miércoles, 23 de septiembre de 2015

Memorabilia: 35 lecciones que aprendí — o recordé — en un año de vida.



Fotografía regalo de cumpleaños de Kodiak Aguero Orta.



Una vez leí, que cada año de vida nos acerca más a la sabiduría. No la de los libros o la que brinda una aparente madurez, sino recordar que cada día, se aprende lo suficiente como para ser consciente de nuestra ignorancia. Encontré la frase en un libro hace seis años y la conservé, sin ningún motivo concreto. Hoy, casi al filo de la medianoche de mi cumpleaños, la leo en voz alta y sonrío. Uno de esos pequeños mensajes del pasado, de esa intima travesía hacia el presente y desde cierto lugar de nuestra mente. Y aquí, sentada en silencio, escuchando el tiempo transcurrir como un lento suspiro, me sorprende la manera como incluso esa pequeña frase parece encajar en esa percepción enorme sobre el futuro. Ese tránsito interminable hacia la mujer que aspiro ser, hacia mis esperanzas y deseos. Más allá de mi misma, de esta noche de todas las noches, un aspiración de crear.

Fue un año largo, duro y complejo. Una intensa reflexión sobre mi identidad, una nueva manera de comprenderme, de crecer y de soñar. Sentada aquí, en la oscuridad, Me tropecé muchísimas veces, me lastimé otras tantas, pero también aprendí — recordé — el poder sanador de la risa, y la sinceridad de la lágrima. Y es que crecer y madurar es un asunto de valientes, decía mi abuela y aunque no sé si tengo tanto coraje para asumir mi propios errores, si tengo la convicción que puedo al menos, sonreí con el alivio de comprenderme mucho mejor.

¿Y cuales son esas lecciones que aprendí con tanto esfuerzo en esta extraña y dura vuelta al sol que termina y comienza hoy? Probablemente, las siguientes:

1.- A persistir, a pesar de la evidencia:
Venezuela no es un país simple, mucho menos comprensible. La mayoría de las veces necesitas enfrentarte a situaciones tan duras como insólitas. Un largo camino de obstáculo que en ocasiones resulta desgastante y siempre agotador. Y no obstante, en este extraño año donde he debido enfrentarme a esa durisima visión sobre mi país y mi gentilicio, descubrí el poder de persistir. Continuar haciendo lo que amo de la manera en que creo. Cada día encontrar una razón para enfrentarme al pesimismo, a la incertidumbre y al dolor. Y no se trata de evadir lo esencial de los problemas a los que me enfrento, sino de asumir que soy responsable de mis decisiones y mis consecuencias, de las buenas y malas acciones, de las aspiraciones y las necesidades, cumplidas o no. De manera que persistir, es una lección que encontré no sólo necesaria, sino imprescindible durante este año.

2. A creer en mi talento. Ciegamente, con completa confianza, rozando la petulancia. Y que hacerlo está bien.:

Y es que muchas veces, soy mi peor crítica, la más enconada, agresiva e hiriente. No obstante, aprendí que confiar en mi talento no sólo implica asumir los riegos y temores de las decisiones que tomo sino también, celebrar lo que considero bueno y profundo en mi manera de ver el mundo. Eso incluye, por supuesto, mi capacidad para crear. Dejé a un lado humildades ambiguas y decidí que este año era un buen comienzo para comprender el valor de la seguridad sobre lo que se sueña y sobre todo, lo que se crea a partir de nuestra capacidad para construir ideas.

3. A decir lo que pienso. Sin censura, a pesar de lo que pueda ocurrir:

Por mucho tiempo, me preocupé por ser diplomática, amable y sobre todo comedida al expresar mis ideas. O mejor dicho, cuidar lo que decía en consideración no sólo a quienes me rodeaban sino también, a sus posibles implicaciones. Un habito que más de una vez me dejó frustrada, angustiada y cuando no, directamente agotada. Este año, aprendí que realmente no necesito censurarme o mucho menos moderar lo que pienso, reflexiono o expreso como idea concreta. Así que no lo hago: disfruto de esa sensación atolondrada de libertad profunda y personal de expresar mi manera de pensar y concebir al mundo de la manera que creo correcta. Una forma de independencia intelectual que agradezco haber alcanzado después de muchos años de esfuerzo.

4.- Que debo luchar por la excelencia de mis pasiones y mis deseos:

Y eso implica exigirme, criticarme — de forma inteligente -, crear una forma de construir mi lenguaje artístico a partir de mis ideas más profundas, pero sobre todo, comprender que todo arte debe evolucionar, crecer y madurar con su autor. Un aprendizaje que me permitió no sólo crear un tipo de visión nueva sobre mi trabajo sino además, tomar necesarios riesgos para hacerlo más profundo y provocador. Y es que después de todo, madurar es un asunto de osados. También, de los que asumen que toda evolución es necesaria y pertinente.

5.- Un espacio para el artista:

Todo artista debe tener un espacio que le permita disfrutar de la intimidad del arte por el arte. Este año encontré el mío. Aprendí también la necesidad del hábito creativo: un lugar para soñar, construir ideas y sobre todo, elaborar planteamientos conceptuales.

6.- Escuchar consejo ( y no sólo para llegar a viejo)

Pero no de cualquiera: sólo de quienes se que jamás me darán alguno a menos que sean necesarios— y no pensarán jamás que debes obedecer cualquier sugerencia — y confiar en lo que tienen que decirme.

7.- No tomarte como ofensa que alguien decida no seguirte ni tampoco incluirte en ninguna de sus redes sociales:

Este año aprendí — o mejor dicho, recordé— que las Redes Sociales son una conversación voluntaria entre desconocidos. Un intercambio caótico de información. De manera que dejé de tomarme personal — y sobre todo, como ofensa — las ocasiones en que alguien conocido dejó de seguirme o simplemente, consideró que no era necesario — ni deseaba — que permaneciera entre las múltiples opciones de intercambio social que existen. Una red Social puede ser una forma válida de expresión de ideas y cierto tipo de empatía, pero aún así, difícilmente pueden sustituir por completo lo que una relación emocional implica. O aún lo creo así.

8.- La diferencia entre el placer y la ansiedad:

Pasé buena parte del año luchando con mi peso y continuaré haciéndolo, supongo durante muchos meses más. Y sin embargo, ahora la lucha es esencialmente entre el número de carbohidratos y mi apetito y no, la principal razón que me hizo aumentar de peso: la ansiedad. Este año, aprendí la diferencia entre el apetito y las reacciones típicas del estrés, lo que me ha permitido perder por vía saludable algunos kilos que por años, me llevó un esfuerzo considerable controlar. La ansiedad puede provocar sensaciones parecidas a la del apetito: una necesidad inmediata de satisfacer algún tipo de sensación de vacío, pero en realidad no es otra cosa que el esfuerzo de tu mente por usar un hábito para consolar una carencia. Encontrar la mínima diferencia entre ambas cosas fue quizás, el mejor aprendizaje con respecto a mi salud que obtuve este año.

9.- No preocuparme por malos entendidos:

Este año, me tropecé con habladurías, comentarios malintencionados y chismorreos que en otro momento de mi vida, me habrían mortificado y preocupado. Sobre todo, me vi envuelta en situaciones más o menos confusas, que implicaban debates sobre mis opiniones y puntos de vista. Este año aprendí que cualquier comentario malicioso es simplemente una reacción personal de quien lo emite, que no sólo no puedo controlar sino mucho menos, correctamente. Así que decidí no preocuparme de nuevo por algo semejante. No lo he logrado del todo, pero sí, debo decir que he encontrado una cierta tranquilidad personal de inestimable valor.

10.- El valor de la mala conducta:

Este año aprendí a dejar de preocuparme por todas las ocasiones en que no soy un modelo de bondad y conducta cívica. Aprendí a reir de mis mezquindades ocasionales y aceptar, que no siempre podré alcanzar los altísimos estándares de moral que asumimos es necesario alcanzar.

11.- A provocar siempre que lo crea necesario:

Sin duda, provocar discusiones y debates no sólo es conveniente y sustancioso, sino que además te permite analizar tu punto de vista desde percepciones distintas. Así que dejé de evitar argumentar y ahora, intento desatar polémicas por el mero hecho de aprender de los encendidos debates que puedan provocar.

12.- Que mi madre tiene razón:

Y con más frecuencia de lo que suelo admitir, pero la tiene. Y aprendo de esa incontestable experiencia suya.

13.- A burlarme de las vacas sagradas:

No hay nada más tedioso que el orden jerárquico, donde sea que estés y en medio del ámbito que te desenvuelvas. Así que aprendí a mirar con ojos burlones a figuras que supuestamente debería respetar e incluso ensalzar. ¿Que descubrí? que la mayoría de esos “héroes” de la imaginación popular necesitan ser asumidos no sólo como hombres y mujeres, sino que algunos — pocos, en realidad — lo agradecen.

14.- A evitar — y a la mayor distancia posible — el drama y el melodrama ajeno:

Soy una buena amiga de mis amigas pero no, no creo que cultivar la cultura del melodrama, la exageración y la adolescencia a destiempo sea bueno para nadie. Y no lo hago.

15.- A llevar lápiz y papel en mi cartera:

No importa lo sofisticado que sea tu Smartphone, lo vas a necesitar en alguna oportunidad.

16.- A no temer enfermarme y sentirme débil:

Después de todo, cualquier padecimiento físico te recuerda lo que te hace único, los límites que debes vencer y en ocasiones, como hacerlo.

17.- A declarar con toda tranquilidad que sufro de un trastorno psiquiátrico: (trastorno de pánico, nada que amerite electroshock, por ahora)

Y que eso, hace que mi vida sea ligeramente distinta a lo que esperé, pero tan sustanciosa e intensa como siempre soñé. Atravesar un largo trayecto de auto conocimiento, construcción de una manera personal de ver el mundo y sobre todo, encontrar mi salud intelectual y moral ha sido un proceso que no sólo agradezco haber vivido, sino que me ha hecho mucho más fuerte de lo que nunca esperé ser.

18.- A comer helados — o la golosina de su preferencia — una vez a la semana:

Hágalo como hábito. No importa la dieta, ni tampoco el remordimiento de conciencia. Disfrute, saboree, paladeé cada bocado. Disfrute del hedonismo a plenitud.

19.- A disfrutar de un buen beso: (Claro, aplica también para el sexo consensuado, libre y espontáneo)

No importa si se trata de un flirteo ocasional o una relación con futuro: permítase el placer de sentir esa pequeña e intima demostración de poder y de pasión siempre que pueda. No se preocupe por la moralidad, el buen hacer y mucho menos las convenciones sociales. Usted es libre para vivir como mejor le plazca.

20.- A sentirte aliviado cuando una relación conflictiva y tóxica acaba:

Muchas veces, creemos que las relaciones interpersonales deben ser difíciles, dolorosas y caóticas. Y aunque algunas pueden serlo y sobre todo, habrá momentos en que lo sean, que una amistad o una relación de pareja siempre sea una fuente de conflictos es por completo contraproducente. Así que comprenda — lo más pronto que pueda — que liberarse de ataduras tóxicas para lograr algún tipo de equilibrio emocional, no le hace un mal amigo o una pareja descuidada. Le hace responsable de su propia salud mental.

21.- A rechazar todo tipo de extremo:

Eso, a pesar que soy extrema y radical en algunos puntos. Pero este año, aprendí que escuchar el otro punto de vista puede ser no sólo enriquecedor sino además, satisfactorio. Una forma de crear nuevas percepciones sobre mi forma de pensar.

22.- Crear en cada aspecto de nuestra vida:

Lo artístico y lo estético no debería limitarse a lo obvio y mucho menos, a esa noción sobre el arte que implica únicamente una disciplina creativa. Crear debe ser un hábito diario, en todos los aspectos de nuestra vida. Disfrutar de lo original, lo hermoso y lo profundo de cada decisión basada en nuestra sensibilidad personal, es una nueva mirada al mundo. Y una muy refrescante.

23.- Recordar que somos niños a pesar de nuestra edad cronológica:

Una vez, una de mis tias me dijo que comienzas a envejecer el día en que decides dejar de disfrutar a plenitud la ingenuidad. Fue un consejo que jamás comprendí bien hasta este año, en el que me enfrento a la frontera del joven adulto y sobre todo, que comienzo a analizar mi punto de vista sobre quienes somos y hacia donde nos dirigimos de manera mucho más meticulosa. Pero intento también, no olvidar el valor de la ingenuidad, el asombro, la travesura, la audacia, el desorden. En suma, disfrutar de esa sensación inolvidable de la juventud a pesar de lo que pueda decir el calendario.

24.- Somos del mar:

Como diría el magnifico Melquiades de Cien Años de Soledad, el mar es un recuerdo eterno. Y por ese motivo, no olvides mojarte los pies en el agua cálida del Caribe o la pálidas y frías del Atlántico siempre que puedas. incluso las azul añil interminables del Pacífico te recordarán el poder de conectarte con ese silencio interior que el mar simboliza de manera tan clara.

25.- Cepillate los dientes. Siempre. Sin excusas:

Esta fue una lección que aprendí de la manera más dura. Por eso hablo en serio. Cuida tu dentadura lo mejor que puedas: a pesar de lo maternal que pueda parecer el consejo, es una manera de asegurarte sorpresas desagradables y dolores insoportables que te llevará horas — y superar posibles fobias — resolver.

26.- Aléjate del Cliché:

Y lo más rápido que puedas. Crea y obsesionate por profundizar tu particular visión de las cosas. Asombrate de tu complejidad y lo que te hace singular. Será algo extraordinario descubrir toda la dimensión de cada pequeña cosa que te hace único y particular.

27.- Fotografía atardeceres y amaneceres. Especialmente los días en que estés triste, enfurecido o cansado:

Un habito que aprendí de mi amiga Ariana. Detente un momento, mira al horizonte. No importa si te encuentras en la ciudad o en el campo, en la Playa o en mitad del tráfico enloquecedor. Por ninguna razón en particular, con cualquier herramienta que tengas a mano. Simplemente fotografía la primera y la última luz del día y asombrate de su belleza. Que puedas paladear un prodigio tan sencillo y disfrutarlo. Maravillate de re descubrir tu sensibilidad.

29.- Compra zapatos cómodos. Bonitos preferiblemente, pero cómodos:

Créeme, si no lo son, por más hermosos que sean, no los usarás. Y sí, lo aprendí en carne propia.

30.- Compra y crea proyectos con el libro “Destroza este diario” de Keri Smith: (Échale una mirada aquí)

Si no lo sabes, no se trata de un libro común, sino un gigantesco ejercicio de creatividad: cada hoja tiene un mensaje y un ejercicio para retar tu osadía mental y sacudir tus esquemas intelectuales. Durante un año he avanzado página a página, re descubriendo el placer de sorprenderme, abandonar esa zona de confort en la que es tan fácil caer y enfrentándome a mi rutina diaria. ¿El resultado? Una experiencia que aún continúa y que le devolvió frescura a mi proceso creativo.

31.- Pregúntale a tus amigos al menos una vez a la semana como están. Escucha la respuesta:

Y brindales un momento de solidaridad que quizás necesitas tanto como ellos.

32.- Enamorate de un animal mitológico:

No hay nada más hermoso y extraño que investigar sobre la mitología fabulosa y extraña de animales que jamás existieron. Crea tu propio valle mental repleto de criaturas extraordinarias. Es un ejercicio mental no sólo profundo sino que te llevará a encontrar matices en tu mente y en tu manera de pensar que te sorprenderán.

33.- Escribe a mano siempre que puedas:

Quizás te lleve un poco de esfuerzo al principio, pero después te asombrará de cuanto te gusta.

34.- Y envía cartas también:

¿Te parece una locura en plena época del correo electrónico y el whatsapp? puede serlo, pero no hay nada más singular y hermoso que escribir una carta. Disfrutar de ese lento proceso de redacción y de concebir una idea perdurable. ¿Suena romántico y cursi? Bueno, es que lo es.

35.- Vive:

Así de sencillo y complejo como suena. Ríe todas las veces que puedas, llora también. Arriésgate, ten mucho miedo, siente tanto para que te tiemblen las rodillas. Y entonces, enfréntate a él. Corre lo más rápido que puedas, come con gusto, bebe de vez en cuando. Ten buen sexo. Y sobre todo, intenta ser feliz. Nadie lo hará por ti.



La medianoche. El cielo tiene un color entre azul y añil. La cúpula celeste se mece sobre mi cabeza, parece pendular de un lado a otro. Y yo sonrío, con los brazos abiertos. Viva, tan viva. En busca de significado, quizás sin encontrarlo nunca. Pero tan llena de radiante entusiasmo. Una noche entre todas las noches. Este pequeña mirada al futuro. Una mano extendida en el horizonte. Un motivo para soñar, otra vez.

1 comentarios:

Renzi Hernandez dijo...

Muy feliz cumpleanos Aglaia Berlutti. Se te saluda y admira desde la isla del encanto, Puerto Rico. Aqui tienes un fan de tu trabajo como fotografa y en literatura. Happy Bday! Renzi Hernandez

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