lunes, 10 de agosto de 2015

ABC del fotógrafo curioso: Hábitos saludables para una mente creativa.



Se suele decir que la fotografía es el arte de la observación, o lo que es lo mismo, el arte de saber mirar de manera artística. Una definición que de alguna manera, profundiza en esa idea de la imagen como propuesta. Y es que la fotografía, como arte y técnica, se elabora a través de un discurso visual consistente. En otras palabras, un lenguaje que incluya símbolos y metáforas conceptuales lo suficientemente sustanciosos como para expresar ideas complejas. Toda fotografía es un documento subjetivo, incluso las que aparentemente se limitan a reflejar la realidad o las que tienen por único objetivo mostrar el mundo que les rodea. La fotografía es, entre muchas cosas, una concreción de reflexiones concretas que su autor intenta elaborar a través de variaciones de su propia capacidad expresiva.

Por tanto, la fotografía depende de la capacidad expresiva de cada fotógrafo, de su creatividad y sobre todo su propuesta fotográfica. Cada fotógrafo expresa sus ideas visuales de una forma distinta y es esa multiplicidad de conceptos lo que hace a la imagen inmediata un medio constructivo para la difusión, comprensión y profundización de ideas concretas. Más allá de eso y como insistió Vilem Flusser en su estupendo ensayo “Hacia una filosofía de la fotografía” la imagen fotográfica construye su propio lenguaje y concepción de la historia, gracias a su cualidad de documento concreto y lo que esa mirada a la realidad — construida a partir de una serie de códigos específicos — define. La fotografía no es sólo una estructura técnica que se elabora y re estructura sino también, una manifestación estética por derecho propio. Toda fotografía habla sobre algún tema, versa sobre determinado objetivo. Toda fotografía, incluso la más sencillas, reflejan el mundo de su autor.

De manera que vale la pena preguntarse, que hábitos o costumbres pueden beneficiar esa notoria capacidad de la fotografía para construir mensajes elaborados. ¿Qué necesita un fotógrafo para que sus fotografías sean consistentes? ¿Qué ideas puede incorporar un creador visual para meditar sobre sus opiniones, ideas, percepciones, metáforas privadas? Quizás, las siguientes:

* Identifica tu obsesión:
Hace unos años, una de mis profesoras de fotografías favoritas me dijo que todos fotografiamos exactamente lo mismo durante toda nuestra vida, aunque no lo sepamos. La idea me pareció desconcertante, sobre todo porque la mayoría de los creadores visuales — sobre todo, cuando comienzan su andadura en el mundo fotográfico — se aseguran de fotografiar básicamente cualquier cosa que pueda ser fotografiada. Le dije a la profesora que aunque me parecía entender la sugerencia de un tema común en todas las imágenes que podemos crear, la idea de sólo fotografiar una única cosa y bajo un único aspecto, me resultaba escandalosa y sobre todo, un poco inquietante. Ella sonrío.

— Todo artista, lleve en la mano un pincel o una cámara, está construido a partir de sus inquietudes y puntos de vista. Y todos, crean y se asumen creadores a partir de una idea muy concreta. Las obsesiones artísticas se manifiestan de maneras muy sutiles, pero están presentes en todas las imágenes que captas. En otras palabras, cada fotografía es una re elaboración de la misma idea, bajo diferentes puntos de vista.

— Pero mis fotografías son todas distintas entre sí — le insistí — no hay una sola que se parezca a otra. Y cuando ocurre, no se trata de un mecanismo inconsciente, sino de una necesidad de crear continuidad temática.

— Te reto a que analices tu trabajo y mires así donde te lleva.

Un poco contrariada pero también, curiosa sobre el desconcertante tema, comencé a analizar mis fotografías no como una unidad de simbología y metáforas, sino como un cuerpo de trabajo unido por una idea subyacente. Por meses, me dediqué a no sólo a reflexionar sobre los motivos por los cuales fotografiaba de una forma u otra, sino además, que sentido tenía las decisiones estéticas que tomaba, incluso aunque no estuviera pensando en ellas. Lo que encontré me asombró: No sólo descubrí que estaba obsesionada con temas muy específicos — la identidad, el yo y la feminidad — sino que además, los estaba tratando de forma muy parecida en todas mis imágenes. Una y otra vez, estaba meditando sobre la mujer como individuo, las ideas sobre lo femenino en una época especialmente complicada y conflictiva y sobre todo, sobre mi percepción sobre temas tan intrincados como la maternidad y la capacidad para engendrar. Me desconcertó que no sólo usaba los mismos símbolos — flores e incluso tonos de color — sino también, una misma percepción — primeros planos muy angostos que transmitían la inequívoca sensación de claustrofobia — . Cuando indagué un poco más sobre mi propuesta, descubrí además que no sólo había evolucionado en la medida que había descubierto los temas que me interesaban sino además, a través de mi capacidad para asumirlos como parte de mi mirada fotográfica.

Mi profesora no se sorprendió cuando se lo dije. De hecho, me insistió que la obsesión fotográfica es una herramienta ideal para debatir la propuesta y meditar sobre las percepciones que cada fotógrafo tiene sobre su trabajo. Me mostró el trabajo de fotógrafos como Cindy Sherman, Richard Avedon, Elliot Erwitt, que construyeron profundísimas miradas fotográficas sobre hechos muy puntuales. Como Sherman, que dedicó buena parte de su trabajo de autorretratos a la construcción de un sistema de valores visuales sobre lo femenino y la crítica social que conlleva. O Avedon, que encontró en el retrato un medio de expresión sociológico y casi antropológico.

— Todo fotógrafo habla básicamente de lo mismo desde distinto puntos de vista. Cuando lo descubres, puedes hacerte las preguntas pertinentes sobre que necesitas para que tu trabajo se vuelva más profundo o como analizar las multiples reflexiones de tu propuesta. La obsesión fotográfica es una idea que subyace bajo lo evidente y se reformula así misma con enorme frecuencia.

De manera que analiza tu trabajo desde todos los puntos de vista posibles hasta encontrar elementos e ideas recurrentes. Pregúntate por qué fotografías de la manera en que lo haces, por qué te interesa un punto de vista en específico, el motivo por el cual indagas sobre ideas visuales muy concretas. Desmenuza tu propuesta artística hasta lograr encontrar puntos confluentes que te permitan analizar tus ideas desde un punto de vista de referencia inmediata y sobre todo, cuestiónate todas las veces que puedas sobre lo que significa para ti el hecho fotográfico. Una revisión a profundidad no sólo de lo que contienen tus imágenes como expresión estética, sino lo que la sostienen como discurso visual.

* Hazte preguntas sobre tu identidad fotográfica:
El fotógrafo Bruce Gilden suele insistir en la necesidad de fotografiar quién eres, como un método de profundizar en tu propuesta de trabajo pero sobre todo, comprender tus motivos y lo que hace tu visión fotográfica única. Para Gilden, la fotografía debe ser auténtica, en la medida en que refleje a su autor como creador visual, pero también profundamente integra, de manera que ese reflejo sea tan fidedigno como elemental sobre la mirada artística de su autor. Entre ambas cosas — y el ligero matiz que la diferencia — la capacidad de expresión del fotógrafo se expresa como una serie de valores visuales y creativos muy específicos. O lo que equivale a lo mismo, una impronta personal que hace especialmente complejo su propuesta fotográfica.

Y es que todo cuerpo de trabajo, no es sólo un conjunto de imágenes, sino también un análisis sobre las ideas que propone. Ningún fotógrafo mira el mundo de la misma manera que otro, aunque sus propuestas sean similares y sobre todo, construidas a partir de un punto de vista semejante. La diferencia radica en esa capacidad de la fotografía para reelaborar conceptos a través de lo subjetivo. Toda fotografía es una opinión, una versión de la realidad, pero sobre todo, un manifiesto de ideas. Y comprenderla de esa manera, permite al fotógrafo asumirse como artista en pleno derecho.

Pregúntate siempre que puedas los motivos por los cuales fotografías. Por qué te interesa el tema sobre el que lo haces y las razones por las cuales continúas haciéndolo. Reflexiona sobre tu crecimiento fotográfico: tus referencias inmediatas y tácitas, las ideas que se relacionan con tu punto de vista, los fotógrafos que te inspiran. Comprende tu trabajo fotográfico como una meditada capacidad de construcción y no sólo, como una expresión fortuita de una serie de elementos que conforman una idea tangencial. La fotografía es o debe ser un tipo de construcción formal de las ideas pero también, es una identidad artística consistente.

* Cuestiona tus medios para expresar ideas:
La fotografía es una construcción visual, lo que equivale a decir que está creada y cimentada sobre símbolos y metáforas personales. No obstante, en la medida que encontramos nuestra propia forma de expresión y sobre todo, construimos una idea fundamental sobre la que podemos reflexionar de manera visual, la fotografía se hace algo más que una simple herramienta que elabora una idea formal. Se hace una aliteración de percepciones y conclusiones sobre ideas más o menos concretas. Dependerá de nuestra habilidad para metaforizar esa noción ideal, que nuestras imágenes tengan la capacidad para reflejar no sólo nuestros puntos de vista sino también la particular visión que tenemos sobre el mundo.

No obstante, pocas veces meditamos sobre los medios que utilizamos para expresar esas ideas concretas. ¿Por qué preferimos determinado tipo de iluminación a otra? ¿Por qué construimos propuestas visuales basadas en determinadas perspectivas e incluso, en composición de espacios y colores? ¿Por qué algunos elementos son imprescindibles en nuestro trabajo fotográfico? ¿Qué hace que nuestro lenguaje fotográfico se base en ciertas ideas concretas? Cuando pensamos en todas las posibilidades y visiones que construye nuestro punto de vista, encontramos que no sólo se manifiesta como una opinión visual o propuesta estética, sino como una elaborada percepción de lo que asumimos puede ser nuestro trabajo fotográfico. Somos nuestras referencias y más allá de eso, somos parte de la percepción sensorial y estética de lo que expresamos a través de nuestra identidad artística. Desmenuzar esos elementos permiten al fotógrafo no solo comprenderse como un autor sino también, como un creativo en constante crecimiento, gracias a las múltiples referencias y sobre todo, su capacidad para reconstruir la visión que tiene sobre el mundo hasta transformarla en una expresión estética personal. Como fotógrafos, somos nuestros códigos y metáforas visuales, pero sobre todo, nuestra personalísima manera de asumir lo visual como una idea sustentable y que puede profundizarse como opinión y como reflexión puntual.

* Confía en tu instinto:
Como todo fotógrafo en crecimiento, durante años me obsesioné con la técnica. Me esforcé no sólo por perfeccionar mi conocimiento sobre el uso y las posibilidades de mi cámara, sino de todas las herramientas fotográficas a mi disposición. Me dediqué por años a lograr que mis fotografías fueran impecables visualmente y utilicé todos los recursos a mi alcance para encontrar ese punto de equilibrio entre lo que deseaba mostrar como mensaje y la forma como la tecnología me permitía hacerlo. No obstante, transcurrida casi una década de trabajo fotográfico, comencé a hacerme preguntas sobre si la perfección técnica — asumida no sólo como una necesidad perentoria sino también, insistente dentro de mi propuesta fotográfica — restaba consistencia a los conceptos fotográficos que manejaban. Comencé a cuestionarme si tomaba decisiones artísticas basadas únicamente en el hecho técnico y si esa necesidad mía de perfección formal, podía afectar mi desempeño conceptual. Más allá de eso, me preocupaba que mi necesidad de control técnico, influyera de manera decisiva no sólo en mi manera de fotografiar sino en mi capacidad estética. ¿Hasta que punto el hecho de pensar y tratar de controlar hasta el último detalle técnico de mis imágenes había restado fuerza a mi propuesta conceptual? ¿Cuántas de mis decisiones sobre la simbología y metáforas de que utilizaba en mis imágenes eran consecuencia de su idoneidad técnica?

De manera, que comencé a permitirme ciertos “errores” técnicos, en la medida que prioricé mi capacidad para crear sobre mi conocimiento tecnológico. Me esforcé por concentrarme mucho más en lo que deseaba decir que cómo podía decirlo. Y aunque la perfección técnica continúo siendo un requisito en algunas de mis imágenes, comprendí que el lenguaje fotográfico — al menos, el que yo manejo — necesitaba de cierta espontaneidad y sobre todo, de ideas basadas en esa intricada capacidad de la fotografía para sorprender. Y es que en la imagen inmediata (sobre todo la artística) lo instintivo, lo meramente emocional, en ocasiones tiene un mayor peso que una fotografía visualmente impecable.

Por supuesto, no se trata de descuidar el hecho técnico hasta el límite que pueda afectar nuestra propuesta visual. La fotografía — y eso es indudable — necesita de la técnica para su desarrollo y proceso creativo. No obstante, la técnica debe acompañar ese descubrimiento en imágenes y no sólo convertirse en una idea concreta que afecte el discurso visual. Como solía decir el fotógrafo Eli Reed “Deja de hablar de teoría cuando estás con la cámara y no pienses demasiado las imágenes. Pierde el ego y deja que la fotografía te encuentra. Observa el movimiento de la vida como un río que pasa a tu alrededor y date cuenta de que las imágenes que hagas forman parte de la historia colectiva del momento que estás viviendo”.

* Crea y construye, no sólo observes:
La fotografía no es sólo un reflejo de la realidad. Puede serlo, pero el hecho es que también, hay elementos esencialmente artísticos en toda percepción y construcción visual. Cada fotografía intenta transmitir una idea, una propuesta. Una historia que contar. La fotografía, más que un reflejo de la realidad, es también, una reflexión sobre lo que la compone como idea esencial. De manera que, aunque parezca que la fotografía tiene por objetivo único reflejar lo que ocurre a tu alrededor de manera fidedigna, siempre analiza la visión fotográfica como un lenguaje. Piensa que deseas construir a través de la imagen que captas. ¿Una meditada visión sobre lo que te rodea? ¿Una compresión más profundo sobre tu identidad como elemento social y cultural? ¿Una burla, sátira o critica sobre elementos culturales muy concretos? Cualquiera sea el planteamiento, la idea fotográfica debe ser más que lo evidente: una aseveración completa e intelectualmente compleja sobre la opinión de su autor.

Una lista corta, pero que refleja la necesidad que el fotógrafo no sólo re interprete su trabajo de manera artística, sino que además medite sobre el hecho fotográfico como una idea plena que incluye no sólo sus inquietudes sino esa vasta capacidad del ser humano para reinventarse así mismo.

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