jueves, 18 de julio de 2013
Proyecto "En Los Ojos de Otro" con Danie Albarrán ( @SrtaMorrison )
Siempre he considerado a Danie Albarran ( @SrtaMorrison ) como un espíritu singular: solo la conozco a través del mundo 2.0 pero siempre ha sido evidente que intenta construirse así misma a partir del mundo de las ideas. Sus opiniones se entremezclan para crear una rara mezcla de lo pragmático, lo idealista y lo urbano, que ella podría resumir con el mismo nombre con que bautizó su blog: "Misantropía citadina". Pero además de eso, Danie admite estar en pleno proceso de reconstrucción de sus creencias, de elaborar una nueva idea sobre su manera de profesar la fe, y más allá, asumir el concepto de la Divinidad como una parte esencial de su idea sobre el mundo. De manera que me pareció intrigante - e idóneo - intercambiar preguntas sobre nuestros respectivos procesos espirituales para encontrar entre ambos un punto en común, una grieta en el argumento o incluso, una manera de asumir que aunque nos encontramos en lugares distintos de ese interminable camino del aprendizaje espiritual, tanto como ella como yo tratamos de construir un concepto de la realidad que pueda sostener nuestras creencias más personales. Un sueño de la razón.
Estas fueron las preguntas que le hice a Danie:
1) ¿Consideras el ateísmo es una expresión del yo más poderosa que la necesidad de la fe o ambas se equiparan como forma de expresión espiritual / intelectual?
Vale la pena que comience a hurgar en mi mente para no hacer una mezcla del Yo de la filosofía con el Yo de la psicología, me voy por el segundo, aunque haya estudiado un tiempo al primero y del otro conozca mucho menos en teoría, también me voy por aquella definición sencilla que dice algo como “El Yo es una construcción social y como tal, puede fácilmente ser manipulada y controlada”, nuestro Yo no representa lo que somos realmente, sino todo aquello que se construye en base a la sociedad, viéndolo de esta manera y poniéndome nuevamente los zapatos de atea que llevé alguna vez, nuestra cultura inevitablemente nos afecta, en un mundo donde la ciencia no deja de maravillarnos, difícilmente quede espacio para necesitar fe en un dios, mucho más si el contenido que hacemos parte de nosotros, va al ritmo de la modernidad, ocupamos el día a día en una manifestación (que a veces puede ser absurda) de superarnos, de competencia masiva, de supervivencia, donde seguramente alguien que espera algo de su dios pasa a ser condenado a llevar consigo una etiqueta de “débil”, esto se acompaña de esa construcción social, que nos aleja de lo que realmente somos, el poder de ese Yo manipulable supera esa necesidad de creer. No las veo equiparadas, las veo distintas, concibo esa expresión del Yo una como la influencia que puede tener nuestro entorno sobre nosotros mismos alejándonos de la expresión espiritual, que no necesariamente asocio con una movida intelectual y la necesidad de la fe, como la naturaleza de lo que realmente somos y de la que inevitablemente, no podemos escapar.
2) ¿Cómo se construye el activismo cultural a través de ese proceso de transformación de creyente por cultura a no creyente por convicción?
El tiempo pasa y con él, evolucionamos, como sociedad aún nos queda esa cultura de fe infundada desde el primer punto de conductas a repetir con el que nos encontramos, la familia, crecemos y vamos formando nuestro propio camino, considero que algunos logran “ver más allá”, de ahí, las ideas comienzan a revolotear a nuestro alrededor y al paso que vamos, las tomamos casi que de “buenas a primera”, siempre querremos compartir nuestro día a día con el círculo cercano, lo que pasa por nuestras mentes, vivimos en manada, descubrir algo y guardarlo con recelo de quienes nos rodean, a pocos se les da, una vez que creemos que ese conocimiento, ese mundo de ideas es el más cercano a lo parece ser nuestra propia “realidad”, queremos exteriorizarlo. Dentro de algunos años posiblemente esté presente la no convicción como naturaleza humana, pero partiendo de la cultura, ¿es ella algo que se manifiesta de manera individual o colectiva? Hace poco me presentaron a Terence McKenna con “La cultura es tu sistema operativo”, todo comienza con la cultura colectiva, vamos “tomando” cosas que al final desembocan en un gran océano de una en común, es posible cambiar o modificar todo aquello que aprendimos por el camino y que no siempre, es para nuestro bien. A medida que damos todos estos pasos (si es que lo logramos), se construye parte del activismo, desprendiéndonos de nuestra cultura y quedándonos con nuestra convicción, sin embargo, me gustaría que no existiera, del cristianismo apoyo el concepto de “libre albedrío”, pero en versión simple, basado únicamente en esas dos palabras, no hay porqué intentar modificar la cultura de otros, mucho menos sus convicciones, cada uno debería elegir su propio camino, aunque este al mismo tiempo, tenga senderos en común con quienes también decidieron pensar así. Y aquí nos vamos a la pregunta 1, irrespetando este concepto de libre elección construimos el Yo de algunos, matamos la necesidad de fe ajena.
3) ¿Te consideras constructora o deconstructora de la fe que profesas?
Ambas, me dedico a construir valores y a derribar muros de manera casi equitativa, mi primer encuentro con aquello llamado religión no tuvo mucho resultado, mi inmensa curiosidad podía más y mientras no encontrara una definición sobre qué es Dios (más que “quién) y por qué necesitar creer sin saber qué era, sin poder darle una forma, sin sentir ese “deber” hacia algo que no entendía, me mantuve al margen, durante años me encontré sin esa fe, profesando un fanatismo ateo desmedido, quizás rabia por no poder experimentar eso, no lo sé, supongo que era mucho más sencillo negar la existencia de algo en lo que fui incapaz de creer por convicción, luego, mis propios demonios, los de mi mente, el miedo, la soledad, la subestimación propia, entre otros, me llevaron a tocar fondo y cuando sentí que ya no podía, encontré la salida en ese dios cristiano que llegó a mi vida lleno de amor y de bondad, nunca pude asociarlo a cosas malas, castigos, que se molestara conmigo o que yo tuviese que vivir con miedo hacia él, por suerte logré compartir con personas sin prejuicios y sin presiones, no me sentí la oveja negra rechazada, sino la que era bienvenida como un igual, negra, sí, pero respetada y tratada como un ser humano a pesar de ser distinta, hoy en día siento que encontré un punto medio, no sé si llamarlo fe, pero de ese mismo amor que logró sacarme de donde estaba y hacerme ver cosas que antes no, conservo algo todavía, me quedé en un punto medio que no da al cristianismo ni tampoco al ateísmo, ¿agnosticismo? Tampoco, no me creo agnóstica. Entendí que si dios existe de verdad, tiene que ser amor y refugio, me quedé con eso, creo ciegamente en la humanidad, no como algo que puede cambiar a mi manera o a la de alguien más, porque también defiendo la libertad individual, creo que enfoco mi fe actual como algo que puede encontrar entre tanto caos un punto basado en el amor y la libertad, profeso eso, respeto cada ser vivo que encuentro en mi camino, al día me consigo con pequeñas porciones de ese amor en desconocidos en la calle, que en un minuto pueden cambiar mi día, destruyo los muros que me aíslan y me alejan de esa paz, pienso que esa perfecta sincronía de amor y libertad es el motor que mueve el mundo o al menos el mío y me ofrece la tranquilidad que debe sentir cualquier persona que tenga su fe 100% definida en cuanto a algo.
4) ¿El arte en cualquiera de sus formas es una forma de fe y de religión?
Sí, definitivamente, pero creo que es una forma de fe muy muy propia, individualista y hasta secreta, citando parte de una frase de Wilde: “Revelar el arte y ocultar al artista es la finalidad del arte”, pienso que si lo comparamos a lo que sería “dios” para mí, sería una analogía válida, lo que crea es lo apreciable, disfrutamos de la obra, de lo que parece inexplicable y que no tendría mucha lógica investigar acerca de su origen y creador, se tiene fe en ese potencial que no precisa de explicación para disfrutarlo, se predica porque forma parte de cada uno que lo hace posible, juntándolos a su vez para formar un gran cardumen y el aferrarse al arte a cualquiera de sus expresiones lo convierte en una manera de vida soportable para quien lo entrega y para quien lo aprecia, esto también lo hace la religión. La finalidad no es encontrarse con el creador, porque sólo él mismo puede hacerlo, imposible conocer lo externo a nosotros con un acercamiento casi preciso. Así que al igual que la religión basada en una figura suprema, creo que existe este tipo de culto o adoración hacia otra cosa que se nos hace imposible conocer por completo, la mente y su capacidad de crear.
5) ¿La fe puede carecer de nombre, identidad e incluso de expresión formal visible?
Esta vez yo traté de darle un nombre para responder estas preguntas, es lo que hallo más cercano a explicar mi manera de practicarla, ser humano y tener fe van de la mano, definitivamente, es un concepto que me costó muchísimo entender, porque la mitad de mi vida la pasé cuestionándome y sintiéndome incapaz de percibirla, estamos diseñados para creer en algo y simplemente, lo necesitamos, somos incapaces de dar con la explicación de lo que supera los límites de nuestro entendimiento, como diría San Anselmo, hablemos de Dios o un no Dios, aplica; incluso un ateo (aunque se lea disparatado), cree en su concepto de no creer. Puede carecer de nombre, identidad y de expresión visible porque es como un chip con el que llegamos a este mundo y que se activa desde que cobramos conciencia de nuestro alrededor, aunque neguemos la existencia de algo llamado dios, el hecho de creer en lo que sea, es parte de esa “gasolina” que necesitamos para sentirnos humanos y “vivir” más que “sobrevivir.
La fe como un simbolo de la razón, de la construcción del mundo interior y más allá, la maneras que tenemos de expresar nuestras opiniones e inquietudes. La divinidad como herencia cultural que se transforma a partir de la experiencia, que otorga sentido a la confusión del cuestionamiento e incluso, a la desazón del desconcierto. La necesidad de cuestionar y encontrar respuestas como una manera de creer y crear.
Estas fueron las preguntas que Danie me hizo:
1) En el tránsito de ser la niña bruja a la mujer bruja de la actualidad: ¿Encontraste alguna contradicción o punto de quiebre en tu fe? ya sea por influencia del ámbito social o cualquier factor externo.
Creo que la fe - y por tanto las creencias que la sustentan - deben ser lo suficientemente flexibles como para soportar los inevitables cambios que ocurrirán mientras maduras, en el aspecto espiritual o en el cronológico, que es mucho más simple. La mía, al menos, soportó bastante bien los cuestionamientos y sobre todo, la crítica inevitable de encontrar opiniones y expresiones de fe encontradas, visiones disimiles o eso tan sutil que llamamos "contradicción" al argumento esencial de cualquier religión: Una interpretación del yo, como sustento de la identidad. Porque la brujería no se asume como una verdad inmutable o mucho menos absoluta, se reinterpreta así misma como parte de ese recorrido interminable hacia la comprensión de tu mundo interior, tus propios debates individuales y sobre todo, la capacidad de todo aquel que la profesa para equivocarse y asumir sus errores como parte del aprendizaje. De manera que la brujería, como creencia y como idea moral, tiene la particularidad de crecer a medida que tus visión del mundo se transforma, evoluciona, se hace más rica y consistente. Así que podría decir que no hubo nunca un punto de quiebre, sino una conciliación - quizás inevitable - entre la visión del mundo real y mi manera de asumirlo e interpretarlo desde el ámbito de la fe.
2) Algunos lo llaman "pecado" otros "karma", para ti, ¿de qué manera se "pagan" las malas acciones?
En brujería, el tema de de las consecuencias sobre lo que haces - o no - siempre será parte de un interminable análisis de la realidad. En mis creencias lo que ocurre es provocado por tus propias acciones o sufres las consecuencias de las acciones de alguien más. Es un concepto descarnado y crudo, pero basado en la simbología de la naturaleza, que es justa precisamente por su crueldad. Sin duda, es una visión que puede resultar casi hiriente, pero que se sostiene sobre la idea que el mundo - lo que percibimos como presente - está interconectado entre sí para crear la realidad, como concepto y sustento de lo que asumimos es comprensible. En brujería se habla de consecuencias, más que de malas acciones. Y es un concepto muy debatible. Es de hecho, una filosofía que parecería tener mucha relación con la teoría del caos: cada cosa que haces, construye una infinitesimal red de reacciones y hechos que crean una consecuencia concreta. De manera que cada acción - buena o mala - produce un efecto inmediato, que a su vez, construye una consecuencia a largo plazo. Obviamente, no es una visión sencilla de asumir y menos de analizar: ¿Qué ocurre con los niños que sufren enormes tragedias? ¿Que pasa con quienes jamás han cometido una acción reprobable y sufren actos de violencia espantosos? De nuevo, la explicación se basa en el caos, en la idea que cada uno de nosotros produce un efecto concreto y sobre todo lógico, dentro del entramado de la realidad. La naturaleza estricta de la causalidad, la omisión y la acción, que no discrimina edad o cualquier otra idea emocional. Un mecanismo preciso y sobre todo, frío, que construye lo que vivimos paso a paso. ¿Una idea inquietante? Sin duda que lo es, sobre todo porque las religiones han llegado a brindar a ese sistema de ocurrencia y construcción un sentido casi divino, un "castigo" basado en una opinión moral sacramental, lo cual no es cierto. El "castigo" es una manera de llamar a lo inevitable, a esa interrelación de estricto orden secuencial entre lo que haces o no, y lo que posiblemente provoque cualquiera de esas decisiones.
3) Suponiendo que regresamos a esta tierra a pagar lo que hicimos en otras vidas, ¿No es un poco egoísta tener una vida condenada por eso que no se recuerda/sabe?
El concepto de reencarnar para "pagar" deudas morales o espirituales de otras existencias, implica que existe un código de valor o de expresión del "yo" único, que define de manera estricta y limitada que es lo bueno y lo malo, lo cual, claro está, es imposible. La bondad y la maldad son conceptos culturales y varían - se transforman - de acuerdo a la sociedad que los acepta como suyos. En otras palabras, el bien y el mal son símbolos humanos para interpretar la realidad, para construir su opinión intelectual sobre el mundo y más allá, para reconocerse así mismo como parte de un grupo de iguales que respetan - valoran - el mismo sistema ético. Pero obviamente, la reencarnación, al menos en la manera como la concibo, no es un mecanismo para el castigo, sino para el aprendizaje. Según mis creencias, el espíritu escoge bajo que circunstancias desea vivir que le permitan aprender lo que necesita para continuar su evolución espiritual. E incluso, esa idea es limitada, con respecto a la perspectiva de volver a nacer para construir una manera de ver el futuro y la espiritualidad como un todo que abarca desde la manera de concebir el Universo y la divinidad hasta la sustancia misma que crea el infinito. La reencarnación para la brujería - y cientos de creencias que afirman la experiencia espiritual es una manera ascender a un conocimiento espiritual cada vez más extraordinario - es una expresión que intenta concebir la realidad como la suma de todas sus complejidades, de cada elemento que construye una visión del tiempo y del futuro, de la creación y la vida. El bien y el mal, el castigo y el premio, son simplificaciones de esa idea.
4) ¿Consideras que la reencarnación es un ciclo repetitivo que llega a su fin en algún momento? De ser así ¿Qué pasa con el alma cuando ya no reencarna?
La reencarnación se comprende en brujería a través de tu percepción sobre lo que es el Universo y la realidad. Ojo, no de la Divinidad. Es una sutileza que abarca el concepto mismo de lo implica aprender y construir una experiencia espiritual infinita. De manera que la reencarnación se comprende no como un ciclo - que implicaría terminar y comenzar una idea - sino la de crecer a través de un ilimitado numero de experiencias. De concebir, construir, elaborar cada percepción y experiencia que el Universo - entendido como la globalidad de la realidad y no únicamente en este plano y esta realidad que conoces - puede brindarte.
¿Tiene un final ese camino del aprendizaje? Hay teorías que sostienen que si: eventualmente, habrás probado y comprendido cada experiencia e idea que el Universo en su extraordinaria vastedad puede brindarte. Y te harás parte de él, de ese conocimiento y realidad que pudiste asumir como propia y quizás, crear. Una idea que siempre me ha parecido maravillosa e incluso reconfortante, pero que en realidad, tiene poco o nada de mística. Es, antes que todo, una percepción sobre la trascendencia y más aún, sobre comprender que nuestra vida es solo una fugaz y muy limitada percepción de un todo inabarcable por la capacidad humana.
5) ¿Las almas se encuentran aquí con algún fin y logran reconocerse (así sea de manera intuitiva)?
Creo firmemente que las almas - entendiéndose como esa identidad que nos hace únicos e irrepetibles - se encuentran pero no con un fin concreto, aunque en mi concepción sobre la reencarnación, podría haberlo, siendo que escogemos cuando y de qué manera atravesaremos cada experiencia vital. Pero en lo personal, estoy convencida que esas coincidencias son casi siempre obra del azar. Ahora bien, de tener algún vínculo entre sí, ese reconocimiento ocurriría entre espíritus con quienes hemos compartido emociones y vivencias muy poderosas: la energía que crea una experiencia es tan indeleble como una idea que crea a su vez muchas más. En lo particular me ha ocurrido dos veces - con una de mis amigas más queridas y una de mis parejas - y la experiencia es desconcertante y un poco angustiosa. Es un poco compartir una historia de enormes proporciones que no recuerdas pero que te vincula profundamente a alguien de una manera única.
El aprendizaje y la experiencia como una forma de divinidad, con su propio sentido y pertinencia, como una creación del Yo más allá de todo limite, un vinculo con la razón y la percepción de lo Infinito y lo Universal.
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