sábado, 27 de abril de 2013

La Divinidad femenina: De la Virgen a la Asesina.






Hablar sobre una divinidad femenina no siempre es sencillo, sobre todo en una cultura como la mia, conservadora y eminentemente católica. En las ocasiones en que toco el tema, siempre surge un claro escepticismo hacia el concepto de un tipo de imaginario sagrado donde la mujer sea considerada divina. Existe además la contradicción que la figura de la Diosa histórica en contraposición con la figura femenina que el pensamiento universal considera sagrada: La Diosa de los bosques  no es virgen - no al menos por necesidad -, tampoco pura y mucho menos casta: la idea del sexo para las antiguas culturas nunca implicó algún tipo de debate moral, sino un acto creativo en si mismo y la divinidad femenina refleja justamente esa idea de la sexualidad como expresión espiritual. Así que cuando menciono a la Diosa, también hay un poco de análisis sobre la visión de la mujer y su circunstancia. Otro tema de eterno debate.


Sin embargo,  el hecho es, que la Diosa, la divinidad creadora es parte de ese pensamiento cultural que consideramos primitivo y casi esencial. Por siglos, la figura de la Diosa ha sido una constante dentro de la mitología y la literatura Universal. Se ha transformado, ha tomado diversos nombres, ha evolucionado paulatinamente. Pero siempre está allí, una especie de capítulo marginal de la historia aceptada, la que escribió con mano masculina y que se considera oficial. Y es que la Diosa forma parte de esa otra visión de la cultura y el pensamiento humanista, el que existe al margen, el que se reformula cada vez. Quizás ese sea parte de su impacto - y encanto -, pienso con frecuencia.

La Diosa: Una huella que permanece. 

Resulta complicado hablar de la Diosa como figura sagrada porque su aspecto y concepto nunca fue totalmente benigno. Otra de las contradicciones con la visión occidental al que el sagrado femenino debe enfrentarse. Porque para los mitos más antiguos sobre la divinidad con rostro de mujer, la feminidad no siempre representaba ternura ni tenía un aspecto maternal. De hecho, muchas de las leyendas, mitos y arquetipos relacionados con lo sagrado femenino tienen un claro connotación violenta:  por ejemplo, La Diosa mexicana “La dama de la falda de serpiente” quien daba nueva vida con la sangre genital de Quetzalcoatl; En las ocasiones en las que he investigado al respecto, me he preguntado si guarda algún paralelismo con Anath, quién colgaba los penes de sus víctimas en el delantal de cuero de cabra –aegis- que usaban las sacerdotisas libias. Lo que si es cierto, que la larga huella de la Diosa parece cruzar eras y naciones: El aspecto más cruel y violento como reflejo de la naturaleza cambiante, del poder que no se comprende y aún así se acepta como una manera de divinidad.

Algo también muy curioso es encontrar una clara linea de semejanzas entre todas los mitos donde lo femenino tiene un lugar preponderante:  Resulta asombroso comprobar cuantas diosas Vírgenes parieron a semi Dioses que luego fueron asesinados por proclamar su divinidad. La historia parece crear un ciclo que se alimenta del mismo simbolismo, que declara las mismos conceptos y los renueva cada cierto tiempo. Evidente, lo que menciono, en la historia de Moth-Aleyin. quién era hijo de la virgen Anath y más tarde también era el consorte de su propia madre. Al igual que Jesús, se lo llamaba “Cordero de Dios”. El decía: “Soy Aleyin, hijo de Baal (el Señor). Preparad el sacrificio. Soy el cordero hecho de trigo puro que debe sacrificarse para la expiación”

Pero los paralelismos no terminan allí: investigando, el mito parece recrear lo que sería en unos cuantos siglos más adelante, la visión católica sobre el mesias redentor.  Tras la muerte de Aleyin, Anath le resucitaba y sacrificaba a Moth en su lugar. Le decía a Moth que había sido abandonado por su padre del cielo, el mismo que luego abandonaría a Jesús en la cruz, lo que por supuesto recuerda las palabras atribuidas a Jesús en el evangelio de Marcos 15:34  “Padre, Padre, ¿porqué me has abandonado?” . El análisis puede hacerse infinito, contraposiciones y sobre todo, huellas de un pasado mitologico que parece haber sido heredado por las religiones actuales.

El drama Sagrado: La Diosa como figura trágica y violenta. 

Como mencioné antes, para las culturas antiguas, la figura femenina divinizada no siempre incluía un aspecto maternal y amable, mucho menos la virginidad como simbolo de poder. Muchos mitos hacen directa referencia a Diosas asesinas, bebedoras de sangre y sobre todo, violentas, cuyo recurrencia deja bastante claro el hecho que para la visión cultural primitiva, la Naturaleza - entendida como Madre, mujer y creadora - era una dualidad donde el bien dependía del mal, ambas fuerzas en una constante pugna por el equilibrio. Resulta muy interesante comprobar que la figura de la Diosa como Madre - sumisa es una interpretación más o menos reciente del mito de la Divinidad y que tuvo su origen en el Medioevo, cuando la caza de brujas exterminó - y de raíz, podríamos decir - toda concepción de la Divinidad femenina. Es de hecho, desconcertante como la divinidad se cercenó hasta convertirse en un simbolo de pureza, desdeñando también el aspecto más humano y primitivo, como lo es la violencia.


Continuando con el mito de Anath, podemos comprobar hasta que punto la Diosa primigenia era un simbolo de cualquier emoción humana: desde la muy potente hasta las más sutiles. Según numerosos mitos, La capacidad de Anath para maldecir y matar hizo que el Padre del Cielo la temiera. Cuando El parecía reticente a seguir sus deseos ella lo amenazó con aplastar su cabeza y cubrir con sangre su pelo y su barba gris. Entonces apresuradamente El le dio todo lo que ella pedía diciendo: “Aquel que la entorpezca será aplastado”.

Evidentemente, ha habido un gran salto desde esta historia de Oriente Medio en que la diosa reina y decide, hasta el concepto griego patriarcal en que la temida diosa es la siempre diligente hija del Padre del Cielo. Un proceso cultural que llevó siglos completarse y que muy probablemente concluyó con la transformación de la Diosa Madre original, en la figura de virgenes y Santas, simbolos de la pureza y la santidad. No obstante, cabe preguntarse, hasta que punto esa idea de la virgen Santa - no la guerrera, no la creadora - es un reflejo de una sociedad que suprimió la feminidad de sus creencias y que más allá, construyo una visión castradora sobre el sagrado femenino. Un tema que en lo personal, me parece muy apasionante: una visión cultural sintomática de la opinión patriarcal de la sociedad sobre la identidad de la mujer.

Fuentes:
Walter G., Barbara. “Anath”, The Woman’s Dictionary of Symbols and Sacred Objects. San Francisco: Harper San Francisco.

1 comentarios:

Scarlett dijo...

En la mitología celta está Morrigan que es diosa de la guerra, el furor de la batalla y la muerte en cierto grado. Es justa y temible, pero tiene ese componente violento y de empoderamiento tan temible. Pero en el universo celta la vida va tan ligada a la muerte, que la muerte sólo se puede transformar en renacimiento. También está Macha que castiga a los hombres a sufrir dolores de parto, pero sin tener nunca el consuelo de dar a luz una vida, luego de que ellos la ultrajaran. Scáthach es la diosa que entrena al mítico Cú Chulainn como guerrero y en algunos textos se insinúa que ella y su hija lo adiestran también en las artes amatorias. También hay referencias la virgen que da a luz, en este caso Arianrhod.
Arianrhod, cuyo tío Math necesita usar como taburete para sus pies a una virgen, pues de no hacerlo morirá. Arianrhod es sometida a una prueba de virgnidad por Math, pero inmediatamente da a luz un niño, enojada por su humillación maldice al niño y jura que no tendrá nombre a menos que ella se lo dé. Años después la diosa es engañada por uno de sus hermanos para darle nombre el muchacho: Llew. Cuando Arianrhod descubre el engaño se enoja tanto que maldice al chico diciendo que nunca tomara las armas si ella no lo arma primero, tras un segundo engaño de su hermano Gwydion, la diosa arma a Llew. Tras el segundo engaño Arianrhod maldice a Llew diciendo que jamás obtendrá esposa entre ninguna de las mujeres de las razas que habitan la tierra. Al final Gwydion y Math fabrican en un caldero a Blodeuwedd para que despose a Llew. Los dioses la hacen hermosa y sumisa -dado el carácter mandón de Arianrhod y tan identificado a todas la mujeres celtas en sus mitos- pero al final, despierta en Blodeuwedd su instinto femenino, se enamora de otro hombre y sabiendo que Llew no la dejará ir y los tíos de su esposo no la dejarán en paz nunca, termina asesinando a su esposo con ayuda de su amante. Moraleja- según mi abuelo- a una mujer se le deja elegir lo que quiere siempre y nunca se le obliga a hacer nada que no quiera ni se elige por ella.
Creo que en cierto modo, es el temor a un poder femenino tan inherente y violento (como les pasó a Math y Gwydion) el que ha hecho que el hombre optara por suprimir esa faceta femenina a lo largo de la historia. La parte de la flores, la maternidad y la gentileza está bien, pero no la violencia y extrema fuerza que la mujer también pude llegar a desarrollar. De ahí también que se haya impuesto un tabú a la menstruación femenina, antes sagrada. En fin... tienes razón es un tema eterno y muy difícil de debatir en corto espacio ;)

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