domingo, 14 de octubre de 2012

La historia a la Venezolana: Tiempos de Dictadura de Carlos Oteyza





La dictadura de Perez Jimenez tiene un halo curiosamente ambiguo en nuestra historia reciente: hay quien la recuerda como una época fulgurante, ordenada y próspera y otros, como uno de esos capítulos lamentables dentro de nuestra circunstancia democrática. A mitad de ambas opiniones, está la percepción del ciudadano común: mi abuela solía hablarme de los grandes carnavales, del asombro que causaban las construcciones y proyectos, pero también del miedo. Y del miedo, también me hablaba mi abuelo, mucho más pragmático que mi abuela con respecto a lo que ocurría bajo el puño de hierro enguantado en seda de un dictador. Porque por encima de esa prosperidad de baratillo, de las calles impecables, de los enormes edificaciones, de los carnavales suntuosos y la promesa de un futuro brillante, estaba el silencio. Siempre me sobresaltó las historias de los desaparecidos, de los estudiantes secuestrados de aulas y casas de los que nunca más se supo, de ese monstruo inquietante llamado la Seguridad Nacional. Y me llevó algunos años entender como convivió todo eso: lo aparentemente bueno y lo real, lo duro, lo que parecía transcurrir debajo de esa patina rígida que el Coronel Perez Jimenez levantó para ocultar la Represión.

Inevitablemente, el hecho que una dictadura militar sea considerada "buena" por algunos de quienes la vivieron, te deja pensando en una serie de cosas y te obliga a hacerte preguntas. ¿Que perdió la población a cambio de prosperidad? ¿Que prefirió callar para poder disfrutar de una aparente paz ciudadana y florecimiento económico a todo nivel? ¿Que tanto soportó, como sociedad y cultura, hasta que simplemente comprendió que era rehén de si misma? Son cuestionamientos inquietantes, cuando no un poco dolorosos, sobre el Venezolano, nuestra visión del país y que tanto heredamos de esa postura hasta hoy.


Mientras veía ayer el documental "Tiempos de Dictadura" , me pregunté si su director,  Carlos Oteyza, tenía interrogantes parecidas al plantearse el proyecto. El director - y también guionista - ha dedicado casi veinte años a realizar films de corte histórico, con resultados desiguales, pero aún así, su experiencia le permitió encontrar una manera de narrar esta coyuntura en nuestra historia común de manera solida. Porque si algo hay que resaltar de "Tiempos de Dictadura" es su buen hacer: el documental tiene mucho de documento histórico y poco de panfleto moral. El director intenta y lo logra en ocasiones con bastante inteligente, mostrar los hechos sin hacer otra cosa que narrar, mostrando lo bueno y lo malo de manera fluida, casi doméstica. Porque si algún mérito le encuentro a "Tiempos de Dictadura" fue recrear, de alguna manera, esa manera de contar la historia que todos reconocemos: La anécdota de la abuela, del padre, del tío anciano. Había algo de coloquial, en la voz pausada de Laureano Marquez, al hablarnos de esa Venezuela casi irreconocible, rural, sorprendida por la súbita prosperidad. Se agradece que Carlos Oteyza no utilizara el recurso sencillo de la narración por la narración sino que dotara de personalidad las imágenes, les diera una cierta identidad, que de hecho, es el sustento de todo el film. Hay un hilo conductor visible, más allá del cronológico, que permite al espectador comprender y asimilar la historia casi con lentitud, de una manera natural.

No obstante, "Tiempos de Dictadura" no deja de ser un documental histórico y es uno de los elementos que juega en contra de su integridad como producto visual. A ratos, la acción decae en el intento del guion de contar la historia de manera puntillosa y la necesidad de justificarse así mismo. A pesar del uso acertadisimo y muy ingenioso de animaciones y cómic para reflejar la momentos álgidos o de especial gravedad, el ritmo decae para inmediatamente después volverse trepidante. También,  la extensa duración del metraje - casi dos horas, algo muy poco común en el género - influye un poco dentro de la integridad del film, aunque sin afectar en ninguna manera, su coherencia. Me agradó muchísimo sobre todo, la más que correcta utilización de fotografías y documentos visuales de la época en secuencias que de por sí, podrían haber resultado cuando menos tediosas.

Mención aparte para los narradores de la historia, que brinda al espectador la historia de primera mano: Carlos Oteyza brinda protagonismo y momentos singularmente emotivos a  Simón Alberto Consalvi, Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff, Víctor Maldonado Michelena, Enrique Aristiguieta Gramcko, José Agustín Catalá, Isabel Carmona, Oscar Yanes y Yolanda Moreno. Cada uno muestra una cara por completo distinta de la Dicturadura, y es en esa variedad, esa mistura de opiniones, donde la película alcanza su punto más alto. Para el recuerdo: la narración de José Agustín Catalá sobre su tortura, durante un cerradisimo primer plano. Cada uno de sus gestos abarcó por entero la realidad dura y brutal de la Dictadura: el miedo del torturado, el terror de la victima y la resignación del sobreviviente.

En suma, Carlos Oteyza logró un producto visual impecable: Tiempos de Dictadura cuenta la historia y además de una manera que te permite sacar tus propias conclusiones. Al final, la última imagen de dos jovenes llevando un cartel escrito a mano donde se puede leer "Nunca más dictadura" te deja analizando hasta que punto somos victimas de nuestra juventud como sociedad y la corta memoria cultural. O quizá se trate solo, que este gran documento visual te recuerda  que quien no aprende de sus errores, está destinados a cometerlos de nuevo. Y más de una vez.

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