uno que lo haya sorprendido por malo.
21. Uno de cuentos (no valen antologías).
22. Uno de poemas (no valen antologías).
23. Uno que le gustaría volver a leer en su vejez.
24. Uno que no le prestaría a nadie.
25. Uno para aprender a perder.
26. Uno que asocie con la música que le gusta.
27. Un libro que le regalaron y no le gustó.
28. Uno que lo haya asustado.
29. Uno que se haya robado.
30. Uno que pueda salvar vidas.
Proyecto 30 libros: Uno que pueda salvar vidas
Podría decir que todos los libros poseen la cualidad de salvar vidas. Esa enorme capacidad de crear mundos y brindar respuestas que tal vez puedan brindarte paz, o una exigua tranquilidad en momentos especialmente duros. Sin embargo, en mi caso, el enunciado tiene un titulo especifico: De Profundis, de Oscar Wilde.
Todos vivimos momentos de ruptura, epocas donde lo que conocias como cotidiano se fragmenta y se destruye. En mi caso, ese periodo de transformación - doloroso, inquietante e irreversible -, ocurrió cuando tenia 21 años y mi abuela murió. Hasta entonces, Celia habìa sido mi punto de referencia, mi amiga - complice - y perderla significo para mi una tragedia personal de proporciones inquietantes. Recuerdo que de alguna manera, senti que el mundo se paralizó y mucho de quién era para ese momento, la mujer joven que comenzaba a afrontar los primeros retos de la adultez, perdió parte de su identidad.
Y fue Oscar Wilde, entristecido, meláncolico, duro, desprovisto de sus máscaras favoritas, el interlocutor que pareció traducir mi desesperanza en un texto estremecedor, simbolico y lleno de poder de expresar en un dialogo intimo, el arte como forma de expiación. Lo leí entre lágrimas, luego asombrada por la profundidad inustiada de un Wilde roto y desesperado y después profundamente conmovida por su capacidad para trasncender el sufrimiento y transformarlo en uno de los libros más exquisitos que he leído jamás.
El dolor y la palabra:
De profundis (De profundis) es una larga epístola -de más de 50.000 palabras- que Oscar Wilde escribió durante su cautiverio en la cárcel de Reading Gaol -sobre la cuál escribió un bellísimo poema- a lo largo de 1897. Su título original fue: Epistola: In carcerere et vinculis (Epístola: en prisión y en cadenas); y su versión sin censuras recién apareció publicada en 1962.
La carta está dirigida a Lord Alfred Douglas: su amante.
Más allá de su esencia epistolar, De profundis posee un atractivo particular, y es el de haber sido compuesto en un momento de gran tensión y angustia; con lo cual nos enfrentamos ante un narrador descarnado, alejado de las comodidades y sumergido profundamente en los abismos de la soledad. Tal como lo prefigura el título de la obra: De profundis, Desde las profundidades; en alusión al salmo 130: De profundis clamavi ad te, Domine...
Oscar Wilde fue encarcelado por alterar el orden público; pero lo cierto es que fue su conducta homosexual -al menos con Douglas- la que alteró al público. El padre de Douglas fue quien impulsó aquel juicio ridículo y desproporcionado.
Años después los espejos del destino se reordenaron para crear un reflejo deformado: cuando Alfred Douglas cumplía seis meses de cárcel por haber denigrado a Winston Churchill, escribió un modestísimo soneto titulado: In Excelsis, En las alturas.
Leer De profundis me supuso una experiencia hermosisima y dolorosa. De hecho, es uno de los pocos libros que no he reeleido jamás. Sin duda alguna apunta una serie de ideas que no sólo no han envejecido sino que mantienen su vigencia en nuestros días. Deslumbra la conciencia de su destino de artista, el aprovechamiento vital que extrajo de todas su experiencias, y conmueve su dolor, su desgracia. Es el texto de un hombre humillado y envejecido. Es la verdad de una vida en medio de una historia que arrastra a los hombres. Aún así posee el canto de la esperanza, la fuerza de un espíritu elevado, indómito y original, de un pensador lúcido y brillante, las palabras más cercanas que jamás compuso, el testimonio de un escritor magnífico. Cómo él dijo una vez: El filisteo es el que sostiene y secunda las fuerzas mecánicas, pesadas, lerdas y ciegas de la Sociedad, y no reconoce la fuerza dinámica cuando la ve en un hombre o en un movimiento.
jueves, 29 de septiembre de 2011
Proyecto 30 libros: Uno que me haya Robado
Recuerdo que tuve escalofrios de pánico. Corrí por todo el viejo Boulevard de Sabana Grande con el libro apretado contra el pecho. Feliz y aterrorizada, con el corazón latiendome tan rápido que me dejaba sin aliento. Y es que sentía que todos los transeuntes con que me tropezaba sabian que acababa de robarme aquel pequeño libro amarillo de tapa blanda. Una y otra vez, me detuve a mirar sobre el hombro, trastornada por la idea que la persona a quien robe el libro - uno de los amables encargados de la Libreria Suma de Caracas - me hubiese descubierto y viniera en mi persecusión. Pero nada de eso sucedió por supuesto. Cuando me subi al vagón del Metro de mi ciudad y tomé asiento en uno de las solitarias esquinas - sí, por entonces el subterráneo de Caracas continuaba siendo la gran solución para Caracas - recuerdo la emoción que sentí cuando leí las primeras lineas de aquel libro que por tanto tiempo había deseado leer:
"Recuerdo el día en que desperté el medio del desierto, sola, a merced de la arena y el sol. Sabía que moriría, pero quizá, ya habìa muerto hacia tiempo atrás..."
Conocí la historia de Waris Diries mucho después de ver su rostro por primera vez. Antes de conocerla, siempre me pareció que su belleza poseía un aire un poco triste, dramático, decididamente meláncolico. Después de leer lo que le ocurrió y tuvo que padecer siendo aun una niña, comprendí que lo que veía en su rostro, era una radiante fortaleza.
Porque Waris Diries, con su rasgos elegantes y su mirada infinitamente anciana, es el reflejo de un crimen silente que padecen miles de mujeres en el mundo: La ablación por motivos rituales. Una costumbre milenaria de tintes barbáricos que ha destruido la vida de millones de mujeres de varias culturas africanas y que aun subsiste en nuestro tiempo graicas a la ignorancia, el prejuicio y el menosprecio de la identidad femenina.
Flor del Desierto:
Waris Dirie es una luchadora discreta. Dice no saber de dónde sacó el coraje que le permitió cambiar de vida, que cualquiera hubiera hecho lo mismo en parecidas circunstancias. Un coraje inquebrantable que impulsó a Waris Dirie (1965) a cruzar el desierto de su Somalia natal para huir con sólo trece años de un matrimonio de conveniencia. Luego de un trabajo en régimen de semiesclavitud en el Reino Unido y labrarse una nueva vida y criar dos hijos. Con cinco años Dirie había sido mutilada sexualmente. Su madre quería hacer de ella una 'mujer limpia', moneda de cambio para un «buen matrimonio» pactado. Así que, siguiendo una brutal tradición, hizo que le cortaran el clítoris y le cosieran la vagina. Es una terrible práctica que aún sufren hoy decenas de millones de mujeres en todo el mundo condenadas a toda suerte de tomentos físicos y psíquicos. Pero la espectacular y exótica belleza de Waris le dio una nueva oportunidad. Era una trabajadora indocumentada en Londres cuando un gran fotógrafo de moda, Terry Donaldson, reparó en ella y le facilitó el ascenso a la cima de las 'top model'. Aprovechando ese trampolín, Waris decidió contar su vida e inició su batalla contra la ablación.
Cuando el éxito le dio la nueva vida que tanto ansiaba, contó su peripecia en un libro conmovedor, 'Flor del desierto' (Maeva), que bajo el mismo título -el significado de su nombre- ha llevado al cine la norteamericana Sherry Hormann. Una película igualmente conmovedora que llega a las pantallas españolas mañana. La película es un espejo de las memorias de Dirie, que han vendido caso 12 millones de copias en todo el mundo. Con ayuda de Cathleen Miller, narró su infancia en el desierto somalí, el dolor y el trauma de la ablación, y su epopeya hasta convertirse en una de las modelos más reconocidas del mundo y lograr que Kofi Annan recompensara sus esfuerzos desde la ONU.
Además de ser imagen de firmas como Chanel, Revlon, Levi's o Benetton y aparecer en una 'peli' de James Bond junto a Timothy Dalton, Waris Dirie fue nombrada en 1997 embajadora especial de Naciones Unidas para los derechos de la mujer en África, avalando su esfuerzo por erradicar la práctica de la mutilación genital femenina, que sufren cada día al menos 8.000 niñas 2.000 de las cuales pierden la vida, según la ONU. En 2002 creó una fundación para ayudar a las mujeres que la sufrieron y reclama más sensibilidad y ayuda, en especial de los gobiernos occidentales.
«Aún creen que la mutilación genital de las mujeres es un problema lejano, que afecta sólo a África y algunos países Asia, de modo que escurren el bulto» denuncia.» Se equivocan de medio a medio. La ablación va allí dónde van la emigración africana, de modo que es hoy una lacra global» lamenta. Aunque en los últimos años 14 países africanos han prohibido la ablación debido a la presión de la comunidad internacional, la ONU calcula q De visita en España para promocionar la película junto a su directora, Waris Dirie se indigna cuando se le pregunta por la ayuda que su fundación presta a las «víctimas» de la mutilación.
«No son víctimas. Ayudamos a mujeres que quieren mejora su vida y que luchan por ello». «No sé si existe algo llamado valor y no sé si yo lo tengo» dice este 'Ave Fénix de ébano', renacida varias veces de sus cenizas. «Quien se vea en mis circunstancias, hallará la fuerza para llegar al otro lado. Es algo que hacen millones de seres humanos cada día, y a los que queremos ayudar» propone Dirie. «Mi modo de ayudar es ser como soy; hacer lo que hago cada día, convenciendo a la gente de que es posible cambiar» expone.
Como ejemplo cita la modelo a su propia madre, la misma mujer que impulsó su mutilación «convencida» hoy de su inutilidad y convertida «en una detective clandestina en el poblado en alerta contra nuevas mutilaciones».
La modelo etíope Liya Kebede encarna en el cine a una Dirie que milagrosamente sobrevivió a la travesía del desierto, fue sirvienta durante siete años en la embajada de Somalia en Londres, de la que huyó para convertirse en una indocumentada antes de consagrarse como modelo por un golpe de suerte y brillar con luz propia en las mejores pasarelas del mundo. Dirie ha escrito varios libros sobre su vida y recorre el mundo en una batalla sin descanso contra la ablación, pero asegura que, hoy por hoy, su única meta «es lograr la paz, el amor y el respeto que siempre he buscado», uno valores que «exijo al mundo, para mi y para todos»
Un libro excepcional.
Por supuesto, el mensaje, la historia de Waris Dirie me impresionaron. Como mujer, como libre pensadora que me considero, la idea que una cultura insista en mutilar a las mujeres por parte de rituales sin sentido continua desconcertandome y enfureciendome. Cuando leí la reseña de la historia y luego de escuchar a la propia Waris hablar sobre su experiencia, comprendì que necesitaba paladear sus palabras para comprender a cabalidad la historia. Hay una magia real en las narraciones contadas por sus protagonistas. De manera que por meses me dediqué a buscar una edición del libro sin lograrlo. Descatalogado en la gran mayoría de las editoriales Venezolanas, me encontré con que la única versión que podia esperar tener, era la inglesa. Me entristeció no leer a Waris en mi idioma, pero adquirí el libro, aun obsesionada con la historia, y sobre todo, su trascendencia.
Pero para mi sorpresa, en una visita a la libreria Suma de Sabana Grande ( templo de los buscadores de buenos libros hace una década o incluso menos ) me encontré con el libro.En Versión castellana. Una edición pequeña, de bolsillo, que no estaba a la venta porque pertenecia a uno de los vendedores, quién como yo, se había obsesionado con la historia y quién por supuesto, no estaba dispuesto a cederlo por las buenas. Creo que tomé la decisión de "pedirlo prestado" desde que lo miré por primera vez, pero cuando lo hice - en un gesto casi infantil- me sorprendió un poco mi propia osadía. Pero valió la pena, leer a Waris contando su pequeña gran epopeya en mi idioma natal. Recorrer el Desierto dorado y cruel de la mano de sus palabras, imaginar ese silencio ultraerreno de las noches bajo las estrellas de un lugar tan remoto para mi como otro planeta. Y aunque al cabo devolví el libro y comencé una buena amistad con el Librero a quién lo robé ( Y que sigue siendo uno de mis mejores amigos ) cada vez que lo releó ( finalmente pude comprar mi propio ejemplar este año ) siento esa fascinación y tristeza, esa absoluta admiración por un espiritu indomable y una historia terrible que terminó convirtiendose en un simbolo para millones de mujeres anónimas en el mundo.
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Proyecto 30 Libros: Uno que me haya asustado
Las obras de Chuck Palahniuk no son sencillas de digerir: hay algo en su manera de ver el mundo que resulta inquietante, asombroso, incluso un poco repugnante. Y no me refiero unicamente a su necesidad de desconcertar, lo cual logra con gran facilidad, sino ese analisis despiadado, triste y angustioso de la naturaleza, apreciada desde una perspectiva que descubre al monstruo subyacente en cada uno de nosotros. Porque para Palahniuk los monstruos no provienen del espacio exterior o nacen del temor, sino se esconden detrás de la normalidad. Tal vez por eso, sus especialicisimas percepciones literarias tienen la capacidad de darme escalofrios. Y el libro que mayor sobresalto me ha causado es precisamente uno de los suyos, "Fantasmas", una historia donde el animal humano se transforma en una burla de si mismo y en su propio enemigo.
Fantasmas destaca por sobre toda la producción anterior de Chuck Palahniuk (Portland, Oregón, 1964) como una novela que no da una vuelta de tuerca al género que trabajara Boccaccio, Chaucer o Saint-Laurent, sino que la retuerce hasta hacerla saltar. Al nombrar a sus predecesores nos vendrá a la boca el Decamerón, Los cuentos de Canterbury o la menos conocida La sobremesa. Éstas son obras cuyos personajes desgranan anécdotas de diversa índole, o bien para animar el cotarro o bien para contar alguna intimidad que les viene traumatizando desde hacía tiempo. En esta línea argumental se asienta Palahniuk, mostrándonos a un grupo de aprendices de escritor que se inscriben a un taller de escritura liderado por el enigmático Brandon Whittier, un joven afectado con el síndrome de progeria de Hutchinson-Gilford, que le hace “envejecer a un ritmo siete veces más rápido de lo normal”. El taller que nos ofrece Palahniuk entra dentro de esa obsesión del autor por combatir la globalización a través de la creación de clubes, como ya vimos en sus anteriores trabajos. No obstante, el retorcimiento de tuerca mencionado, hace que el bautizado “Mesías de la Posmodernidad” también critique duramente el posicionamiento de asociación, abofeteando las conciencias sin ningún pudor y a todas luces con gran rechifla.
En Fantasmas los aprendices de escritor van a parar a una casa aislada del mundo exterior, y allí, como si de un preparatorio de reality show se tratara, los participantes se irán eliminando hasta que sólo quede uno (ésa es la intención). La obsesión de los escritores es sobrevivir de esa lucha delirante, vencer y presentarse ante el mundo con una historia única, una experiencia que les convertirá en héroes en todos los medios de información. En definitivas cuentas, es la respuesta a esa pregunta que nos hemos hecho muchos en los últimos años: ¿Y si se hiciera un Gran Hermano con escritores? El resultado podría ser escalofriante.
La narración de Palahniuk queda fragmentada en 24 capítulos que son, en cierto modo, prólogos a los relatos que les siguen. Y aquí, nos encontramos con la maravilla: los relatos no dejarán a nadie indiferente, y más de uno abandonará la lectura salpicado por la grima que transpira cada página. Solamente el primer relato, Tripas, hará pensar al lector no iniciado en lo macabro, si es aconsejable para él seguir con la lectura de este libro. Palahniuk nos avisa desde el principio, apenas leídas diez páginas. Los 23 relatos que componen el libro son las confesiones de los aspirantes a escritor, participantes de un show anónimo cuya recompensa está al final de los tres meses de reclusión, y en estas narraciones, los participantes, desgranan sus fantasmas, sus secretos más atroces, en una competición donde la locura se alza como única vencedora.
Si Bret Easton Ellis se afianzó como el novelista más truculento de los noventa, Palahniuk deja en pañales al gurú del dirty realism, demostrando que la literatura es un arma cargada de futuro, arma que más que nunca necesitamos ante esta guerra sin cuartel que vivimos día a día contra la alienación consumista y vacía del occidente de hoy.
martes, 27 de septiembre de 2011
Proyecto 30 libros: Un libro que me regalaron y no me gustó
Durante toda mi vida, he intentado mantenerme alejada de los prejuicios literarios tanto como he podido. De manera que, siempre intento mantener una opinión lo suficientemente neutra sobre un autor, hasta que puedo leer por mi misma sus libros y fundamentar mi análisis sobre su obra en datos objetivos. Asi que, a pesar de las criticas que le acusaban de facilista y simplicista, de crear historias combinando mitos y leyendas disimiles, cuando un buen amigo me obsequió "Brida" de Pablo Coehlo, comencé a leerlo con el mismo entusiasmo con que leo cualquier libro. Esperaba que las férreas criticas en su contra se trataran exageraciones sobre sus defectos, basados en su caracter de best sellers, o simplemente antipatia contra su autor.
Lamentablemente de inmediato comprobé, que todas las criticas eran ciertas.
Lo peor que puedo decir sobre Brida, es su poca capacidad para la evocación, lo cual es imperdonable en una obra que insiste sobre temas universales como la trascendencia personal, la busqueda de respuestas espirituales y el eterno cuestionamiento personal. En Brida, encontramos lo que a primera vista, parece ser una reinvención del viaje del héroe, esta vez en la figura de Brida, una mujer quién busca su propio camino en la magia. Y aunque el relato comienza con energía, poco a poco parece perder su buen pulso por la insistencia del autor de mostrar el camino de Brida antes que sus motivaciones y cuestionamientos. Coelho intenta crear una especie de simbiosis imposible entre la ficción, la autoreflexión y la mistica, dibujando largas escenas cargadas de una emotividad hueca, fragmentada y sin verdadera fuerza. Y mientras Brida construye su propio camino, el autor se afana por hablarnos de rituales de manera sesgada e insistiendo su caracter secreto, excluyendo al lector de ideas intrinsecamente ligadas a la narracción princial en beneficio de recrear un enigma que no existe. Porque sin duda, la gran tragedia de esta historia, es sencillamente carecer de belleza lírica: Brida recorre su propio camino con dificultad, llena de una torpeza desconcertante y sobre todo, carente del sentido simbólico que al parecer su autor desea brindarle.
Para aquellos lectores para quienes este libro supone un primer contacto con el paganismo, una puerta a lo desconocido, deben saber que no hay nada más alejado del paganismo real, que la version de Paulo Coelho. Esta breve novela es una fabula más acerca de la fuerza del amor, del amor en estado puro y de todas aquellas cosas que uno puede conseguir cuando convierte el amor en su aliado.
Brida es una joven que anhela ser bruja por encima de todo y la acompañaremos en su aprendizaje y en su iniciación a la hechicería. En esta novela, como en el resto de novelas del autor, los personajes que rodearán al protagonista son personificaciones metaforicas de los distintos valores sobre los que se basa la vida; y, en este caso, los nombres suponen algo más que nombres: una alusión a una verdadera corriente pagana: la Wicca.
El colectivo wiccan en particular y pagano en general ha atacado mucho a este autor con duras criticas, pues en su libro Coelho muestra un paganismo excesivamente azucarado, fantasioso y altamente distorsionado que deja en muchos lectores la creencia de que el verdadero paganismo es el descrito en esta novela. No se trata de un 'vendedor de elixires moderno', como ha sido llamado en varias ocasiones; sólo hay que tener en cuenta que este autor tiene una fuerte unión con el catolicismo y que cuando escribió este libro el colectivo catolico le miró con desprecio y desconfianza. No se trata de un maestro queriendo hacer escuela, ni de un cristiano ensuciando el nombre de otros sistemas religiosos, Coelho ha escrito esta novela con todo el respeto hacia el paganismo, usando los nombres clave como invitación a la investigación y profundización de esta corriente pagana, y no como una ofensa hacia las creencias alternativas.
BRIDA es una fabula acerca de la capacidad interior que todos y cada uno de nosotros poseemos, ambientada en una temática que aun vive en las sombras y que esta novela no pretende sacar de ahi; un tímido abordaje al paganismo moderno que, al fin y al cabo, sólo es ficción.
lunes, 26 de septiembre de 2011
Proyecto 30 Libros: Uno que asocie con la música que me gusta
Del Conde de Lautréamont se sabe muy poco: tal vez debido a su muerte prematura ( murió a los 24 años en circunstancias no aclaradas ) o que su vida estuvo rodeada de misterios y enigmas, el mito de su nombre ha trascendido la mera idea del escritor como vehículo creativo. Porque Lautréamont es el mito de su propia idea sobre la literatura, del lenguaje salvaje que instauró, del poder inquietante de su prosa. Seudónimo de Isidore Ducasse, escritor nacido en Montevideo en 1846, de padres franceses. Lautreamont es conocido por su obra Cantos de Maldoror, en el que acoge materiales sádicos, lúgubres, sangrientos, misteriosos y los elabora con un lenguaje poético que multiplica extraordinariamente las imágenes con una prodigiosa violencia imaginativa, llena de lucidez y de encanto juvenil.
Su única Obra: "Los Cantos de Maldoror" es uno de esos libros que te impresionan por su fuerza, por su extravagancia y su capacidad para transcender ciertos limites que suelen considerarse inmutables. Leí la obra durante mi adolescencia y de alguna manera, reflejo esa época turbulenta de los primeros años de la adultez: ese momento de pura furia radiante, de esa enloquecedora necesidad de libertad y de construir nuevos parámetros ignorando los viejos. Recuerdo que por entonces, me aficioné al rock, al crudo, al que retumba en los huesos. Y mi grupo favorito por sobre todos ( aun lo es ) era Rammstein, la banda de rock industrial que por entonces, desconcertaba al público con sus videos violentos y las letras de sus canciones en algunos casos grotescas. Pero yo me sentí profundamente identificada con ellas, de la misma manera en que sentí una inmediata afinidad por los "Cantos de Maldoror"
Lo extraño, lo divino, lo aterrador:
Los sentimientos que despierta una obra tan extraña como es “Los cantos de Maldoror” son complejos y contradictorios. La dificultad del texto, metafórico en extremo y de una personalidad en ocasiones opaca, cuando no de una impenetrabilidad absoluta, hace que su lectura se torne a ratos una verdadera ordalía; en otros momentos, la pujante pasión que su autor supo imprimir en cada una de sus frases vence cualquier objeción e inunda al lector con ferocidad.
Quizá pueda parecer muy poético todo lo dicho, pero “Los cantos de Maldoror” provocan sensaciones líricas, de resonancia casi épicas. La prosa de Lautréamont es exquisita, cargada de imágenes sugerentes y decadentistas, labrada cada palabra como si de un poema en verso se tratase: tal es la importancia del lenguaje que el autor quiso reflejar en estos seis cantos. Esa belleza venenosa y maligna se personifica en el Maldoror del título, una creación fantástica y onírica, depositaria de toda la crueldad del ser humano y de toda su bondad: narrador a veces, personaje otras, siempre protagonista de las escenas que su descabellado creador teje para ilustrar el absurdo de la existencia humana.
El Hombre y el mito:
Como comenté antes, Isidore-Lucien Ducasse falleció en noviembre de 1870, a los 24 años. Poco antes, había hecho imprimir la edición completa de sus Cantos de Maldoror, una mínima tirada de 10 ejemplares que el editor, Albert Lacroix, de Bruselas, consintió en hacer ante el ruego del autor, temeroso del escándalo que podía producir semejante literatura. De todos modos, Ducasse ya no parecía a esa altura muy interesado en ese libro cuyo primer canto había publicado dos años antes, sin mención de autor. Ducasse pagó el costo de la impresión. En la casi invisible edición belga aparece el seudónimo de Conde de Lautréamont. La obra, ahora considerada hito fundamental de la historia de la poesía moderna, no alcanza en su momento notoriedad alguna.
La anonimia en la edición parcial y el seudónimo en la edición completa, la escasa tirada de una y la escasísima de la otra, más la falta de datos biográficos y, durante mucho tiempo, hasta de un retrato del autor, hizo de Lautréamont un misterio que, durante décadas, muchos intentaron resolver a través de una imaginación con frecuencia desenfrenada. Así, León Bloy dice que Lautréamont es el autor de un libro monstruoso -en obvia referencia a los Cantos-, lava líquida, algo insensato, negro y devorador; luego agrega que este alienado, deplorable, el más desgarrante de los alienados murió en una celda para locos furiosos... Afirmación nacida sólo de la acalorada mente de Bloy ya que Ducasse-Lautréamont murió en su domicilio de la calle Faubourg 7, en París, y, según uno de sus editores, su locura se limitaba a leer mucho, hacer largas caminatas al borde del Sena, beber mucho café y tocar el piano para enojo de los vecinos.
El surrealismo primero y varios autores de otras corrientes del siglo XX reconocieron finalmente la importancia de la obra de Lautréamont. Blanchot afirma que los Cantos son como la sombra fabulosa, aplicada al lenguaje, de una existencia inmensa vuelta a sus orígenes.
Pero, acaso, la frase más certera le pertenezca a Barthes, para él la máxima conquista de Lautréamont ha sido la de obtener , para la literatura, el derecho a delirar.
Como sobrevivir a un desastre informático: las cinco cosas que me evitaron el infarto
Hace unos seis meses, escribí una entrada sobre todo lo que debía hacerse en caso que como usuario de pc decidieras formatear. Expliqué las precauciones que tomé y todo lo que me permitió volver a mi espacio personal virtual con mucha facilidad. Ahora bien, ¿Que ocurre si el formateo ocurre de manera completamente inesperada? También tengo algo que decir sobre eso, porque ayer me ocurrió lo que creo que es la pesadilla de muchos: encender la pc y que simplemente, el disco duro no responda a ningun procedimiento de recuperación.
No obstante, aunque inevitablemente perdi algunas cosas, las más importantes, necesarias y queridas las pude recuperar de inmediato y utilizar de nuevo mi pc en cuestión de horas con los archivos e información más importante por completo integras. De manera que,asumo que aprendí bien la lección y podría decir que las cinco cosas que me permitieron sobrevivir al desastre son:
1) Respalda de manera inteligente: Hazlo semanalmente y en un lugar virtual diferente a tu disco duro principal. Suena obvio, pero es un error común creer que en caso de emergencia, solo la partición que ocupa el sistema operativo resultará dañada. En mi caso, el sistema fue sencillo: utilicé un disco esclavo como imagen de seguridad de mi sistema principal. Realicé dos particiones y en una de ellas instalé el sistema Operativo Windows, con mis aplicaciones y utilizadades principales. En la otra, respaldé todo lo que crei pudiera necesitar: desde una copia de mis favoritos de mi navegador hasta los programas más indispensables con sus claves de accesos válidas. Incluso, escribí una lista con mis perfiles personales y contraseñas ( esto último realizalo con sumo cuidado por cuestiones obvias de seguridad ) de manera que cuando el daño ocurrió, pude migrar inmediatamente al nuevo Windows y comenzar a solucionar mi problema de inmediato.
2) Tus imagenes en perfecto respaldo: Si tienes alguna experiencia en fotografía es bastante probable que ya utilices alguno de los variados programas de edición para tratar digitalmente tus imagenes y supongo que LR de adobe será uno de tus favoritos. Si lo es, tu método de resguardo de tu data fotográfica será sumamente sencilla: el programa crea catalogos perfectamente ordenados cada vez que importas tu información, por lo que solo debes copiar los archivos en tu disco duro de respaldo. Lo hice y el alivio que sentí cuando mi sistema principal colapsó es indescriptible.
3) El Soundtrack de tu vida: fue una de las pocas cosas que perdí en su gran mayoría y se debió a descuido, porque el ITunes e incluso el Windows media Player organizan tu archivo músical en carpetas perfectamente identificadas que también puedes copiar en tu disco de respaldo.
Una Opción válida: Una amiga me recomendó usar el programa "sharepod" que me permitió descargar toda mi música de mi ipod a la pc. De manera que si tu ipod contiene tu música favorita, también es una buena manera de respaldar ( gracias a @Patrydaou por el dato!)
4) Cada cosa en su lugar: organiza tu respaldo de manera inteligente. Recuerda que en una situación de emergencia necesitas encontrar tus archivos, aplicaciones y otras utilidades de manera rápida y ordenada. De manera que asegurate que cada carpeta esté identificada y además, ordenada de tal manera que te facilite el proceso de migrar a un nuevo espacio virtual.
5) Previene para evitar lamentarte: Mi profesora de fotografía en una ocasión me dijo una frase que resultó ser cierta: los discos duros se dividen de dos maneras, los que estan a punto de dañarse y los que se dañan. De manera que ten en cuenta que nunca es pronto para comenzar a respaldar toda tu informaciòn y de manera inteligente, antes que simplemente te encuentres que perdiste una parte importante de tu mundo informatico por simple descuido.
domingo, 25 de septiembre de 2011
Proyecto 30 Libros: Uno para aprender a Perder.
25. Uno para aprender a perder:
Arthur Rimbaud es un enigma en si mismo: escribió lo que se considera una de las mejores obras literarias de todos los tiempos antes de cumplir los viente años, revolucionó a propios y extraños con su irreverencia, fruto de una desazón infinita y una furia inabarcable. Creo un nuevo lenguaje, y luego, se hizo anónimo. Terriblemente anónimo, perdida toda identidad como un jornalero en algun destino imposible del Africa Meridional. Una especie de personaje Conradiano que desapareció en el medio de las arenas áridas de un tiempo imposible. No hay otra manera de definir a Rimbaud como un espiritu temerario, errabundo, enorme y extraordinario. Un hombre que perdió todo, tal vez para encontrarse así mismo.
Por ese motivo, al pensar en la destrucción como idea creativa, en la perdida, el olvido, la cañida definitiva en los abismos, es imposible no recordar el libro que se convirtió en un epitome del dolor y la belleza más cruda: Una Temporada en el Infierno. Un verdadero brevario de la ira, el hombre en busca del yo a través de la ira hacia si mismo y la contemplación del propio dolor.
Una temporada en el infierno (Une Saison en Enfer) es un poema extenso y cambiante, muy propio de la mente de un poeta como Arthur Rimbaud.
El poema fue publicado en 1873 y llegó a convertirse en un ícono de la poesía maldita, y luego en la biblia de los surrealistas, quienes lo alabaron hasta el absurdo. Se dice que durante su elaboración Rimbaud consolidó su condición de adicto al opio, y algunos críticos observan agudamente que este es el motivo de que Una temporada en el infierno sea tan esquivo para el intelecto.
Arthur Rimbaud: El Hombre y el Mito
La inquietante personalidad de Jean Arthur Rimbaund (1854-1891) ya entró desde hace muchos años, y definitivamente, en la categoría de los mitos. Su figura adolescente se vuelca desde el fondo de los tiempos contra nosotros, injuriándonos, crispado por la cólera que se revuelve en su espíritu, ofreciéndonos una imagen única de lo que el autor comprende como literatura. A los diecinueve años cambia su obra rebelde, revolucionaria y vidente por una vida aventurera. Es cuando deja de escribir, pero ya entonces era el autor que más caminos había encontrado para su expresión. Como diría Paul Claudel, Una temporada en el Infierno es la obra de un místico en estado salvaje.
Arthur Rimbaud nació en Charleville, una pequeña y tranquila ciudad del norte de Francia, cercana a la frontera belga, el 20 de octubre de 1854. Sus padres fueron el capitán Frederic Rimbaud y Vitalie Cuif, hija de una familia de pequeños terratenientes de la zona. Compartió su infancia y vida en el hogar con su hermano Frederic y sus dos hermanas, Vitalie e Isabelle.
El padre abandonó la familia cuando Arthur tenía seis años, dejando a está con unos ingresos muy reducidos. La madre, que se hizo cargo de la administración de la casa y cuidado de los niños, tuvo una gran influencia en el desarrollo del primer carácter del joven Rimbaud.
En realidad Vitalie fue una madre muy rígida y estricta en lo concerniente a la educación de sus hijos. Todos los días los iba a buscar a la salida del colegio y no les permitía mezclarse con otros niños. Inculcó en ellos unas enseñanzas profundamente religiosas.
A los once años Rimbaud entró en el instituto de Charleville, destacando pronto como uno de sus más brillantes alumnos. Fue uno de los mejores y más prometedores estudiantes, siendo considerado siempre como un modelo por los profesores del centro, y obtuvo casi todos los premios en los exámenes finales cuando tenía sólo catorce años, frente a alumnos de mucha más edad.
Influyó mucho en su formación el profesor Izambaud, que tenía sólo veintiún años cuando llegó al instituto en 1870, convirtiéndose en un amigo y mentor del destacado alumno y fomentando el desarrollo excepcional y precoz de Rimbaud.
El comienzo de la guerra Franco-Prusiana en 1870 coincidió con el final del curso escolar, en el que Arthur recogió gran cantidad de premios del instituto. Pero este sería el final de su formación académica. No tenía aún dieciséis años.
Rimbaud se escapó de casa por primera vez en el verano de 1870. Después de viajar sin billete en el tren hasta París y de pasar casi una semana en los calabozos de la policía, fue Izambaud quien lo devolvió junto a su madre en Charleville. Pero este fue sólo el inicio de sus numerosos vagabundeos de aquella época por el norte de Francia, París e incluso Bruselas.
Durante el tiempo que pasaba en su pueblo natal su forma de comportarse cambió radicalmente. El estudiante ejemplar se había convertido en un gamberro: se paseaba con aspecto desaseado, el pelo largo, la ropa raída, fumando en pipa y bebiendo y blasfemando por los bares de la zona.
Sin embargo, también fue una época de producción intelectual. El descubrimiento de la obra de Baudelaire y Verlaine, junto a su estudio en profundidad de los tratados ocultistas e iluministas influyeron en su poesía.
En sus "Lettres du Voyant", 2 cartas escritas en 1871, esboza su doctrina poética: La poesía debe dejar de ser una expresión personal, reflejo del mundo que la rodea, y no ser un fin en si misma sino un medio para explorar el más allá y un vehículo para llegar hasta él. La literatura estará ligada con el don profético y con el misticismo. El poeta se convertirá en un médium. "Je est un autre" (Yo es otro), repite varias veces. Es célebre también :"Le Poète se fait voyant par un long, inmense et raisonné dèréglement de tous les sens" (El poeta se hace vidente por medio de un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos).
Entre sus poemas de este tiempo destaca "El Barco Ebrio", donde Rimbaud alcanzó una de las cumbres de su arte y produjo también una de las grandes obras maestras de la poesía francesa. Sólo contaba dieciséis años.
Rimbaud envió sus poemas a Verlaine, que se sorprendió de la originalidad de los mismos y contestó con una invitación a viajar a París. No sólo le mandó dinero para el billete del tren, sino que le alojó con él y su esposa.
La llegada se produjo en el otoño de 1871. Por entonces Verlaine vivía con su mujer y sus suegros en una respetable villa de París. Rimbaud se presentó extraordinariamente sucio y desaliñado, sin equipaje de ningún tipo excepto una considerable carga de piojos. Si añadimos a esto el comportamiento salvaje del joven poeta, no es de extrañar que la familia lo rechazara inmediatamente. Verlaine, sin embargo, distaba mucho de la estrechez de miras de sus suegros y enseguida se unió fuertemente al recién llegado.
La familia de Verlaine culpó a Rimbaud de ser una mala influencia sobre él, pero lo cierto es que el primero ya tenía antecedentes de alcoholismo y comportamiento violento antes de la llegada del su joven amigo. Ambos poetas mantuvieron una relación complementaria e intensa durante los siguientes años.
Cuando Rimbaud se fue de la casa, Verlaine lo buscó y lo encontró varias semanas más tarde viviendo en la calle y en un estado penoso. Lo alojó durante cierto tiempo en habitaciones y estudios de amigos poetas y artistas hasta que alquilaron una pequeña habitación.
Cuando su poesía y su persona fueron rechazados por los círculos de letras de París, Rimbaud no hizo nada para congraciarse, sino que ponía todo lo que estaba de su parte para hacerse desagradable. Una noche, en una cena literaria se comportó de manera vergonzosa y nunca más volvió a ser invitado. Rimbaud, bastante borracho, marcaba el final de cada verso que era recitado con la palabra merde, pronunciada con voz clara y fuerte. Cuando el fotógrafo Carjat se encaró con él, el poeta desenvainó el bastón-espada de Verlaine. Finalmente, los otros comensales lograron calmarle.
Los dos poetas pasaban el tiempo bebiendo ajenjo y manteniéndose en un estado de más o menos permanente ebriedad. Experimentaban con el opio y otras drogas, y cuando cerraban los cafés continuaban sus juergas y orgías en el pequeño cuarto hasta bien entrada la mañana. Estos excesos de todo tipo eran buscados deliberadamente por Rimbaud, como parte del camino que debería desembocar en el completo desarreglo de todos los sentidos.
El período que va desde mediados de 1872 hasta julio del 1873 fue abundante en viajes para los dos amigos. Ambos partieron de París en julio de 1872 con destino a Bruselas. Mathilde, la esposa de Verlaine, corrió a buscar a su marido con el propósito de llevarlo de regreso a Francia; pero no lo consiguió, ya que Verlaine decidió continuar con Rimbaud.
En septiembre de 1872 se trasladan a Londres, en donde permanecen hasta abril de 1873, fecha en que Rimbaud retorna a la granja familiar en Roche, y en la que comienza a escribir "Una Temporada en el Infierno", su más célebre libro de poemas.
Pero Verlaine, que se siente angustiado y solo, sin su amigo y sin su familia, convence a Rimbaud para volver a Londres. Esta nueva etapa en Inglaterra supone para los dos poetas una época de desencuentros, peleas y rencillas.
Rimbaud despreciaba a Verlaine por su debilidad y por su autocompasión. Verlaine detestaba las burlas, las "escenas" y el comportamiento cruel y violento de su joven amigo.
Finalmente, en julio de 1873, Verlaine abandona a Rimbaud para volver a Bruselas, desde donde escribe a su familia y amigos anunciando su intención de suicidarse. El 8 de julio telegrafía a Rimbaud pidiéndole que acuda a reunirse con él.
Cuando Rimbaud llegó al hotel donde se alojaba Verlaine, lo encontró ebrio y sumamente excitado. Intentó tranquilizarlo, sin conseguirlo, durante largo tiempo. Cuando, cansado, le comunicó que partiría de inmediato hacia París fue cuando se produjo el desenlace que terminaría con la amistad entre los dos poetas.
Verlaine sacó una pistola y disparó dos veces, hiriendo a Rimbaud en una muñeca. Después Verlaine se desmoronó. Entró en una crisis de llanto y le tendió el arma a Rimbaud, rogándole que acabase con él. Más tarde, y ya más calmado, acompañó a su amigo al hospital, en donde le vendaron la herida. Finalmente fueron juntos hasta la estación del ferrocarril, ya que Rimbaud continuaba inflexible en su propósito de abandonar Bruselas.
Cuando vió que su amigo se disponía a subir al tren, Verlaine volvió a perder por completo el dominio de si mismo. Rimbaud vió como empuñaba la pistola dentro del bolsillo del abrigo y, temiendo que le disparase de nuevo, huyó para pedir protección a la policía.
Verlaine pasó dos años en prisión como consecuencia de las acusaciones que el estado belga vertió sobre él. En cuanto a Rimbaud, este episodio provocaría el final de su intensa relación con Verlaine, con el que volvería a encontrarse fugazmente en otra única ocasión, en 1875, tras la salida de la cárcel de este último.
En julio de 1873 Rimbaud vuelve a Roche y termina "Una Temporada en el Infierno". El poeta llevó a París algunos ejemplares del libro, que había editado personalmente en Bélgica, y los repartió entre sus amigos y conocidos. Pero "Una Temporada en el Infierno" fue mal acogido por los círculos literarios parisinos y Rimbaud regresó apesadumbrado a Charleville, donde arrojó al fuego todos sus papeles y manuscritos.
No se sabe con certeza si el último trabajo literario de Rimbaud fue "Una Temporada en el Infierno" en 1873 o si algunos de los poemas de las "Iluminaciones" fueron escritos con posterioridad a esta fecha. Sin embargo, los biógrafos están de acuerdo en afirmar que Rimbaud abandonó definitivamente la literatura entre los años 1873-1875; es decir, cuando solamente tenía veinte años de edad.
Rimbaud estuvo en Inglaterra en 1874, y después partió para emprender una vida de vagabundeo que durante los cinco años siguientes le llevaría a recorrer toda Europa, aventurándose incluso hasta El Cairo, Alejandría y las Indias Orientales. Así, en 1879 ya había cruzado los Alpes a pie, se había alistado en la armada colonial holandesa y desertado en la isla de Java, había visitado Egipto y trabajado como capataz en la isla de Chipre, sufriendo en todos estos lugares enfermedades y penurias. En 1880 encontró trabajo al servicio de un comerciante de café en Adén (en el Yemen actual), el cual lo envió como delegado comercial a Harar (en la actual Etiopía). Fue el primer hombre blanco en viajar a la región de Ogaden en Etiopía y la narración de su expedición fue publicada por la Sociedad Nacional Geográfica de Francia en 1884. Más adelante probó también fortuna como traficante de armas e incluso como tratante de esclavos, en distintas expediciones al interior de África.
Durante todo este tiempo Rimbaud permaneció en contacto con su familia por medio de numerosas cartas, en las que constantemente se quejaba de las duras condiciones de su vida diaria. Cualquier rastro de su afán literario había desaparecido y su principal ambición era entonces el ahorrar tanto dinero como fuera posible, para poder vivir holgadamente a su retorno a Francia.
Durante este periodo de expatriación, Rimbaud empezó a ser reconocido en Francia como poeta. Verlaine había escrito sobre él en "Los Poetas Malditos" (1884) y publicado una selección de sus poemas, que fueron recibidos con entusiasmo. Habiendo tratado de ponerse en contacto con Rimbaud, y sin haber obtenido respuesta, Verlaine llegó a pensar que éste había muerto. En 1886 se publicaron en La Vogue los poemas en prosa de las "Iluminaciones", que Verlaine presentó como el trabajo del último Arthur Rimbaud.
Rimbaud tuvo que vender todas sus propiedades en Etiopía cuando, en febrero de 1891, enfermó de un tumor en la rodilla. Fue enviado a Francia donde poco después de su llegada a Marsella tuvieron que amputarle la pierna derecha.
En julio volvió a la granja de su familia en Roche, pero su salud empeoró. En agosto regresó a Marsella, donde permaneció en un hospital hasta su fallecimiento, el 10 de noviembre de 1891.
El único libro que Rimbaud publicó durante su vida fue "Una temporada en el Infierno", editado a expensas del propio poeta. Rimbaud sólo llegó a recibir de la editorial los cinco o seis volúmenes reservados al autor, y el resto de los ejemplares nunca fue distribuido. En el año 1901 se encontró en un almacén belga la totalidad de la edición de esta obra, que nunca fue pagada ni recogida por el poeta.
Sin embargo, durante la última etapa de su vida Rimbaud gozó de cierta notoriedad entre los círculos literarios franceses. Esto se debió en parte a la aparición de una selección de sus poemas en el libro "Los Poetas Malditos" de Verlaine y a la publicación de las "Iluminaciones" en la revista La Vogue en 1886; y también en parte al aura de leyenda que comenzó a forjarse en torno a la figura del poeta. Así se refleja en el texto aparecido en la revista La France Moderne, en febrero del 1891, cuando sus redactores creyeron haber dado con el paradero de Rimbaud en África:
"¡Esta vez lo hemos encontrado! Sabemos dónde se halla Arthur Rimbaud, el gran Rimbaud, el único Rimbaud verdadero, el Rimbaud de las Illuminaciones. Proclamamos conocer el escondite del famoso desaparecido."
Después de la muerte de Rimbaud se realizaron numerosas recopilaciones de su obra. La clasificación generalizada de sus primeros poemas los divide en dos grupos: "Poemas" (escritos antes de la llegada de Rimbaud a París en 1871 y que son los recopilados y prologados por Verlaine en "Poesías Completas" (1895)) y "Nuevos Versos y Canciones" (publicados con posterioridad).
Melancolía
En la sombra, lejos de la luz del día, la melancolía suspira sobre la cama triste, el dolor a su lado, y la migraña en su cabeza.
Alexander Pope
sábado, 24 de septiembre de 2011
Proyecto 30 Libros: Uno que no le prestarìa a nadie
Soy una amante de las historias de caballeria. Por alguna razòn misteriosa que probablemente tiene su origen en mi aficciòn por la literatura simbòlica y metàforica, tengo una enorme predilecciòn por la mitologia arturica: cargada de aforismos, extraños vuelcos linguisticos, es una de esas extrañas misturas literarias plenas de belleza y significado. De alguna manera, los apasionados romanceros, la cultura galante, las intricadas historias de heroes imperfectos y doncellas inacalzables, son mi visiòn de esa època dura y brutal como lo fue el medioevo. Tal vez todo se debe a mi predilecciòn por la historia y el enorme placer que me produce imaginar las ilustradas cortes Inglesas y Españolas intentando crear un ambiente propicio para el arte, todo el misterio con sabor a leve herejìa que por entonces eran estas largas epopeyas. Sin duda, un poco de romanticismo, uno muy añejo y delicioso que disfruto siempre que puedo.
Probablemente por todos los motivos anteriores y unos cuantos màs que se me escapan, el libro que jamàs prestarìa bajo ningun concepto, es "La muerte de Arturo" de Sir Thomas Mallory, ilustrada por Aubrey Bearsley. Durante casi cuatro años busquè la ediciòn y luego me llevò casi uno màs lograr comprarla. Es uno de mis posesiones personales màs queridas y de alguna forma simboliza ese tesòn - pasiòn - de las grandes epicas privadas del medioevo.
Del hombre al Mito:
Sir Malory siempre fue un hombre peculiar: erudito y libre pensador, fue el primero en recopilar cuidadosamente el mito de leyendas artúricas, o al menos gracias a él se popularizaron en todo una epopeya literaria. Por supuesto, y tal vez debido a su condiciòn de hombre ilustrado, las historias recopiladas en su libro no fueron del todo ficticias: durante años recopilò viejas leyendas rurales y eclesiasticas hasta lograr elaborar un retrato coherente de esu època y sus protagonistas. "La muerte de Arturo" fue libro más popular y muchas veces se le considera como uno de los primeros "best seller" de la historia.
La Obra completa compuesta por dos volúmenes. Durante los años inciertos de la Guerra de las Dos Rosas, sir Thomas Malory, un caballero de vida azarosa, escribió, supuestamente desde la cárcel, la primera gran epopeya de la literatura inglesa a partir de su propia recopilación de viejas fuentes francesas y británicas que iba traduciendo a la vez que añadiendo ideas de su cosecha, hasta ir perfeccionando su obra a medida que avanzaba el libro, para culminar en los capítulos finales, que son los más admirables, de cualquiera de las versiones artúricas".
William Caxton imprimió la obra de Malory por primera vez en 1485. Al morir Malory, la obra se encontraba sin revisar, por lo que Caxton fue la primera persona que se encargó de hacer la revisión inicial, y la organización del texto. La edición fue tan popular, que, con algunos cambios y añadiduras, fue reimpresa en 1498, y nuevamente en 1529 por Wynkyn de Worde, el sucesor de Caxton en la misma imprenta.
Malory escribió su obra en forma de un ciclo bajo el título The hoole booke of kyng Arthur & of his noble knyghtes of the rounde table ("El libro completo del rey Arturo y sus nobles caballeros de la mesa redonda", en inglés del siglo XV). El título "La muerte de Arturo", se refería únicamente al último episodio del conjunto.
La obra completa consta de Veintiún libros distribuidos en tres partes. La primera trata sobre la juventud y los inicios del reinado de Arturo; el episodio más conocido de la segunda es el de los amores de Tristán e Isolda; y el de la tercera es la historia de Lanzarote y la reina Ginebra.
El ciclo de novelas artúricas, confeccionado por su autor con la voluntad de ofrecer una única narración a pesar de sus numerosas digresiones, sigue leyéndose hoy debido a la modernidad estilística de su autor, que maneja una prosa precisa y sin amaneramiento. En el prólogo de mi edición se indica cómo Malory «prescinde de largas disquisiciones, [...], es sencillo y rápido en las descripciones y conciso en sus narraciones, concentrando un intenso dramatismo en los diálogos muchas veces». Los más fantásticos sucesos se narran sin asombro y con pinceladas realistas, son excelentes las evocaciones de los combates, tan repetidos y a la vez tan distintos en algunos detalles, y la obra va ganando altura literaria y emotiva con el paso de las páginas.
viernes, 23 de septiembre de 2011
Proyecto 30 Libros: Uno que le gustaría volver a leer en su vejez.
De Virginia Woolf amo todo: su prosa compleja y dura, su irreverencia, su capacidad para crear historias profundamente intimistas para dar sentido a sus propios cuestionamientos. He leído todos sus libros con la sensación que recorro una idea profundamente personal de la escritora, un interludio duro y en ocasiones dolorosamente abstracto sobre la realidad, el mundo que le tocó vivir, la época extraña que representa - esa ruptura entre el Universo meticuloso de la época Victoriana y el desorden posterior - y su propia mente. Y es esa varidad de topicos y dilemas, son los que probablemente hace tan rica su especialicisima perspectiva literaria.
No obstante, de entre todos sus libros, el más inquietante, contundente y duro, tal vez por recrear el núcleo de valor de todo el discurso de la escritora, es sin duda Miss Dalloway. Un libro que leí una docena de veces antes de llegar a los veinte y que volvería a leer, una y otra vez, en mi vejez, para recordar esa radiante furia del espiritu femenino y del discurso personal.
La señora Dalloway relata un día corriente en la vida londinense de Clarissa Dalloway, una desvaída dama de alcurnia casada con un diputado conservador y madre de una adolescente. La historia comienza una soleada mañana de junio de 1923, con un paseo de Clarissa por el centro de la ciudad, y termina esa misma noche, cuando están comenzando a retirarse de casa de los Dalloway los invitados a una fiesta. Aunque en el curso del día sucede un hecho trágico —el suicidio de un joven que volvió de la guerra con la mente descompaginada— lo notable de la historia no es ese episodio, ni la miríada de pequeños sucesos y recuerdos que la componen, sino que toda ella esté narrada desde la mente de los personajes, esa sutil e impalpable realidad donde lo vivido se vuelve idea, goce, sufrimiento, memoria.
El libro apareció en 1925 y fue el primero de las tres grandes novelas —las otras son To the Lighthouse y The Waves— con que Virginia Woolf revolucionaria el arte narrativo de su tiempo, creando un lenguaje capaz de fingir persuasivamente la subjetividad humana, los meandros y ntmos escurridizos de la conciencia. Su hazaña no es menor que las similares de Proust y de Joyce, a las que complementa y enriquece con un matiz particular: el de la sensibilidad femenina. Sé lo discutible que puede ser el adjetivo «femenina» aplicado a una obra literaria y acepto que en innumerables casos resulta arbitrario utilizarle Pero en el de algunos libros, como La princesse de Clèves, autores, como Colette o Virginia Woolf, me parece insustituible. En La señora Dalloway la realidad ha sido reinventada desde una perspectiva en la que se expresan no exclusiva pero sí principalmente la idiosincrasia y la condición de la mujer. Y son, por eso, las experiencias femeninas de la historia las que más vividamente perduran en el recuerdo del lector, por la verdad esencial que parece animarlas, como el de aquella fugaz y formidable anciana, la tía de Clarissa, Miss Helena Parry, que, a sus ochenta y pico de años, en la turbamulta de la fiesta, sólo recuerda de la Birmania donde vivió de joven, las salvajes y esplendorosas orquídeas que arrancaba y reproducía en acuarelas.
A veces, en las obras maestras que inauguran una nueva época en la manera de narrar, la forma descuella de tal modo sobre los personajes y la anécdota que la vida parece congelarse, evaporarse de la novela, y desaparecer devorada por la técnica, es decir por las palabras y el orden o desorden de la narración. Es lo que acontece, por ejemplo, por momentos, en el Ulises de Joyce, y lo que lleva a orillas de la ilegibilidad a Finnegan’s wake. En La señora Dalloway no sucede nada de eso (aunque en To the Lighthouse y, sobre todo, en The Waves, estuvo a punto de suceder): el equilibrio entre la manera y la materia del relato es absoluto y nunca tiene el lector la sensación de estar asistiendo a lo que también es el libro, un audaz experimento; únicamente, al delicado e incierto tramado de ocurrencias que protagonizan un puñado de seres humanos en una cálida jornada de verano, por las calles, parques y viviendas del centro de Londres. La vida está siempre allí, en cada línea, en cada sílaba del libro, desbordante de gracia y de finura, prodigiosa e inconmensurable, rica y diversa en todos sus instantes y posturas. «Beauty was everywhere», piensa, de pronto, la extraiada cabeza de Septimus Warren Smith, a quien el miedo y el dolor llevarán a matarse. Y es verdad; en La señora Dalloway el mundo real ha sido rehecho y perfeccionado de tal manera por el genio deicida del creador que todo en él es bello, incluido lo que en la deleznable realidad objetiva tenemos por sucio y por feo.
Para conquistar su soberanía, una novela debe emanciparse de la realidad real, imponerse al lector como una realidad distinta, dotada de unas leyes, un tiempo, unos mitos u otras características propias e intransferibles. Aquello que imprime a una novela su originalidad —su diferencia con el mundo real— es el elemento añadido, suma o resta que la fantasía y el arte del creador lleva a cabo en la experiencia objetiva e histórica —es decir, en lo reconocible por cualquiera a través de su propia vivencia— al transmutarla en ficción. El elemento añadido no es nunca sólo una anécdota, un estilo, un orden temporal, un punto de vista; es, siempre, una compleja combinación de factores que inciden tanto en la forma como en la anécdota y los personajes de una historia para dotarla de autonomía. Sólo las ficciones fracasadas reproducen lo real; las logradas lo aniquilan y transfiguran.
El embellecimiento sistemático de la vida, gracias a su refracción en sensibilidades exquisitas, capaces de libar en todos los objetos y en todas las circunstancias la secreta hermosura que encierran, es lo que confiere al mundo de La señora Dalloway su milagrosa originalidad. Así como la anciana Miss Parry ha abolido de sus recuerdos de Birmania todo, salvo las orquídeas y unas imágenes de desfiladeros y culíes, el mundo de la ficción ha segregado del real el sexo, la miseria y la fealdad y metamorfoseado todo lo que de alguna manera los recuerde en sentimiento convencional, alusión intrascendente o placer estético. Al mismo tiempo, intensificaba la presencia de las cosas ordinarias, de lo banal, de lo intangible, hasta vestirlos de una insospechada suntuosidad e impregnarles un relieve, una palpitación vital y una dignidad inéditos. Esta transformación «poética» del mundo —por una vez el calificativo resulta inevitable— es radical y, sin embargo, no resulta inmediatamente perceptible, pues, si lo fuera, daría al lector la impresión de un libro hechizo, de una forzada tergiversación de la vida real, y La señora Dalloway, por el contrario, como ocurre siempre con las ficciones persuasivas —esas mentiras tan bien hechas que pasan por verdades— parece sumergirnos de lleno en lo más auténtico de la experiencia humana. Pero lo cierto es que la reconstrucción fraudulenta de la realidad que el libro opera, reduciendo aquélla a pura sensibilidad estética del mayor refinamiento, no puede ser más profunda ni total. ¿Por qué no es evidente de inmediato esta prestidigita-ción? Por la rigurosa coherencia con que está descrita —mejor dicho, inventada— la irrealidad donde transcurre la novela, ese mundo en el que todos los personajes sin excepción gozan de la maravillosa aptitud de detectar lo que hay de extraordinario en lo vulgar, de eterno en lo efímero y de glorioso y heroico en la mediocridad, ni más ni menos que la propia Virginia Woolf. Pues los seres de esta ficción —de todas las ficciones— han sido fraguados a imagen y semejanza de su creador.
Simples lecciones que aprendí en este año:
Un cumpleaños siempre es una buen momento para rememorar lo que hemos hecho, lo que hemos querido hacer y lo que debimos haber hecho. Ya sea por costumbre social o por necesidad cultural, todos tenemos cierta inclinación a rememorar todo lo bueno, lo malo, lo extraño, lo doloroso, lo triste, lo feliz es nuestra vida. Tal vez sea saludable, o probablemente necesario, el caso es que es una idea que de alguna manera, nos permite sacar algunas conclusiones elementales sobre como hemos tránsitado el año de vida que termina para dar paso a otro. ¿Sabiduría? ¿Experiencia? No lo sé, muy probablemente solo un mapa mental de nuestras decisiones más personales.
¿Cuales serían las mias?
Estas:
1) Sin culpas: Cada cosa que haces tiene una consecuencia que debes asumir. Eso se llama responsabilidad. Aceptar te permite aprender y crecer. Culpar solo provocará que más pronto que tarde, vuelvas a cometer el mismo error.
2) Admitir los Errores: La única manera segura de no volver a comenterlos...muy seguido.
3) Apreciar quién eres, lo que haces, como vives: Nadie tiene derecho a juzgarte, a menospreciarte, a minimizar nada de lo que haces o la manera como ves el mundo. Eres quién eres, tienes una historia y fue esa serie de ideas lo que te hizo crecer y ser quién eres. Asumirlo - y disfrutarlo quizá - te permite comprenderte mejor y sobre todo, respetarte.
4) Vive tus etapas: Nunca serás más joven y fuerte de lo que eres ahora, y es probable que después, lamentes lo que no hiciste ahora mismo. Asi que arriesgate, rie, llora, grita, pelea, corre, apresurate, preocupate, olvida, recuerda. ¿Que sueno a publicidad de Bronceador? Quizá, pero debo decir que muchas de las experiencias que viví este año me llevaron a comprender cuan valioso es saber JUSTAMENTE eso.
5) Nunca hagas negocios con quién no conoces lo suficientemente bien en otros ámbitos más allá de la amistad: ¿Te parece trillado? No lo es tanto, solemos pensar que será más fácil levar relaciones complejas como lo son sociedades y alianzas comerciales con quienes nos simpatizan y llevamos una aceptable convivencia. La verdad, los negocios y la amistad son ideas totalmente paralelas y es mejor mantenerlas de esa manera.
6) Comete errores: ¿ de qué otra manera aprenderás? Por supuesto, ten en cuenta las posibles consecuencias y arriesgate en la medida de tu aprendizaje, pero nunca dejes de cometer errores porque seguramente el gran triunfo está entre ellos.
7) Aprende: Lo haces siempre, por cualquier via, a toda ahora. Escucha, asimila información. Estudia, lee, disfruta de cada momento. En todos lados hay mucho que observar y comprender. Y creeme, es una manera infalible de crecer.
8) Sorprendete a ti mismo: Somos imagenes en constante movimiento. Cada hora, cada día, con cada experiencia, crecemos, nos transformamos, nos convertimos en nuestro reflejo en el espejo. De manera que siempre confia en tu capacidad para sorprenderte. Nunca des nada por sentado, nunca creas que una idea te limita. Crece, busca tus respuestas. Nadie lo hará por ti.
9) Aprende a cocinar: asi sea lo mínimo. No importa si crees que no es lo tuyo - es mi caso - o le temes un poco a ese arte milenario que se niega a prodigarse con facilidad. Cocinar te dará una perspectiva muy sensible sobre tu cuerpo, el mundo e incluso tu propia historia. Intentalo y aunque no resulte, te aseguro que te sentirás maravillado de lo que puedes aprender haciendolo.
10) Di Gracias y por favor, da los buenos días: Ser educado es una manera de demostrar tu respeto por los demás. Y también es una manera de crear un ambiente propicio para cualquier comunicación. Y es fácil. Una de las tantas maneras de facilitar la convivencia, sobre todo para quienes vivimos en ciudades donde lo complicado del dia a dia hace complicado lo cotidiano.
11) Agradece: Nada más hermoso y sencillo que dar las gracias. Hay miles de momentos hermosos en tu vida que merecen una sonrisa y pensar "que bueno que lo puedo vivir". ¿Te parece que no? Presta atención unos días y sabrá de que hablo.
12) Aprecia a tus amigos: Sean pocos o muchos, un enorme grupo risueño o gente muy tranquila, tus amigos te brindan la perspectiva de comprenderte desde una perspectiva nueva y sana. La familia de sangre no se escoje, la familia de vida si.
13) Cree en lo que haces: ¿Si no lo haces tu quién?
14) Maneja el drama con madurez: nadie dice que la vida no tenga su medida de drama, pero manejalo de tal manera que tu dia a dia no se convierta en una interminable sucesión de lágrimas y gritos. Creeme, eso mejorará tu manera de ver el mundo.
15) Sonríe: Es gatis.
16) Ve al Médico: Si te sientes mal o enfermaste, no te mejorará nada que no sea ayuda especializada. No, ni los remedios de abuelita, ni los consejos bien intencionados o saltar hacia adelante con una rama de canela en la boca. Visita al médico y evitate en lo posible problemas futuros.
17) No guardes rencores: El odio y el rencor son como un veneno que te tomas esperando que dañe a otro, en palabras del inmortal Martin Luther King. Y nada más cierto.
18) Cuida tu dinero: Aunque es divertido de vez en cuando hacer un gasto sin sentido, cuida tus ahorros porque probablemente y cuando menos los esperes, los vas a necesitar.
19) Camina por tu ciudad: Sea grande y caótica, pequeña y tranquila, tu ciudad es parte de tu historia, disfrutala!
20) Has lo que quieras: Siempre habrá quién se crea autorizado para darte sermones, lecciones o creer que tiene el deber de educarte. Respeta la opinión de los demás, pero sientete en libertad de siempre, en cualquier circunstancia, hacer lo que quieras.
21) Vive: a plenitud, todos los dias, a cada hora. Has de tu vida lo que quieras: es la mejor forma de transcendencia que conocerás.
jueves, 22 de septiembre de 2011
Proyecto 30 libros:Uno de poemas (no valen antologías)
Aunque parezca una herejía literaria: Nunca he sido muy amante de la poesía. Tal vez se deba a que no me identifico plenamente con su lenguaje o que de alguna manera, la prosa para mi tiene la capacidad inalienable de crear mundos mucho más comprensible para mí que las metáforas poéticas. Cual sea el caso, mis preferencias en el apartado poético son pocas y puntuales: Bukowski; Ezra Pound y quizá un poco de Baudelaire. Asi que cuando escuché hablar por primera vez de Sylvia Plath - en esa época un tanto turbulenta de la adolescencia donde necesitas interlocutores sobre el dolor - no me interesé demasiado al principio. Leí sobre su vida trágica, su angustiosa necesidad de expresión y por último su suicidio quizá inevitable. Compré El Coloso justamente por intentar comprender a la figura a través de sus palabras y terminé comprendiendo sus palabras a través de su vida.
Y es que si hay algo extraordinario en Sylvia, es su necesidad de cuestionarse, incluso en los momentos más destructores y silenciosos de su alma. Una busqueda importante porque, habiendo sufrido la desesperanza y la angustia existencial de una manera tan agua que la llevó casi a la locura, ella tuvo la necesidad y la valentía absoluta de mirar y expresarlo todo con una sinceridad a veces escalofriante. En su diario escribe (17/7/57): "Escribiré hasta que empiece a escribir sobre mi yo verdadero".
En vida, Sylvia Plath publicó la novela La campana de cristal, el libro de poemas El coloso y un poema para la BBC titulado Tres mujeres (además de muchos poemas y cuentos sueltos en revistas). Tras su muerte, Ted Hughes publicó otros de sus libros y en 1981, Collected Poems de Sylvia recibió el Premio Pulitzer.
Y, aunque la mayoría de la gente considera los escritos de Plath algo deprimentes, como dice Anne Sexton, otra escritora norteamericana, amiga de Sylvia, "quizá la mente creadora que explora sus angustias más profundas sea el único espejo que el arte pueda ofrecernos hoy, y es muy posible que la única liberación de un mundo que niega los valores del amor y la vida sea precisamente el mundo de la muerte".
El mito de Sylvia nos la dibuja como víctima de un mundo machista y víctima de un marido que la abandona, y como una americana en el exilio. Por otra parte, nos encontramos con el mito de Sylvia como poeta maldita y suicida, enfermiza y algo loca, demasiado atrevida para no dañarse a sí misma.
Pues bien, Sylvia no era una víctima del exilio por el hecho de ser una americana en el extranjero. Ella decía que se encontraba mejor en Europa que en su propio país, aunque sí echaba de menos a sus familiares. Sylvia era una persona que se hubiera sentido extranjera en cualquier país. Como dice en su novela semi-autobiográfica La campana de cristal, "[...] tenía que estar pasándomelo en grande, [...] tenía que estar ilusionada como las otras chicas, pero no conseguía reaccionar. Me sentía quieta y vacía [...] como el ojo de un tornado, moviéndome sin ninguna fuerza...
El Coloso y Otros extremos:
“El coloso” es un tanteo o un acercamiento al gran poema de Sylvia Plath, “Daddy”, exploración de la figura del padre.
La muerte de Otto Plath, después de una larga enfermedad, el dos de noviembre de 1940, acabó el encanto de la niñez de Sylvia, entonces de apenas ocho años. El padre es una obsesión en la obra de la poeta norteamericana. Aunque no era judía, en su imaginación veía a su padre como un hombre de negro, ario y antisemita, primero como un coloso y luego como un vampiro. El zapato negro de “Daddy” no solo significa muerte y oscuridad sino ante todo humillación. Poema duro y violento como pocos:
Every woman adores a Fascist,
The boot in the face, the brute
Brute heart of a brute like you.
En Devon, al final de su vida, Sylvia se dedica a la apicultura, antigua pasión de su padre, y en “La llegada de la caja de abejas” escribe: “Encargué esto, esta caja limpia de madera, cuadrada como una silla y casi demasiado pesada. Diría que era el ataúd de un enano o de un niño cuadrado de nos ser por el ruido que no hay en su interior…” La vital laboriosidad de las abejas contaminada por la presencia de la muerte.
Es tan inmensa figura del padre en “El coloso”, y tan aplastante, que la poeta apenas alcanza el tamaño de su oreja. Pero es una figura resquebrajada, fragmentada, despedazada, en ruinas, de huesos estriados, de rebuznos de mula y gruñidos de cerdo. Nunca estará concluida, es decir, nunca completa, nunca las partes volverán a su sitio. Ni treinta años son suficientes para limpiar y pegar. Tanta ruina requiere más que un rayo. En realidad, todo sigue tal cual. El padre, hondo, oscuro y denso, “como foro romano”, seguirá en el corral, ruina entre las ruinas.
Tan importante es el poema que dio su título al primer libro de Sylvia Plath. En realidad, The Colossus (1960), dedicado a Ted Hughes, fue el único libro de poemas publicado por Sylvia Plath en vida. Los demás fueron preparados y publicados por su esposo Ted Hughes y su hermana Olivia Hughes, editora de Rainbow Press. La mayoría de sus poemas de este primer libro fueron terminados en el otoño de 1959, en Yaddo, después del viaje de la pareja. La publicación póstuma de Ariel (1965), el segundo libro de poemas, despertó la atención del público de The Colossus, que fue reeditado en 1967. Sigue, con este método de cuentagotas y el sentido comercial de Hughes, Winter Trees (1971).
Sylvia Plath no sobrevivió al invierno de 1963 en Londres. La mañana del once de febrero dejó pan con mantequilla y leche en el cuarto de los niños y se encerró en la cocina. Selló las rendijas con toallas, abrió el horno y metió su cabeza. Cansada, exprimida, sola con sus dos hijos a la altura de sus treinta años, pues Ted Hughes ya vivía con otra mujer, encontró el alivio.
Su trágico final, sus deslumbrantes libros de poemas y su novela La campana de cristal hicieron de ella una figura de culto. Dice Jesús Pardo que en otros tiempos los suicidas eran enterrados en el camino real, con una estaca clavada en su corazón, como un vampiro. Y la verdad es que resulta difícil imaginar a Sylvia Plath sin esa estaca en el corazón.
miércoles, 21 de septiembre de 2011
Proyecto 30 Libros: Uno de cuentos (no valen antologías).
Leí "Narraciones Extraordinarias" de Edgar Allan Poe como quién lee una colección de cuentos infantiles: uno detrás de otro, sorprendida, fascinada y quizá un poco asustada. Tenía unos doce años, un poco menos me parece y recuerdo que mi edición, era una muy hermosa: tapa dura, con la tradicional fotografia de Edgar Allan Poe - afectado, un poco remilgado, mirando con ojos timidos al posible lector - rodeada de un medallón de brocado. Fue uno de mis libros favoritos durante años, y creo que aun lo es, a pesar que con el paso del tiempo, el terror sutil y rebuscado de Poe ha dejado de sorprenderme, aunque no de fascinarme. Igualmente, leer cada pequeña historia, unida por esa prosa redundante, preciosista y exquisita de Poe, siempre será uno de mis mayores placeres, un poco nostálgico quizá.
Poe y su época:
Poe fue un escritor y periodista norteamericano de principios de siglo XIX. En aquel momento un nuevo país al otro lado del Atlántico empezaba a emerger. Walt Whitman empezó a hacer alarde de ello con sus poemas ensalzando los valores y la tierra del nuevo país recién formado. Herman Melville escribió una novela insuperable sobre la dualidad del bien y el mal, la llamó Moby Dick y le puso un traje de novela de aventuras. Aquel país de emigrantes pobres, de forajidos, de aventureros, fue creando sus propias bases literarias todavía muy europeizadas. En este entorno, en esta época emergió la figura de Poe, heredero del movimiento romántico literario europeo, pero con los matices propios de la nueva sociedad en la que creció como autor. Por eso es único.
La Singularidad de Poe:
Poe nació en Boston en 1809. Creció en un ambiente familiar muy hostil que ya le hizo un personaje atormentado desde la más tierna infancia. Desde muy joven se evadía de sus problemas con alcohol y opio. Supongo que por eso nunca dejó de ser realmente muy joven. Sus relaciones con las mujeres también fueron tormentosas y excéntricas, casándose con una prima suya de 13 años. Trabajó de redactor en un periódico e iba escribiendo a su vez poesía y relatos que han quedado como un bien universal con el paso del tiempo, pero que en su día no le otorgaron fama suficiente como para dejar de morir de cierrosis en la más absoluta de las miserias con tan solo 40 años.
La fama de Poe se empieza a fraguar tras su muerte en Europa, más particularmente en Francia, y más particularmente aún de la mano de Charles Baudelaire, quien vio en Poe su "alter ego" del otro lado del atlántico. Ambos compartían muchas similitudes biográficas y literarias. Baudelaire se dedicó a traducir al francés toda la obra de Poe. Es más, he leído en muchos sitios que, según la crítica literaria, la obra de Poe traducida al francés por Baudelaire, gana mucho. Ya sé que puede parecer una aberración. Es como decir que una película doblada gana más que una en versión original, pero parece que es un caso en el que muchos críticos literarios coinciden en afirmar. De hecho, muchas de las traducciones que nos han llegado de la obra de Poe al castellano provienen del francés, de la traducción original que Baudelaire hizo. Como no he tenido opción a comparar y como no ha caído en mis manos una versión en inglés de ninguna obra de Poe, no me voy a pronunciar y tan sólo comento ésto como dato a tener en cuenta.
La Extraordinaria Visión de Edgar Allan Poe:
Poe pudo recompilar una serie de relatos en esta edición primaria de las "Narraciones Extraordinarias". Después se añadieron y se quitaron relatos en ediciones posteriores y prácticamente hoy en día nos puede caer en nuestras manos distintas ediciones con composiciones que varían un poco entre sí.
La edición tradicional consta de 32 relatos, muy homogéneos entre sí, que le dan al libro el carácter de "obra" y no de "conjunto de relatos". En todos ellos está el Leit Motiv de la angustia y del tormento. Cada historia en sí es un viaje del alma hasta la más inmunda de las bajezas del hombre. Éstos son los relatos que destacaría de toda la obra.
El Gato Negro: Es posiblemente el relato más conocido de Poe. Tiene muchos elementos que serían incomprensibles sin la breve referencia biográfica que antes expuse. Trata de un hombre adicto al opio que, cegado por su estado, maltrata a un gato negro a quien saca un ojo y comete un asesinato. La historia la verdad es que pasa a un segundo plano y lo que realmente importa es cómo Poe nos traslada a nuestros ojos el sentimiento de angustia y de culpabilidad que atormenta al personaje hasta tal punto de encontrar su redención interna cuando es descubierto como culpable por el propio gato negro a ojos de la justicia. El relato acaba realmente con la evaporación del tormento, y el tormento sólo remite cuando el dedo acusador recae sobre su propio espíritu.
El Pozo y el Péndulo: Para mí, es lo mejor que ha escrito el autor. No por la historia, que es muy simple sinópticamente, sino porque Poe nos hace mascar palabra a palabra el ambiente de claustrofobia y tortura al que es sometido el personaje. Trata sobre la tortura a la que es sometido por la Inquisición española un preso condenado a morir torturado. No hay más que eso, pero es que tampoco puede haber más que eso. Es el mejor ejercicio de construcción de un ambiente claustrofóbico que seguramente haya leído en toda mi vida. En este caso, la redención, que aparece en todos sus relatos, no es interna, sino que el personaje es salvado in extremis por los enemigos de la Inquisición, pero hasta ese momento, línea a línea, Poe nos hace estremecernos de un modo mágico con la historia. Imprescindible.
La Caída de la Casa Usher: Otro relato imprescindible. Es un relato espectral, sobre una casa en la que la muerte parece que no es el final de todo. Aquí el tormento del personaje consiste en la no asimilación de la muerte, en ver sombras espectrales en cada esquina hasta caer en su propia autodestrucción. Es también un ejercicio de estilo increíble, pues es una de esas historias en las que en realidad, parece que no pasa nada. Lo que pasa es que Poe es capaz de estremecernos sin que pase nada, simplemente creando un ambiente gótico y espectral asociado a una casa en la que los personajes están atormentados.
Los crímenes de la calle Morgue: Es un relato de investigación de un crimen muy al uso, pero con el estilo propio del romanticismo de Poe. Un detective llamado Dupin, un Poirot en pañales y un Sam Spade recién engendrado, intenta descubrir un crimen con unas pistas difusas que logra componer de manera magistral para su resolución. Es curioso ver esta clase de relatos en un clima pre-victoriano romántico. Si mal no recuerdo, creo que Poe escribió inicialmente este relato para el periódico para e que trabajaba.
La Máscara de la Muerte Roja: Muy del estilo de la Casa Usher. Poe nos adentra en una casa espectral en medio de una epidemia de peste. Un ejercicio de estilo impresionante, unas descripciones ambientales sublimes. Es el relato propio de la decadencia con mayúsculas, donde la peste mide por el mismo rasero a pobres y ricos y es desde el punto de vista imparcial que nos da la muerte desde el que el autor narra el relato.
El corazón delator: Quizá muy parecido al Gato Negro argumentalmente, pero de igual manera se trata de otra joya digna de mención aparte en esta opinión. Otro asesinato, un alma atormentada de haberlo cometido y un corazón que no deja de latir en la cabeza del asesino y que le hace confesar su crimen. Al igual que en el relato al que he equiparado éste, la redención del personaje la consigue con la propia confesión del crimen, cuando su tormento y su culpabilidad le llaman a delatarse. Impresionante la narración de los latidos del corazón en el suelo, donde ha escondido el cuerpo muerto, que hace Poe.
Debo decir que éstos son mis destacados, pero también hay joyas como "El retrato oval", "El entierro prematuro", "La caja oblonga", "Ligeia", "Benerice", "El escarabajo de oro", "La carta robada", etc. Todos, absolutamente todos, son auténticas obras maestras de estilo y es lo que hace que las "Narraciones Extraordinarias" de Poe, estén considerados como una lectura imprescindible para cualquier ser con capacidad de pensar y discernir.
martes, 20 de septiembre de 2011
Proyecto 30 Libros: Uno que lo haya sorprendido por malo
Tengo una nada disimulada obsesión por esa figura entre inquietante y asombrosa del siglo XVII llamada Castrati. Tal vez se deba a que todavía me parece inverosimil que se haya permitido la castración quirurgica de hombres jovenes en beneficio de la música - que no el arte, como se suele pensar - y aun peor, las restricciones sociales, culturales y religiosas que debian sufrir debido a la practica. Nunca ha dejado de sorprenderme - y aterrorizarme un poco - la costumbre no solo bárbara, sino cruel que condenaba a hombres con enorme talento, a padecer el ostracismo social y peor aun, una segregación social por completo inmerecida.
Lo lamentable del caso es que hay poca bibliografia al respecto: exceptuando algunas novelas de dudosa calidad y más interesadas en los interludios eróticos que se le atribuían a los Castratis, textos académicos dedicados exclusivamente a aspectos músicales y alguna que otra novela histórica sin mucha consistencia, no he encontrado demasiada información que me permita comprender el mundo de los Castratis a cabalidad. Y a pesar de mis investigaciones - incluso he escrito cartas a Profesores de Historia en Universidades Italianas en busca de información - continuo sintiendo que conozco poco al respecto. De manera que cuando escuché sobre el libro "El Canto del Ángel" , escrita por un erudito de la Lengua inglesa como lo es Richard Harvell, tuve la esperanza de finalmente encontrar una historia a la altura del mito y sobre todo, la recreación más fidedigna - y probablemente la más cercana a la realidad - de la realidad historica del castrato.
Lamentablemente me equivoqué.
De Lo futil a lo ridiculo:
"El canto del ángel" primera novela del literato Richard Harvell, se centra en la vida de un Castrato Suizo, Moses, quién desde niño tiene que afrontar mil viscitudes y terribles experiencias hasta alcanzar su sueño de cantar. Poseedor de un talento Innato y casi sobrenatural para la música, Moses es castrado por un maestro de música que intenta conservar su voz para siempre. Una historia con tintes de drama operático que podia anunciar una novela donde la trágedia, la pasión por la música y la singular identidad del Castrato podian otorgar una inusitada fuerza a la narración. No obstante, la novela naufraga muy pronto por la insistencia del autor en describir a un Moses aniñado, fragil y enfermizo, una victima de las circunstancias, incapaz de tomar una decisión sobre su futuro o menos aun, sobre su vocación o su necesidad de cantar . Y allí, donde el poder de la música debería crear un puente narrativo entre el espiritu pretendidamente indomito de Moses y el mundo al cual debe enfrentarse, la narración se desploma entre estereotipos y clichés que rompen el ritmo de la historia hasta sumirla en un caos argumental que no remotará en ningun momento. Por momentos, la novela se torna confusa, carente de interés, prodigandose en detalles sobre las viscitudes emocionales de los personajes principales, recreando situaciones inverosimiles que restan belleza a la conclusión final de la novela. Y es que como lectora, me encontré intentando comprender no solo las disparatadas decisiones de Moses, sino además, el mundo que el autor trata de crear a su alrededor, sin lograrlo. Tal vez se debió a que el autor combinó dos géneros tan contrastantes como disimiles: el histórico y el Romance, sin poseer el pulso necesario para bordar una historia lo suficientemente consistente para brindar firmeza a la historia que intentó contar.
lunes, 19 de septiembre de 2011
Proyecto 30 libros: Uno que le haya Sorprendido por bueno
La primera vez que leí un libro del autor Federico Andahazi, sentí muchisima desconfianza: se había convertido en un fenómenos editorial y su libro "El Anatomista" no me había parecido tan extraordinario como las voces entusiastas anunciaban. De hecho, me pareció una obra menor, llena de momentos estupendos pero sin la suficiente cohesión para lograr realmente que la historia se convirtiera en algo más que una excentricidad literaria. Por ese motivo, cuando me obsequiaron "Las Piadosas" me llevó unas semanas comenzar a leer el libro. Pero cuando lo hice, me sorprendió - y de la manera más grata - su historia: de inmediato el libro se convirtió en uno de mis favoritos y en mi personal opinión reinvidicó el género gótico más actual a través de la pluma de su autor.
Un Vampiro inusual.
Andahazi no se la pone sencilla al lector: La historia de las Piadosas, compleja, dura y tensa, no se prodiga con facilidad y aunque la prosa del autor es lo suficientemente fluida para sostener el relato sin perder el pulso, tampoco muestra lo suficiente para saber que nos encontraremos a medidas que avancemos en la lectura. Y tal vez esta reticencia, esta resistencia a descubrir su historia con facilidad, hace que el lector se encuentre atrapado en la circunstancia sin saberlo. Las Piadosas, como historia y como mundo creativo de su escritor, produce Una sensación de opresión, emoción y desconcierto que he encontrado en pocos libros de género. No obstante, una vez entrevisto ese propósito, el núcleo argumental se desarrolla con rapidez, dando origen a una simetría llena de aristas.
Las primeras páginas de la novela nos remiten al verano de 1816, cuando en Villa Diodati, cerca de Ginebra, Percy Bysshe Shelley, su futura esposa Mary, Lord Byron y John William Polidori organizan una galería fúnebre de la cual han de trascender dos obras, Frankenstein o el moderno Prometeo (1816), de la Shelley, y El vampiro (1819), de Polidori, inductor de piezas corno Varney the vampire (1847), de James Malcolm Rymer, y el antecitado Drácula.
A tan gozosas metamorfosis de la pesadilla gótica, Andahazi añade, por vía epistolar, la presencia de tres hermanas: las hermosas e idénticas Colette y Babette, y su implantación teratológica, un engendro llamado Annette que, destinado a lo prodigioso, logra sobrevivir al parto, estableciendo un extraño vínculo con las dos mellizas.
Annette acaba siendo partícipe del desfile de fantasmas que plantean Byron y los suyos por una circunstancia precipitada.
Y es que, dotado de un sorprendente talento, el freak tienta al inseguro Polidori con ofrecerle un manuscrito que pueda atribuirse, siempre y cuando éste le provea del fluido que cristaliza su vida y la de sus hermanas.
La novedad, morbosa pero nada sepulcral, es que el trío se marchita cuando Annette incumple la clásica hemoterapia del vampiro, si bien esta vez el reflujo en las venas del monstruo y sus pares no se debe a la ingesta de sangre, sino a la de otra sustancia, fecundadora y masculina.
Curioso es que Andahazi identifique las raíces del relato vampírico que firma Polidori con un cuerpo fragmentado, habitual en la narrativa fantástica del XIX, pero cuya nebulosidad romántica se pierde, por decisión de su autor, en goces propios de un cuento libertino.
Hipérbole del erotismo, el regalo sanguíneo que recibe Drácula se convierte para Annette en desahogo fálico, sin franja de misterio ni cajas chinas.
Polidori fue un médico «más apto para producir enfermedades que para curarlas» –eso decía Byron– y su construcción literaria lo presume quizá más inestable que la ofrecida por los biógrafos.
Como en cierto modo lo fue Stoker, el secretario de Byron es para Andahazi un impostor sepultado por la emersión de una figura que lo vampiriza sin permitirle siquiera el amparo de la gloria.
En esto al menos coincide con el punto de vista del cuento de miedo, donde la nocturnidad en la creación recibe una merecida condena más allá de la tumba.
Y tal vez Andahazi, vitalista, furiosamente personal, un poderoso autor de género, encuentra en Las Piadosas esa capacidad de crear el miedo a su medida, de levantar una idea a partir de una imagen y construir un lenguaje propio que bebe de infinitas influencias, como el Vampiro secreto de su historia o el viejo mito que subyace más allá.