miércoles, 19 de febrero de 2014
Tres rostros de Venezuela: La estafa histórica de una ideología.
A José (quién me pidió usara su nombre completo en este artículo) lo conozco de toda la vida. Era uno de los buenos amigos de mi abuelo y durante toda mi niñez, me acostumbré a escucharlo definirse con tres palabras: Ateo, comunista y ácrata, antes de entender que significaba cualquiera de ellas realmente. Lo era antes que Chavez se declara socialista y toda la contracultura del país - los descontentos, los idealistas, los utópicos, los descreídos contra el sistema - pasaran a llamar simplemente "De Izquierda". Lo es ahora mismo que la "izquierda" es considerada una manera de describir la corrupción y el discurso violento. Lo será supongo, hasta el día de su muerte. Cuando le digo que quiero hacerle una entrevista, se echa a reír.
- Para preguntarme que pienso de esta mierda ¿No? - me responde. Cuando le digo que sí, que efectivamente quiero conocer su opinión sobre lo que ocurre, acepta. Me invita a su apartamento del centro de Caracas, diminuto e impecable, que comparte con su mujer, que jamás opina de política y que hace el mejor café de la ciudad. Me tomo una taza mientras José me explica su punto de vista.
- Esto no es comunismo ni socialismo un carajo - me dice, a su estilo directo. José tiene un vozarrón implacable, resonante - esto es caos legal. Una propuesta que toma algunas cosas del comunismo tradicional, unas pocas más del socialismo progresivo y construyó un híbrido sin sentido, que no se sostiene de nada. Porque empoderar al pobre sin educarlo, brindar poder al que nunca lo tuvo sin responsabilidad, brindar administración al que no sabe, es construir un monstruo administrativo ineficaz que aplasta cualquier propuesta ideológica.
- Pero tu eras Chavista - le digo, aunque sé que no es del todo cierto. Sonrío, detrás de la taza de café cuando me fulmina con la mirada.
- ¡Yo nunca he apoyado a nadie! - exclama muy ofendido - ¡Nunca! Yo asumí que Chavez crearía la oportunidad de un gobierno plural, abierta a todas las opciones. Lo que hizo fue cambiar los rostros de la corrupción y de la burocracia por los de los suyos, cambiar una hegemonía comunicacional por otra. Repartir insultos sin ningún hecho que sostuviera el discurso ideológico. Chica ¡Aquí nadie es chavista! ¡Aquí todos le deben al gobierno la casa, la computadora, la educación! Eso es compra de conciencia, no educación. El socialismo educa, no despoja.
Pienso en todas las veces que escuché a José criticando al Chavez paternalista, al que construyó una economía basada en las Misiones, en construir un complicado mecanismo ideológico no basado en las ideas y los argumentos, sino en la necesidad monetaria. Para José, la idea es cuando menos ofensiva.
- El socialismo es proletariado. Es la visión del obrero, del pobre tradicional y no dignificado - me dice - no utilizar la pobreza como sustituto al discurso. Esta manipulación con el dolor del ignorante es mezquina.
Suspiro. Desde su ventana, veo un enorme valla amarillenta, donde un Chavez lozano saluda al transeúnte con una mano sobre la sien. Un gesto militar tradicional. José parece saber que estoy pensando y se encoge de hombros.
- El socialismo es ácrata y reaccionario de origen - comenta en voz baja - esto solo es opresión.
Silencio. Que gran renuncia y que gran argumento en su frase. José, con su melena canosa y despeinada, sus arrugas bien ganadas y su cigarro al borde de los labios, tiene un aspecto entristecido, cansado. Sé que su esposa dejó de trabajar en el colegio donde era maestra y ambos viven de la pensión minima que les proporciona el gobierno. Los hijos huyeron del país hace años. Siendo una profunda tristeza por su desamparo.
- ¿Y la alternativa? - pregunto solo por escucharlo. Me mira indignado, coloreado en furia.
- Aquí no hay oposición - me grita - aquí solo hay discurso de mierda.
Me entristece no poder contradecirlo.
A Pedro ( que también quiere que utilice su nombre real en este artículo ) lo conocí gracias a mi insistencia en hacer preguntas incómodas sobre política, allá cuando ambos eramos Universitarios. Desde la ventana de Skype me sonríe cuando le explico que quiero conocer su opinión sobre lo que sucede.
- Ya sabia yo que este momento iba a llegar - me reclama - ¿Por qué esperaste tanto?
- No sabia que tenias algo que decir.
Pedro ríe. Filosofo, socialista y chavista, hemos sostenido nuestras grandes batallas dialécticas durante casi quince años de proceso revolucionario. Ahora ambos guardamos una distancia respetuosa. Nuestras ideas se hicieron tan mutuamente incómodas que no tenemos una manera de comprendernos a la distancia. Por ese motivo me sorprende su necesidad de hablar, de expresar toda una serie de ideas sobre lo que sucede.
- Soy chavista, nunca Madurista - me aclara, como si el matiz fuera importante para él. Probablemente lo sea - Apoyé a Chavez, creí en su proyecto. Maduro es un error histórico.
- Votaste por él - le recuerdo. Pedro carraspea, incómodo. Su imagen aparece y desaparece entre la mala conexión de internet y lo que parece ser un sacudón de cabeza.
- Voté por mantener el legado del Presidente Chavez - aduce - voté por continuar el proyecto.
- Y no te importó que tan preparado o no estaba Maduro para ocupar la presidencia.
- Votar por el contrario es traición - me explica. El rostro tenso - jamás votaría por el patrón y el opresor.
- ¿Quién oprime Pedro? - le pregunto - En un país donde la economía se nos cae a pedazos y el gobierno formula leyes de control aún más represivas...¿Quién reprime? En un país donde la "derecha" es un enemigo imaginario que estigmatiza a un grupo de ciudadanos ¿Quién reprime?
- La derecha existe.
- La izquierda también y es válido que ambas existan - insisto - ¿Que opinas sobre lo que ocurre ahora?
Silencio. Recuerdo nuestros años de Universidad, cuando sosteníamos largas discusiones sobre esta izquierda reaccionaría recién nacida liderada por un joven y fuerte Hugo Chavez. Poco queda de ese sueño de reconstrucción social, de replanteamiento de la sociedad, si es que alguna vez lo hubo.
- Torpeza tras torpeza - responde al cabo de unos minutos. Lo hace con esfuerzo. Se pasa una mano por el rostro. Sacude de nuevo la cabeza - Maduro apuesta a radicalizar, usando el mismo discurso de masas sin tener el carisma y la capacidad de oratoria de Chavez. Insiste en radicalizar para mover la revolución a escenarios y justificar la violencia. Pero sólo logra sumar descontento. No hay educación ideológica, el pueblo tiene hambre. El pueblo necesita comprenderse como parte de la revolución y no lo hace.
- La economía colapsó por corrupción y políticas de control - le recuerdo.
- No es así, la economía colapsó porque Maduro...
- Chavez - le recuerdo. Nos miramos, a la distancia de una pantalla, en la mucho más amplia de la ideología.
- Maduro perdió el norte.
- Chavez protegió sus errores pero la crisis que vivimos es heredada, no consecuencia de la torpeza de Maduro - insisto - y tu lo sabes.
Silencio otra vez. No me extraña ni puedo culparlo. Su defensa a ultranza de la creencia es una emoción, más que una disputa política. Cuando cuelgo la llamada y la imagen desaparece de la pantalla, tengo la amarga sensación que lo único comprensible actualmente en nuestro país, es la incertidumbre.
María es la señora que se ocupa que se ocupa del jardín de mi edificio. Nos encanta conversar de flores y plantas - ella conversa y yo la escucho - y la mayoría de las veces intercambiamos algunas opiniones políticas. No muchas. María que vive en Valle Coche es muy discreta y según me insiste, no entiende nada de lo que ocurre desde que "Su comandante" murió, casi un año atrás. Cuando le pregunto que opina sobre lo que ocurre, mira mi pequeña grabadora con desconfianza.
- ¿Por qué quiere que le diga lo que creo mija? - pregunta. La miro con cariño. María es la mujer que suele regalarme hojitas de albahaca "para mis cositas de bruja", la que me recomienda té y cocimientos para mi gastritis. Tiene un rostro amable, la sonrisa abierta y manos de mujer trabajadora.
- Porque es una opinión valiosa.
- Lo que está pasando es lo de siempre - dice. Nos sentamos juntas en el jardín. Afuera, el sonido del tráfico es estridente. A pesar de la casi una semana de protestas en el País, la normalidad discurre. Caracas es la de siempre, avanza a trompicones - el pobre siempre será pobre y el rico, manda. Solo que ahora el rico antes fue pobre. Más 'na.
- ¿Eso lo hace un mejor gobierno?
- El comandante tenía ganas de ayudar - me explica. No la contradigo. Las políticas sociales de Chavez le brindaron casa, educación y una pequeña pensión a la familia de María, de manera que para ella, las mano magnánima de Chavez fue generosa. Un padre sustituto - hizo todo lo que pudo para que sacar a los pobres de abajo pero no lo dejaban trabajar.
Autocrático y caudillo personalista, Chavez siempre mostró a sus seguidores una imagen ambivalente: entre el poder absoluto y la colaboración de "los revolucionarios" construyó una imagen de un hombre aguerrido, un nuevo procer de la república que intentó enfrentarse "a la oligarquía". María no sabe si todo eso fue cierto y supongo sospecha que no - la he escuchado bromear sobre el verbo exaltado del difunto Presidente - pero Chavez le brindó una extraña protección, una manera de asumir que era el protector del humilde, del que carecía de voz.
- ¿Que te parece Maduro?
- No sirve - Me sorprende su contundencia. Para María, la cosa está clara - No es un buen presidente, ni tampoco es un hombre simpático y fuerte como el Comandante. Es solamente el que le hizo el mandado y se lo está haciendo mal. Esta destruyendo con las patas lo que El Comandante hizo con las manos.
- ¿Y la oposición?
- Esos muchachos son cuatro loquitos - y me contengo para no debatir, para intentar escuchar y comprender lo que María contempla de la realidad, su punto de vista - son muchachos que nunca han pasado hambre ni miedo y que salen a quemar basura para armar alboroto.
- Pero asesinaron a tres personas el 12 de Febrero, en una marcha. Es algo serio - le explico. María parpadea, suspira. Se está conteniendo de responderme algo. Espero ¿Qué podrá ser?
- En el barrio nos matan todos los días, allá no se anda pensando si eres estudiante o no, madre de alguien o no. Te echan tu plomazo y ya - me cuenta. Me conmueve su resignación, su profunda tristeza - En Venezuela la justicia es pa' los ricos. Pero creo que ahora es pa' nadie.
Me produce escalofríos su frase. No sé que responder. Por un rato, la miro barrer el jardín, medio encorvada, el cabello canoso recogido a la nunca y siento su tristeza. Su angustia. Hay una visión del país que simplemente se perpetua, la brecha historia abierta, la herida que jamás cicatriza.
Y tal vez, pienso más tarde, caminando por la ciudad gris y rota de pura incertidumbre, me pregunto si todo se resume justamente a eso: a la incertidumbre de un futuro que carece de forma, un presente borroso y confuso y un pasado, signado por el dolor y el temor. Un país es escombros, una historia a medio escribir.
C' est vie.
10 comentarios:
Me ha encantado. Al final me quedo con la palabra resignación. Soy de las que me armo de valor para medio entender al chavista de a pie. Nunca los entenderé.
Excelente. Aquí no se refleja ni la mitad del esfuerzo que has hecho ene ste artículo. Lo compartiré inmediatamente.
que tristeza que nos hallan quitado la esperanza a este pueblo tan noble, mucha tristeza
Me gustó mucho el enfoque de la entrevista, el esfuerzo de la entrevistadora por entender y no juzgae, y su respetuoso enfoque
maravilloso texto! siento pena pero a la vez esperanza, esperanza de saber que efectivamente todos tenemos el mismo sentimiento, siempre he pensado que hay que acercarse al otro, tender esos puentes de comunicacion, de pronto convencer es eso, dejarlos que ellos reflexionen sobre como viven, escuchatlos, dejarlos hablar, al final tienen el mismo mensaje. Creo que alli esta la clave, y si una historia que esta apenas comienza. Excelente trabajo, no solo el documento escrito si no el brainstorming que sembraste en ellos.
Simplemente Hermoso.
¿"ecenarios"?, perdona la corrección, pero me ha hecho ruido. Increíbles entrevistas. Mi favorita. por poco, la del señor José.
Excelente articulo!
Gran aporte.... La importancia de entender la mirada de otro. Queda una profunda tristeza después de leerlo
Gracias por compartir.... Es muy importante comprender la mirada del otro... No puedo evitar quedar con una sensación de profunda tristeza...
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