viernes, 18 de abril de 2014
Proyecto Una película cada Viernes: Un Día Muy Particular de Ettore Scola.
La cine con temática política con frecuencia parece formar parte de esa visión de la cinematografía crítica y semi documental. Por supuesto, se trata de una visión que se sostiene sobre la necesidad del planteamiento cinematográfico de mostrar la época a la que pertenece y la cultura que retrata con la mayor exactitud posible. Pero más allá de eso, el cine de contenido político parece sintetizar además, esa opinión profundamente crítica que el arte suele tener sobre el poder y quienes lo ejercen. Ese fresco sobre los intringulis de los complejos hilos que sostienen cualquier soledad y en esencia, lo que otorga un rostro reconocible a cualquier planteamiento histórico. No obstante, la visión política casi nunca se concibe como hecho artistico en sí, ni mucho menos como expresión estética en estado puro. Tal pareciera que ambas ideas se contradicen o eso parece sugerir la experiencia.
Muy probablemente por ese motivo, la película Un Día Muy Particular de Ettore Scola, sea considerada una pieza única dentro del llamado subgénero de cine político. Porque el director no solo consiguió recrear con buen pulso y un envidiable ritmo la historia de la Italia fascista de Mussolini que se prepara para recibir la visita de Adolf Hitler, sino que dotó al film de un importante peso artístico. Y es que el film se aleja del maniqueísmo y la opinión concluyente para mostrar algo más sutil, una metáfora sutil mucho más efectiva. La película, basada en lo ocurrido durante el día seis de Mayo de 1938, construye un escenario perfectamente medido, donde la opinión parece bordear lo simplemente cotidiano y expresar una serie de ideas complejas a través de golpes de efecto. Quizás se deba a la meditada visión de Scola sobre el fascismo y la realidad histórica de la Roma sitiada por el totalitarismo, o la visión bien construida de un guión que ignora planeamientos sencillos: cual sea el caso, la película destaca por su impecable visión, por esa voz narrativa que muestra pero no insiste en símbolos evidentes, una historia diminuta dentro de otra mucho más grande y compleja. Y es que asombra, la manera como el autor logra captar esa vivacidad de un momento histórico inusitado y aún así plasmar el temor, que parece rozar la imagen más colorida, ese gran desborde de entusiasmo que sin embargo llega a parecer artificial y acaba convirtiéndose en una máscara de la realidad.
Con toda seguridad, el planteamiento sería menos efectivo de no contar con un elenco de actores capaces de brindar una notoria profundidad a los matices. Desde una Sophia Loren en estado de Gracia como la infeliz y angustiada ama de casa Antonietta hasta un estupendo Marcello Mastroianni como el misterioso disidente en una dupla de extraordinarias actuaciones que crean un ambiente melancólico y otorga a la película ese particular aire de desesperanza que la caracteriza. Una conversación intimista de dos personaje perdidos en medio de sus propias tribulaciones, la soledad del miedo y más allá, el trasfondo de un mundo amenazante que parece herirlos en su propia busqueda de la verdad.
Personal, intima e introspectivo, el film reconstruye el discurso político para brindarle un trasfondo emocional que funciona gracias sobre todo al talento de Scola para jugar con símbolos aparentes y sobre todo, esa meditada circunstancia de una visión sencilla - nunca simple - de la realidad. La recreación de la Italia Fascista usando como metáfora un edificio de la clase trabajadora de Roma, sirve de marco y engloba esa inquietante visión de la historia sobre el lento derrumbe de un país herido de autoritarismo. La sociedad italiana, fanatizada y enardecida por el discuso político, se retrata de manera brillante en cada uno de los habitantes del lugar, como si de un fresco de la realidad se tratase. Y sin duda lo es: esa realidad cultural, la diversidad, las opiniones encontradas y el miedo, perceptible pero nunca realmente visible, dibujan un rostro de la Europa sitiada desconocido y sobre todo, muy humano.
Con el transcurrir de la trama, el punto de vista del director se hace más evidente y gana en profundidad: esa integración del espacio intimo y el social crean una mezcla novedosa que renovó por completo el discurso del cine como planteamiento político. Esa revisión sensible de lo histórico replantea y refresca el esquema que hasta entonces había propuesto el cine con temática social: La crítica al sistema continúa - y es parte integral de la historia - pero más allá, se sostiene sobre una consistente visión de las historias pequeñas, de ese contexto invisible que sostiene el mentamensaje general. Con un tratamiento psicológico de las relaciones personales y una aproximación emocional a la ideología, Scola logra que la visión del contrincante político se humanice, sea aún mucho más cercana y comprensible. La película entonces asume la perspectiva de la complejidad de las relaciones personales como una abstracción que forma parte de la identidad espiritual del hombre por el hombre. La necesidad de comprensión, consuelo y amor que es universal en toda cultura y momento de la historia.
Y es que sin duda, "Una Jornada muy especial" es un retrato de lo que une y a la vez separa al hombre, la política que crea un rostro reconocible de la sociedad siempre cambiante y esa visión intima del otro, de los lazos esenciales que nos convierten, la mayoría de las veces, en victimas de nuestra propia ingenuidad y simplicidad.
¿Quieres ver la película Online? Hazlo desde aquí --> http://www.peliculasonline-hd.net/pelicula/una-jornada-particular/
0 comentarios:
Publicar un comentario