Leí el libro por recomendación de mi amiga @LauSolorzano. Y es que muy probablemente no lo habría hecho de otra manera. Por años, he tratado de evitar las historias sobre el Holocausto Nazi por consumirse en una morbosidad necesaria - pero previsible - y desvirtuar la historia humana en beneficio de un panflecto político. El último libro que leí sobre la temática fue "Treblinka" de Jean-François Steinery y por supuesto, "La lista de Schindler" de Thomas Keneally Y en ninguno de ellos encontré esa profundidad de planteamiento, esa visión del observador común en medio del desastre, de la victima anónima en medio de un apocalipsis imprevisible.
Pero en el libro de Olga Lengyel si encontré, no solo ese elemento vivencial, trágico pero profundamente hermoso que siempre asocio con las historias que trascienden más allá de la mera narración de la magnitud del genocidio nazi, si no también una visión descarnada que me sorprendió por su crudeza. Con una minuciosidad casi elemental, el libro permite comprender hasta que punto el Nazismo construyó una maquinaría perfecta y mortalmente precisa para llevar a cabo el asesinato de millones de hombres y mujeres, si no que además, es un espejo sobre ese desconcierto del que vive una tragedia incalculable sin saberlo. Porque Legnyen, sobreviviente del campo de exterminio Auschwitz-Birkenau, probablemente jamás sospecho el verdadero alcance de la destrucción, del terror que viviría cuando decidió acompañar a su esposo, el doctor Miklos Lengyel, a un "hospital de provincias" que resultó ser uno de los peores campos de concentración de la historia.
El infierno en la tierra:
La visión de Lengyel sobre la muerte y la desolación del campo de concentración es única. Rumana y médica, ofrece una visión objetiva - y tal vez allí radique su crudeza - sobre el Campo de Concentración. Estoica, obligada a sobrellevar el dolor y la desolación en silencio para no sucumbir al desastre, sobrevivió a la muerte de su marido, sus hijos y sus suegros. En el campo trabajó en la enfermería y colaboró en la rebelión que destruyó uno de los hornos crematorios . No obstante, Olga no se considera una heroína: al hablar de si misma, de sus vivencias, de las escenas de terror que tuvo que soportar hasta la liberación, Olga se mira como una victima, una pieza dentro de un mecanismo destructor que parecía abarcar el mundo. Su experiencia parece tocar todos los extremos: desde el horror inaudito de ver quemar a los cuerpos en las cinco chimeneas de Birkenau - incluidos sus propios hijos - hasta la ternura impensable de la solidaridad en medio del infierno. El dolor más allá de cualquier calculo, el terror como forma de vida.
El valor del libro, como historia individual y como aproximación a un hecho histórico escalofriante, es incalculable. El drama personal de la protagonista parece extenderse en todas direcciones, abarcando lo propio hasta lo simplemente anecdótico: El Drama de Olga sintetiza el horror de lo anónimo, de las cientos de vida que perecieron cada día en los hornos del campo de concentración. Su temor es el de todas las victimas, su horror ante un escenario de pesadilla, los pequeños gestos de humanidad en medio de la degradación más absoluta es el de todo un pueblo sometido a una crueldad sin sentido, a un sistema de destrucción inexplicable y peor aún, inimaginable para nadie de su época.
Un testimonio desde la pesadilla, una visión desde el horror más profundo de una superviviente a su propio infierno.
¿Donde puedes conseguir el libro?
Puedes comprarlo en cualquier libreria Tecniciencia y su precio es de 159 bs.
1 comentarios:
Excelente.
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