Durante los años setenta y ochenta, Venezuela tuvo una escena teatral muy variada: Eran tiempos prósperos y el arte reflejó la época saudita. Compañias de Teatro incluían a Venezuela en su circuito, se construyó el complejo Teresa Carreño - de altura internacional - y teníamos una muy variada temporada teatral que incluía estrenos de talla mundial. Fue una buena época para las tablas: El Teatro Nacional se convirtió en emblema de la actuación, el grupo Rajatabla estaba en su apogeo y en medio de toda la bonanza de Petrodolares, había un buen lugar para el arte en todas sus expresiones.
Todos los que amamos el arte en Venezuela sabemos que ocurrió después: La crisis económica, la progresiva crisis artística y por último, el lamentable descuido de la escena artística nacinal trajo como consecuencia el derrumbe de la calidad de lo que el espectador puede disfrutar. Actualmente, la escena teatral se redujo a una serie de puestas en escenas de mayor o menor valor artístico: el teatro sobrevivie a golpes de ingenio y sobre todo, con el esfuerzo sostenido de quienes continúan creyendo que es posible ofrecer un espectáculo de calidad al públic Venezolano. Tal vez por ese motivo, tiene una especial significado que la joven compañia de Teatro "Clas", venciendo toda una serie de obstáculos, haya logrado obsequiar al público con la presentación de una de esas puestas en escenas inolvidables, que recuerdan mejores tiempos, que demuestran que aún el teatro y el arte nacional, tiene mucho que ofrecer: Godspell.
Dios Canta con alegría:
Gracias al joven grupo de teatro Venezolano "Las" y la dirección de Armando Alvarez de nuevo, el espectáculo teatral Caraqueño se viste de gala con Godspell, el inolvidable musical escrito en 1970 por Stephen Schwartz y John -Michael Telebak. El espectáculo, mundialmente aclamado y que luego de su estreno en Broadway en Mayor de 1971, se convirtió en un icono del músical. Con los años, Godspell, como músical y puesta en escena, ha madurado en propuesta y significado: ya no hablamos solo del musical como tal, si no el mensaje que parece crear a cada presentación: Dios habla para todos, Dios es parte del arte. Un lenguaje Universal.
Confieso que tenía mis dudas sobre asistir a un musical basado casi enteramente en el Evangelio de San Mateo. No obstante, de inmediato, comprendí que parte de la magia de Godspell radica justamente en expresar ese mensaje Universal de amor y poder de creación sin distingo de raza o creencia. Dios es nuestro, como idea y metáfora. Como espectáculo, el Godspell de la compañia Clas es inolvidable. Comienza con una rápida remembranza al pensamiento Universal a través de sus principales representantes, desde Descartes hasta Da Vinci. Todos tienen su formula, todos predican su verdad. Y es en el dinamismo de los actores, confundiendose entre el píublico, mostrando con las manos desnudas y una conmovedora inocencia ese pensamiento de lo utilitario y lo práctico, donde Godspell, como mensaje, toda verdadero sentido. Cuando Jesús - encarnado por un estupendo Alejandro Torres - aparece en escena, el escenario parece convertirse en un hervidero de vida. Porque no se muestra al Jesús simple de las escrituras, la figura moral, si no a un personaje cercano, que encarna el arte por el arte, el lenguaje inequívoco. En adelante, Godspell asombra y conmueve por su agilidad, por su desenfado y frescura. La música llena cada espacio, florece para conectar al espectador con esa alegría de la fe que desborda a cada personaje. Porque no nos equivoquemos: aunque Godspell pudiera confundirse con un espectáculo religioso, no lo es. El espectáculo ha sido concebido y adaptado con tanta inteligencia, que se sostiene sobre esa revisión de la creencia para crear otra visión - una totalmente nueva - de una historia quizá contada en demasiadas ocasiones. Y es justo esa espontaneidad, la risa, la inocencia, esa corriente de fraternidad que los actores logran transmitir con tanta fuerza, lo que hace la obra inolvidable.
De manera que, como espectadora y sobre todo, amante del arte, doy una ovación de pie a todo el equipo de producción, los actores y actrices y sobre todo al director Armando Alvarez que supo brindar a Godspell, la versión actual, para venezolanos y creada por Venezolanos, una identidad solida y una impecable ejecución. Un espectáculo para recordar que lo hecho en Venezuela, es capaz aún de sorprendernos gratamente.
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