jueves, 29 de septiembre de 2011

Proyecto 30 libros: Uno que me haya Robado




Recuerdo que tuve escalofrios de pánico. Corrí por todo el viejo Boulevard de Sabana Grande con el libro apretado contra el pecho. Feliz y aterrorizada, con el corazón latiendome tan rápido que me dejaba sin aliento. Y es que sentía que todos los transeuntes con que me tropezaba sabian que acababa de robarme aquel pequeño libro amarillo de tapa blanda. Una y otra vez, me detuve a mirar sobre el hombro, trastornada por la idea que la  persona a quien robe el libro - uno de los amables encargados de la Libreria Suma de Caracas - me hubiese descubierto y viniera en mi persecusión. Pero nada de eso sucedió por supuesto. Cuando me subi al vagón del Metro de mi ciudad y tomé asiento en uno de las solitarias esquinas - sí, por entonces el subterráneo de Caracas continuaba siendo la gran solución para Caracas - recuerdo la emoción que sentí cuando leí las primeras lineas de aquel libro que por tanto tiempo había deseado leer:

"Recuerdo el día en que desperté el medio del desierto, sola, a merced de la arena y el sol. Sabía que moriría, pero quizá, ya habìa muerto hacia tiempo atrás..."

Conocí la historia de Waris Diries mucho después de ver su rostro por primera vez. Antes de conocerla, siempre me pareció que su belleza poseía un aire un poco triste, dramático, decididamente meláncolico. Después de leer lo que le ocurrió y tuvo que padecer siendo aun una niña, comprendí que lo que veía en su rostro, era una radiante fortaleza.

Porque Waris Diries, con su rasgos elegantes y su mirada infinitamente anciana, es el reflejo de un crimen silente que padecen miles de mujeres en el mundo: La ablación por motivos rituales. Una costumbre milenaria de tintes barbáricos que ha destruido la vida de millones de mujeres de varias culturas africanas y que aun subsiste en nuestro tiempo graicas a la ignorancia, el prejuicio y el menosprecio de la identidad femenina.


Flor del Desierto:
Waris Dirie es una luchadora discreta. Dice no saber de dónde sacó el coraje que le permitió cambiar de vida, que cualquiera hubiera hecho lo mismo en parecidas circunstancias. Un coraje inquebrantable que impulsó a Waris Dirie (1965) a cruzar el desierto de su Somalia natal para huir con sólo trece años de un matrimonio de conveniencia. Luego de un trabajo en régimen de semiesclavitud en el Reino Unido y labrarse una nueva vida y criar dos hijos. Con cinco años Dirie había sido mutilada sexualmente. Su madre quería hacer de ella una 'mujer limpia', moneda de cambio para un «buen matrimonio» pactado. Así que, siguiendo una brutal tradición, hizo que le cortaran el clítoris y le cosieran la vagina. Es una terrible práctica que aún sufren hoy decenas de millones de mujeres en todo el mundo condenadas a toda suerte de tomentos físicos y psíquicos. Pero la espectacular y exótica belleza de Waris le dio una nueva oportunidad. Era una trabajadora indocumentada en Londres cuando un gran fotógrafo de moda, Terry Donaldson, reparó en ella y le facilitó el ascenso a la cima de las 'top model'. Aprovechando ese trampolín, Waris decidió contar su vida e inició su batalla contra la ablación.

Cuando el éxito le dio la nueva vida que tanto ansiaba, contó su peripecia en un libro conmovedor, 'Flor del desierto' (Maeva), que bajo el mismo título -el significado de su nombre- ha llevado al cine la norteamericana Sherry Hormann. Una película igualmente conmovedora que llega a las pantallas españolas mañana. La película es un espejo de las memorias de Dirie, que han vendido caso 12 millones de copias en todo el mundo. Con ayuda de Cathleen Miller, narró su infancia en el desierto somalí, el dolor y el trauma de la ablación, y su epopeya hasta convertirse en una de las modelos más reconocidas del mundo y lograr que Kofi Annan recompensara sus esfuerzos desde la ONU.

Además de ser imagen de firmas como Chanel, Revlon, Levi's o Benetton y aparecer en una 'peli' de James Bond junto a Timothy Dalton, Waris Dirie fue nombrada en 1997 embajadora especial de Naciones Unidas para los derechos de la mujer en África, avalando su esfuerzo por erradicar la práctica de la mutilación genital femenina, que sufren cada día al menos 8.000 niñas 2.000 de las cuales pierden la vida, según la ONU. En 2002 creó una fundación para ayudar a las mujeres que la sufrieron y reclama más sensibilidad y ayuda, en especial de los gobiernos occidentales.

«Aún creen que la mutilación genital de las mujeres es un problema lejano, que afecta sólo a África y algunos países Asia, de modo que escurren el bulto» denuncia.» Se equivocan de medio a medio. La ablación va allí dónde van la emigración africana, de modo que es hoy una lacra global» lamenta. Aunque en los últimos años 14 países africanos han prohibido la ablación debido a la presión de la comunidad internacional, la ONU calcula q De visita en España para promocionar la película junto a su directora, Waris Dirie se indigna cuando se le pregunta por la ayuda que su fundación presta a las «víctimas» de la mutilación.

«No son víctimas. Ayudamos a mujeres que quieren mejora su vida y que luchan por ello». «No sé si existe algo llamado valor y no sé si yo lo tengo» dice este 'Ave Fénix de ébano', renacida varias veces de sus cenizas. «Quien se vea en mis circunstancias, hallará la fuerza para llegar al otro lado. Es algo que hacen millones de seres humanos cada día, y a los que queremos ayudar» propone Dirie. «Mi modo de ayudar es ser como soy; hacer lo que hago cada día, convenciendo a la gente de que es posible cambiar» expone.

Como ejemplo cita la modelo a su propia madre, la misma mujer que impulsó su mutilación «convencida» hoy de su inutilidad y convertida «en una detective clandestina en el poblado en alerta contra nuevas mutilaciones».

La modelo etíope Liya Kebede encarna en el cine a una Dirie que milagrosamente sobrevivió a la travesía del desierto, fue sirvienta durante siete años en la embajada de Somalia en Londres, de la que huyó para convertirse en una indocumentada antes de consagrarse como modelo por un golpe de suerte y brillar con luz propia en las mejores pasarelas del mundo. Dirie ha escrito varios libros sobre su vida y recorre el mundo en una batalla sin descanso contra la ablación, pero asegura que, hoy por hoy, su única meta «es lograr la paz, el amor y el respeto que siempre he buscado», uno valores que «exijo al mundo, para mi y para todos»

Un libro excepcional.

Por supuesto, el mensaje, la historia de Waris Dirie me impresionaron. Como mujer, como libre pensadora que me considero, la idea que una cultura insista en mutilar a las mujeres por parte de rituales sin sentido continua desconcertandome y enfureciendome. Cuando leí la reseña de la historia y luego de escuchar a la propia Waris hablar sobre su experiencia, comprendì que necesitaba paladear sus palabras para comprender a cabalidad la historia. Hay una magia real en las narraciones contadas por sus protagonistas.  De manera que por meses me dediqué a buscar una edición del libro sin lograrlo. Descatalogado en la gran mayoría de las editoriales Venezolanas, me encontré con que la única versión que podia esperar tener, era la inglesa. Me entristeció no leer a Waris en mi idioma, pero adquirí el libro, aun obsesionada con la historia, y sobre todo, su trascendencia.

Pero para mi sorpresa, en una visita a la libreria Suma de Sabana Grande ( templo de los buscadores de buenos libros hace una década o incluso menos ) me encontré con el libro.En Versión castellana. Una edición pequeña, de bolsillo, que no estaba a la venta porque pertenecia a uno de los vendedores, quién como yo, se había obsesionado con la historia y quién por supuesto, no estaba dispuesto a cederlo por las buenas. Creo que tomé la decisión de "pedirlo prestado" desde que lo miré por primera vez, pero cuando lo hice - en un gesto casi infantil-  me sorprendió un poco mi propia osadía. Pero valió la pena, leer a Waris contando su pequeña gran epopeya en mi idioma natal. Recorrer el Desierto dorado y cruel de la mano de sus palabras, imaginar ese silencio ultraerreno de las noches bajo las estrellas de un lugar tan remoto para mi como otro planeta. Y aunque al cabo devolví el libro y comencé una buena amistad con el Librero a quién lo robé ( Y que sigue siendo uno de mis mejores amigos ) cada vez que lo releó ( finalmente pude comprar mi propio ejemplar este año ) siento esa fascinación y tristeza, esa absoluta admiración por un espiritu indomable y una historia terrible que terminó convirtiendose en un simbolo para millones de mujeres anónimas en el mundo.

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