miércoles, 1 de febrero de 2012
De Llevar la historia escrita en la piel: Estrella de Cinco Puntas
Cinco estrellas de cinco puntas. Mientras C., mi tatuadora, delinea lentamente cada una de ellas, siento una especie de triunfo personal, diminuto pero significativo. En la mitología de mi mente, tiene un valor enorme, este nuevo tatuaje, y no solo por el hecho que representa, de manera fidedigna y clara mis creencias, sino que de alguna manera, culmina un recorrido por mostrar quien soy que lleva algunos años construyéndose en mi vida. Sonrío, a pesar de las lagrimas, a pesar del escalofrió de dolor que me produce las pequeñas punzaditas, mientras este nueva metáfora de mi manera de vivir va tomando forma en mi piel.
Porque cada estrella simboliza cada año en que he avanzado para abandonar mis propios temores, para cerrar puertas en mi mente y abrir otras. Porque cada una de estas pequeñitas estrellas, habla con su propia voz de mi llanto en silencio, de los días de puro pánico y tristeza, de los pequeños triunfos. Cinco años en que pude dejar atrás mis propios limites y crecer, alzarme sobre cada momento doloroso y mirar de nuevo al futuro sonriendo, con lágrimas en los ojos, con risas y esa sensación de profunda satisfacción que es inevitable sentir cuando avanzas más allá de las murallas que has construido a tu alrededor. Tal vez se deba a que mi mundo mental está repleto de palabras, de párrafos escritos en noches de vigilia, que me resulta tan extraño y a la vez personal expresar esta nueva etapa en mi vida a través de una simbologia personal. No podría decir si esa es la causa, pero lo que si es evidente, lo que sí está claro para mí, es que cada estrella expresa el valor del aprendizaje, la humildad de aceptar mis propios errores, la fuerza de continuar a pesar de ellos, la furia radiante y quemante de triunfar, esa sensación absolutamente intima de creer y confiar en que cada paso que das, es el correcto y te lleva hacia el centro mismo de todas tus ideas, de cada sueño y conciencia. De tu propia necesidad de crear.
Estrellas de cinco puntas, por supuesto. La Diosa en la que creo, en mi piel. Símbolo del eterno retorno, de la creación que nace y muere, solo para volver a renacer. Del misterio que canta en el viento, de la sensación de pura comprensión de esos silencios tan enormes como palpables en mi mente. Y es que la bruja en mí, tan ligada a mi propia identidad, esa raíz primitiva y antigua que me ata a mi historia personal, es ahora mi rostro en el espejo. Han culminado los años de silencio, pienso, mientras el dolor se hace casi insoportable, casi bello. Se terminaron los años de sentirme avergonzada por mis creencias o temerosa del juicio silencioso del mundo que me rodea. La bruja, la strega, la hija de la Diosa, sonríe orgullosa, con cinco estrellas en el hombro, expresando al mundo el poder de la convicción.
Cuando C. finalmente culminó con el tatuaje, me quedé un instante erguida, aun con la piel palpitando de dolor, pero con la definitiva sensación que algo importante había ocurrido en mi mente. Algo que recordaría para siempre, un significado perpetuo de cosas personales que es difícil explicar con claridad. Me levanté de la silla, y me erguí, quizá en un gesto instintivo, para mirar mi propio simbolo, en mi piel, en mi propia historia. Y sentí felicidad, una felicidad pequeñita, pero de un tenor tan puro, que casi me hizo gritar de pura alegría. Pero no lo hice. Preferí sonreír, con esa sensación ingenua de los niños que no conocen el temor, pero plenamente del poder de las palabras silenciosas, de los simbolos intimos, del recorrer constante de un momento que tiene nombre propio entre todos los momentos de mi vida. Una pequeña proeza personal, quizá.
Un nuevo camino que recorrer.
C' la vie.
2 comentarios:
Soy de esas que veia los tatuajes de reojo (escribiste sobre eso), me he ido acostumbrando ;) este es muy hermoso. No te voy a mirar raro, besos.
jajaja Eso me hace muy feliz!! Un besote mi bella, gracias por leer y comentar :D tqm!
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