martes, 8 de octubre de 2013
La crisis en Venezuela: El ABC del caos económico que padecemos.
Hace poco, comentaba en este, su blog de confianza, que tengo muy pocos conocimientos sobre economía. Digamos que son los básicos para interpretar la manera como funciona el mercado productivo, oferta y demanda y como pueden afectarme cualquiera de sus variables en mi vida cotidiana. Y es que soy una ciudadana corriente, una venezolana del montón que más allá de la pugna política que todos padecemos, intenta sobrevivir en una Venezuela en crisis, construida a pedazos de ideologías prestadas y propuestas ideológicas ajenas. Venezuela se ha convertido en un gran experimento, en un globo de ensayo de una visión política retrógrada, incapaz de aceptar sus propios errores y que intenta sobrellevar el peor momento de su corta existencia. Acéfala, sobreviviendo a costa de la memoria incombustible del líder carismático, el país intenta sostener una propuesta económica que se viene abajo lentamente.
Porque al economía en Venezuela es una grieta inocultable para la "Revolución" ideológica, que intenta asumir cualquier interpretación de lo nacional y lo ciudadano a través de la política. Tal vez se deba a que la economía - y sus fluctuaciones - responden a teorías exactas, a planteamientos concretos que no admiten interpretaciones: y el gobierno Venezolano se acostumbró a su versión de la verdad, a culpar al enemigo imaginario por sus propios errores. Pero esta vez, ese conveniente chivo expiatorio es el reflejo de una concepción cortoplacista de la economía, de un improvisación financiera y la necesidad de insistir en la ideología pura y dura como manera de asumir la administración pública. De manera que Venezuela atraviesa ahora una de las peores crisis económicas de su historia, sin que exista una solución inmediata o un intento gubernamental de solventar los problemas de fondo. ¿La razón? La política es la prioridad de la visión de nación. La política es indivisible de la idea de país. Y en medio de la debacle, de los escombros del aparato productivo y de una visión económica cada vez más inviable, la política aún es la manera como el Gobierno intenta asumir y enfrentarse a las consecuencias directas de una administración ineficaz. Que preocupante resulta comprender que para la Administración pública, la crisis económica sea un panfleto reaccionario y no un gravisimo problema de infinitas implicaciones al que hay que enfrentar.
Pero como dije, soy una ciudadana que busca respuestas: una de los tantos habitantes de este país que sufre las consecuencias de una inflación de dos dígitos, que no acepta la propaganda para disimular lo evidente, que intenta comprender como un país con unas extraordinarias riquezas naturales, padece - sí, como un cáncer agónico - la peor economía del continente. Venezuela se ha convertido en un país absurdo, donde la presión económica distorsiona cualquier interpretación de lo cotidiano: Un floreciente mercado negro asume el lugar de lo legal. El costo de vida se ha convertido en una escalada sin control, que sabotea la vida del ciudadano promedio en todo ámbito posible. Y es que nada se escapa a esta Venezuela que se desploma sobre las bases de una visión económica efectista y contradictoria. Una complacencia ideología que destrozó al país real.
De manera que me hago preguntas a diario, me cuestiono sobre lo que ocurre con esa necesidad insistente de asumir la verdadera gravedad de lo que ocurre y aún más, la manera como afectará no solo mi calidad de vida - ya lo hace - sino mi planteamiento de futuro, como ciudadana, como parte de este país que parece tropezarse con mucha frecuencia con sus propios errores. ¿Lo más preocupante? Que pocas veces encuentro una respuesta comprensible, lógica. Este es un resumen de las principales interrogantes que tengo sobre lo que ocurrirá - o está ocurriendo actualmente - en el país:
* ¿Por qué padecemos una inflación tan alta y de crecimiento exponencial?
Según cifras extraoficiales, la inflación acumulada del año está rozando el 40% sobre el precio de productos hace un año atrás. Según mi bolsillo, debe el aumento debe ser aún mayor. Me refiero a que todos los productos de primera necesidad, cualquier artículo de consumo cotidiano o suntuario, cuatriplicaron su valor en un período de ocho meses. Hablo, muy en concreto, que debo gastar exactamente cuatro veces lo que hace un año para adquirir exactamente lo mismo. Y es que la inflación es el síntoma más evidente del fracaso económico de la revolución ideológica que se insiste se lleva a cabo en Venezuela.
Para comenzar, aclaremos un poco lo teórico. Según la inefable Wikipedia, se define como inflación al "incremento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios con relación a una moneda durante un período de tiempo determinado, asociado a una economía en la que exista la propiedad privada". Lo anterior podría traducirse como la perdida del valor de la moneda - como variable económica - con respecto a la capacidad adquisitiva que representa. En otras palabras: La moneda pierde valor con respecto a la oferta. ¿El motivo? pueden ser muchos y variados, pero podrían resumirse en dos aspectos básicos: el crecimiento excesivo de la oferta de dinero inorgánico - sin respaldo en reservas internacional o de valor consistente - y la fluctuación de diversos factores como la producción interna contra la demanda de bienes y servicios.
¿Qué ocurre en Venezuela? La inflación en Venezuela tiene tiene dos causas directas: El Gobierno Venezolano jugó con el factor monetario con la intención de sufragar su gasto electoral. Es decir, El Banco Central De Venezuela abrió las compuertas del dinero inorgánico - sin respaldo de reservas - para financiar las diversas misiones sociales que no podrían sufragarse solo con la renta petrolera. Para el 2011, la liquidez monetaria creció en 25,34%, lo que produjo una súbita bonanza de bienes y adquisiciones que de alguna manera disimularon el mal estado de las finanzas públicas. En abril del 2013, el gobierno comenzó a financiar su cada vez mayor gasto público a través de una base monetaria que incluye pagarés al BCV: de nuevo, mucho dinero circulante sin respaldo efectivo de divisas o metales preciosos en mercados internacionales. ¿Que efecto inmediato produjo esta jugada efectistas del gobierno? Una demoledora inflación, cuando el dinero sin respaldo aumentó los niveles de reserva y además, no encontró contraposición en la adquisición de bienes: dinero cada vez con menor valor sin mercado de bienes de consumo donde podrían obtener una contraposición real al costo.
El otro factor es conocido por todos: El aparato productivo venezolano sufre las consecuencias de una administración política en lugar que económica. No solo destrozó la producción interna, lo que hace necesaria la importancia de la mayor parte de los productos que consumimos sino que además, presiona el mercado de limitadisima oferta. En otras palabras, compramos al mercados extranjeros la mayor parte de los alimentos y artículos que consumimos: las transacciones casi siempre se realizan en dolares. Ahora agreguemos a este cuadro, un sistema cambiario retrógrado como CADIVI, que no solo limita el flujo de divisas sino que ejerce todo tipo de controles que obstaculizan al compra de moneda extranjera para la compra de insumos. El mercado entonces, realiza las transacciones al precio del mercado Negro - actualmente ilegal - pero que sufraga de manera parcial las necesidades de un mercado cada vez más oprimido y asfixiado por los limites de un estado que intenta ejercer un control político sobre una variable económica. Y de nuevo nos tropezamos con la política como manera de interpretar la variable económica: una insistencia que ha llevado al país a la peligrosa frontera de una posible hiperinflación incontrolable, y lo que es peor, un colapso definitivo de todo el aparato productivo del país.
*¿Por qué sufrimos una escasez tan grave de productos básicos?
Venezuela se asume como un país rico: si usted que me lee, le pregunta sobre el particular a cualquiera - no importa el color de la camisa que lleve - le dirá más o menos lo mismo: "Venezuela es el país más rico del mundo". Quizás, a un nivel muy abstracto lo sea. Imposible negar que tenemos una de las reservas de petróleo más abundantes del planeta y que nuestras regiones están bendecidas por riqueza natural y minera. Pero a un nivel mucho más pragmático, la realidad es evidente: somos un país pobre. O mejor dicho, empobrecido. El planteamiento económico del gobierno y más allá, la preocupante política ideológica aplicada a la visión macrofinanciera a debilitado el mercado interno bruto hasta un punto tal que actualmente, Venezuela sobrevive a su propia riqueza. Un oximorón que solo tiene sentido cuando se analiza la situación que atravesamos.
Comencemos por lo básico: Ya hablamos sobre el dinero inorgánico y la presión que ejerce sobre la economía. También, comenté más arriba que la oferta de dinero excesiva en un mercado deprimido, presiona el aparato productor, intentando pueda suplir la demanda sin lograrlo. Ahora bien. ¿Qué ocurre en Venezuela? Algo muy sencillo: somos un país con una funesta administración publica que desvía los fondos y manipula la base económica sobre la que se sostiene un sistema paternalista. ¿El resultado? Un colapso en la producción y accesibilidad de bienes de consumo.
En otras palabras: Venezuela no tiene dinero para comprar lo que necesita. Las importaciones realizadas por el gobierno para intentar solventar la gravísima escasez, se realizan a un bolivar sobrevaluado, lo que tiene una inmediata consecuencia: se compra menos con mucho más dinero que el BCV no puede respaldar. La diferencia entre el valor real y el valor del papel moneda que se produce para paliar la crisis, desmorona todo intento de sostener el sistema económico actual - controlador y estadista - por mucho tiempo. A eso sumemos que el estado venezolano aún no asume la gravedad de una posible devaluación futura - el real valor del bolívar como variable económica - por lo que, continúa haciendo importaciones que no puede sufragar.
De manera que el panorama se hace más critico cada vez: El tipo de cambio continúa siendo un valor muy por debajo de la real capacidad de compra del bolivar, lo que hace que la cantidad de dinero inorgánico aumente en los mecados. Ahora bien, a eso sumemos un mercado internacional dolarizado y una oferta de moneda extranjera local restringida por controles cambiarios obsoletos. El resultado inmediato es un floreciente mercado negro, que será el indicador real del costo de los bienes y servicios, y que controlará, de manera indirecta, la oferta de bienes y productos en el mercado no oficial. Así que Venezuela se debate entre la necesidad de abastecer el deprimido mercado interno de producción y de conservar el control estadal sobre toda producción y comercialización. Y entre ambas cosas, la política continúa siendo el elemento predominante. Más de una vez, he leído sobre declaraciones de funcionarios anónimos, explicando como el gabinete económico intenta enfrentarse a la crisis a través de la ideologia, lo que solo provoca un progresivo empeoramiento de la situación que padecemos.
*¿Que es el mercado negro de dolares y cuanto influye en la economía real de Venezuela?
Desde hace casi una década, el ciudadano solo tiene acceso a divisa extranjera a través de un burocrático e ineficaz sistema de asignación llamado CADIVI. Palabras más, palabras menos, CADIVI permite al gobierno decidir de manera discrecional quien tiene acceso al mercado de dolares y que uso hace de las divisas que se les entregan. Por supuesto, un organismo de tal naturaleza tiene por necesidad un tinte político, por lo que la interpretación de lo que debería ser un instrumento económico, es casi siempre ideologica. Mucho se ha comentado sobre la discresionalidad sobre como CADIVI asigna las divisas, las excusas que utiliza para negarlas y lo que es peor, la enorme burocracia que supone el proceso al que debe someterse todo aquel que necesite obtener dolares de manera legal. Y aquí, es donde entra lo preocupante: CADIVI solo satisfacción una fracción muy pequeña del mercado global de bienes y artículos de primera necesidad del mercado venezolano. Así que la pregunta que inmediatamente se hace cualquier consumidor es la siguiente ¿Qué ocurre con los productores o los productos que no forman parte del restringido panorama de asignación de divisas extranjeras? Es entonces que aparece lo que es probablemente la variable económica más preocupante de todas las que debemos enfrentarnos: el mercado negro informal de dolares.
Actualmente, el mercado negro de divisas, es informal. Es un torpe intento por controlar la fluctuación del mercado paralelo, el gobierno decidió promulgar un complejo entramado legal que criminaliza la venta y compra de dolares fuera del sistema de CADIVI. Por supuesto, eso no detuvo el nacimiento de un mercado personal y utilitario que es realmente, la evidencia más clara de la terrible crisis que padecemos: porque es a este mercado informal, sin controles y sujeto a la discrecionalidad de un precio adjudicado por demanda, el que controla el comercio y el costo en Venezuela. Ya lo comenté antes, la mayoría de los productos de primera necesidad que consumimos en nuestro país son importados: la producción nacional es mínima y completamente insuficiente para abastecer el mercado interno. Casi el 80% de los productos que se consumen en el país se compran a precio dolarizado en mercados extranjeros. El sistema CADIVI cubre alrededor de un 25% de la demanda, lo que deja en saldo rojo al mercado de compra y venta de productos general. Además, el comerciante o productor no solo debe ser admitido por un intrincado y cada vez más complicado sistema burocrático para acceder a la divisa extranjera, sino además, enfrentarse al hecho que es bastante probable, el trámite en cuestión tarde unos cuantos meses en realizarse. ¿Que provoca un control semejante sobre el músculo productivo del país? Justamente la situación que padecemos actualmente: anaqueles de supermercados vacíos, un sistema agrícola en deuda con la producción nacional y lo que es más preocupante, una economía fluctuante que depende casi por completo de las variables de un mercado de divisas sometido a la variables caóticas del consumo.
Y es que el Gobierno revolucionario parece haber olvidado muy rápido el fracaso de otras experiencias de control de cambio en numerosos países del mundo. De hecho, la historia económica demuestra que todo sistema que intente restringir la compra y venta de moneda extranjera, está destinado a fracasar y generar un inmediato encarecimiento del mercado interno que dependa del sistema para substituir. Una visión retrógrada y primitiva de la administración pública que solo tiene una única consecuencia: una oferta enrarecida e incontrolable de moneda extranjera desde la periferia, fuera de todo control, pero a la vez, determina el mercado legal de dolares del país.
Pienso en todas estas cosas mientras recorro un supermercado tras otro. No solamente no he podido comprar todo lo que necesito - algo que ya me esperaba - sino que además, pagué cinco veces el valor de hace aproximadamente un mes los pocos productos que pude comprar. Y me pregunto, a donde nos llevará esta carrera sin control contra la realidad económica, esta grieta cada vez más enorme de una realidad caótica que nos afecta a todos. Y por supuesto, no hay una respuesta. Miro a mi alrededor, este país depauperado y entristecido, resignado a su pobreza y me asusta el pensamiento que este Gobierno que insiste en llamarse humanista, intenta gobernar sobre escombros y más aún, sobre la destrucción definitiva de ese concepto abstracto que consideramos prosperidad.
Un pensamiento inquietante, pero cada vez se hace más real.
que hacer como ciudadano con toda esta crisis y como sobrevivir es la respuesta que ando buscando, ¿cual es la estrategia para obtener lo que necesitamos? ¿como se hace para adquirir los productos necesarios? ¿pagar pasaje en transporte publico (en realidad el transporte es privado)? ¿costear estudios? ¿costear entretenimiento y servicios? ¿q ecuacion usamos? ¿tiene todo esto solucion?
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