lunes, 21 de enero de 2013
Delirios y dilemas: La zona del miedo ¿Cual es la tuya?
Mi conocimiento del idioma Japonés se puede resumir a la palabra "Unagui" y tal vez "Wakame". De manera que cuando decidí inscribirme en un curso de Japonés que me tendrá ocupada las próximas veinticuatro semanas, tenía bastante claro un par de cosas: Una que será una experiencia dura y dos, que es una experiencia que deseo vivir. De manera que en abril, cuando me siente en el pupitre y entre a un mundo totalmente nuevo de aprendizaje, creo que de nuevo, entraré a ese lugar tan inquietante pero delicioso que llamo en mi mente "zona de miedo". Y que estupendo será eso!
Sí, lo bauticé así, la "Zona de miedo" . Esa región de mi mente donde están todas esas cosas que no quiero hacer o que me producen un temor paralizante. Allí esta mi temor al ridículo que aunque he logrado manejar e incluso que me parezca bastante gracioso en ocasiones sigue allí. También puedo encontrar mi fobia social, mi temor a los espacios cerrados, mi frustración por haber sido una mediocre bailarina de ballet clásico. Y claro está, ese irredimible y siempre presente, temor al cambio. Este último, lo he dominado lo suficiente como para esforzarme en vencerlo, pero de vez en cuando, sigue atormentandome, como un inquieto fantasma en el desván de mi mente. Así que cada año, la decisión es tomar algunas cosas de esa "Zona del miedo" y sacarlas a la luz. Traerlas a que brillen bajo la realidad, que pueda luchar contra ellas, a gritos y tropezones, y lograr ese pequeño triunfo de seguir avanzando hacia esas puertas cerradas en mi mente, todos esos temores, heredados y propios, viejos y nuevos, que muchas veces pesan tanto como verdaderos candados. Siempre ha sido una labor concienzuda, esa de construir algo nuevo sobre el miedo, sobre lo que me produce angustia y temor. Es una manera de crecer, supongo, pero más allá de comprender hasta que punto eres creador de tu presente y con toda seguridad de tu futuro.
Del temer y no temer: allí el dilema.
Siempre he pensado que el miedo es un gran aliciente. Sé que suena extraño, pero he llegado a la conclusión que temer - y vencer el temor - es la manera más inmediata de crear algo valioso, algo totalmente nuevo en nuestra vida. Y es que el miedo es justamente esa contradición al deseo, a la iniciativa y a la necesidad de construir. El miedo nos detiene, nos ata, nos limita. Y es el miedo, lo que nos deja sin armas ni herramientas para comprender nuestra vida desde una perspectiva realista.
De niña, era muy miedosa. Le tenía miedo a la oscuridad, a los espacios cerrados - y a veces a los abiertos también - , a hablar en público. Era una niña tímida y callada, que solía sobresaltarse si le hablaban directamente, escondida detrás de un libro abierto. Fueron años complicados: Mi madre es una mujer extrovertida y no podía comprender mi torpeza social, esa sensación de encontrarme perdida en un mar de ideas que no podía controlar. Pasé buena parte de mi infancia temiendo, muy preocupada por lo que podía ocurrir o lo que no ocurría.
En contraposición, mi abuela era una mujer muy valiente. La más valiente del mundo, me pareció desde que fui a vivir a su casa. Me asombró no solo que nunca tuviera miedo a nada, si no que además, sintiera que el miedo era bueno, fuera real y sobre todo, derrotable. Recuerdo que me asombraba escucharla caminar a oscuras por su casa, enfrentarse al enorme perro de la vecina con una sonrisa, bailar en público aunque ella misma confesara que tenía muy mal ritmo y dos pies izquierdos ( de allí, los heredé ). El caso simple es que para mi abuela, el miedo era una lucha, un proceso, para encontrar el poder de vencerlo. Y ese pequeño triunfo, siempre fue una manera de comprenderse, de relacionarse con el mundo.
Fue ella la que me habló por primera vez de la "zona del miedo". Me lo explicó, mientras juntas, nos tomábamos un té en la oscuridad absoluta. Una manera de vencer mi miedo que resultaba tan agradable como dulce. Sentadas una frente a la otra, solo escuchaba en la penumbra el sonido de su voz y el buen sabor del té de azahar que era su favorito.
- ¿Pero esa zona del miedo no te hace daño? - pregunté.
- Solo te hace daño si lo permites. La zona del miedo es un cajón en tu mente con todas las cosas que debes hacer para crecer.
- ¿Como hablar en público? - la mera idea me dio escalofríos.
- Como hablar en público - repitió - la zona del miedo es encontrar contra que debes luchar para encontrar la libertad de hacer lo que quieras.
Estuve pensando en esas palabras meses enteros. Y ellas pensaba cuando me levanté, en mitad de una difícil clase de biología - siempre me llevé mal con las ciencias exactas - y di una pequeña exposición, en voz alta y clara. Tenía las manos tan heladas que dolían y la barbilla me temblaba, pero cuando terminé...sonreí.
Y siempre he sonreído desde entonces. Lo he hecho cuando completé, contra todo pronóstico, mi segunda carrera universitaria. Lo hice cuando abandoné todo para correr a fotografiar. Lo hice cuando comencé a escribir a ciegas, tontas y locas para obtener el trabajo de mis sueños. Todas las veces en que he roto la linea de la zona del miedo y avanzo un poco más, sonrío. Porque triunfo. Porque es una manera de crear.
De manera que, sonreiré, seguramente, cuando mi instructor de Japonés comience a hablar y no entienda una sola palabra. Y lo haré cuando me duela la muñeca tratando de dibujar los ideogramas Y lo haré, claro, cuando diga mi primera frase correcta en Japonés.
Un nuevo reto, un nuevo miedo que vender.
¿Cuales son tus retos dentro de la zona del miedo? ¿Has pensado en eso?
1 comentarios:
Já! Nadie se atreve a escribir sobre su zona de miedo? Voy a ver como me va por aqui intentándolo, por aquello de "hacer terapia", y de que "es bueno soltar, dejar ir todo aquello que te ata", y ciertamente esta bendita zona de miedo lejos de permitirte vivir en sana paz, más bien es estar como lo que llamamos "morir viviendo". Desde pequeña, siempre tuve miedos, y conservo algunos en la actualidad, sólo que a lo largo de mi vida he inventado una serie de rituales que me permiten mantenerme tranquila y "libre de angustias". Obviamente, esos rituales tienen que ver con el hecho de evitar a toda costa el toparme por alguna casualidad con cualquier situacion que active ese temor paralizante que hace de un instante que promete ser placentero, una pesadilla interminable, y que además te da una sensacion de tiempo enlentecido. Este año, me impuse unos retos que estoy segura definiran mi historia y haran mi vida super interesante, me iré sola de viaje y de paso, me montare en avión, cosa a la que le huido en multiples ocasiones. Estoy segura que será una verdadera aventura, creo que definitivamente para enfrentarse a ello, sólo se necesita sacar el valiente que llevamos dentro, sin pensar mucho, sin darle mucha vuelta.
Suerte con el japones! Gracias por tu blog, me encanta!
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