sábado, 30 de noviembre de 2013

Una historia de miedo y belleza: La bruja, el mar y la estrella que soñaba.





La primera vez que vi una lluvia de estrellas tenía once años y me pareció lo más extraordinario imaginable. Recuerdo que nos encontrábamos en la casa de la Playa Familiar y pasé mucho rato de pie en la arena, admirando el cielo nocturno cruzado de lágrimas de luz. ¡Que portentoso! pensé mirándolo todo con los ojos muy abiertos y esa sensación de profunda inocencia que en ocasiones te despierta el misterio. Había algo sobrecogedor en ese silencio nocturno plagado de radiantes puntos de luz, como si en la oscuridad se reescribiera una historia secreta.

Más tarde, en el patio de la casa, le conté a mi tatarabuela P. lo que había sentido mirando el espectáculo. Intenté describirle la maravilla, la sensación de portento que había experimentado. Pero no sé si lo logré. De manera que frustrada y un poco inquieta me callé,  sentada a sus pies, jugando con las piedrecillas azules que rodeaban las jardineras repletas de flores.

- Todo fenómeno natural te hace sentir pequeñito y asombrado - dijo mi abuela. Era una noche plácida, una de esas madrugadas del Caribe de azules añiles y olor cálido. De tatarabuela P. había heredado el gusto por la comida muy picante y ella solía insistir que también el insomnio,  de manera que no le molestaba nos sentáramos a conversar juntas, en medio de la oscuridad. Eran momentos entrañables, exquisitos, como robados a la vigilia que siempre me hacían sentir cómplice en un pequeño secreto.

- ¿Por qué no sabes como ocurren?

- No, incluso sabiendo como se producen, lo natural es portentoso por escapar del control del hombre - dijo - la naturaleza siempre ha producido temor y reverencia. Por ese motivo, la Diosa Madre es la representación de ese poder creacionista que nadie entiende muy bien de donde procede. Una Madre amorosa que puede brindarte una noche tan bella como esta y también, destruir con el terremoto, la tormenta y el fuego.

Me estremecí. Era un pensamiento muy extraño ese: desde que recordaba, la naturaleza simbolizaba para mi un tipo de belleza y poder muy profundo y primitivo. Y aunque era muy pequeña para pensarlo en esos términos, si tenía muy claro que la Madre Naturaleza era esa idea que dejaba en claro que el Mundo formaba parte de algo más grande que si mismo. Todavía no decidía muy bien como llamar a ese "algo", pero sabía que tenía que ver con lo insoldable e impredecible de lo natural, de ese salvaje poder que parecía existir más allá de las ciudades y lo que el hombre consideraba civilizado. Miré de nuevo al cielo, asombrada por la belleza da la cúpula celeste y me pregunté que habría sentido el hombre antiguo al contemplar esa formidable infinito mudo. Y me pregunté si tenía alguna relación con esta sensación de emoción, de singular alegría que yo sentía. Quizás sí.

- ¿Entonces temian y amaban a la naturaleza? - pregunté. La idea de la Madre Naturaleza, enfurecida y violenta, continuaba desconcertandome - ¿Se sentían protegidos por ella y también le amaban?

- Toda cultura ama y teme a sus Dioses - dijo tatarabuela P. en voz baja. Había en su voz un tono casi reverencial, como si idea de la divinidad estuviera muy relacionada con el calor de la noche, con el olor a mar cercano que llegaba al jardín en ráfagas azules - una dualidad que parece provenir de la idea de quien te crea, tiene derecho a destruirte. Es una concepción sobre el poder divino que trascendió a las viejas tribus nómadas y se transmitió a las sedentarias, allá cuando el hombre aún caminaba encorvado.

Imaginé la escena: Hombres y mujeres de aspecto primitivo, sentados alrededor de un enorme fuego ceremonial, bailando y celebrando a la Diosa que les había concedido a los animales que comían y la fruta madura que paladeaban con ojos brillantes. Pero también sabían que esa Madre generosa, podía extender sus dedos y castigarlos, por motivos que ni ellos mismos comprendían.

- Pero...eso da un poco de miedo - opiné. La tatarabuela P. soltó una de sus carcajadas profundas.

- Sin duda y aun daría más, cuando realmente el misterioso castigo parecía cumplirse - opinó - Terremotos, tormentas, volcanes estallando. El hombre primitivo decidió entonces que los Dioses debian ser aplacados, complacidos. Creo rituales, construyó templos, sin entender que estaba consolando su propio temor.

Volví a mirar el cielo nocturno. Una solitaria estrella fugaz rezagada cruzó el cielo con rapidez. Recordé lo que había leído sobre el terror que provocaba el fenómeno en la Edad Media: multitudes angustiadas se refugiaban en Iglesias y templos para suplicar perdón y protección. Imágenes de pesadilla, de hombres y mujeres encorvados frente a los altares, aterrorizados por lo que podría suponer un fenómeno que para ellos, tenía más de terrible que de fascinante. ¿De donde provenía el temor? ¿Quién les habia enseñado a mirar al cielo con reverencia, a inquietarse por sus fenómenos, a suplicar la ayuda Divina? Tatarabuela P. suspiró cuando se lo pregunté.

- Nadie te enseña a temer - respondió - es instintivo. Quizás es producto de la biología, como sostiene la ciencia: esa necesidad de sobrevivir que ninguno de nosotros puede controlar. O quien sabe si se trata de algo más profundo, esa sensación de no comprender el portento, el misterio. Entre el temor y el asombro quizás hay un paso muy pequeño que puede darse con facilidad.

Caminamos juntas por el jardin oscuro. Por entonces, Tatarabuela P. era casi centenaria y se movía muy despacito, con cuidado, apoyandose en mi hombro. Pero aún me parecía joven, con su trenza de cabello blanco cayéndole sobre los hombros y la sonrisa de estrellas, de puros recuerdos. Me gustaba su manera de ver las cosas, me gustaba que nunca tuviera miedo a nada. O eso me lo parecía.

- Pero por supuesto que tengo miedo a muchas cosas - comentó cuando se lo dije. En la oscuridad, las sombras disimulaban las arrugas de su rostro y sus ojos claros tenian un brillo centellante. No tenía edad en medio de la noche, como una hija devota de la luna -lo que ocurre es que mi miedo me hace querer hacerme preguntas, no huir. Cuando algo me produce miedo, tambaleo, me cuestiono. Y cuando comprendo porque me lo hace sentir deja de dármelo.

La escuché, maravillada. Esa era una idea preciosa. El miedo que se transformaba en algo más, hacerse poco importante. Porque siempre era más bonito tener curiosidad, siempre era más poderoso poder mirar al cielo y asombrarse, en lugar de temblar.

- Ese fue un secreto que descubrimos las brujas hace mucho tiempo - dijo entre risas. Nos encontrábamos ya al filo mismo de la playa cercana. El olor de las olas era inquietante, duro, entremezclado con el sonido profundo del aliento del mar. Aún era de madrugada, pero por aquí y por allá, comenzaban a brillar destellos del día que nacería pronto. Mi querida P. me apretó el hombre con ternura - el poder de creer y confiar nace de tu capacidad para vencer el miedo. Sea de la tormenta o de ti misma, sea del Volcán o de tus propias palabras, el miedo es solo una manera de asumir tus limites, la linea que separa tu visión de lo nuevo y lo diferente. Pero cuando la atraviesas, cuando caminas por el borde de esa frontera invisible, descubres que más allá del miedo, está la sabiduría.

Me gustó tanto ese pensamiento que continué pensando en eso más tarde, cuando juntas nos sentamos a la orilla del mar para recibir el día centellante con un ritual. Y cuando levanté las manos, invocando la imaginación y la alegría, soñé con épocas donde el miedo dejara de ser real para dar paso al poder de construir, de comprenderte más allá de cualquier limite, de soñar.

Un pensamiento radiante, un intimo despertar.


El lenguaje de las estrellas: 



Para la tradición de la Antigua Religión que practica mi familia, la cúpula celeste es la representación de la fuerzas universales, del misterio que yace en los designios de la ciencia de la magia. Una de las formas en que las brujas de mi familia celebran y honran el poder de las estrellas, es con el siguiente ritual, que también se utiliza para armonizar y equilibrar nuestra fuerza interior.

Necesitaremos:

Una vela azul.
incienso de sándalo.

Disposición:

Miramos el cielo de una noche clara y escogemos una de las estrellas visibles. Durante algunos minutos observamos su brillo, sintiendo como nuestra energía se manifiesta y se vincula ante la majestuosa fuerza del infinito. Esta estrella que escogimos pasa a ser su estrella personal, es decir, la representación durante este pequeño pase de energía de su propósito y fuerza.

Ahora, levantararemos las manos e invocaremos de la siguiente manera, con estas palabras u otras, mientras guarde la esencia de lo que queremos transmitir:

"Luz Brillante
Sueño de la Diosa
Sé siempre mi guia
Protegiendo mis pasos como representación del infinito en mi energía
Que la inteligencia Universal
se manifieste en el brillo de la noche
e impregne de maravilla
a mí, y a todo lo que es mío
Por donde quiera que camine"


Encendemos la vela azul, y colocando nuestras manos alrededor de la llama, todo lo cerca que podamos sin que nos ocasione daño, diremos:

"Invoco el Poder infinito de
Del tiempo
Para que sea el eslabón entre el conocimiento de la Diosa Blanca
y mi bosque interno.
Lo pido en Nombre del Sol
Lo pido en nombre de la luna
En el Nombre de la Diosa
de quién hija amantisima soy.
Así sea"

A continuación, encenderemos el incienso de Sándalo e inclinándonos sobre él, permitiremos que las volutas de humo se enreden en nuestro cabello y acaricie nuestra piel. Ahora, inclinaremos la cabeza hacia atrás y mirando el cielo, diremos:

"Gran Diosa del nombre secreto
Dame poder y equilibrio
Dame poder y creación"

Repetiremos esta última petición varias veces, aspirando el olor del sándalo y mirando la belleza del cielo lleno de estrellas, permitiendo que nuestra energía vibre al compás de la fuerza del energía Universal que nos rodea.



De pie, en la oscuridad de mi vigilia insomne, miro el cielo nocturno. Y a la adulta que soy, le sigue asombrando de la misma manera como a la niña que fui, su belleza y su radiante sutileza. Quizás, me digo, encendiendo las velas que me rodean, hay algo simple y transcendental en la necesidad que todos tenemos de soñar.

La magia más hermosa de todas.

C'est la vie.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Los tres rostros de la Mujer: De Parvati a la Virgen María, la transformación de la imagen sagrada.





La primera vez que vi una escultura de la Virgen María, creí que se trataba de la Diosa. Era una niña pequeña y tenía una mezcla confusa de imágenes e ideas sobre la divinidad femenina. De manera que de inmediato, creí que esa hermosa Dama de mirada compasiva y ojos oscuros, era la Diosa que veneraban las mujeres de mi familia. El Dios mujer. Me encontraba junto un grupo de compañeras de clase en la pequeña Capilla de la Escuela donde estudié. No recuerdo exactamente que ocasión celebrábamos pero sí, el nítido olor de las flores que lo impregnaba todo y la reverencia de los cantos dedicados a la hermosa Dama del velo que nos miraba desde el altar.

Me aparté del grupo para mirar bien de cerca la escultura. La dama llevaba un espléndido vestido azul de pliegues y un velo blanco que le cubría los cabellos. Su rostro era joven y extraordinariamente bello. Con mis cinco o seis años recién cumplidos, miré la imagen maravillada, con esa sensación de portento que suelen producir lo que te parece muy hermoso en su misterio. Una de mis maestras se acercó y me dedicó una mirada amable. Después sabría que había confundido mi curiosidad con devoción. A veces me pregunto si no son la misma cosa.

- ¿Quién es la Señora? - le pregunté. La maestra sonrío, acariciándome el cabello despeinado.
- Ella es la virgen María, Nuestra Madre.

No entendí mucho aquello. Con siete - casi ocho años - tenía una idea muy poco precisa sobre la palabra virgen, pero si sabía algo esencial: Una doncella no podía ser a la vez una Madre. Se lo expliqué, entre titubeos avergonzados. La maestra asintió, comprendiéndome. O fingiendo hacerlo, en todo caso.

- Si, es verdad lo que dices. Pero nuestra dulce Madre está por encima de esas ideas - me explicó - ella es parte del misterio de la concepción divina.

De eso sí había escuchado algunas cosas. Sabía que había muchas Diosas que habían concebidos bebés de maneras extraordinarias: Como Leda, con Zeus convertido en Cisne o Metis, también con el seductor Señor del Olimpo. Miré de nuevo la imagen y pensé en que había algo realmente discreto y sutil en la Virgen María, en su misterio y su aparente inocencia. Era como si la Diosa, el sagrado femenino que conocía por las creencias de mi familia, hubiese tomado otra forma, una apariencia nueva para hacerse comprensible a la visión católica de la mujer.

Medité en la idea por días. Era una época dificil: comenzaba a estudiar en el estricto colegio de monjas francesas y tenía la sensación de no encajar muy bien en aquel ambiente disciplinado y férreo. Había una sequedad casi dolorosa en su manera de impartir educación: todo lo que consideraba valioso y querido, quedaba fuera de las paredes de la Escuela. La imaginación, el bullicio, la individualidad no estaban muy bien vistas y en su lugar se fomentaba la rigidez y el recato. Y aunque no analizaba todo en términos tan complejos, si sabía muy bien, que mi educación ruidosa, llena de colores y una asombrosa visión de la vida no combinaba muy bien con aquel lugar.

De manera que la Virgen - su historia - pasó a ser otro de los elementos que intenté comprender. Leí todo lo que pude sobre la figura divina de la Mujer para el Catolicismo y me inquietó no entender mucho sobre su imagen, la veneración que se le profesaba, la forma como se insistía en su bondad y pureza. ¿Qué ocurría con los otros aspectos de la Dama? ¿El aspecto furioso, el venerable, el cruel, el poderoso? La maternidad era algo hermosísimo y la Diosa en la que creía daba a luz el Dios para crear el ciclo del año...pero también se veneraba su capacidad para comprender la dualidad humana, esa mirada sobre la dualidad la naturaleza del espiritu de hombre, el simple instinto creador.

- ¿Qué te preocupa? - la voz de mi tia L. me sobresaltó. Me encontraba en su taller, mirandola esculpir una de sus bellas y obesas mujeres. Me encantaban sus esculturas, con las curvas muy pronunciadas y los rasgos africanos. Había algo bello e indómito en ellas.

- Me hablaron de la Virgen María en la Escuela - comenté como de pasada. Tía L. era atea, recalcitrante y mal hablada, pero por alguna razón, tenía montones de esculturas de la Virgen María en su taller. Las había preciosas como la que había visto en la Escuela, o modestas tallas de madera, con el rostro pulido apenas sobresaliendo en asombrosos relieves. Mi favoritas sin embargo, eran las bizantinas, con su rostro aceitunado y sus ojos rasgados. Había algo exquisito en su delicadeza, en su fragilidad casi eterea. Siempre me había preguntado por qué tía E. sentía predilección por esas imágenes.

- ¿Te gustó lo que te dijeron?

- No lo entendí, más bien.

Sonrío como de pasada. Siguió pedaleando el torno, apretando levemente la arcilla con la punta de los dedos. Las figuras parecían brotar de entre el barro, con una lentitud de milagro. La miré delinear y redondear con cuidado las caderas de una figura, darle aquella voluminosa belleza que tanto me asombraba. Cuando terminó, la levantó con delicadeza.

- De niña, decidí que haría mis propias virgenes porque ninguna de las que veía se parecía a mi - me explicó - y después descubrí que me representaba a mi misma.

Dejó la estatuilla a un lado. Tomo otro trozo de arcilla. Con las manos humedecidas, lo aplastó y moldeó un rato. Por el momento, era solo un pedazo de material informe, pero yo sabía que pronto, algo bello nacería de ella.

- La virgen María fue la única manera como la primitiva Iglesia Católica logró entender a la mujer - me explicó. Colocó el pedazo de arcilla en el torno. Comenzó a pedalear - Hasta entonces, lo Sagrado Femenino era poderoso y extraordinario. Era la Dama misteriosa del Bosque o la exquisita y terrible Divinidad que arrasaba pueblos y enviaba vida a las cosechas. También era la inocente doncella, la que danzaba entre los campos para procurar la fertilidad de la Tierra. La mujer era muchas cosas. Tal vez demasiada para esta nueva religión basada en el control.

El torno giró más rapido. Tia hundió los dedos en la arcilla. Apretó. Una pequeña cintura o lo que parecía serlo, comenzó a definirse lentamente.

- La Diosa es Virgen, pero también Madre y Anciana - dije. Tia me dedicó una de sus extrañas miradas ásperas.

- Exacto. Era muchas cosas. Y la Iglesia necesitaba una sola.Una imagen que aglutinara la idea de lo femenino y lo sujetara al nuevo Dios hombre, al Dios creador y patriarcal. Entonces fue cuando la Diosa dejó de ser madre y anciana venerable, para convertirse en la Virgen eternamente joven, madre del Dios más poderoso.

El sonido del torno era casi hipnotizante, en aquella tarde cálida de un septiembre perdido. Me quedé muy quieta, escuchándola pero también admirando su habilidad: de sus dedos, pareció brotar la figura de una mujer robusta y opulenta, con grandes caderas y pechos. El rostro de pómulos salientes me pareció salvaje y bello.

- La Diosa paridora murió en la imaginación popular cuando nació la virgen que la Divinidad fecundó - dijo. La Mujer entre sus manos ahora se hizo delgada, esbelta. El cuello largo, las extremidades gráciles - La Imagen de la Virgen era mucho más poderosa. Invitaba a la creencia de un milagro, que no cualquier mujer podía llevar a cabo. Porque todas las mujeres podían engendrar y parir, pero solo la más pura, la escogida por la Divinidad, podía conservarse virgen y eternamente hermosa. Ella, La Virgen María, fue la manera como la Iglesia le mostró a la mujer lo que se esperaba de ella, lo que podía aspirar.

El torno se detuvo. Tia levantó el puño. Cuando aplastó la figura, di un brinco, sorprendida y un poco escandalizada. Pero ella sonreía.

- Fue muy conveniente tener una imagen femenina que recordara a la mujer corriente lo impura, pecadora y falible que podía ser. Le dio al hombre el poder de decidir como y que podía ser y aspirar la mujer: de ahora en adelante las puertas del hogar se cerraron para ella. Sería la Madre, el ideal, la abnegada, la querida, la siempre hermosa. Pero solo si no trasgredía las normas. Solo sí, era tan extraordinaria como la Mujer Divina por excelencia.

Tomó la arcilla, la hizo una bola y la arrojó al montón que guardaba más allá- Aunque en ese momento no entendí muy bien porque, el gesto me provocó un escalofrio. Sentada en un rincón del taller, con las rodillas apretadas contra el pecho, tuve la sensación que tía me explicaba sin palabras, algo muy poderoso, doloroso y enorme. Una concepción nueva de la verdad.

- Me gusta mirarlas - dijo entonces. Se refería, claro está a sus esculturas de Virgenes. A las cientos que llenaban tu taller. Tomó una, con la piel oscura y un precioso manto de tela sedosa - es como observar la historia de la mujer en pequeñas Escenas. La Virgen Bizantina, sufrida y compungida. La Renacentista, tan parecida a las Diosas de antaño, la pre rafaelistas, con largas cabelleras extraordinarias y su pura belleza. Cada una de ellas te dice quien fue la mujer de su época, como se concibió la feminidad. Y como se le restriguió y ocultó.


Continué pensando en esa conversación con tia L. por días. Me obsesionaba las ideas que me había explicado, la sensación que la Virgen María, en su belleza y exquista dulzura, escondía más de un secreto inquietante. Cuando se lo comenté a mi abuela, ella me hizo uno de sus guiños divertidos.

- En realidad la Virgen María justamente muestra el lado más hermoso del Catolicismo - explicó - es una Virgen que también es Madre. Un enigma muy complejo en si mismo. Para las sociedades antiguas, debió recordarles los antiguos misterios. Para el Catolicismo, una nueva esperanza.

- ¿Pero representa de verdad a la mujer? - pregunté. No supe como plantear mejor la pregunta. Lo que realmente quería saber era si la Virgen María, tan perfecta e inalcanzable era una visión de la mujer Católica o su idealización. Era una idea muy compleja para mi corta edad y no supe expresarla de mejor manera que cuestionarme si la Virgen podía ser comprendida como parte de la feminidad.

- Por supuesto que sí. Pero solo una parte de ella - respondió mi abuela -  Aunque la virgen sólo es una parte de la divina trinidad femenina ( junto con la madre-prostituta y la vieja), su castidad no se ve afectada por la intensa actividad sexual de los otros aspectos. Es capaz de renovar su condición original a voluntad o a través de ceremonias o festividades. Así se convierte en la virgen eterna, titulo compartido por Istar, Anat y otras Diosas que, sin embargo fueron célebres por sus numerosos enredos amorosos. Aunque descrita como virgen, también existía la Afrodita pandemo ( es decir popular), cuyo templo en Corinto albergaba a las prostitutas sagraas, cualquiera de las cuales encarnaba a la diosa cuando yacia con un hombre. Entre las pocas diosas vírgenes que fueron inquebrantable y literalmente castas figuran la griega Artemisa, su equivalente romano Diana y Atenea, hija de Zeus. Los tres estaban relacionadas con la violencia y la acción.


No entendí mucho que quería decirme con aquello, aunque sí saqué en claro lo esencial: La Virginidad para los pueblos antiguos no era necesariamente una muestra de bondad. Era más bien, un aspecto de poder, una manera de manifestar muchas ideas relacionadas con el poder y la transformación. Me pregunté si mi Maestra, tan bien intencionada y que miraba las imágenes de la Virgen María con tanta devoción podría pensar algo semejante. Supuse que no.

La sexualidad reprimida de la virgen suele describirse como una fuente potencial de gran energía que puede resultar extremadamente peligrosa o destructiva - explicó mi abuela. Tomó una de las pequeñas estatuillas de Diana Cazadora que decoraban la biblioteca. La tomé con delicadeza. La exquisita talla, mostraba a la Diosa llevando su arco y flecha. La pequeña escultura tenía un rostro fresco y exquisito como las de la Virgen María, pero al contraste, llevaba una túnica corta, un carcaj al hombre y un arco en la mano derecha. La imagen misma de la fuerza - Dicha energía se acumula con efectos positivos en las vírgenes guerreras que desempeñan la función de las guardianas de los misterios femeninos. En este caso, a menudo son patronas de actividades o acontecimientos de los que, aparentemente, la virginidad las excluye. Por ejemplo, en tanto guardiana de la naturaleza, Diana también era Diosa de la fertilidad y posteriormente la vincularon a los partos y al cultivo de semillas. La satisfacción sexual de las mujeres es otra faceta de los misterios femeninos, lo que quizá explica los motivos por los que, a pesar de que rechazaban el sexo, Diana fue la patrona de las festividades orgásticas.

"Atenea fue más severa, debido a que personificaba la castidad y desdeñaba la maternidad. Aunque sancionada por Zeus, rechazó la propuesta de matrimonio de Hefestos, Dios artesano del fuego y los volcanes. Se desató una refriega y el esperma del Dios resbaló sobre la pierna de la Diosa, que asqueada, lo apartó. Cayó sobre Gea, la tierra, que quedó fertilizada en el acto y produjo al horrible Erictonio, futuro rey de Atenas. Atenea lo crió como si fuese su hijo de esta forma, practicó una especie de maternidad."

- Y no solo hablamos del mundo occidental. Para muchas otras culturas, la virginidad no era realmente un don del espiritu y la bondad, sino una forma de construir un lenguaje personal, algo místico que la mera idea de la castidad - prosiguió mi abuela - La virgen india Parvati se volvió asceta con el único propósito de conseguir compañero bajo la forma de Siva, su mitad masculina. Ayunó y se aisló hasta que, llorando su ausencia, el principio masculino dejó morir al mundo, acontecimiento que recalcó la importancia de Parvati en cuanto figura de fertilidad.

Los mitos indios sobre la abstinencia sexual transmiten el sentido de la inmensa y ardiente energía que las vírgenes y los ascetas conservan."



Todas aquellas historias me asombraron. Y además, me brindaron una perspectiva mucho más amplia y profunda sobre la figura femenina, sus implicaciones y la manera como la historia la mira. Porque a pesar que tenía muy pocos años, si estaba muy consciente del poder de mi mente y sobre todo de esa esencia misteriosa, extraña y hermosa que me hacía una mujer en crecimiento.  Por supuesto, me llevaría años comprender todo eso, pero de alguna manera, sentí una sensación de descubrimiento portentoso, de asombro admirado hacia esa visión poderosa de la mujer que me transmitió comprender su esencial dualidad.

Sonrío, pensando en esas ideas mientras miro mi pequeña colección de virgenes y Diosas. No sé si inspirada por la colección de mi tia L. o por una necesidad personal, todas las imágenes forman parte de mi vida, y de mi visión del mundo. Y las miro, pensando en la mujer que representan y más allá, el poder misterioso que expresan.

Una manera de crear y mirarme, más allá de toda sutileza.

C'est la vie


Proyecto Un libro Cada Viernes: Los Veintidós libros que toda biblioteca debe tener.





Mi primera biblioteca - la primera que llamé mía, en todo caso - era muy pequeña. Pero a mis diez años, me parecía el mundo entero.  Me llevó meses completarla - o comenzarla, como se le mire - . Se encontraba en la habitación que ocupaba cuando visitaba a mi abuela y era solo un pequeño mueble repleto de libros usados. Pero a mi me parecía espléndida: tenía un anaquel roto, un gavetin desvencijado y una enorme grieta en un costado, pero era hermosa en su pequeña decadencia. Y los libros, eran verdaderos tesoros. ¡Los amaba todos!. Los había heredado de varias bibliotecas familiares y otros,  comprado en alguna de mis librerias favoritas. Eran mios, formaban parte de mi mundo. Era como pequeños trozos de mis memorias más preciadas, al alcance de una palabra y el olor incomparale de una página nueva.

Mi biblioteca creció conmigo. Tal vez era mi reflejo. Siempre había un libro nuevo que encontrar, como de casualidad, allí, perdido entre tantos otros. Amores a primera vista, pensaba en ocasiones, con una sonrisa, sosteniendo ese nuevo misterio guardado celosamente entre solapas. Un sueño nuevo cada vez. Mis pequeños tesoros estaban en todas partes: en la Librería Pequeñita de Sabana Grande con la que tropecé por casualidad, esa otra tan grande y lujosa en el Centro Comercial de Moda que me producía desconfianza, con sus pasillos bien iluminados y sus libreros muy jóvenes. Incluso en mesas perdidas en calles, en manteles tendidos en la calle. Libros que se asomaban entre revistas y objetos, sonriendo timidamente. ¿Me llevas? decian. Prometo contarte sobre mundos que nunca has imaginado y que viven en mi. ¿Me guardarás? No sé como he llegado a ti, pero guardaré tus secretos y sonreiré para ti. ¿Me cuidas? Velaré tu sueño, serás quien ria y juegue entre mis páginas. ¿Me llevas entre tus brazos? Ah, la sonrisa de tu mejilla, el placer de mirarte maravillada por lo que leerás en mi. ¿Quién eres, hermosa mía? Deseo conocerte. Ven conmigo y cantaré para ti.

- ¿Lo llevará señorita? - el librero de turno me mira un poco desconcertado. ¿Cuanto tiempo llevo aquí, acariciando con la punta de los dedos la solapa de cuero? ¿Sonriendo sin aparente motivo? No lo sé. Quizás no me importa saberlo. Solo sé que acabo de encontra otra pequeña pieza en el mundo radiante de mi imaginación. De lo que aspiro. De quien seré.


Coloco con cuidado el libro en el anaquel. Ya no se trata de mi vieja biblioteca, sino una más grande. Un hogar enorme para recibir a nuevos visitantes, a otros hijos radiantes de tinta y papel. Conservo a los antiguos, pero también abrí la puerta a otros tantos que he recibido en mis brazos, en mi mente y en mi espiritu. Uno tras otro, creando un castillo de la Memoria, que se eleva y se construye a mi alrededor, en puentes abiertos y cúpulas asombrosas, en pasillos diminutos y habitaciones amplias. Puertas abiertas y cerradas en mi mente. La ciudad que es mi espíritu y mi corazón.


Mi biblioteca - así, en general, la que tuve, la que tendré, las que vendrán - está llena de pequeños tesoros, de visiones de mi misma que parecen multiplicarse en todos los mundos que atesoro entre páginas. Y de pronto me pregunto ¿Cuales son los Imprescindibles? ¿Existe un libro Imprescindible, en realidad? La respuesta es ambigua y es quizás por ese motivo, que recopilar una lista sobre la idea resulte tan complicado. Pero quiero hacerlo, y quizás no exista mejor forma de que aspirar a esa gran ágora de mi mente, que reunir los que considero son los libros infaltables en cualquier biblioteca que esté por nacer o madure lentamente, un reflejo del amor de un lector devoto por la palabra. Y obsequiarlos claro. No existe un mayor placer que brindar el obsequio de las páginas de una historia a punto de comenzar a contarse.

¿Y cuales son esos libros que considero deben habitar en ese gran refugio de palabras que todo amante de la palabra quiere tener?


Los siguientes:

* El Principito de Antoine Saint Exupery: 

La gran metáfora sobre la niñez, la espiritualidad y la trascendencia con la que generaciones enteras han aprendido las primeras palabras. Considerado un libro para niños más leído por los adultos, es una alegoría a la vida desde la sencillez de la niñez, pero más aún, la profunda mirada de un espíritu profundamente sensible sobre la vida y sus vicisitudes. Y es que quizás, este Joven Principe enamorado sin remedio de una rosa rebelde y único habitante de un planeta olvidado, sea la más hermosa metáfora del poder de la imaginación.

* Don Quijote de Miguel de Cervantes Saavedra:

El gran libro que realmente poca gente ha leído. De hecho, confieso que solo lo leí durante mis años universitarios. Tenía mis dudas que una novela tan antigua ( considerada precursora de la novela tal y como la conocemos ) tuviera algo que decirme desde su célebre distancia histórica. Pero encontré que no solo tenía mucho que enseñarme la historia del Viejo Hidalgo melancólico,  sino que además, su historia poseía una frescura inusitada, una visión trascendental que la hacía moderna  a pesar de sus largos siglos a cuesta. Y es que quizás el idealismo, como los sueños, están destinados a mantenerse siempre jóvenes.

* Las venas abiertas de America Latina de Eduardo Galeano:

Eduardo Galeano se define así mismo como contracultura y por ese motivo, su visión de America Latina es profundamente reaccionaría y esencial. Y es que para Galeano, la sociedad, la cultura y la expresión humanista de la America niña en pleno desarrollo, es una interpretación del habitante que sufre y mora en el límite mismo de sus propias carencias. Considerado por muchos como un panfleto ideológico y a la vez, como una obra renovadora del género, es parte de esa imaginería literaria de un America que continúa en busca de su identidad.

* El Diario de Anna Frank:

Anna murió sin vislumbrar que trascendería más allá de su asesinato, como la escritora es que soñó ser. Y es que el diario de Anna Frank refleja el poder de las convicciones y la sensibilidad, la trascendencia del poder de la imaginación y la fortaleza de espíritu. Con apenas once años, Anna miró al mundo con unas transparencia irrevocable y más allá, con una esperanza inquebrantable que demostró que la verdadera libertad, habita en la palabra.

* Crimen y Castigo de Fiódor Dostoyevski:

La culpa, el remordimiento se mezclan en una historia turbia, conmovedora a ratos y esencialmente inquietante, que muestra los matices del espíritu humano casi con crueldad. Y es que para Dostoyevski hay una visión eminentemente elocuente en esa dualidad del hombre enfrentado a sus vicios, temores y dolores, una expresión de la individualidad falible que forma parte de la naturaleza humana. Una historia que asume su cualidad de análisis del hombre y su circunstancia  y roza la crítica sin jamás perder su casi helada capacidad de observación. El hombre que devora el hombre. El temor del limite de la conciencia.

* La Divina Comedia de Dante:

El poema de Dante redefininió los conceptos de la fe, la creencia y el tiempo a través de una metáfora aleccionadora llena de símbolos políticos. Y tal vez por ese motivo, la obra trascendió los limites de su Florencia Natal para convertirse en un símbolo de esa visión profundamente humana del dolor, el pecado y lo sobrenatural.

* Hamlet de William Shakespeare:

La Tragedia llevada a la poesía, o quizás la interpretación del dolor a través de la visión poética del autor. Como obra "Hamlet" meditó profundamente sobre la naturaleza del hombre y del poder, pero sobre todo, acerca del temor y el dolor como trascendencia espiritual. Es quizás, junto a Romeo y Julieta, la obra más emblemática de su autor.

* La Odisea de Homero:

Se le ha llamado la épica máxima y también, un libro que celebra la inteligencia y la Astucia del hombre en su lucha contra lo inefable. Cualquiera sea la forma como se le defina, La Odisea es un triunfo de la imaginación y la visión de su autor - cuya identidad aún se debate - sobre las interminables luchas entre los símbolos del poder y el hombre que se enfrenta a ellos a través del poder de su espíritu. Origen de multitud de mitos y leyendas, forma parte de esa memoria histórica Universal tan sutil como inevitable para todo devoto lector.

* Ensayo sobre la Ceguera de José Saramago:

Crítica durísima a la sociedad y a la cultura, desde una perspectiva tan poco usual como cruda. Y  es que para Saramago, no parece haber nada que escape al análisis y la mirada de ese observador elemental que crea a través de la metáfora, el simbolismo e incluso esa metavisión del yo que evoluciona - crece - a través de ideas comunes. Una obra infaltable dentro del imaginario del autor y en la literatura moderna.

* Juan Salvador Gaviota de Richard  Bach:

Considerado como un clásico discreto, es una interpretación poética del crecimiento espiritual y la búsqueda de respuestas existencialistas a través de la evolución de la visión trascendental. Criticado por su excesiva sencillez por algunos y alabado por el mismo motivo por otros, es una revisión del género de la metáfora literaria como exaltación de la madurez emocional y la construcción de valores personales.


* El Aleph de Jorge Luis Borges: 

Es quizás el cuento más emblemático del autor Jorge Luis Borges y es el que define su exquisita visión sobre el Universo literario y más allá, la propuesta narrativa que finalmente le haría inmortal. Y es que el Aleph, con su visión levemente pesimista y sus multiples interpretaciones, tiene la capacidad de concebir el lenguaje como una estructura elemental e incluso, una creación de infinitas variaciones que parecen provenir de un único origen: la imaginación del hombre.

* Metamorfosis de Franz Kafka:

Cuando Gregorio Samsa despertó para encontrarse convertido en un insecto, cambió la historia de la literatura para siempre. Y es que Kafka, con su estilo directo, inquietante e incluso doloroso, creó un universo totalmente nuevo de la narración, la expresión literaria e incluso, ese análisis sutil sobre la voz individual del hombre que se asume como parte de lo irremediable. Probablemente Kafka, timido y enfermizo, miró con mayor profundidad ese temor del hombre hacia lo voluble, la muerte y la fractura del tiempo personal.

* La Guerra y la Paz de Leon Tolstoi:

La guerra, vista bajo el ojo del hombre común. Una asombrosa mirada a la violencia, el terror, el dolor y la orfandad de la tragedia bélica y sobre todo,  el hombre como su principal victima. Como obra, se le considera probablemente una de las más poderosas jamás escritas y se convirtió en un manifiesto sobre la muerte, la vida y el valor de la humanidad como parte de esa gran visión espiritual del hombre como creador de su propia historia.

* La Íliada de Homero:

Su autor la definió como un canto a la cólera humana, sus consecuencias y sus implicaciones. Y no obstante, la Íliada es también un alegato sobre el poder de la inteligencia, la creación individual y la perspectiva del hombre que se asume como parte de una circunstancia portentosa. Más allá, sin embargo, la Íliada es una interpretación del mundo antiguo y sus vicisitudes, una búsqueda extraordinaria del tiempo que se crea a medida que se asume inevitable y el hombre, como protagonista de su propia historia.

* El Nombre de la Rosa de Humberto Eco:

Humberto Eco en su máximo esplendor: Una narración enrevesada, compleja y poética que retrata el mundo medieval con una meticulosidad que asombra, fascina y en ocasiones desconcierta. Porque Eco, perfeccionista e incansable cuestionador de lo obvio, construye una historia de aristas impensables y que parece confundirse no solo con una proclama sobre la esencia de la falibilidad del pecado sino además, del tiempo como medida de la razón.

* Ulises de James Joyce:

Se le ha llamado el libro ilegible y probablemente lo sea: probablemente su complejidad lo haga un ejercicio de paciencia más que de perseverancia de buen lector. Aún así, representa las virtudes de la novela Inglesa y además, ese visión inquisitiva de la literatura sobre las vicisitudes humanas: una disección casi cruel de la vivencia y el ego creador.

* El Túnel de Ernesto Sábato:

El amor trágico y la locura creativa en su mayor expresión: la visión de la locura que se construye como un concepto casi onírico. Con un pulso prodigioso, Sábato transita entre la tensión, la pasión y la destrucción moral en una novela que asombró por su inmensa capacidad expresiva y penetración psicológica.

* El Señor de los Anillos de J.R Tolkien:

Como clásico de la literatura fantástica, el Señor de los Anillos no solo renovó el género de lo Fantástico sino que le brindó una estructura novedosa y una profundidad intelectual desconocida hasta su publicación. Y es que la visión de Tolkien enalteció la cultura de lo fantástico, le ofreció un lustre mitológico y casi trascendental a sus narraciones. Una visión extraordinaria de un tema muy antiguo.

* Demian de Herman Hesse:

Se dice que Hesse intentó destruir el paradigma del materialismo a través de esta narración intimista, alucinante y devastadora. Porque para Hesse, esa minucioso análisis del tiempo y de la circunstancia forma parte de la idea cultural, lo social y lo intelectual: Una justificación de la construcción de la circunstancia humana a través de sus temores y dolores. Una reflexión profunda sobre el ego y la personalidad transgresora.


¿Una lista corta? Quizás lo sea, pero aún así resume esa visión creadora y profundamente personal que todo lector construye a través de su vida. Una manera de soñar.


¿Donde puedes encontrar cualquiera de los libros de esta pequeña recopilación?

La gran mayoría, a excepción del Ulises Joyce y Demian de Herman Hesse pueden encontrarse en cualquier librería del Ramo.

Como siempre, si quieres leer cualquiera de ellos en su formato digital, déjame tu dirección de correo electrónico en los comentarios y te los envio.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Delirios fotográficos: Los cinco libros que todo fotógrafo debería hojear al menos una vez.





El primer libro de fotografía que tuve fue "Berenice Abbott" de Berenice Abbott. Tenía unos once años, acababa de obsesionarme con la fotografía y me maravilló descubrir el mundo de la fotógrafa a través de sus imágenes. Sobre todo me asombró, su capacidad para mirarse así misma como parte de su expresión fotográfica y más allá, comprenderse como observadora, además que únicamente testigo de la época que le tocó vivir. Una sutileza que el libro de Abbott me dejó bien claro desde el principio: desde sus bellos retratos en el París de los años '20 hasta sus célebres fotografías cientificas, la fotógrafa se esforzó por brindar su opinión - o quizás, su ausencia, que también es un alegato - lo mejor que pudo en imágenes. Y es si algo brinda sentido artístico a la fotografía, es su capacidad para entablar dialogos sutilezas - y en ocasiones no tanto - con el espectador, con ese otro yo que se manifiesta a través de la mirada que se comparte entre el observador y el fotógrafo. Y Berenice, con su estilo elegante y silencioso, me lo demostró.

Por ese motivo, colecciono libros de fotografía. Lo hago por conservar ese legado de memoria artística que representa una cuidada recopilación del trabajo autoral de un fotógrafo, pero sobre todo, porque he aprendido el valor de comprender el mundo de la imagen a través de la visión de otro creador. Porque un libro fotográfico no es solo la historia del fotógrafo en imágenes, sino del mundo que le tocó vivir y la época que observó con atención. De manera que siempre será enriquecedor comprender la construcción del lenguaje visual a través de ese proceso de maduración que todo fotógrafo sufre a través de sus reflexiones sobre la imagen y su repercusión. Un reflejo de esa transformación individual que todo artista y creador expresan a través de su simbología personal.

El profesor Nelsón Garrido fue el primero en darle nombre a esa obsesión mia por los libros autorales de fotografía. En una de las memorables clases del curso "Experimental I" que tomé en la institución que dirige, comentó que el gusto por el PhotoBook "prepara al fotógrafo para asumir el poder del lenguaje visual". Un pensamiento curioso, pero sobre todo, muy parecido a esa sensación que siempre me transmitió analizar el trabajo de otro fotógrafo a través de sus imágenes más personales.

- Todo fotógrafo se mira esencialmente así mismo. Son Voyeurs, como diría Newton, pero también son viciosos de la contemplación del mundo a través de su perspectiva - comentó. Levantó un libro de su escritorio: Los americanos de Robert Frank y recordé la combinación de fascinación y desconcierto que  sentí al mirarlo. Mirar un trozo de historia ajena. Comprendí lo que el profesor Garrido quería decir - el tema fotográfico es voluble, el lenguaje fotográfico es permanente. Y entre ambas cosas, existe la consistencia de la mirada del fotógrafo. Esa que escudriña, expresa, comenta y analiza. La que elabora el concepto y se nutre de él.

Una idea preciosa que continué meditando meses después de escucharlas y que probablemente siempre tenga muy presente al momento de continuar analizando la fotografía como expresión del yo. Porque más allá del documento puro y del testimonio histórico, la imagen es de hecho intimo, una elucubración sobre lo que vivimos, asumimos como real y más allá, es parte de nuestra versión del mundo real.


La biblioteca del Fotógrafo


Hablar sobre libros de fotografía siempre será complicado, esencialmente porque la literatura fotográfica parece ser uno de esos temas donde existen tantos puntos que resulta casi imposible una opinión unánime con respecto a que libros o autores deben formar parte de la biblioteca del fotógrafo. No obstante y a pesar de la posible - inevitable - polémica, parece existir cierta visión general sobre cuales son los llamemosle, volúmenes imprescindibles que todo amante de la imagen debe al menos hojear una vez.  Como siempre, me dediqué a preguntar y a escuchar opiniones de algunos de mis profesores y fotógrafos, hasta lograr una lista de nombres lo suficientemente amplia como para ser debatible. Y de esa recopilación puede interpretarse que la visión fotográfica abarca no solo la  documentación de la realidad en imágenes inmediatas sino una manera de crear.

¿Y cuales son los libros que forman parte de esta pequeña colección ideal que todo fotógrafo debe tener? Los siguientes:



* "Ejemplos: El como se hizo de 40 fotografías" por Ansel Adams:

Ansel Adams, además de fotógrafo era un gran investigador de la técnica fotográfica y parte de ese talento para la investigación y la creación, lo recopila en una interesantísima colección de libros técnicos donde además de incluir sus meticulosos análisis sobre la imagen y la elaboración del lenguaje fotográfico, muestra una visión de la fotografía como expresión elemental de la realidad. En este libro, además Adams analiza con detalle las técnicas que utilizó desarrolló y la manera como las utilizó para crear varias de sus fotografías más conocidas.



* "Henri Cartier-Bresson. ¿De quién se trata?". Henri Cartier-Bresson y varios autores

Cartier-Bresson es considerado el padre de la fotografía moderna y con razón: sus fotografías meditan profundamente sobre el tiempo, la belleza de lo cotidiano e ideas transcendentales, expresadas a través de símbolos elocuentes. Así que tal vez, para comprender la fotografía como expresión formal de la realidad, sea necesario mirar la especialísima concepción del arte técnica del gran Maestro y este libro es una manera ideal de hacerlo: no es solo una de las selecciones más cuidadas del trabajo de Cartier Bresson sino que además, posee la particularidad de recopilar buena parte del trabajo personal del fotógrafo, lo que permite un análisis mucho más preciso sobre su visión de la imagen. Uno de los libros más exquisitos que he tenido el placer de leer y sobre todo, uno de los más poderosos en a la mirada fotográfica moderna se refiere.


* "Los Americanos". Robert Frank

Robert Frank tiene el curioso honor de ser una leyenda fotográfica de lo cotidiano y es que su trabajo autoral se encuentra profundamente vinculado a esa nueva definición que brindó a la America profunda y desconocida que logró a través de su trabajo. Luego de ganar una beca  Guggenheim en 1955, Frank dedicó casi tres años en viajar por Estados Unidos para documentar la identidad Nacional - o al menos era su intención - pero lo que logró fue algo mucho más extraordinario: brindar una nueva interpretación al gentilicio Norteamericano y sobre todo, al llamado "Sueño Americano". Un análisis de la sociedad más allá de los esquemas culturales y sobre todo, a través de esa mirada escudriñadora que solo el lente de la cámara puede brindar.



* "Berenice Abbott". Berenice Abbott:

Como fotógrafa, Berenice Abbott analizó el mundo desde una perspectiva personal y es que sin dudas, sus imágenes retratan el mundo desde una perspectiva impecable, exquisita e innovadora. Porque Abbott, con su mirada metódica y su reinvención de la expresión fotográfica, encontró una forma de expresar ideas en imágenes que hasta entonces, había sido desconocida: la imagen que insiste en elaborar conceptos complejos a través de imágenes sencillas. Y es que tal vez se deba que para Abbott, la fotografía representó una recreación del mundo y una idea curiosamente personal sobre lo que consideraba hermoso. Desde sus bellos paisajes urbanos hasta sus famosas fotografías científicas, Berenice asumió la fotografía como una elaborado lenguaje personal.


* "The Family of Man". Edward Steichen (editor), Carl Sandburg (colaborador)

En 1955, Edward Steichen llevó a cabo en el MoMA de Nueva York lo que se llamó "La mejor exposición de fotografía de todos los tiempos" y el titulo no parece ser exagerado: Con más de 500 fotografías de Dorothea Lange, Robert Capa, Cartier-Bresson, Margaret Bourke-White, Edward Weston, Eve Arnold, Irving Penn y Bill Brandt, entre otros 273 fotógrafos reunió la memoria histórica mundial en una asombrosa selección de imágenes inolvidable. Este libro es la reproducción de la muestra y además incluye una detallada visión sobre la puesta en escena itinerante que se llevó a cabo unos meses después y que incluyó buena parte de los países del mundo. Una visión elocuente del valor de la fotografía como fenómeno cultural y además, como una poderosa herramienta de comunicación emocional.




Como siempre insisto, ninguna lista sobre temas tan debatidos como este estará completa nunca, pero aún así, creo que esta pequeña selección bibliográfica es una manera es lo suficientemente completa como para brindar una visión del mundo complejo y siempre en evolución del Photobook. ¿Crees que debí incluir algún otro libro en la lista? ¡Nos leemos en los comentarios!

martes, 26 de noviembre de 2013

Entre desvarios casuales te veas: De la groseria a la palabra decente. ¿Que hay en medio de ambas cosas?




Hace unas semanas, caminaba por una calle concurrida cuando me tropecé con no recuerdo exactamente que cosa. Lo que si recuerdo, fue que trastabille, me lastimé el pie,  estuve a punto de caer y finalmente, dejé escapar un muy sonoro: "COÑO" adolorido. Me incliné para masajearme el lastimado tobillo, mientras una mujer a mi lado, me miraba muy ofendida. Le devolví el gesto, preguntándole si en algún momento de mi pequeño desastre torpe, había tropezado con ella o algo parecido.

- Las mujeres jóvenes no deben decir groserías - dijo entonces. La escuché boquiabierta. El dolor del tobillo continuaba siendo lo bastante agudo como para agriarme el humor y el comentario no contribuyó en nada a mejorar mi estado de ánimo.

- ¿Me puede explicar por qué? - pregunté. Sabía que no debía hacerlo. Que lo más juicioso - y razonable - era ignorar la frase y seguir en lo mio. Pero no lo hice. Seguro se debió al calor metálico de ese mediodía cualquiera, el insistente dolor que me produjo el golpe en el tobillo...o simplemente que no me dio la gana, así de malcriado como fuera, asumir ese comentario por las buenas. Para ser de todo honesto, en realidad respondí por eso, más que por cualquier otra cosa.

- Porque eso no es de niñas educadas - me respondió. Nos encontrábamos a mitad de una avenida repleta de gente, en un día especialmente caluroso. Dos desconocidas, que probablemente no volverían a coincidir de nuevo. Pero a mi me pareció de suma importancia entender esa idea rídicula del motivo por el cual una mujer no puede disponer del lenguaje como mejor le parezca, paladear la agresividad como le sea más satisfactorio.

- Yo soy lo bastante educada para entender que una mujer es un adulto responsable y coherente que puede utilizar groserías de vez en cuando - insistí. La mujer parpadeó. La mire de arriba abajo: con sus probablemente cuarenta años bien llevados - o quién sabe si hasta un poco más - es la típica dama remilgada con que te puedes tropezar en un lugar elegante. Que fuera de lugar luce en mitad de esta calle de rostros sudados, de tráfico escandaloso y con esta mujer de cabello despeinado que la cuestiona sobre su opinión de las groserías. Pero de verdad quiero entender el comentario.  La cosa comienza a ponerse incómoda.

- Una mujer siempre debe mantener la clase - me dice. Ahora con los hombros erguidos, la cara muy maquillada tensa de la cólera - así te duela o te pase lo que te pase, no entiendo el motivo por el que hay que ser vulgar.

- Tampoco entiendo el motivo por el cual el lenguaje debe ser una especie de eufemismo barato - le respondo. Un transeúnte casual nos lanza una mirada desconcertada. creo que he subido la voz más de lo conveniente - quiero decir lo que se me antoje, cuando se me antoje. Y lo haré siempre que pueda.

La mujer va a decir algo. La cólera le tensa las mejillas sonrosadas tanto que el gesto de su boca se tuerce. Los ojos entrecerrados. Y sé que está a punto de estallar, sé que esa furia discreta que intenta disimular, podría explotar de una manera muy sencilla: con un sencillo COÑO como el mio u otra palabra peor sonante. Pero que no ocurrirá. Esta mujer, se contendrá, hará honor a su cabello repeinado, al maquillaje muy elaborado, a los bonitos pantalones de seda y a la blusa de volantes, para callarse, para dejar bien claro ante un público invisible que ella es una dama, que para ella no está permitido expresar los sentimientos como le parezca, sino como debe. Y de pronto me pregunto cuando ocurrió esto, en que momento de la historia la mujer cerró los labios para sonreír forzadamente, dejó de considerar que podía tomar sus palabras y hacer con ellas lo que prefiriera. Me duele sobre todo a mi, que amo las palabras, las "decentes" y las "groseras" y creo que todas merecen la misma importancia, el mismo peso y libertad.

Finalmente, la Dama educada no dice nada. Me da la espalda y cruza la calle, con una habilidad tremenda sobre sus tacones vertiginosos. La miro, entre la multitud, altiva y bella, seguramente pensando en lo terrible de disgustarse así en plena calle, de escuchar groserias, de esa libertad de la emoción. No me mira de nuevo ni una sola vez. Y la veo alejarse, oronda y solitaria, hasta que desaparece entre la multitud. Y me quedo preguntándome, ¿ por qué no puedo decir COÑO cuando me plazca? ¿Que hace que la mujer deba reprimirse? ¿Por qué esa la cólera femenina, la capacidad para expresar la furia siempre está tan tergiversada?

Un pensamiento angustioso, me digo un poco desalentada. Y preocupante, también.


De la grosería al improperio: La señorita que mira al otro lado.

Hace unos seis años, vi un divertido programa de televisión donde un psicologo reunió a un grupo de hombres y mujeres que no se conocían entre sí  en una sala pequeña y les pidió se insultaran entre sí de la manera más vulgar que se les ocurriera. Les dijo que expresaran lo que quisiera de la manera que quisiera y que utilizaran los peores insultos que conocieran. ¿Qué ocurrió? Que luego de una hora, el psicologo comprobó que los hombres se reían y se insultaban a gritos entre carcajadas, mientras las mujeres, sonrosadas y preocupadas, prefieron permanecer silenciosas en un rincón. Después dirían que el ejercicio les había parecido insoportable, tan difícil que les había resultado imposible completarlo.  Cuando se les preguntó el motivo, la respuesta fue simple: "no podía insultar" , "me sentí muy incómoda", "preferí no hacerlo". El psicólogo que llevó a cabo la experiencia después concluiría que el pequeño experimento había demostrado que la mujer tenía una percepción del lenguaje como una expresión de un deber social por encima del hombre. En castellano vulgar: La mujer intenta complacer una imagen estereotipada donde la ira, las emociones más violentas y el lenguaje no están permitidas.

Ese es un concepto extraño...dirá el hipotético lector de este, su blog de confianza. Las mujeres no son tan groseras como los hombres, será el razonamiento posterior. Es parte de lo culturalmente aceptable. Pero ¿Se pregunta usted de vez en cuando por qué lo es? Yo si lo hago. Me lo pregunto, mientras escucho a mujeres insistiendo que ciertas palabras son "inconvenientes", mientras vivo la insistencia de la sociedad donde nací en esquematizar el uso del lenguaje a conveniencia.  Pero es que en realidad, la grosería, con toda su carga histórica y social, es solo una interpretación del lenguaje. ¿Parece simple? Por supuesto que lo es, aunque no lo parezca. Tal vez por ese motivo, la grosería - como concepto - varía de país en país, y lo que usted y a mi nos pueda resultar grosero, en otras latitudes pueda resultar normal. Sin embargo, la grosería insiste en permanecer como una idea concreta sobre ciertos limites del lenguaje. Y más allá, la mujer, como siempre el eslabón más débil de una cadena de equívocos culturales. Porque el sesgo  - así como suena de crudo y elemental - del deber ser social siempre parece rodear al que históricamente tiene menos posibilidades de defenderse. Y la mujer, con esa larga herencia que la invisibiliza y la disminuye, es la víctima perfecta para un largo engranaje de ideas levemente represivas.

A estas alturas, a usted que tan amablemente me lee, este artículo debe parecerle un alegato que defiende la mala educación y el desorden.  Podría hacerlo, en tanto que estoy convencida que la educación es un pacto de honor entre los ciudadanos de determinada cultura para no molestarse entre si. Pero en realidad, la gran pregunta que me hago y que no sé si podrá ser respondida, es hasta que punto la grosería y la mujer que la pronuncia - y lo que se piensa de ella -  son sintomas de algo más profundo y revelador. ¿Qué se espera de la mujer? ¿Que se asume como necesario, evidente, congruente con la imagen que se tiene sobre lo femenino? Es una pregunta que inquieta, al menos a mi me inquieta claro. ¿Se pregunta, que es lo que hace que una mujer grosera sea tan mal vista? Sí, he escuchado todos los alegatos sobre la delicadeza del bello sexo, de esa aspiración a lo etereo, a lo exquisito que es esencial en lo femenino. ¿Pero eso es suficiente? me pregunto de vez en cuando. Lo hago sobre todo, cuando escucho los encendidos alegatos que en ocasiones estallan insistiendo que la "educación" se ha perdido, que nuestra cultura carece de valores, que la elegancia se encuentra herida de muerte. Y recuerdo al Maestro Cabrujas, reivindicando la groseria como derecho elemental. Porque sí, no habrá nada más expresivo y satisfactorio que un COÑO bien esgrimido, y hasta un HIJO DE PUTA bien encajado en el lugar corriente. Porque hay una libertad inherente en el uso del lenguaje a discreción, de asumir la responsabilidad de lo que se expresa, de lo que se crea a través de la palabra. Y que libertad hay sin duda en esa satisfacción de la furia expresada con poder, de la idea concreta donde se ajusta la expresión más coherente. Decididamente, soy de las que cree que la palabra crea contradicciones, enumera razones invisibles y sobre todo, está hecha para gritar y sacudir. ¿La groseria forma parte de esa idea? sin duda. Aunque no sea muy aceptada y no se digiera bien. Pero existe, pero encaja perfectamente en esa definición.del pequeño limite que existe entre lo que debe ser y lo que no puede expresarse. De lo que somos como idea social y más allá, como lenguaje.

De manera que sea mujer u hombre, diga coño, diga hijo de puta, diga lo que prefiera, siempre que sepa el valor del lenguaje que se construye, el peso de la idea que expresa y más allá, lo que significa para usted esa capacidad de abrir espacios en su mente, de tentar el riesgo de salirse del deber ser e incluso algo tan simple, como disfrutar de un pequeño acto de rebeldía. ¿Y quién no disfruta del poder de asumir sus propios riesgos? No sé usted, pero para mi, la cosa está clara: Hay un poder evidente, concreto y satisfactorio en simplemente decidir hasta donde la cultura tiene la capacidad de limitarnos e incluso, restringir esa idea venial sobre la individualidad por la que todos alguna vez hemos luchado por llevar muy alto. Un espacio muy definido en nuestra mente, una manera de crear.

C'est la vie.



domingo, 24 de noviembre de 2013

Consejos de una sobreviviente: Entre el tiempo libre y el deber te veas, lo que todo freelance debe saber.




Solo dos veces en mi vida he trabajado con horario de oficina y en ambas ocasiones la experiencia resultó un perfecto desastre.  En la primera de ellas, llegué tarde cada día en que trabajé en el prestigioso bufete donde era pasante: algún mecanismo olvidado e infantil de mi cerebro jamás me permitió ser puntual, aunque en lo intenté. En la segunda, no pude calzar en el ambiente organizado y ordenado de la experiencia. De manera que siendo bastante joven decidí que el mundo laboral tradicional no era para mi. Tenía veintiún años cumplidos cuando abandoné una prometedora carrera como abogado para trabajar en lo que verdaderamente me apasionaba: la literatura. Fue un golpe de timón esencial que cambió mi manera de comprenderme como empleado y más allá, como parte de esa visión del "adulto independiente" que se tiene con frecuencia. Porque el Free lance, por definición se asume como rebelde. ¿Lo soy? me pregunto a veces, mientras trabajo horas seguidas, con tanto ahínco como cualquier empleado de oficina. Y la conclusión a la que he llegado es que solo se trata de una manera distinta de ver el mundo del trabajo, la ganancia y la interacción con lo que llamamos "entorno laboral".



Pero siendo claros, aunque algo de rebeldía debe haber en todo esto, aunque no algo tan superficial como enfrentarme al sistema perteneciendo a él de manera tangencial. Más bien, se trata de una manera de mirar las opciones y encontrar la que más se adecue a mi manera de ver el mundo. Quizás parece demasiado simple pero esa es una de las razones por la que soy free lance: probablemente hay algo en mi manera de concebir el mundo laboral que no se atiene a horarios y jerarquías o se trate solo simplemente que como diría un amigo psicólogo "no comprendo el método de la rutina". No podría decir nada tan concreto, pero lo cierto es que jamás me he llevado bien con el mundo empresarial y sus ramificaciones. Desde que recuerde he trabajado por mi cuenta y aunque el resultado ha sido irregular - es inevitable lo voluble que puede resultar el mundo del empleo independiente - también ha sido muy satisfactorio. He descubierto que es una forma muy personal de asumir la responsabilidad por tu vida adulta y quizás, la manera más franca, de aceptar que el trabajo es una necesidad de la vida moderna, pero que no necesariamente, debe limitar tu forma de crear.

Por supuesto, no todo es tan bonito o tan sencillo como parece a simple vista: durante estos casi quince años de trabajo independiente, he aprendido - por experiencia - como sobrevivir a un mundo tan voluble como mutable. Y es que el trabajo freelance es un riesgo a todo nivel: a pesar de tu talento, de tu buena disposición y sobre todo, tu esfuerzo, habrá momentos de peligrosos altibajos. Me ha ocurrido que por meses he disfrutado de una improbable bonanza económica para luego padecer momentos financieros realmente duros. Porque en el mundo del Freelance solo una cosa es segura: que ningún elemento de los que forman parte de tu trabajo lo es. Así que a medida que he tropezado, equivocado, recuperado y triunfado, he aprendido unas cuantas lecciones valiosas, que creo puedan orientar a todo aquel que decida - con la valentia del idealista y sobre todo, la torpeza de quien comienza - a seguir este camino, tan gratificante como inesperado.

¿Y cuales son esas lecciones que me han ayudado a sobrevivir en década y media? Las siguientes:

* Comienza con buen pie:

Si ya tomaste la decisión de dejar tu estable posición laboral en una empresa tradicional y dedicarte a la vida freelance, toma precauciones. A lo que me refiero es que solo comienza a trabajar por tu cuenta cuanto estés seguro de que tienes a tu alcance todos los elementos que te permitirán hacerlo y además, facilitarán tu transición. Hablo que jamás comiences una carrera Freelance sin asegurarte de tener a tu disposición todo lo que requieres para no lamentarte por la decisión que tomaste y mucho menos, pensar que tomaste la decisión equivocada. ¿Y cuales podrían ser esos aspectos? En lo personal creo que son los siguientes:

* Toma precauciones acerca del dinero: ahorra  - a pesar de lo difícil que eso pueda resultar en Venezuela - y sobre todo, asegúrate que conoces el terreno que pisas en cuanto a tus gastos y deudas. Es decir, no olvides que aunque tu vida cambie, muy probablemente tus responsabilidades asumidas seguirán siendo las mismas. Asegúrate que dispones de dinero para sobrevivir a los primeros meses de duro aprendizaje: calcula los gastos monetarios que te permitirán continuar a pesar que no tengas las mismas entradas de dinero que solías tener. Realiza un presupuesto realista que te permita analizar de cuanta base económica dispones y de cuanto requerirás. Es importantisimo que además asumas una idea incómoda: es probable que no empieces a trabajar de inmediato, de manera que toma precauciones para sobrellevar el momento de incertidumbre de la mejor manera posible.

* Define tu trabajo, perfil de empleo, aspiraciones a futuro: Es probable que aunque te sientas capacitado para trabajar en tres o cuatro cosas a la vez, debas dedicarte solo a una. Así que evalúa tus posibilidades y habilidades para depurar tu perfil laboral. Antes de comenzar la aventura como trabajador independiente, capacitate lo mejor que puedas en el área que desempeñarás. No importa si tienes conocimientos previos o te dedicas a la misma área laboral en el mundo empresarial: recuerda que por la via independiente se te exigirá mucho más y deberás llevar a cabo toda una serie de tareas que antes probablemente realizabas en equipo.

* Consulta el mercado: Aunque pueda parecer muy apetecible y lleno de oportunidades, el mundo free lance puede resultar muy duro y complicado si no encuentras tu público y mucho menos, el lugar donde tus habilidades y conocimientos te sean más útiles. Asegúrate que conoces las estadísticas de productividad, frecuencia de trabajo y más allá, cualquier otro elemento que pueda brindarte una mejor idea del área especifica donde trabajarás.

* Ten todas las herramientas y equipos que necesitas para trabajar a tu disposición: Y no necesariamente deben ser de alta tecnología. Lo que sí debes asegurarte es que cuentes con el equipo básico para desempeñar tu trabajo de manera idónea y además, que sabes utilizarlo a su mayor capacidad. Si necesitas orientación, conocimientos, actualizaciones, no dudes en dedicar tiempo y esfuerzo en hacerlas. Recuerda que el mundo freelance es muy competitivo y tu única carta de presentación es tu buen desempeño y tu talento. De manera que intenta ser lo más productivo que puedas.

* Curriculum, recomendaciones, clientes: Imprescindible que te asegures que tu imagen profesional sea idónea. Necesitas no solo actualizar tu Curriculum vitae sino además, todas las herramientas que te permitan incursionar en el mercado laboral de la manera más profesional posible. ¿Tienes una página web? Llegó el momento de revisar si está mostrando lo mejor de tu portafolio y tu trabajo como creativo. ¿Tienes imagen gráfica? dependiendo de la rama profesional a la que te dedicarás es necesario que tengas una imagen laboral consistente. Actualmente también es necesario que verifiques el uso y la manera como manejas tus redes sociales profesionales, y comiences a pensar sobre como puedes vender tu trabajo de manera directa.


Por supuesto, cada uno de los anteriores elementos te llevará un tiempo de preparación, por lo que otro buen consejo que podría darte antes de comenzar, es que realices un pequeño cronograma sobre la manera como piensas llevar a cabo la transición entre el mercado tradicional de trabajo y los puntos que debas cumplir para dar el llamado gran salto hacia el trabajo independiente. Recuerda calcular lapsos realistas de tiempo y tener muy en cuenta que cualquier plan profesional está sujeto a cambios personales o de la circunstancia laboral que vives actualmente. No obstante, es necesario que sepas hacia donde te diriges y sobre todo, que esperas lograr en un futuro próximo.

* Concibete como un profesional:

El mundo del freelance suele ser considerado un mundo liberal y muy flexible, pero en realidad es tan demandante como cualquier otro trabajo corporativo. Incluso aún más: el trabajador independiente es responsable de cada aspecto laboral que ofrezca como profesional y más allá, es la eficiencia lo que será su única referencia futura. De manera que aunque pueda parecer divertido e incluso juvenil, tomate tu experiencia como trabajador independiente muy en serio. Y asegúrate que:

* Entiendes los contratos, presupuestos, valores y leyes: Suele ocurrir que un freelance, sobre todo en las áreas netamente creativas, tiene poca o ninguna idea de la manera como debe comercializar su trabajo. Toma precauciones al respecto: asesórate en el ámbito legal y financiero sobre que esperar y que ofrecer en tu trabajo. Familiarizate con los términos de contratos, presupuestos y los elementos que debes manejar al momento de negociar tarifas y cobros por prestación de servicios. Sobre todo, sé muy ordenado con respecto a tu manera de analizar la manera como ofrecerás tu trabajo comercialmente. ¿Existe algún gremio que pueda proteger tu trabajo? Afiliate y no dudes en solicitar ayuda si lo requieres. Es muy necesario que seas capaz de solucionar situaciones concretas que puedan afectar tu trabajo y más aún, tu desempeño como trabajador independiente.

* El portafolio: Ya comenté más arriba la necesidad de restructurar y depurar tu trabajo antes de dar el paso hacia el mundo independiente. Por supuesto, que dependiendo de tu área de trabajo, la forma como muestras y sobre todo como vendes tu trabajo será distinta, pero no olvides que en lineas generales un portafolio - de cualquier ámbito artístico o creativo - debe contener lo mejor de tu trabajo. Actualizalo con frecuencia y también, solo muestra el que tenga un nivel óptimo y profesional. Diferencia el trabajo personal - ese que desarrollas en privado y sin ninguna intención económica - del que pueda interesar a un cliente. Siempre recuerda que un buen portafolio - y en algunos casos tu página web - es tu mejor tarjeta de presentación. Y quizás la única que puedas tener en algún momento.

* Manejo de clientes: Si conocer tu mercado es necesario,  asumir responsabilidad con respecto a  tus clientes es imprescindible. Me refiero en concreto que tu relación con el cliente debe ser una combinación entre respeto, responsabilidad, comunicación y buen hacer. En una ocasión, uno de mis profesores me aconsejó que siempre procurara culminar cualquier relación laboral con una sonrisa. En su momento, me pareció una idea cursi y hasta hipócrita, hasta que en una ocasión, un cliente con quien había tenido una dificil situación laboral que no supe manejar, se aseguró de hacerle llegar su opinión sobre mi a un posible empleador. Obviamente, no solo el nuevo cliente no me contrató sino que por algún tiempo, tropecé de vez en cuando con la incómoda situación de una referencia preocupante sobre mi trabajo.

* Redes Sociales: Actualmente, las redes sociales tiene un peso importantisimo dentro de la promoción y publicidad de cualquier empresa: tomatelas en serio. No importa si eres un animal social o te lleva esfuerzo interactuar via web, recuerda que tu imagen empresarial como trabajador independiente dependerá del uso que hagas de lo que comunicas y compartes en las redes más populares. De manera que una buena idea podría ser que separaras tus redes personales de las que promocionan tu trabajo: evitarás malos entendidos y sobre todo, te permitirá un mayor control entre lo que muestras y lo que expresan la información sobre ti vía web.


* Recuerda: A pesar de lo divertido que pueda resultar el mundo freelance, estás trabajando.

Es algo que se olvida con frecuencia. Muchas veces, el recién estrenado independiente encuentra que no tener horarios ni responsabilidades inmediatas le brinda una libertad desconocida. Eso es cierto, claro, pero esa libertad también puede ser peligrosa. Recuerda que ya no trabajas para alguien más, lo haces para ti mismo y cualquier error repercutirá en tu desempeño profesional. Es saludable entonces, comprender que a pesar de los beneficios que pueda brindarte trabajar por tu cuenta, estás desempeñando una relación laboral con un cliente, idéntica a la que pudieras sostener puertas adentro de cualquier empresa. Aún más, recuerda siempre - y tenlo como prioridad - que el mundo freelance necesita de un cierto orden y disciplina: la que tu mism@ impongas sobre tu manera de trabajar y más allá, asumir responsabilidades con respecto a tu desempeño laboral.

Algo que también es imprescindible tener en claro: el trabajo independiente tiene su propio ritmo. Es un error muy común pensar que al carecer de horarios, siempre habrá tiempo de sobra para trabajar. En realidad, una vez que empecé a trabajar por mi cuenta, descubrí que es muchísimo más dificil administrar el tiempo y más de una vez me encontré trabajando contra reloj por mucho descuido. Aprendí entonces la importancia de organizar tu tiempo de tal manera que puedas no solo disfrutar de tu tiempo libre - que habrá, y mucho - sino también de tus momentos más productivos.

¿Una lista muy corta de recomendaciones? Quizás, pero resumen mi aprendizaje luego de casi década y media de trabajar a mi propio ritmo. De hecho, mientras escribo esto - en pijama y tomando un exquisito café - no puedo dejar de pensar en que me he divertido más de lo que admito. Y es que trabajar de manera independiente me dejó una gran lección que nadie aprende hasta que disfruta de la experiencia: trabajar puede ser, sin duda alguna, un placer.

C'est la vie.

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Hace poco, un amigo sufrió lo que supongo es el temor de cualquiera que trabaje de manera independiente: luego de llevar de trabajar durante unos dos meses en un complicado proyecto de diseño, su cliente decidió - sin una razón comprensible - que el resultado no le agradaba. Mi amigo intentó dialogar: le ofreció soluciones e incluso le propuso replantear la propuesta desde el principio. Pero el cliente no aceptó ninguna de sus sugerencias y sin mediar explicaciones, abandonó el proyecto. ¿El resultado? Una considerable perdida de recursos y tiempo para mi amigo que no podría recuperar. Cuando le pregunté si su contrato de trabajo no especificaba que debía hacer en caso que el cliente no deseara continuar contratando sus servicios, me dedicó una mirada avergonzada.

- No tengo contrato - carraspeó con nerviosismo - confié en la palabra del cliente.

Me contuve para no soltarle la inmediata regañina que se me ocurrió. Mi amigo tenía un considerable éxito profesional y además, es lo bastante talentoso como para que su trabajo se cotice muy alto dentro de la rama que desempeña. Entonces, ¿Como explicar un descuido semejante en un punto tan sensible como es la comercialización de su trabajo? Cuando se lo pregunté - de nuevo, conteniendo mi mal humor - su explicación me sorprendió.

- La verdad no sé muy bien que debe incluir un contrato de trabajo indepediente. Usualmente hago un contracto informal y solo acepto clientes recomendados, pero...
- No siempre funciona - completé. Suspiró.

Me pregunté, cuantos profesionales talentosos con trabajos independientes debían sufrir percances semejantes por cometer un descuido tan habitual dentro del mundo del trabajador independiente. Muchos, supuse, por lo que me indicaba la experiencia. Y es que la gran mayoría de Freelance, olvidan un detalle concreto al momento de manejar los aspectos económicos y legales de su trabajo: la autonomía en el planteamiento de los requerimientos de lo que ofrece como oferta comercial y lo que el cliente acepta. Un contrato Freelance puntualiza los términos de cualquier negociación futura con el cliente y lo que es más importante, protege el trabajo y el desempeño - que se traduce en esfuerzo - que lleves a cabo durante el proceso de completar un proyecto de trabajo. No obstante, en Venezuela, un país esencialmente informal, los trabajadores independientes suelen protegerse más bien poco con respecto a lo que exige - y puede ofrecer - al momento de entablar una relación profesional. Un error bastante preocupante si tomamos en cuenta que el recurso más valioso de un Freelance es el tiempo y los recursos que utiliza para construir una relación de trabajo.

* El contrato de trabajo Freelance: El requisito y la necesidad.

Usualmente, todo trabajador Freelance proviene de un ambiente laboral tradicional, lo que hace que conozco poco o nada de lo que a exigencias contractuales y estipulaciones económicas se refiere. En una ocasión, una amiga Diseñadora gráfica, me explicaba que su conocimiento con respecto a contratos y exigencias profesionales vía presupuestos y acuerdos económicos, se limitaba al lugar donde debía firmar. Una circunstancia bastante común: por lo regular, a un trabajador independiente le lleva algún tiempo asumir que una vez fuera de la zona protegida de la relación laboral regular, no hay estipulaciones claras sobre como vender, comercializar y proteger su trabajo. Pocos Freelances, saben que un contrato verbal no tiene valor en nuestra legislación y incluso desconocen,  que la relación laboral según las leyes Venezolanas debe probarse por un acuerdo entre partes lo suficientemente claro como para dejar evidencia concreta de su existencia. Claro está, que tampoco nuestro país dispone de mecanismos que procuren la seguridad económica y laboral de un aspecto comercial tan difuso como el Freelance, pero aún así, hay maneras de proteger tu trabajo, el tiempo que inviertes en él y sobre todo, tu relación laboral con el futuro cliente, bajo el marco legal vigente.

¿De qué manera podemos hacerlo? En primer lugar, teniendo claro varios puntos con respecto a la protección legal de la comercialización de tu actividad comercial:

* Todo por escrito: Como comenté antes, en nuestra legislación no existe la validez del contrato verbal, aunque existan testigos que puedan corroborarlo y medios para demostrar que la negociación sucedió. De manera que por muy confiable que sea un cliente o lo muy recomendado que esté, cuida siempre que toda transacción comercial tenga como sustento un contrato aceptado y firmado por ambas partes.

* Todo contrato es válido: Actualmente, cualquier documento aceptado por ambas partes, es considerado un documento de trabajo válido, incluso si no está notariado o registrado ante la ley. De hecho, la nueva legislación laboral Venezolana, dispone que la relación de trabajo puede demostrarse a través de cualquier elemento que demuestre de manera fehaciente cualquier intercambio comercial entre ciudadanos mayores de edad y legalmente capacitados para asumirla. En otras palabras: No necesitas un abogado para redactar tu contrato de trabajo.

* Cada cosa en su lugar: Recuerda que tu trabajo puede considerarse una actividad comercial legítima, así que asegúrate cumplir con todos los requerimientos de ley que te permitirán llegar a un acuerdo de trabajo satisfactorio. Si vives en Venezuela, procura obtener el RIF ( puedes hacerlo via Online aquí ) y también, utilizar un talonario de facturas legalmente vigente que te permita facturar tus ingresos de manera segura ( puedes hacerlo aquí ). Además, lleva un estricto control sobre los impuestos y cargos por ley que debes realizar al costo total de tu trabajo. Una precaución que te permitirá recurrir a la ley en caso de necesitarlo.

El contrato: Qué, como y cuando.

Una vez leí que un contrato Freelance es un híbrido entre lo legal, un acuerdo comercial informal y el sentido común. Es una manera inteligente de definirlo, porque el contrato que uses para establecer relaciones comerciales con tus clientes, te permitirá definir cuales son tus responsabilidades, derechos  y bajo que términos se llevará a cabo la relación de trabajo que compartirás con tu cliente. Además, un contrato de trabajo evitará que puedas resultar perjudicado al momento de negociar con respecto al precio en que comercializas tu trabajo y su posterior difusión. Si perteneces a un área artística, es importante también que dejes establecido desde el principio - y por escrito - como podrá el cliente disponer del trabajo que realizas y cuales serán los limites de su derecho sobre el resultado final resultante.

¿Y que debe contener un contrato de trabajo tradicional? En primer lugar, recuerda que el Cliente deberá conocer de antemano el servicio que ofreces, así que en el contrato solo se estipulará y de manera suficientemente clara elementos que aseguren que la relación de trabajo entre ambos sea provechosa: términos de pago, plazos de entrega, la revisión del trabajo y sobre todo, evaluar las diferentes eventualidades que pueden afectar o no la entrega final del producto resultante. El contrato legal, además, deja muy claro y mucho antes de comenzar la relación laboral, a que debe atenerse el cliente y tu ritmo de trabajo: algo esencial para que el proceso de trabajo se desarrolle sin tropiezos.

Claro está, cualquier Freelance que se precie - y que haya trabajado más de una vez en pequeños proyectos - puede preguntarse cuando es necesario la firma de un contrato, siendo que muchos trabajos pueden parecer excesivamente informales como para ameritar un trámite en apariencia engorroso e inncesario. ¿Mi consejo? Redacta dos versiones de tu contrato: Uno para lapsos flexibles, de entregas inmediatas o mucho menos elaborados de lo que sueles realizar y uno general, mucho más amplio y dedicado especialmente a los proyectos regulares de envergadura que realizas. Eso te permitirá controlar con mayor facilidad tu oferta de trabajo, incluso en los casos de apariencia más informal.

Aún así, puede que siga pareciéndote innecesario la utilización de contrato en algunas situaciones especificas. La mayoría de los expertos en legislación laboral y recursos humanos que consulté, recomiendan que decidas si necesitas un contrato de trabajo o no bajo tres parámetros esenciales:

¿Que riesgo asumo al aceptar determinado proyecto sin las especificaciones legales que me protegen?
¿Que tanto de ese riesgo estoy dispuesto a aceptar?

Y más importante aún:

¿Cuando dinero y tiempo laborable arriesgo en caso que el cliente no esté satisfecho con el resultado del trabajo? 

Responder estas cuestiones con franqueza, te ayudará a evaluar el panorama de trabajo al que deberás enfrentarte. Y decidir, bajo elementos claros que tan necesario es la utilización de un contrato o no. No obstante, no olvides una idea básica al respecto: Todo proyecto de trabajo necesita algún tipo de inversión de tiempo, dinero y conocimientos, incluso los más pequeños. De ese balance entre costo y esfuerzo, dependerá tu decisión al respecto.

Del contrato: Lo básico.


Un contracto de trabajo Freelance es muy parecido a un contrato de trabajo tradicional. Pero, siendo que eres el promotor y el responsable de tu trabajo y el uso que se hace de él, un contrato de estas características debe incluir además, aspectos personalisimos con respecto al uso que se hace sobre el tiempo y recursos que inviertes en completar un proyecto. Asi que, especifica los siguientes datos concretos:

* Nombre y datos de las dos partes implicadas en la relación laboral:  Especifica con nombre y apellido los firmantes del contrato y además, cual será el apelativo que se utilizará para identificarles durante la relación de trabajo. Un ejemplo de como hacerlo podría ser:


Yo________________ , titular de la cédula de identidad número_____________ y de este domicilio, en adelante el firmante y _______________________ titular de cédula de identidad número y en adelante el cliente, firman el siguiente contrato para llevar a cabo el siguiente proyecto_________________________________ 

* Ambito de trabajo: Define de la manera más simple que puedas, cual será el trabajo que realizarás, que herramientas y equipos usarás y cual será el resultado del trabajo. Un ejemplo de como hacerlo podría ser:

"El firmante se compromete a ______________________________ ( especifica que tipo de trabajo realizarás) como parte de la relación laboral que establecerá con el cliente, según los términos especificados en el presente contrato".

* Firmas: El contrato de trabajo debe estar firmado por ambas partes, identificados con nombres y apellidos y respectivas cédulas de identidad.

En un apartado más especifico, tu contrato de trabajo debe dejar muy claro los siguientes puntos:

* Tiempo: 

Aunque cada proyecto tiene características especiales e individuales, hay un lapso de tiempo prudencial que puedes incluir como parámetro al momento de redactar un contrato FreeLance. Analiza tu trabajo desde distintos puntos de vista al momento de especificar cuanto días laborables y horas efectivas utilizarás al llevar a cabo un proyecto. Es importante tengas en cuenta que el lapso podrá traducirse como un cronograma de trabajo que el cliente podrá o no realizar, pero que podría incluir el tiempo que mencionas. Aunque creas es poco menos que innecesario - y en ocasiones muy complicado - incluye detalles para evitar que el cliente pueda utilizar la carencia de limites a tu favor.

Un párrafo para especificar el tiempo de duración de la relación laboral podría ser parecido al siguiente:

"El Presente contrato estipula que el tiempo de entrega del resultado final del proyecto acordado entre las partes será entre _______________ ( especifica el momento en que comenzará a ser válida la entrega ) y __________________________. ( señala el momento en que el proyecto deberá ser entregado completo. Durante este período de tiempo, el cliente puede solicitar mejoras y revisiones sobre el resultado del proyecto que se lleva a cabo. Este lapso de tiempo se lleva a cabo previo acuerdo entre las partes y bajo las especificaciones del presente contrato que delimitan la responsabilidad del firmante y el cliente"

Tip práctico:

Asegúrate que el lapso de entrega sea realista: no exageres sobre la cantidad de tiempo que te requerirá llevar a cabo el proyecto ni tampoco, trabajes con limites muy justos. Lo ideal es que tengas el tiempo suficiente para una revisión con el cliente y corregir puntos en discusión antes de la entrega final.


* Entrega:

La entrega del resultado final de un proyecto es quizás uno de los puntos más complicados en un contrato FreeLance. Aunque la recomendación general es mantener las cosas sencillas - la clausula solo debe indicar que te comprometes a entregar el resultado del proyecto según los requerimientos del cliente - también debes tener en cuenta las necesidades del cliente: ¿Tu producto necesita alguna orientación para usarse? ¿Necesitará el cliente alguna recomendación especial para tener acceso al resultado del producto? Incluso: ¿necesita instrucciones para su mejor comprensión o uso?

Un párrafo para especificar la entrega final del proyecto que realizaste puede ser:

"El firmante se compromete a entregar en los términos y plazos estipulados el resultado del proyecto que se llevará a cabo, así como todos los requerimientos que el cliente solicite para su mejor utilización y disposición"

Tip práctico:

El párrafo puede sonar bastante simple, pero deja en claro que el cliente podrá recurrir a ti para comprender mejor el producto o el proceso del proyecto. Ten en cuenta sus necesidades y prepárate para responder preguntas o solventar situaciones complicadas.


* Hablemos de dinero:

El tema más delicado de todo el contrato. Casi todos los expertos en Recursos Humanos que consulté, insistieron en que mantengas los términos de contratos muy simples y que sean bastante comprensibles para tu cliente: Si recibes un adelanto sobre el costo final del producto, asegúrate de especificar el porcentaje en dinero que debes recibir y a que te compromete. También, indica cuando recibirás el resto del dinero y bajo que condiciones ¿Lo recibirás una vez que el cliente pueda hacer uso del producto? ¿Lo recibirás una vez culminado el proyecto? También deja muy claro que ocurrirá con el adelanto y el dinero restante en caso que la relación de trabajo acabe antes de concluir el proyecto completo. ¿Habrá reembolso o no? ¿Conservarás el dinero que ya había sido cancelado? Realiza las aclaraciones necesarias en puntos específicos y separados. Deja muy claro la manera como el cliente pagará tu trabajo y bajo que condiciones. Incluye los datos bancarios y todo lo que necesites para que el cliente pueda realizar las transacciones sin mayor incomodidad.

Un párrafo para especificar la entrega final del proyecto que realizaste puede ser:

"El firmante prestará sus servicios profesionales de ______________ o realizará el encargo u obra de_______________para el cliente, del que percibirá una contraprestación económica por la ejecución de su actividad profesional o económica o del encargo u obra por un importe de ________________bolívares, cuyo abono se producirá en el tiempo y forma convenidos. El pago se efectuará en el plazo de____________ días desde la recepción de la factura correspondiente. En defecto de pacto, el plazo de pago será de_________ días.

Forma de Pago
· El 50% de la totalidad a pagar debe ser cancelada al comienzo de la realización del proyecto y el 50% restante cuando se haga entrega del mismo, de no efectuarse el último pago no se entregará el producto final.
· Si el cliente no está conforme con el trabajo final, está exento de cancelar el 50% restante del pago y deberá firmar un acuerdo en el que se compromete a no usar de manera comercial las propuestas de diseño realizadas."

Tip práctico:

Incluye moneda de curso legal en letras y números, eso evitará cualquier confusión al respecto.

* De las Revisiones e inconvenientes en la relación de trabajo: 

Es muy importante incluyas una clausula especifica que indique cuantas revisiones y alteraciones puedes realizar a tu trabajo antes de la entrega final. También incluye que costo tendría - de tenerlo - y con cuanto tiempo de antelación el cliente podrá requerirlas. Al momento de negociar plazos de revisiones, ten en cuenta lo complejo de tu proyecto o cuanto podría afectar los lapsos convenidos de la entrega cualquiera de las revisiones. Además, añade el número máximo de veces en que puedes realizar correcciones sin afectar el proyecto final: será una manera útil de conservar la integridad del trabajo.

Un párrafo para especificar la entrega final del proyecto que realizaste puede ser:

"El firmante se compromete con el cliente a realizar un número total de _________ revisiones con respecto al desarrollo del proyecto propuesto. Los lapsos de entrega pueden variar de acuerdo a la cantidad de revisiones que se realizan y su importancia dentro de la integridad total del proyecto propuesto. Cualquier modificación de las condiciones ofertadas que sea requerida, deberá ser documentada y aprobada por ambas partes".

Tip Práctico:

Recuerda especificar hasta que punto puede exigir una revisión del proyecto o producto: ten en cuenta que una revisión que implique revisar el trabajo desde el principio, puede afectar la propuesta completa y la integridad del trabajo que se entregará.


Una recomendación general: recuerda siempre que un contrato de trabajo debe ser lo suficientemente especifico y sencillo como para dejar claro los principales aspectos legales. No necesitas una redacción legal concreta: solo requieres que el cliente sepa a que atenerse y que esperar al momento de contratarte y sobre todo, puedas proteger tu trabajo y el tiempo invertido en el proyecto que realizarás.


Mi amigo sonríe casi con inocencia cuando le entrego el contrato que le redacté y que le obligué a aceptar como improvisado obsequio. Para la ocasión, hice imprimir el pequeño texto en hojas membretadas legales y lo guardé todo dentro de una primorosa carpeta con su nombre rotulado. Lo sostiene, casi con cuidado, como si no supiera que hacer con las hojas y sobre todo, con tu contenido. Aguardo, mirándole entre irritada y divertida.

- Prometo...
- Entregarselo a un cliente nada más me siente en la mesa - digo en voz alta. Mi amigo suelta una carcajada.
- Lo prometo.

No confío mucho en su palabra,  pero me alivia saber que de ahora en adelante, su trabajo - su esfuerzo - estará protegido de la mejor manera posible. Y es que ninguna precaución es poca al momento de comercializar lo que es probablemente lo más importante que cualquier trabajador freelance posee: Su creatividad.

C'est la vie.

¿Tienes preguntas con respecto al tema? Déjamelas en los comentarios e intentaré contestarlas en un futuro artículo.




sábado, 23 de noviembre de 2013

La bruja que bailaba en el mar y otras historias de misterio y dolor: Celebrando la Luna Oscura.





El sueño siempre es muy parecido: corro en la oscuridad y escucho el sonido del mar. Tan cercano, tan exquisito. Lo escucho elevarse, hacerse enorme, casi inquietante. Y de pronto, solo el sonido de las olas al romper en rocas invisibles. Con corazón latiendome muy rápido, corro entre los árboles que apenas puedo ver, me tropiezo, resbalo. Caigo sobre barro oloroso a flores misteriosas. Me levanto de nuevo, entre temblores. Cuando levanto los ojos hacia el cielo, solo hay oscuridad. ¿Donde está la luna? Me pregunto, con los brazos cruzados sobre el pecho. ¿Por qué no está iluminándome?

Entonces siento miedo. Y despierto. Empapada en sudor, con las manos aferradas a las sábanas. Aún así, no es una pesadilla. Solo es un sueño. Sin embargo, hay algo inquietante en las imágenes, en la sensación. Aunque no sepa exactamente que es.

Pocas veces se lo he contado. Tal vez porque solo sean imágenes borrosas, extrañas, superponiéndose unas a otras. Una de las pocas personas a quien se lo dije, opino que tal vez se debía a mi necesidad de encontrar respuestas incluso en las ideas más confusas.

- No lo creo, el sueño no significa nada y aún así, me sobresalta - le expliqué. Me enamoré de F. nada más conocerlo, aunque como a mi sueño, no lo comprendía mucho. Era extraño, callado y sobre todo, inquietante. Había un rasgo suyo que nunca pude explicar, una predilección por el desastre y la angustia que me desconcertaba. En ocasiones pensaba que me había enamorado justo de esa grieta en su cordura, esa visión que tenía de si mismo y del mundo. Un hombre misterioso, le habría llamado mi abuela. A mi me gustaba no saber con cual nombre definirle. Un pequeño misterio cotidiano.

- Todo sueño significa algo - insistió - la mente humana siempre está construyendo ideas, absorbiendo información y expresandola de la manera que puede. Si te inquieta, es que esas imágenes están diciendote algo que no quieres mirar.

Suspiré. Extendí la mano y tomé la suya. Eramos desconocidos, en realidad. Con apenas veinte y tantos años cumplidos yo había tomado el riesgo de comenzar de nuevo mi vida: abandonar mi prometedora como abogada y comenzar a recorrer de nuevo, esta vez en el mundo de la literatura. Ese borde poco auspicioso de una madurez que parecía romperse con facilidad. Y a F. lo había conocido justo el primer día de clases en la Universidad desconocida, sentado al borde del pupitre, mirando a su alrededor con una evidente incomodidad. Después descubriría que simplemente, no soportaba su visión del mundo o más allá, su manera de mirar. Un idea curiosa.

De alguna forma, estábamos juntos. Pero no todo era evidente y amable. El amor tórrido tenía sus pequeños dobleces, sus silencios, sus temores, sus angustias. Y sobre todo, siempre parecía a punto de resquebrajarse. Con F. nada era sencillo: a las peleas a gritos le seguían largos períodos de furia, de lujuria y de un amor tan doloroso como destructor. Muchas veces, junto a él, me pregunté si el amor era algo entre la locura y el desencanto, con exquisitos momentos de simple sutileza. Nunca lo supe. Era muy joven aún, tal vez. Muy inocente e idealista. Y estaba enamorada, claro. Esperaba muchas cosas de ese sentimiento nuevo, que parecía opacar cualquier emoción anterior, crearse así misma. Un renacer extraño, en medio del mundo en blanco - sin estrenar - que comenzaba a recorrer.

En una ocasión, una de nuestras peleas había sido especialmente violenta. A gritos en mitad de una calle concurrida. Y de pronto, hubo un empujón. Algo fluido, espontáneo. Incluso, poco violento. Trastabillé, mirándolo asombrada, como si la violencia fuera algo que no pudiera comprender o que estuviera fuera de mi manera de mirar las cosas. El dolor palpitó un momento en mi hombro y me despertó de esa duermevela del asombro sin norte.  No sentí miedo. Sentí solo una profunda desazón, esa confusa mezcla de tristeza y desesperanza que te invade cuando comprendes que algo está comenzando a romperse, a derrumbarse lentamente en silencio. Lo sabía por supuesto: desde el primer beso codicioso y brusco, las lágrimas y las risas, los gritos y la furia. Siempre la furia. Solo que en esta ocasión comprendí su peso real. Su significado más allá de toda epopeya poética. Recuerdo haber corrido - huido - de él y de mi misma. Corriendo por las calles borrosas de una Caracas a medio recordar. No respondí sus llamadas y me negué a verlo por días. Cuando me tropecé de nuevo con él, en medio  de la Universidad solitaria, lo miré como un desconocido. Porque lo era. Un rostro borroso escondido bajo esa emoción incadescente que parecía unirnos como trozos mal encajados de un mecanismo que nunca llegó a funcionar.

La noche anterior, había tenido el sueño. La carrera a ciegas en el bosque silencioso. El cielo nocturno desnudo, salpicado del resplador púrpura de las estrellas. Las manos extendidas al frente, palpando la oscuridad a ciegas. Entonces decidí contarselo. Decidí escucharme decir en voz alta lo que mi mente intentaba susurrarme. Ese pequeño fragmento de lucidez escondiéndose en medio de una nada sorda.

Tomé un sorbo de café. El tiempo transcurrió muy despacio mientras saboreaba mi propia amargura, sentada frente a él, dejando el tiempo pasar. Cuando lo miré, ambos sonreímos. Sin rencores.

- Entonces, si lo comprendes - preguntó. Me encogi de hombros. Un gesto como de niña. Dejé la taza sobre la mesa. Quise tomar su mano otra vez pero no lo hice. No quería escucharme, no quería perderme de nuevo en esa sensación chirriante tan cercana a la angustia. Tan hermosa que dolía. Quise que el tiempo se detuviera allí mismo, que pudiera olvidar todos los momentos anteriores y solo comprender el presente borroso que compartimos. Ese momento, sin resolución. Sin otro nombre que ahora.

Me levanté sin decir nada, tal vez porque había mucho que decir. Quería haberle dicho que había aprendido que el amor podía ser devorador, duro y elemental. Que lo ideal del sentimiento siempre debe romperse con el olor de la piel, con la naturaleza misteriosa de ese deseo más allá de toda identidad. Quise decirle, a gritos, que la violencia y el dolor, el deseo y la lujuria, se confundían con tanta facilidad que en ocasiones parecian tener el mismo rostro. El suyo. Y sobre todo, quise decirle cuanto lo había querido, lo que había significado para el veneno y el resplandor, el sufrimiento y el éxtasis. Una escena movediza, enorme y espontánea en mi mente. Pero no dije nada. Nunca hubo tanto silencio que cuando caminé por el campus solitario de la Universidad, escuchándome respirar con esfuerzo. Una nada radiante con sabor a inquietud.

Esa noche, sentada en mi habitación, rodeada de velas encendidas, miré el cielo vacío. La luna no estaba allí para cobijarme, para escucharme, para consolarme. Pero incluso en ese silencio extraordinario, en esa infinita ternura de la oscuridad que asombra, había belleza. Y pensé, llorando con los labios apretados, que el dolor tiene pequeños abismos insoldables y el amor rostros desconocidos. Y que yo, en mi ingenuidad, había deseado conocerlos. Ahora me preguntaba si era así.

Un suspiro, en la oscuridad.


La Dama sin rostro:

Durante la fase de la Luna oscura, suelen llevarse a cabo rituales que propicien la fuerza de voluntad, el conocimiento de la energía interior como una dualidad que abarca todas nuestras decisiones y emociones: un equilibrio entre el poder espiritual creativo.  Uno de esos rituales es el siguiente:

Necesitarás:

2 velas blancas.
7 hojas de Laurel.
Un cuenco para quemar.

Disposición:


Coloca las velas a tu izquierda y derecha respectivamente y frente a ti, el cuenco para quemar con las hojas de Laurel en su interior. Ahora cierra los ojos y concéntrate en el ritmo de tu respiración. Toma largas y profundas bocanadas de aire, mientras te relajas. Intenta comprender  la forma como tu cuerpo reacciona a tu voluntad de expulsar toda sensación de cansancio y tensión de tus brazos y piernas, torso y cabeza. Imagina que el aire a tu alrededor se vuelve más cálido, incluso acariciante y toma una tonalidad opalina, palpitante y lleno de una suave luminosidad. Ahora,  abre los ojos y enciende la vela a tu derecha invocando de la siguiente manera:


"Gran Madre de plata,
Tu rostro está oculto hoy
en el velo el tiempo y la oscuridad
sin embargo, el secreto se revela
en mi voluntad de aprender
a través de mi convicción
y el valor de mi determinación"

Ahora encenderemos a nuestra derecha:

"Que el enigma que guarda las sombras
me sea revelado en la luz del conocimiento
Soy hijo de la Luna y el sol
De la danza de las mareas
del Suspiro del amanecer
y la canción del viento antiguo
Que está noche sea mí
el conocimiento de la divina dualidad
Asi sea"



Cierra los ojos de nuevo y concentrate en percibir tu fuerza interior. Imagina escenas de tu vida cotidiana donde puedas comprenderte tu propia mente, símbolos personales que te permitan interpretar tu propia manera de pensar y de soñar.   Visualiza con todo detalle como esa luminosidad vibrante y llena de fuerza, emula con sus destellos el ritmo de tu respiración, los latidos de tu corazón. Ahora, ve como la luz te rodea, envolviéndote lentamente, creando un espiral que se hace más consistente y poderoso a medida que se alza hacia el infinito. Siéntete conectado con la energía de la Tierra y el tiempo que se manifiestan en ti a través del poder de tu mente.

A continuación, abre los ojos y enciende las hojas que has colocado en el interior del cuenco para quemar. Cuando las llamas comiencen a consumir el Laurel, coloca tus manos sobre el fuego, impregnándote del humo que se eleva del fuego ( cuidando de no quemarte ) e invoca de la siguiente manera:

"Soy la voz de la fresca primavera en mi voz
el Conocimiento frutal del verano
La melancólica experiencia del otoño
La fuerza cerval del invierno
Muero y renazco en mi pensamiento y en mi convicción
Así sea"


Disfruta del penetrante olor de las hojas al quemarse, mientras imaginas que el humo se une al espiral de luz que has visualizado momentos antes. Ahora, la luz brilla con toda su fuerza, con toda su espléndida nitidez y el humor danza como pequeños anillos iridiscentes de él. Disfruta de la sensación de paz que te posee y calma tus pensamientos. Siente el intenso placer de encontrar un punto de equilibrio entre tu voz interior y el mundo que se manifiesta más allá de tu mente.

Cuando las hojas se hayan consumido por completo, daremos por finalizado la estructura energética que hemos llevado a cabo. Deja que la velas se consuman para completar el ritual que llevaste a cabo. Come y bebe algo para equilibrar la energía que invocaste.


Corro por la oscuridad. La respiración jadeante. El cuerpo temblandome de miedo y cansancio. Y de pronto, más allá de las sombras, la luz plateada de la luna parpadea. Y en medio del sueño, el alivio tiene el sabor del mar misterioso que no logro encontrar nunca y aun así me consuela, danza en mi mente, se abre en todas direcciones a través de mi imaginación.

Despierto. En la oscuridad sonrío. En medio de la simple tranquilidad que siento después, me dejo caer.

C'est la vie.