Hablar del Marques del Sade es hablar del escándalo: el divino Marques no solo pasó a la historia por sus libros sino también por su estruendosa y transgresora vida pública. Porque para Donatien Alphonse François de Sade, Marques de Sade, el sexo - la lujuria, la necesidad, la idea misma de la sexualidad - se convirtió en una forma de expresión, más allá de lo meramente carnal. Considerado genio por uno y depravados para otros, el Marques logró lo que pocos escritores logran: Convertir su vida en la mejor de sus novelas.
Los infortunios de la virtud o el deseo marchito:
No hay pruebas al respecto, pero la historia - y la leyenda - aseguran que el Marques de Sade terminó de escribir el primer borrador de Justine o Los infortunios de la virtud hacia finales de 1788 y fue la excusa oficial para encerrar al marqués de Sade en el hospital para enfermos mentales de Charenton. La obra, que escandalizó y enfureció a la sociedad parisina, es sin duda una de las obras más debatidas de Sade, no solo por su contenido - la novela fue considerada aberrante y se prohibió su impresión casi dos siglos -. De hecho, entre la primera versión y la que se imprimió en 1791, hay diferencias notables, entre otras la de extensión. Es bastante probable que el Marques perdiera los manuscritos originales que fueron encontrados en su celda de reclusión poco después del 4 de Julio de 1780, cuando fue liberado de la Bastilla al Triunfar la Revolución en las calles. La leyenda insiste que había entregado a su esposa el manuscrito completo de Justine durante una de sus visitas, temiendo ser asesinado durante las revueltas que comenzaban a sacudir París.
Nunca lo sabremos con certeza: En realidad, la versión que conocemos de Justine o los infortunios de la Virtud, es justamente la que sobrevivió no solo a la Revolución, sino también al proceso de Divorcio entre el Marques y su mujer, poco después. Se sabe que el primer borrador del libro constaba apenas de 150 páginas y fue creciendo, a medida que su autor fue confinado y liberado en variadas oportunidades durante su vida. Porque el Marques luchó durante toda su vida contra dos fuerzas que parecían oponerse: su propia lujuria y esa sociedad conservadora que intentó - sin lograrlo - confinarlo a los limites de la simple locura. El Marques de Sade no dejó de escribir sino que creó un manifiesto secular de lujuria, proclamas políticas y furioso existencialismo en una novela desconcertante.
Porque Justine, es de hecho, esa Francia destrozada y golpeada por una Revolución cruenta: de crueldad en crueldad, de castillo en castillo - en incluso de convento en convento - Justine, la pura, la que no deja se predicar una y otra vez la necesidad de la pureza, se convierte en objeto de placer de los poderosos: No es casualidad que sea un noble, un burgués y hasta sacerdotes quienes abusan de Justine con una malevolencia que asombra incluso al lector más curtido. ese a las lentes de aumento con que el autor la contempla, no dejaba de producirse, bien oculta tras los muros de algunas fortalezas y casas de recogimiento, y bien protegida por los privilegios que aseguraban a la nobleza y a la clerecía la impunidad. Víctima del Mal, Justine sufre en carne propia las consecuencias de los instintos más ocultos del ser humano, a los que un siglo más tarde Freud bautizaría precisamente con el nombre del «divino» Marqués: «sadismo» y «sadomasoquismo», componentes enfermizos de una parte de la sensibilidad humana.
Como dato curioso, El Marques nunca consideró especialmente buena la novela: se cuenta que llegó a quemarla en varias oportunidades y más tarde, reescribirla en un prodigioso esfuerzo de memoria. ¿Construía el Marques su propio concepto de la lujuria cada vez? Muy probablemente, y también, el deseo de simplemente transgredir.
¿Donde comprar el libro?
Hace un par de años conseguí una edición barata y bastante respetable en la Libreria Alejandría III de Chacaito.
Como siempre, si quieres leer "Justine o los infortunios de la Virtud" déjame un correo en los comentarios y te lo envío!
2 comentarios:
Hola Aglaia, siempre me queda algo al leer tu blog, no lo leo con la frecuencia que quisiera, pero cuando lo hago es reconfortante y existe algo que invariablemente me invita a reflexionar.
En esta oportunidad me va quedar algo más :-) podrías enviarlo a tityus78@gmail.com
Qué interesante que hayas escrito sobre un autor como Sade en un día como el de San Valentín. Me cuesta diferenciar si esta decisión fue un acto de intencionada contradicción o de ironía, porque así es Los infortunios de la virtud, irónica, al menos desde mi interpretación.
La infamia y la blasfemia pareciera que fuesen el pivote en torno al cual girara el mensaje de Sade, en este escrito; pero no me queda claro que sea éste un manifiesto de excesos. Justine es la representación del ideal de la providencia, de un espíritu bienaventurado en el que “la pureza” es sólo uno de los mandatos divinos, entre otros como la gratitud, la solidaridad, y la justicia, que también son discutidos en el libro.
Pero ¿a quién dirige Sade este escrito? ¿A los virtuosos? ¿A los viciosos? Pareciera que fuese a los hipócritas. Los diversos acontecimientos que envuelven la vida de Justine hablan de la usura, la estafa y la delincuencia de Francia del siglo XVIII, y parecen decir al marqués, al cirujano, a los sacramentos y al pobre, algo así como: mírense en estos retratos en los que su aparente benevolencia, virtud o necesidad ha sido desenmascarada. Marqués de Sade no es el único francés de su época que ha criticado a su propia nación, sólo que ésta ha sido su manera.
Personalmente lo que rescato del libro son las diversas conversaciones filosóficas en torno a los diversos modos en que puede decidirse llevar la propia vida, y las consecuencias de esas decisiones de acuerdo al contexto socio político y cultural en el que uno se encuentre.
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