lunes, 16 de noviembre de 2015

ABC del fotógrafo curioso: Tres planteamientos básicos en los que todo fotógrafo debería reflexionar.




La fotografía es un arte en constante evolución. De hecho, el fotógrafo Minor White dijo una vez, que el hecho que evolucione tan rápido, hace que sea una disciplina siempre nueva. Y es verdad, aunque personalmente creo que el tema pasa también por esa juventud esencial de la imagen: es un arte que se reinventa cada vez, que siempre tendrá algo novedoso y poderoso que expresar en cada ejecución. Es una idea curiosa, porque creo es la única disciplina que tiene esa posibilidad de reconstrucción tan inmediata, tan significativa. ¿eso es bueno? ¿es malo? Me lo pregunto a diario. Probablemente sea un poco de ambas cosas y sin duda, es ese equilibrio a mitad de lo que se crea y lo establecido, lo que haga a la fotografía un método de expresión tan efectivo, tan duro y tan íntimo a la vez.

Es por ese motivo, que aprender fotografía es de hecho un proceso antes que una noción estructural sobre el arte visual y sus connotaciones. El aprendizaje fotográfico se logra no sólo por comprender el arte fotográfico como un método — que es necesario — sino también, como una noción que en si misma, se desarrolla a medida que la práctica y la experiencia sustentan lo teórico. Un tanto, un fotógrafo se encuentra en constante crecimiento. En una progresiva madurez de su concepción sobre la imagen y lo que pueda expresar a partir de los símbolos personales que utilice para sustentar esa percepción. Analizar lo académico desde este punto de vista, no sólo me demostró — de nuevo — lo poco que sé sobre fotografía sino además, me dio la oportunidad de replantearse toda una serie de planteamientos sobre lo que es la imagen como proceso creativo y la fotografía como lenguaje visual. ¿Que concluí? Que la fotografía tiene un ritmo propio de construcción y que además, está en un constante proceso de enriquecerse no solo con la experiencia personal sino también, con esa complejo planteamiento Universal que la sociedad y la cultura aporta al arte.

Y ¿Cuáles serían esos conceptos que suelo revisar cada tanto y que parecen transformarse a medida que profundizo en ellos? los siguientes:

1) Un retrato es una historia, no un reflejo:
Soy autorretratista, por lo que la mayoría de las veces, la fotografía me permite expresar ideas personales de manera artística. Por error o simplemente porque lo asumí como natural, creí que el retrato se trataba de otra forma de reflejo, una manera de comunicar ideas complejas sobre mi manera de ver el mundo a través de alguien más. Por supuesto que puede ser así, pero no de manera exclusiva. Y eso lo aprendí hace un par de años, cuando intenté fotografiar a una mujer desconocida, de quien no sabía gran cosa y me exigió un Retrato muy específico, que además contradecía la idea que tenía en mente al momento de tomar la cámara. Fue una experiencia durísima: como autorretratista, la imagen tiene un sentido tan íntimo que resulta inconcebible la opinión la ajena. De manera que de inmediato, me sentí abrumada hasta que comprendí que había cometido el error de creer que mirar a través del lente, me permitía tomar decisiones exclusivas sobre un retrato sin tener en cuenta las opiniones del retratado. Y me sentí muy avergonzada por el pensamiento: fue una especie de reconocimiento de mi visión casi egocéntrica sobre la fotografía. De manera que tomé una bocanada de aire y tragándome mi incomodidad, le pregunté a la modelo que deseaba de la imagen que iba a tomarle. Y la experiencia resultó en algo totalmente nuevo: Una perspectiva enriquecedora, intrigante e incluso algo tan duro que me conmovió de nuevo, como si pudiera mirar otra vez el retrato más allá de mi opinión y comprenderlo como una forma de asumir el mundo que me rodea.

De manera que, siempre será refrescante y necesario, analizar las ideas por las cuales fotografías, tus puntos de vista esenciales. Qué te hace levantar la cámara y captar un momento en específico. Analiza sobre todo, que podría evitar que continúes tu evolución como creador y más allá de eso, la forma en que te expresas a través de la imagen. Una búsqueda constante de identidad y simbolismo personal cada vez más enriquecedora y profunda.

2) De regreso a lo básico:
Por mucho tiempo, la luz me obsesionó. Me preocupé por aprender todas las técnicas de iluminación, por manejarlas de la mejor manera posible, por comprender el funcionamiento de cada equipo y herramienta. Y cuando lo logré — a medias, ya sabemos que en fotografía siempre se aprende — continué sintiendo que esa iluminación tan cuidada, tan concreta y tan precisa, no me ofrecía “eso” , que no sabía exactamente qué era, qué buscaba con tanto afán en cada imagen. Y es que la luz, como lenguaje y método de expresión, brinda a la fotografía una dimensión única, el poder de hablar más allá del mero tecnicismo y la construcción de las ideas. Así que hace algunos años volví a lo básico: pasé horas mirando pinturas de mis artistas favoritos, aprendiendo de su instinto visual el uso de la luz y la manera como comprendieron ese sutil secreto — sincronía — entre la iluminación y el sentido de una escena. Fue asombroso asumir que la luz es no sólo un aspecto, sino un elemento esencial dentro de la imagen y más allá de la mera idea de construir una mirada sobre lo que te rodea. La luz expresa circunstancias, elabora ideas precisas. Un re descubrimiento significativo, y que en lo personal, me dio una vía totalmente nueva de intentar comunicar pensamientos y emociones a través del arte visual.

Lo que aprendí de toda la experiencia es que necesariamente todo fotógrafo debe comprender la creación visual como una parte de su identidad y por tanto, analizar de manera concienzuda lo esencial que sostiene su lenguaje. Volver a lo básico, implica además, reflexionar sobre los motivos por los cuales fotografiamos y más allá de eso, lo que conlleva esa insistente necesidad de construir planteamientos conceptuales coherentes. Una visión profunda y pormenorizada de nuestros motivos para crear.

3) La fotografía y lo comercial:
Hay una diferencia evidente entre trabajo personal y comercial que todo fotógrafo conoce muy bien: El dinero. El aspecto de la fotografía comercial siempre será discutible y además, sujeto a todo tipo de prejuicios, que probablemente analizaré en otro artículo futuro. Ahora bien, lo comercial — o no — de la fotografía también trae aparejado otra consecuencia inmediata: la utilidad. Se asume o se presume que la fotografía debe servir “para algo”, producir “ganancias” y esto puede ser cierto, pero no absolutamente cierto, porque puede pasar — como en mi caso — que la fotografía sea un mero ejercicio de comunicación, una pasión personal y más allá, mi profesión emocional, como me gusta llamarla. De manera que aunque no percibo dinero por mi actividad fotográfica — o al menos, no lo suficiente como para que sea significativo — si considero meritorio prepararme y estudiar la técnica y la visión fotográfica como si se tratara de una profesión cualquiera. Porque para mi, la fotografía significa mi manera más exacta, directa y dura de comunicarme. Necesito comprender todo lo que puedo hacer a través de ella, y aprender todo lo que pueda para hacerla lo más parecido a lo que imagino puede ser. Y esa intención no va a cambiar, tanto como que me paguen, como si no lo hacen. Es una apreciación puramente personal.

Recuerda: la fotografía es una expresión artística de carácter íntimo por derecho propio. Por lo tanto, debe tener la capacidad no sólo reflejar tus opiniones, puntos de vista y reflexiones, sino también asumir el peso de tus reflexiones sobre lo que te rodea. Ninguna fotografía es inocente o casual por mucho que lo parezca.
¿Son unas reflexiones muy simples? Sin duda, pero resumen esa comprensión inevitable que te deja asumir la fotografía tiene muchas cosas que enseñarte y que apenas avanzas a tropezones por el camino de construir una manera visual de asumir el mundo.

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