jueves, 8 de agosto de 2013

Proyecto "En Los ojos de Otro" con @CristalPalacios ( directora de @psiquearte )





La fe nunca será un tema fácil de discutir: hablamos de una necesidad instintiva de creer y de confiar, a ciegas, las manos extendidas en la oscuridad de nuestra mente, tanteando con cuidado las respuestas. ¿Que hay de racional en eso? ¿Que hay de comprensible en el impulso de levantar los ojos al cielo para intentar analizar lo que ocurre en lo cotidiano? ¿Cual rasgo intelectual puede definir esa primigenia visión del mundo a través de nuestra más humilde percepción sobre él? Probablemente ninguno. Y por ese motivo, me pareció muy intrigante discutir sobre la fe y la creencia con una estudiosa de la mente humana, con una fiel amante de lo que ella llama la "cooltura" y una devota de la imaginación y creatividad. Porque mi querida Cristal Palacios ( @CristalPalacios ) no solo sueña con un mundo donde el espíritu humano aspire a la ilustración, sino que lo construye cada día a través de su ONG Psiquearte, un proyecto que insiste en el poder curativo del arte. De manera que quise saber cual era su opinión sobre la idea transcendental más antigua de todas, la más primitiva y humana: La divinidad.

Estas fueron las preguntas que le hice a Cristal:

1. ¿La fe es un estado mental? Una aproximación a la identidad o una manera de concebir tus propias dudas existenciales?

Pienso en la fe como un estado desligado del pensamiento, es más bien una forma de estar en el mundo, una estado cuya esencia radica más en el cuerpo que en la mente. Quizás la fe sea una capa de la piel.

2. ¿Hay una manera de concebir a un Dios que no incluya un estereotipo de Bondad?

Es interesante porque muchas culturas orientales conciben a algunos de sus dioses como seres despiadados, portadores de la muerte, pero interpretan la muerte, la posibilidad de morir para reencarnar, como un regalo divino. Entonces, en las dos caras de dios, como hemos escogido interpretarlo, siempre habrá una presencia bondadosa así sea desde lo destructivo.

3. ¿Dios es una creación elemental o una obra mental que intenta explicar lo que tememos o esperamos?

Ni lo uno ni lo otro. Dios es independientemente de nosotros.

4. La fe es un aspecto cultural o personal?

Creo que la fe comienza siempre por ser algo cultural: adoptamos la fe de nuestra familia, nos bautizan o nos circuncidan y con el paso de los años se va convirtiendo en un camino personal. En mi caso, por ejemplo, en algún momento me di de que, a pesar de haber sido bautizada y haber cumplido con todos los sacramentos que correspondían a mi momento de vida, sabía muy poco acerca de los orígenes de mi religión, más allá de las capsulitas típicas que nos transmiten en los colegios católicos. Entonces me dediqué a leer la biblia y eso no hizo sino alimentar mi curiosidad por otras religiones y creencias. Hoy en día, aunque no reniego de mi formación cristiana, en la práctica no siento ninguna afiliación particular con religión alguna y eso es para mi precisamente la fe: creer desde una convicción personal.

5. ¿Quien es Dios? 

Dios no es alguien es algo: lo luminoso dentro de cada uno de nosotros.

La fe como un vehículo conceptual para entender nuestras contradicciones, la manera como concebimos el mundo y más allá, la expresión más intima de nuestra identidad, como creadores y observadores de la realidad que se construye a diario. ¿Qué es la fe si no una manera de aproximarnos a esa región luminosa de nuestra mente que con tanta ingenuidad llamamos individualidad?

Estas fueron las preguntas que me hizo Cristal:

1. Algunas interpretaciones de la fe católica perciben los males (las cosas malas que nos pasan) como un castigo de Dios, ¿cómo las percibes tú?

Una vez, me pregunté por qué la Divinidad debía ser justa. Aún más, me pregunté por qué debía tener cualquier característica humana. Y llegué a la conclusión que me atemorizaba muchísimo más la idea de un Dios que podamos atribuirle emociones que una fuerza salvaje pero eminentemente natural. De manera, que por muchos años, analicé la idea de la Divinidad desde el punto de vista de un reflejo de lo que creo o considero lógico, lo que también es un error conceptual: la mera creencia no admite dialogo directo, sino interpretación metafórica. No obstante, necesité englobar la idea dentro de mi visión y llegué  a la conclusión que la Divinidad - La Diosa - es una fuerza creativa. Un poder esencial.

De manera que percibo  "los males" como consecuencias y por completos carentes de connotaciones afectivas o emocionales. No creo en castigos y en premios divinos, que considero son interpretaciones inmediatas de la mente humana en un intento por ordenar el caos de alguna manera comprensible. Pero en realidad cada cosa que ocurre es consecuencia de una anterior: tal vez no tiene ninguna relación con el presente o lo que puedes asumir puedes analizar desde una perspectiva coherente. Y eso es quizás lo que construye esa idea del "misterio Divino". Una idea temible por supuesto, si asumimos que nos puede afectar la decisión, acción y omisión de alguien más. No obstante, si lo analizas, el sentido es profundamente espiritual: Todos estamos interconectados en una serie de ideas medianamente comprensibles, en hechos y construcciones conceptuales que nos unen en una dimensión profunda y casi elemental.

2. Si Dios es mujer, ¿por qué nos la ha puesto tan difícil en los últimos dos mil años? Digo, a nosotras las mujeres.

No creo que Dios intervenga en las decisiones humanas, de manera que lo difícil de la feminidad es la percepción que se tiene de ella, es la interpretación basada en la debilidad y dependencia que muchas culturas insisten sobre el papel de la mujer. Durante mucho tiempo, la mujer fue Diosa y elemento preponderante en el esquema social, pero eventualmente, fue absorbida y minimizada por la idea cultural hasta ocupar un papel sucedáneo y secundario. Le robó el nombre. Y esa necesidad de demostrar el poder humillando al igual es totalmente humana y comprensible.

Una vez leí que la mayor afrenta que se le hizo alguna vez a Nefertiti fue destrozar la boca de su momia para que no pudiera decir su nombre a los Dioses en el inframundo. Una idea inquietante y que demuestra la visión de la mujer en la sociedad: La mujer anónima, la que se desdibuja a la sombra del poder, de la cultura y la sociedad. Siempre que recuerdo esa historia, pienso que la mejor forma de crear la idea de la nueva feminidad es recuperando el nombre - nuestra identidad - y construyendo una por completo nueva: no el contraste a la masculina, no la reacción al estereotipo, sino la mujer genuina, la creadora. La poderosa.

La verdadera Diosa.


3. Te percibo como una mujer muy urbana, ¿no se supone que las brujas tienen una conexión estrecha con la naturaleza?

Tengo un gran contacto con la naturaleza: Mi cuerpo es mi templo. La idea de lo natural siempre se ha restringido a lo externo, lo evidente, los grandes paisajes desolados y extraordinarios que parecen habitados en su inmensidad por una divinidad muda. Pero en realidad, la Brujería insiste que el poder de la naturaleza vive en ti: lo salvaje, lo poderoso, lo inefable. Construyes a través de tu mente y tu capacidad para liberarte de ideas y conceptos, ese lugar ajeno a cualquier percepción que pueda minimizarte o lastimarte. Ese paisaje de lo eterno, eres sin duda, tu.


4. ¿A quién invocas cuando tienes miedo?

A nadie. El miedo me provoca una inmediata reacción de furia. Tal vez se deba que según mis creencias el miedo es tu incapacidad para comprender una situación o controlarla, cuando lo experimento, necesito encontrar la manera de construir una manera de soportarlo y de inmediato vencerlo. Así que podríamos decir que mi gran invocación es a mi mente, a mi necesidad de crear y más allá, a mi negativa a dejarme golpear por ese gran espejismo inquietante que llamamos temor.

5. Si tuvieras que explicarle tu fe a un niño, ¿qué le dirías?

Estaríamos sentados en un circulo de velas. Tomados de las mano, ambos desnudos. Él o ella sería aún muy pequeño, quizás cuatro o cinco años. Lo miraría a los ojos y le diría: "¿Confías en mi?". Le pediría que no respondiera de inmediato, que imaginara todos los momentos en que hemos podido mirar el mundo juntos: las risas, los silencios, las noches de miedo. Le hablaría de las noches de estrellas, del sonido del mar, de como me ha visto cantar y llamar a la Diosa con las manos alzadas para que nos bendiga a ambos. Le pediría comprender que la fe somos ambos, que la creencia nos une, y que como la luz de las velas que los rodean, creamos un circulo de luz entre ambos.

Esa sería mi manera de explicarsela. Como me la explicaron a mi.

La fe como una síntesis de la experiencia cotidiana comprendida a través de lo espiritual, una creación personal que permite construir respuestas y matices de lo que asumimos como real y lo que no lo es. La fe como una expresión primordial de la cronología de nuestra mente e incluso, nuestra necesidad de comprender el mundo como un esquema de valor.

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