lunes, 28 de mayo de 2012
La política a la Venezolana: del absurdo al todo tenemos razón.
Hablar de política en nuestro país es un tema delicado. Y no solo por lo obvio: la confrotación de opiniones, la susceptibilidades heridas por pareceres contrarios, sino que desde hace más de una década y algo más, en Venezuela la política lo es todo. Me refiero a que la política dejó de ser una idea abstracta, general, destinada a la comprensión de las relaciones entre el gobierno y los ciudadanos, para convertirse en una excusa, en un corolario obligatorio, en la apostilla de toda conversación, opinión, hecho o circunstancia que vive el ciudadano venezolano. Y no deja de sorprender, que esta gran idea política que parece abarcarlo todo, y ser todo a la vez, sea uno de los grandes desastres que atraviesa Venezuela, como nación y como idea cultural.
Y es que esta política del absurdo ha convertido la Venezuela cotidiana en un debate insustancial interminable, sin objetivo. Se habla de Revolución, Fascismo, pueblo, se debate sobre Marxismo...sin que nadie tenga una idea clara sobre ninguno de esos terminos. Se generaliza al "pueblo" en una especie de masa ciega, sin voluntad, que puede ser utilizada como arma, o en el peor de los casos, como excusa para cualquier circunstancia. La conspiración, real o imaginaria, es el motivo y objetivo de todo análisis, una especie de guerra silenciosa y sin sentido en la que todos parecemos ser parte, querramos o no. Y es que en la Venezuela de la "Revolución Bonita" , todos somos opinadores de oficio, todos hemos aprendido a debatir sin argumentos reales la situación del país, basados en esta extraña maraña de teorias y propuestas que parecen derrumbarse con suma facilidad. Al final, esta ignorancia simple, casi ingenua parecer ser el terreno ideal para crear multitudes que se enfrentan entre sí a ciegas, con la violencia inusitada del que defiende argumentos viscerales y sobre todo, del que resume las circunstancias que vive al simple odio por lo que no comprende.
De la idea que golpea: Goebles y otros creadores del caos.
Pero no es una idea nueva, este debate deforme e inútil que desvía la atención de lo realmente importante hacia la simplicidad, lo emocional, lo controlable por pura presión. Allá por los años 1940, Goebbels, el encargado de la propaganda nazi hizo de la desinformación y la manipulación una forma de comprender la cultura del pueblo alemán bajo el puño Nazi. Porque para Goebbels la cosa era sencilla: la información - o la falta de ella en algunos casos - es una manera de crear un caldo de cultivo para la resignación. Fue Goebbels el que primero comprendió el poder de la censura selectiva, y después, el de crear discusiones absurdas para cubrir la realidad. Goebbels de hecho, era un experto en el tema: mientras Alemania se hundía lentamente en la represión, la guerra, las tensiones internas y sobre todo, un autoritarismo carismático cada vez más desbordado, las noticias que circulaban de un lado a otro, en un boca a boca temeroso, parecian crear un clima de terror tan quebradizo como irreal. Fue Goebbels de hecho, quién creó un minucioso decálogo para la confusión, la desinformación y el temor de la ignorancia que parece ser seguido al dedillo en más de un país del mundo. Incluido el nuestro. Claro que, en su versión trópical.
Porque sin duda, Venezuela es un paraíso para el chisme, el rumor, el argumento falso, la critica sin sentido. Y que útil resulta eso, en un terreno movedizo donde la Política - así, con mayúsculas - parece estar presente en cada ámbito de la vida cotidiana. Desde el porque una calle es virtualmente intransitable, hasta la falla menor del servicio público, hay mensaje político desvirtuado, una lucha perenne entre dos pareceres opuestos sin mayor consistencia. No hablamos de la política que incluye, que permite la construcción de nuevas ideas, la que crea una base ideologica clara para un país. Me refiero en concreto a la política de la agresión, la violencia, el desconocimiento del otro, la eterna disyuntiva, la irresponsabilidad, el país a medias. Una perspectiva preocupante, que se extiende a todas direcciones a partir de un única idea de ciudadanía, apenas completa.
Que triste resulta comprender de pronto que el debate entre ciudadanos se ha convertido en una eterna discusión de idiotas. Más preocupante aun, pensar que nuestro país, atraviesa ahora mismo lo que es probablemente sea la conyuntura más destructora de todas las que ha vivido en dos siglos de historia con tintes políticos: estamos en medio de una época de ruptura, de aparente transición, que sin embargo no conduce a una cierta idea fragmentada que se descompone lentamente en su identidad hacia algo más, tan confuso que nadie podría definirlo. Y todos somos testigos impotentes de esta transformación, de esta gran idea sin verdadero sentido que con tanta inocencia, llamamos país.
C'est la vie.
1 comentarios:
A lo mejor, por otras oportunidades en las que te he escrito o por mis twitts (me sigues), te habrás dado cuenta que igualmente me inquieta lo que sucede en nuestro país; y por supuesto la política. Pero hoy me da flojera ponerme a ampliar tus comentarios. Tal vez es el desanimo que cargo por ver tanta estupidez, que no hace mas que empujarnos mas hondo en el vacío.
Pero ten por seguro, que comparto cada una de tus palabras.
Saludos!
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