lunes, 20 de mayo de 2013

La Mujer real: La apasionada, la furiosa, la grosera ¿Quienes somos las mujeres del siglo XXI?






“Sé malvada, sé valiente, emborráchate, sé imprudente, sé disoluta, sé despótica, sé anarquista, sé una fanática religiosa, sé una sufragista, sé lo que quieras, pero por piedad te pido que lo seas hasta el límite.Vive, vive plenamente, vive apasionadamente, vive desastrosamente. Vive toda la gama de experiencias humanas, construye, destruye, vuelve a construir.¡Vive, vivamos tú y yo, como no ha vivido nadie hasta ahora, exploremos e investiguemos, avancemos sin miedo por donde hasta los más intrépidos han titubeado y se han detenido!...” 

(Carta de Violet Trefusis a Vita Sackville-West, 1920)
( Gracias @Libreros por su gran don de la oportunidad ) 





Lo escuchamos  con frecuencia: "Una Dama no hace esto", "Mujer que no hace tal cosa, no es mujer", "Mujer que no hace tal cosa es hombre". Una especie de juego de palabras que deja bien claro una idea: La mujer - al menos en Venezuela - tiene un decálogo del "debe ser". Es un pensamiento un poco desconcertante en pleno siglo XXI, sobre todo en un país como el nuestro, tan joven, confuso y ambiguo. Pero supongo que esa raíz esencial del Patriarcado machista sigue revoloteando por allí, en la visión cultural que asume que cada cosa tiene su lugar y todo ciudadano su papel. Pero, ¿que ocurre cuando la idea general sobre el género te importa poco?

Eso me ocurre a mi. Y estoy convencida que gran parte de las lectoras de este, su blog de confianza, les ocurre algo parecido. Admitamoslo: somos la nueva generación femenina de un país caótico, una generación educada por internet, que trabaja para vivir, que se ha vuelto un poco cínica por necesidad. Porque en este país ser mujer no es sencillo y estoy convencida que a las mujeres nos gusta que sea complicado: somos la generación del argumento, la discusión, el desparpajo y la contradicción. Probablemente por ese motivo, cuando comencé a investigar un poco para escribir este artículo, me encontré con tanto sentido del humor como critica. La mujer Venezolana no se queja, la mujer Venezolana sonríe, construye, avanza un paso al frente a diario. Y se enfrenta claro, a ese "deber ser" del cual hablábamos más arriba con el humor burlón de quien sabe que el mundo es nuevo todos los días y que somos quienes escribimos nuestra propia historia. De manera que, la mujer venezolana sabe el secreto para sobrevivir al Prejuicio: destruirlo a carcajadas.

Así que, cuando le pregunté a un grupo de quince mujeres distintas, ¿cuales son esos estereotipos de lo femenino que te sorprenden todavía existan? La respuesta me hizo reír  reflexionar y comprender que la mujer - la esencial, la sabia, la fuerte - sigue siendo, la mayor parte de las veces, un enigma. La feminidad como forma de comprender al mundo, que a su vez,  es incapaz de comprender - aún - ese poder misterioso de la mujer.

* Toda mujer ama comprar zapatos de tacón alto, maquillaje, se viste de rosado y es coqueta:

A menos que sea como la mayoría de las mujeres que conozco, que invierte en la mayoría de su presupuesto en libros, objetos de diseño, curiosidades tecnológicas y sí, más libros. O que se peina en contadas ocasiones. O cuya "coquetería" es una rara mezcla de inteligencia, buen humor y simpatía  Y es que los tiempos donde la mujer se definía en símbolos muy concretos se diluyeron en esa nueva visión de lo femenino tan fuerte como exquisita, tan singular como poderosa. La mujer actual es una contradicción,  sabe muy bien que su poder reside en la sonrisa maliciosa, la mirada sabia y esa capacidad de comprenderse así misma más allá de cualquier esquema.

Da gusto, caminar por Caracas y contemplar esas mujeres de la nueva era, de cabellos cortos, botas con estampados florales, la sonrisa amplia, los brazos cargados de libros. Emociona, comprender que perteneces a las mujeres que se maquillan porque les agrada y no porque deben, que el rosado le produce cierta inquietud y que deciden ir por la vida, convencidas que la mejor coqueteria es la franqueza y el buen humor.

* La mujer quiere ser madre:

Nunca me gustó jugar con muñecas. Mis primeros compañeros de juego fueron libros y objetos extravagantes que encontraba en la muy poco convencional casa de mi abuela. Luego, me hice adicta a las cámaras.Y seguían sin gustarme las muñecas.  Los adultos me miraban de reojo, se reían con paciencia y decían "ya se le quitará lo varoncito". Más adelante, siendo una adolescente, seguí obsesionada con los libros y las cámaras. Y descubrí otra cosa también: tampoco me entusiasmaba la idea de la maternidad, el matrimonio y las grandes historias de amor que al parecer obsesionaban a las mujeres de mi edad.

En un país donde la mujer se le celebra como Madre y esposa, decidir concientemente que no lo serás, es algo que te lleva a ese lugar un poco incomodo de quienes no tienen nombre inmediato, a una cierta marginación que por mucho tiempo fue muy evidente. Sin embargo, que sorprendente es de pronto encontrar que no estás sola en esto de asumir que la maternidad ni tu estado civil te definen, que puedes prescindir de cualquier titulo y circunstancia para disfrutar mejor tu vida. ¿Quién eres cuando te miras al espejo? ¿Quién eres sin definirte mediante un rol? ¿Como es tu sonrisa cuando descubres el poder que tiene tu independencia y tu capacidad para celebrar tu valor? El poder de la feminidad sin el peso de lo tradicional, sin la carga cultural de mirarte a través de tu capacidad biológica para concebir. La mujer que crea con arte y muestra un rostro de la pasión.

* Toda mujer es romántica, emocional y frágil:

Una de mis amigas más queridas juega fútbol con una habilidad que sorprende. Otra, es ingeniero y siempre que encuentro una fotografía suya, está sonriendo, llevando casco y jean. Un juego de géneros, pensarán algunos. Yo estoy convencida que es libertad. Porque por mucho tiempo, la mujer llevó esa responsabilidad extraña de refugiarse únicamente en las emociones, de creerse frágil, de asumir un romanticismo brumoso para mirar el mundo. Y aceptar, que el carácter y la fuerza es también una manera de demostrar el poder de la mujer, de mirarte, más allá de ese elemento tan limitado como es concebirte a través de la debilidad, es un descubrimiento que ha cambiado el mundo de muchas, que ha brindado un nuevo rostro a la mujer del nuevo Milenio, a la que ríe en voz alta, a la que grita de pasión, la que disfruta su sexualidad sin disimulo, la que cree en su propio peso en el mundo. Esa es la mujer que admiro, la mujer del mundo que se crea a diario, la mujer de esta nueva generación sorprendente que está creciendo ahora mismo, madurando, construyendo una nueva definición de feminidad.

* La mujer, costilla de Adán:

Según algunas tradiciones Judaicas, Lilith fue la primera mujer de Adán antes que Eva apareciera en escena. No se sabe mucho de ella, pero había un detalle que debe haber escandalizados a los muy estrictos rabinos al traducir algún texto con su nombre: Lilith quería ser igual que Adán. Le enfurecía su identidad al servicio del varón y reclamaba los mismos derechos que la mítica figura  del primer hombre creado. Con el paso de los siglos, la figura de Lilith se demonizó y Eva se convirtió en el estereotipo de la pecadora, la curiosa, la sufrida costilla de Adán. Y ese estereotipo se mantuvo, se culturizó, se hizo parte de la visión de lo femenino. La mujer bajo la potestad del hombre, la mujer siempre niña, la mujer muda, la mujer sin identidad.

Pero Lilith, la mitica y secreta diablesa, parece haber renacido en toda una generación de mujeres que descubrieron que la mordida a la manzana fue el menor de los "pecados". Y que maravilloso es encontrar a las desobedientes, a las groseras, a las apasionadas, a la "Puta", a la que baila hasta el amanecer. La mujer de la nueva Era no comprende de limites y cometió hace mucho tiempo, el "pecado" de atreverse, de luchar, de enfrentarse, de olvidar el prejuicio y mirarse así misma como su mejor obra de arte.



Sentada, en cualquier parte de esta Caracas convulsa y estrafalaria - que también, es mujer - miro a las mujeres que me rodean. Las mujeres sin edad, las rebeldes, las furiosas, las que llevan el libro en el brazo, las muestran piel con la falda corta, o caminan con botas de estampado floral. La mujer que corre atlética, la que camina cómoda y orgullosa en altos y elegantes tacones. La mujer que no se define por nada que sea visible, o quizá si. Pero que lo hace porque desea hacerlo, porque es su manera de crear.

La feminidad infinita, el poder de construir nuestra propio mundo.

C'est la vie.




1 comentarios:

loisa dijo...

Me siento muuuy identificada con tu artículo, me encanta. Como mujer, me debato entre la libertad y los estereotipos, aunque estos últimos me dan claustrofobia. Tengo la suerte de estar casada con un hombre que apoya totalmete mi libertad; sin embargo, a veces no lo aprovecho. Felicitaciones por tu blog.

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