miércoles, 9 de julio de 2014
La Venezuela femenina y el estado maltratador: ¿Quien es la mujer Venezolana actualmente?
Leo la noticia dos veces para asegurarme que estoy interpretando correctamente: "Venezuela es una mujer desorientada que necesita un hombre fuerte" dice ufano Oscar Schémel, el presidente de la encuestadora Hinterlaces. Lo dice casi con sencillez, al parecer con intención didáctica. Como si la frase no fuera un alegato puro y duro de ese machismo reaccionario y muy evidente que es tan común en Venezuela y que también, con lamentable frecuencia se acepta como normal. Porque Schémel no analiza lo que dice desde la óptica de su posible significado - lo que se interpreta -, desde lo que simbolizaría en un contexto especifico - el mensaje que envía -, sino que lo hace como alegoría. Una comparación básica entre la identidad de la mujer Venezolana o al menos como la concibe y lo que es la realidad de un país, que se asume así mismo como victima.
Porque afrontemoslo: cuando Schémel se refiere a la cualidad femenina del país, no lo hace en homenaje a su fecundidad, la belleza de sus paisajes inexplorados, su potencial intelectual. Cuando el estadista hace la analogía, se sostiene sobre esa visión de la Venezuela deudora del miedo, frágil y torpe. Esa figura a medio reconstruir, que parece resumir una historia de errores, dolores e imprecaciones. La Venezuela a fragmentos, desfigurada e irreconocible luego de años de enfrentamiento dialéctico, de ese debate amargo e interminable que parece extenderse a todos los ámbitos, salpicar incluso las cosas más sencillas. A esa es la personalidad femenina que se refiere Schémel, con seriedad académica. A la mujer golpeada y vituperada. A la personalidad herida de una figura femenina que parece abarcar el gentilicio para justificar los errores y los dolores, y quien sabe, si también las consecuencias.
Pero lo de Schémel no es un caso aislado, mucho menos uno que sorprenda. Esta Venezuela Chavista, heredera de quince años de Revolución, es una victima propiciatoria de una serie de ideas violentas y definitivas que parecen tener a la mujer como principal chivo expiatorio. Porque a pesar de ufanarse e insistir que se trata de un gobierno "Feminista", la casi y década y media de la izquierda histórica Venezolana, se ha mostrado siempre que puede su misoginia, esa frugalidad del machismo rampante que parece formar parte de la cultura Venezolana, de esa reflexión casi tropical de la identidad del Venezolano. Y es que en este país caribeño, donde se insiste en la sangre caliente y en la sensualidad de la herencia histórica para justificar el desorden, el machismo está en todas partes. Bien oculto bajo capas de disimulo, pero siempre hiriente y certero, siempre evidente.
- Por favor, si el chavismo es el único Gobierno que ha fomentado la participación de la mujer tanto como la del hombre en política. Este es el país que más ha luchado por la igualdad, y lo ha hecho en todos los ámbitos, claro está - me responde mi amiga R. cuando le hago el comentario. Socialista de corazón, miembro de una familia de antigua militancia izquierdista, le parece que mi sorpresa por el análisis de Schémel es "exagerado". Incluso "paranoico". Eso, a pesar que se declara "feminista al extremo", que lucha por el uso de palabras "neutras que no definan género" y que además, se mira así misma como parte de una vanguardia ideologica muy especifica. Pero a su juicio, lo dicho por Schémel sólo responde a la "costumbre". A mirar al país como una madre.
- Que necesita un hombre fuerte - le recuerdo. Suelta una carcajada.
- Necesita una guía, eso es lo que quiso decir Schémel. Y es verdad: somos país que necesita una mano fuerte para prosperar y entenderse así mismo.
No respondo. Pienso en Tania, a quien conocí hace doce años, unos meses antes de su muerte. Tania, ayudaba a una de mis tías en la cocina y la recuerdo como una chica de cabello rizado que siempre sonreía. Apenas tenía veinte años y era madre de dos. Y también esposa de un hombre violento, que la mayoría de las veces le agredía físicamente. Más de una vez, llegó a casa de mi tia con el rostro hinchado, los brazos cruzados de cardenales. El miedo como una mueca. En una ocasión le pregunté por qué resistía aquello y me miró con los ojos muy abiertos, asombrados: "Juan no sabe controlarse, es un muchacho fuerte y loco".
- ¿Tu necesitas un "hombre fuerte" que te ayude a decidir? - le pregunto a R., con toda intención. Aprieta los labios, me mira disgustada.
- Es distinto. Todos necesitamos una guia vigorosa, un lider a quien seguir. Naturalmente obedecemos al más dotado y capaz.
- Un lider es algo muy distinto a una persona que debemos obedecer - le comento - Obedecer y aceptar la dirección de un lider eficiente son ideas muy distintas.
A Tania le gustaba cocinar arepitas dulces de anís. Las había aprendido a preparar para sus hijos: unos pequeños rosquetes de harina crocantes de increible buen sabor. Las veces que visitaba a mi tia, me sentaba a su lado mientras cocinaba, tratando de aprender el truco para lograr la deliciosa combinación. Tania reía de buen humor, con sus carcajadas tímidas de niña muy grande: "todo se trata de paciencia mija".
La misma paciencia como llevaba su matrimonio, al parecer, sólo que esta era más dolorosa, preocupante y peligrosa. En dos ocasiones, el marido la golpeó tan fuerte como para que tuviera dificultades para caminar y en una tercera, le rompió los dos dientes delanteros. Mi tia le pidió que abandonara el hogar conflictivo, violento. Le pidió viniera a vivir a su casa: "Donde comen dos, comen todos", dijo tratando de animarla. Muda de asombro y furia, miré a Tania, cubierta de cardenales y raspones, llorando frágil con los labios hinchados y tumefactos.
- No hace falta - insistió temblorosa - de verdad sólo se le fue la mano. No sabe lo que hace. Solo que es muy fuerte y se pone nervioso cuando pelea.
P. me enumera los logros del gobierno con respecto a la participación de la mujer: Las ministras en funciones del Gabinete ejecutivo, el socorrido Ministerio de la Mujer. Las luchas por hacer un idioma más "democrático" y feminista. Los aportes del banco de la Mujer a las pequeñas emprendedoras. Los cursos de capacitación y administración para las Madres solteras. La especial atención del gobierno a la figura de la mujer. Escucho todo con una latente sensación de angustia, de esa rara combinación entre la irritación y desconsuelo que en ocasiones te produce la amargura.
- Hablas de que cumple sus deberes con la igualdad. E incluso, ese análisis sobre quienes somos como ciudadanos - le respondo - pero no hablas sobre el hecho que Venezuela continúa siendo un país donde la figura de la mujer se menosprecia, donde un funcionario público se siente en la libertad de hacer chistes sexistas y nadie lo recrimina. Donde el Presidente en funciones....
- ¿Ya vuelves con esa historia? - me interrumpe P. con tono de fastidio - ¿hasta cuando insistirán en esa anecdota pendeja?
No me parece tan pendeja, sin embargo, cuando la rememoro. El presidente Hugo Chavez siempre se autocalificó como "femenista" y aún así, nunca tuvo mayores pruritos en menospreciar a la mujer bajo esa óptica de la fragilidad, la vulnerabilidad y sobre todo, ese rasgo caribeño que parece justificar cualquier desatino. El día de los enamorados del año 2000, Hugo Chavez celebró la fecha recordandole a su esposa por entonces “¡Marisabel, prepárate, que esta noche te voy a dar lo tuyo!”. Una frase que fue celebrada a palmas y carcajadas por la concurrencia. Atrás quedaron las promesas de respeto e igualdad. Poco después, el Presidente hizo alardes de lo que se llamo "su musculatura sexual" “¿Te acuerdas de aquella noche en el Volkswagen?”, le preguntó a gritos a su esposa, sonriente y avergonzada. La plana mayor del chavismo le ovacionó publicamente.
Tal vez por ese motivo, el Chavismo parece mirarse así mismo más allá de cualquier discusión dialéctica y apoyar un machismo evidente que no intenta ocultar. Desde los chistes sexistas del político y ex alcalde del Municipio Libertador Juan Barreto, hasta la campaña de propaganda gubernamental del por entonces Gobernador de Carabobo Luis Felipe Acosta Carlés insistiendo en "No provoques una violación" - difundida en grandes vallas a lo largo y ancho del estado - la visión sexista de la Revolución bolivariana es inocultable. Hay una insistencia en volver a esa raíz tradicional y evidente, en esa complacencia histórica sobre ese machismo que se considera no sólo bien visto, sino incluso parte de la identidad nacional. Una idea que resulta tan frecuente como inocultable y que además, parece asumirse como natural.
- El ministerio de la Mujer es una de las instituciones más modernas del continente - insiste P. un poco escandalizada por lo que llama mi "cinismo" - le brinda un espacio y reconocimiento a la mujer desconocido hasta entonces...
O al menos, esa es la visión de un Ministerio - llamado de manera rimbombante "para la mujer y la igualdad de Género" - que asume el papel de defensor y luchador de los derechos difusos y los elementales de la mujer. Pero lo hace con enorme con torpeza, a pesar de que asegura que “el gobierno bolivariano creó una nueva institucionalidad y un cuerpo legal para protegerlas [a las mujeres] de la discriminación, la pobreza y la violencia.” No obstante, es el mismo Ministerio que insiste en ignorar la existencia de la población LGTB y mucho menos, temas tan peliagudos y confusos como el aborto y la decisión sobre la propia capacidad de concebir. De hecho, cuestionada al respecto, María León, durante su gestión al frente de este ministerio declaró que: “esos asuntos son muy complicados y además suponen un peso adicional a la difícil carga que portan las mujeres heterosexuales en nuestro país”. Declaraciones desconcertante que dejan en tela de juicio no sólo a la mujer Venezolana como parte de una idea que rebasa el mero estereotipo histórico sino algo más preocupante: ¿Cual es la mujer que defiende y protege la institucionalidad del Ministerio en cuestión? ¿Hablamos entonces que la mujer que aspire a gozar del beneficio de la protección jurídica del Gobierno debe cumplir con esa impostura cultural que la aplasta bajo una visión concreta de si misma? ¿Qué tipo de visión se elabora a través de una serie de estereotipos y de requisitos que parecen insistir en una mujer esquemática e irreal? Y la pregunta más preocupante de todas, la que es inevitable hacerse ¿Puede entonces esta nueva interpretación legal, que hace alarde de su justicia y humanismo, ignorar la verdadera identidad de la mujer Venezuela en beneficio de un nuevo tipo de discrminación? ¿Quién es la mujer que defiende esta visión institucional y anquilosada de la historia?
Tania comenzó a ocultarnos las palizas. Dejó de ir a trabajar días enteros para que nadie pudiera preguntarle sobre los cardenales, marcas y cicatrices. La última vez que la vi, tenía una profunda expresión de agotamiento, como si la violencia le hubiese robado no sólo la tranquilidad, sino algo más duro y desconcertante: la misma capacidad para comprender el peligro que corría. La recuerdo sentada en la pequeña terraza de la casa de mi tia, cortando con mano temblorosa las verduras para la sopa. Cuando me despedí de ella, me dedicó una sonrisa triste. Se le veía profundamente agotada.
- Cuidese mija, que la calle está muy loca.
- Cuidate tu Tania, que te veo muy cansada.
- Es la edad.
Tania tenía exactamente siete años menos que yo.
Dos semanas después, estaba muerta.
Su hermana nos contó que se había caído por las empinadas escaleras del barrio. Que según su marido, había resbalado y el golpe la había matado en el acto. Nadie le creyó. Porque todos los vecinos les habían escuchado pelear a gritos, ella llorando de pura angustia, él imprecandola con su vozarrón de "hombre fuerte. Después el silencio. La imaginé ingrávida y solitaria, a Tania la que hacia arepitas de Anis y cantaba a Ruben Blades, en esa muerte ignominiosa y discreta. Una víctima de la violencia sin nombre.
- Hablas del Machismo como si se tratara de una cultura y no lo es - insiste P. cada vez más enfurecida - el Gobierno revolucionario...
- ¿Cuestiona el ministerio Roles de género? ¿Se atreve a hacerlo? - le reclamo, casi tan colérica como ella. Pero no por nuestra discusión, sino por todas las Tania del mundo que malvivian y morían en esta Venezuela que se ufana de su "protección" a la mujer para justificar una postura confusa y sin sentido? ¿Concibe a la mujer Venezolana más allá de la madre, paridora, cocinera y cuidadora? ¿Me hablas de protección legal y me muestras cifras de Feminicio cada vez más altas? ¿Qué ocurre en Venezuela con la identidad de la mujer?
Y pienso no sólo en Tania, sino en madres solteras adolescentes - niñas criando niños - con los cuales me tropiezo a diario en cualquier lugar de Caracas. En planes inconclusos y sin sentido como el Plan Mamá Rosa - que asume la igualdad de género como bandera - y no es otra forma que fomentar el culto casi idólatra a la figura de Hugo Chavez bajo la figura de su abuela campesina. ¿O hablamos del desconocimiento de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, cuerpo legal ignorado por la mayoría de los funcionarios del país? ¿Por qué nadie se refiere a la contexto social de esta Venezuela sexista y discriminadora, que no garantiza educación sexual, ni la salud reproductiva de la mujer? ¿Que no promueve la educación como una forma de fortalecer a la mujer como figura ciudadana?
P. parece desbordada, cansada y ofuscada por nuestra discusión. Y yo también, aunque por razones contrarias a la suya. Porque en mi caso, no se trata de la defensa de un sistema judicial que promete una visión social y cultural que no puede brindar - ni sustentar - sino por el hecho, que en Venezuela la figura femenina parece parte de esa abstracción de un esteotipo elemental y sin verdadera profundidad. ¿Quienes somos las mujeres para esta Revolución a medias, borrosa y fragmentada? ¿Cómo interpreta la identidad femenina esta visión del poder que asume que la fuerza se manifiesta como un liderazgo que aplasta y subyuga? ¿Que aspira la mujer que milita bajo la ideología Chavista de una ideología que no cuestiona los roles tradicionales sino que más bien los refuerza? El pensamiento me inquieta, me abruma y me asusta.
Un rato más tarde, mientras camino por la calle, me tropiezo con unas de las inevitables Vallas con la figura de Chavez. En esta ocasión abraza a una anciana y a un grupo de niños. Y sonríe, amistoso y cercano. Un hombre "bueno", esa figura que tanto parece anhelar esta sociedad que se mira así misma frágil y torpe. El mismo político audaz que regalaba flores a periodistas con una sonrisa torcida y a la vez, insultaba a otra para descalificar. O el mismo que entre risas ordenaba a un campesino “¡Manda a ligar a esa mujer!”, señalando con desparpajo a la esposa embarazada y con un niños en cada mano, mirando al suelo abrumada y cansada. El feminismo revolucionario, pienso con amargura. La utilización del símbolo con una forma de poder.
Para leer:
El estupendo artículo "El feminismo Inconsistente de Chavez" Por Tamara Pearson --> http://www.aporrea.org/actualidad/a137111.html
0 comentarios:
Publicar un comentario