Desde que mi amiga Gabriela Aguilar sufrió el accidente que la mantiene muy grave y bajo cuidados intensivos en un hospital de mi ciudad, no dejo de pensar en la fragilidad del cuerpo humano. De la vida en general. Es un pensamiento que durante los últimos días no me ha permitido dormir bien y me abruma, pero sobre todo me preocupa. Porque sin duda, aunque hay un ingrediente de terrible azar en lo que Gaby vivió, también hay mucho de descuido, de simplemente olvidar que tan vulnerables somos como seres humanos.
Gabriela, hace cuatro días, estaba manejando bicicleta por Caracas, cuando perdió el control y cayó al suelo. Debido a la velocidad a que transitaba, pero sobre todo al hecho que no llevaba casco de seguridad, Gaby sufrió una gravisima lesión cerebral. Un pensamiento que te desconcierta, te angustia y sobre todo te lastima. Un pequeño descuido, y Gaby, la mujer talentosa, el futuro que esperaba por ella, ahora se tambalea. Es una encrucijada, una incertidumbre que no termina de concretarse. Ahora mismo, Gaby, su vida, su salud, pende de un hilo. Es una gran interrogante que atormenta no solo a su familia, si no también a todos la que la queremos y deseamos su pronta recuperación.
Esta apresurada reflexión no tiene un objetivo. Tampoco es un sermón público a quienes acompañaron a Gaby no solo esa noche del accidente si no todas las anteriores que tránsito por Caracas en bicicleta, sin tomar las medidas de seguridad necesarias, arriesgando su salud cada día. Solo es una reflexión, apresurada y quizás incompleta sobre el riesgo que implica poner en peligro tu vida y de quienes forman parte de tu grupo de ciclistas por un descuido, en mi opinión incomprensible. Porque lo más doloroso de todo lo que estamos viviendo ahora, es que la tragedia de Gaby pudo evitarse. Y de la manera más sencilla. ¿Por qué un grupo que fomenta la convivencia urbana, que celebra una ciudad más humana, que insiste en que todos somos responsables de construir una comunidad más amable, permite que sus miembros corran este tipo de riesgos? Sí, estoy disgustada. Muy dolida y sobre todo asombrada que un colectivo que insiste que la ciudad puede ser un espacio para el reencuentro ciudadano no encuentre igual de importante proteger a sus miembros, insistir en medidas de seguridad que pueden evitar la situación que Gabriela y su familia viven ahora mismo. ¿Es comprensible -admisible - que se consideren las medidas de seguridad imprescindibles, las básicas como un lujo, un elemento burgués? ¿Que clase de irresponsabilidad es el concepto que cuidarnos los unos a los otros de una manera sencilla es menos importante que construir una ciudad para todos?
Hoy, pido por la salud de Gaby. Pero también pido para que todos los que cada día se jactan de ser ciclistas urbanos, que salen a la calle a proclamar que Caracas puede ser la ciudad que soñamos, asuman que la responsabilidad comienza por cuidar de su propia integridad y lo que los acompañan. No quiero otra madre llorando en silencio por un accidente que pudo evitarse. No quiero llorar por otro amigo que tengo miedo de perder.
Esta ciudad necesita humanizarse. Pero tu, que insistes en la idea, también necesitas ser responsable por ti mismo.
Es todo lo que tengo que decir.
2 comentarios:
Me uno a tu petición por la salud de Gaby y te mando un abrazo.
Totalmente de acuerdo. En grupos de discusión de ciclistas urbanos se habla de la idea de "no excluir" por no usar casco, pero más allá de "no excluir", se trata de exhortar, de alentar como grupo organizado. Había incluso quien decía que sacar a colación el tema era llevarlo al plano personal y que desunía al grupo. Yo no pienso que sea así, pienso que la discusión y el debate nutre a la sociedad y que estas cosas no deben pasarse por alto, en especial cuando hay casos como este. Usar casco no es una opción, pues en todo caso también está la opción de no usar cinturón de seguridad cuando se va en carro y aún así la gente no lo usa ni exige a sus pasajeros que lo lleven (incluso a los de atrás). Aún así es responsabilidad del conductor exigírselos e incluso negarse a llevarlos, pues si pasa algo, es el conductor, el responsable del vehículo quien va preso, incluso por homicidio culposo o negligencia. En el caso de un grupo de personas que van en vehículos independientes, incluso podrían caer en negligencia (legalmente hablando) permitir que esa persona asuma el riesgo, pero la libertad es más responsabilidad que hacer lo que a uno le dé la gana. Claro, estoy hablando en un caso ideal en el que pase algo, pero esa es la idea de los dispositivos de seguridad, porque las cosas no pasan sino ocasionalmente. Y tristemente aquí las cosas tienen que hacerse ley para que el "sentido común" se cumpla, incluso a medias: he visto a más de un motorizado ponerse el caso al entrar a Chacao, a otros más ponérselo como sombrero (sin abrochárselo) y a otros ponerse el cinturón sin abrochar (y con los pasajeros sin cinturón) y del celular ni hablar. Eso refiriéndonos a lo legalmente regulado. Por eso queda en nosotros la responsabilidad de crear conciencia. Incluso, me atrevo a decir que con el casco no basta, también hay que usar chaleco y guantes de manera obligatoria. Y bueno, mis mejores deseos para Gaby.
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