miércoles, 8 de agosto de 2012
De delirios y otras cosas: Una carta a quien seré a los cincuenta años.
Hola Aglaia a los cincuenta años:
Hay una diferencia de casi viente años entre tu y yo. Y eso me asusta un poco: es normal supongo, siendo que estas dos décadas deben haber sido cruciales para nosotras. No puedo imaginar aun que pasó en ellas, pero si quisiera pensar que ahora mismo, mientras lees esto, puedes sonreír. Una gran sonrisa, quizá de ternura o de amabilidad. Pero sonrisa. Esa es mi mayor ambición justo ahora: que el aprendizaje me haya enseñado - por fin, si no lo he aprendido ya - el valor inconmensurable de sonreír.
Hablo, Aglaia de cincuenta años, que espero que durante estos viente años que nos separan, hayan ocurrido todas las cosas que soñamos y si no, que el camino sea tan desigual que nos haya sorprendido, nos haya hecho reir a carcajadas, a mandíbula batiente y llorar hasta quedarnos dormidas. Espero que estas dos década hayan sido de enormes descubrimientos, de pequeñas angustias y enormes satisfacciones. Deseo que ambas, yo aprendiendo a caminar hacia el futuro y tu mirando lo que hemos construido, hayamos encontrado una forma de fe profundamente personal.
Y es que deseo Aglaia de cincuenta años, haber envejecido con canas y arrugas, con pequeñas manchitas en la piel. Espero haber saboreado platos exóticos que me hayan hecho estornudar y toser, espero haberme despertado una mañana para mirar un cielo rojo fuego, de un amanecer extraordinario en un lugar desconocido que ahora mismo no puedo imaginar cual podría ser. Sueño con haber caminado por la selva virgen, haber paladeado el olor del desierto, recorrido a la carrera una ciudad en plena tormenta, gritando mi nombre al mar hasta quedarme afónica. Deseo tanto, que la mujer en los convertiremos haya encontrado entre palabras e imágenes una respuesta a mil preguntas, y que nos formulemos a partir de ella cientos más, infinitas. Deseo haber temido y sentido confusión, haberme preguntado mil veces y después mil veces más, si este camino que elegí ahora, es el correcto. Espero que hayamos sentido tanta furia como deseo, tanta alegría como tristeza, tanta pasión como miedo. Deseo tantas cosas para ti!! Y de alguna manera brumosa, inquietante, sé que las podremos cumplir.
A veces, sueño contigo, con la mujer en que me convertiré. Te imagino tan libre como quien descubre su propio valor entre todas las cosas, como quien sabe que llegar a la mitad de la vida solo significa comenzar de nuevo a vivir. Te imagino con el cabello lleno de canas, los ojos con pequeñas arrugas, los dedos con callos de tanto escribir. Imagino el lugar donde viviremos, con las paredes llenas de incontables fotografías y estanterías de libros que lleguen hasta más arriba del sueño. Escucho el maullido de nuestros gatos, que correrán de un lado a otro mientras deambulamos entre ellos con los brazos cargados de experiencia y placer. Y habrá amor allí también, una gran pasión sin despedidas, o quizás si, pero de las que dejan la puerta entreabierta para regresar. Y habrá gemidos, risas y murmullos. Habrá amaneceres y atardeceres, y vida, tanta vida por recorrer aun, entre cabellos blancos y el cuerpo ya no tan agil, pero con el espiritu lleno de libertad, de pasión, de la ingenuidad de la niña que fuimos y que siempre nos recuerda, el placer de las cosas que están por venir.
¿ Sonríes ahora Aglaia de cincuenta años? Yo lo hago también. Cierro los ojos y casi puedo verte, la mujer que seré, la bruja que creció y se hizo sabia, la fotógrafa que buscó y encontró, para volver a olvidar. La escritora que soñó y despertó, solo para dormir otra vez. Y entre tantos deseos, veo esta pasión absoluta por vivir, que te entrego, que compartimos, a dos décadas de distancia y que veremos crecer, ahora y más adelante, sin cesar.
Sonríe siempre futuro, en el presente, yo procuraré crecer y construir lo que tu, heredaras de mí.
Con amor.
Aglaia a los treinta.
1 comentarios:
Que vaina tan bella! yo ha veces converso con el de 30 que está bien atrás... Que vaina tan bella.
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