jueves, 26 de noviembre de 2015
El arte, la moral y otras batallas interminables.
Desde hace unas cuantas décadas, lo políticamente correcto parece ser un punto de debate álgido entre lo que consideramos aceptable a nivel cultural e incluso, social y esa abstracción tan poco comprensible, como lo es lo "popular". Sobre todo en el mundo del arte y la difusión de las ideas, donde lo polémico, lo absurdo y lo contradictorio, forma una parte sustancial de la idea que se comunica. Una percepción sobre el hecho del arte como elemento transgresor y sobre todo, cómo esa visión de lo artístico como un vehículo de expresión consecuente de crítica. Y no obstante, esa línea invisible entre lo polémico y la audacia de la creación en estado puro, parece encontrarse cada vez más limitada por esa interpretación de lo "correcto" que no sólo dilapida (y sacude) las bases de lo que consideramos estético sino también, esa percepción artística que se basa en ideas controvertidas, incómodas, incluso dolorosas. Porque ¿Qué es el arte sino una comprensión sobre las vicisitudes y contradicciones de la idea formal sobre la realidad? ¿Y cual es el sentido de interpretación sino una visión subjetiva del mundo que nos rodea?
Este año, esa necesidad de lo políticamente correcto ha suscitado una serie de debates donde lo artístico parece enfrentarse a esa insistencia en mantener una línea de ideas "digeribles" tan en boga últimamente. Desde películas hasta fragmentos de cultura pop, el arte se ha visto envuelto en una interminable argumentación sobre lo que debería ser y el hecho básico que supone que toda pieza artística, del índole que sea, es por naturaleza transgresora. De manera que esa visión - esa interminable discusión - sobre la cualidad del arte como elemento de distorsión y sobre todo, de replanteamiento de lo que consideramos absoluto, se ha visto en pleno centro de una serie de ideas que parecen insistir en la necesidad de adecuar el arte a un discurso de fondo muy concreto y en evidente relación con cierta moderación preocupante. Y el resultado ha sido una serie de pequeños escándalos de diversas índole que reflejan que el planteamiento artístico está enfrentándose de manera directa a una nueva percepción sobre su existencia: La visión del arte como parte de un discurso moderado - y moralista - de implicaciones desconcertantes.
Una perspectiva preocupante sobre lo que el arte es - y aspira construir - y lo que puede ser.
* La violencia de género y el arte como reflejo de lo contemporáneo: Una broma macabra.
Cuando supe que el artista Rafael Alburqueque homenajearía a la extraordinaria y fundacional “The Killing Joke” de Alan Moore con motivo del 77 aniversario de DC comic, sentí una profunda curiosidad. Después de todo, la historia es quizás uno de las obras más poderosas y simbólicas en la historia del género y además, un ejemplo fidedigno de la capacidad del Comic para resumir ideas complejas en planteamientos sugerentes y profundamente metáforicos. No es una obra de lectura sencilla, por supuesto. Alan Moore, célebre por crear universos complejos, despiadados y crueles elaboró para The Killing Joke una trama oscura que transformó para siempre la tradicional historia de Batman. El autor logró analizar la locura, maldad y el bien y el mal desde una perspectiva ambigua y sobre todo, compleja que apartó de los habituales planteamientos de la bondad y la transgresión moral a la narración. No sólo analiza la historia del Batman y el Joker como paralela — dotándoles de una profundidad argumental inédita — sino que plantea la novedosa idea que ambos sufren de un tipo de locura — en la medida que la transgresión anárquica sea considerada como tal — pero canalizada de manera distinta y contradictoria. Mientras el Joker asume la violencia como herramienta para expresión de su profunda enajenación, Batman decide hacerlo a través de un estereótipo distorsionado del héroe. Entre ambos plantamientos, hay una línea que sostiene la visión paralela de los personajes: una especie de reflejo maltrecho de quienes pudieron ser y quienes definitivamente, rechazan convertirse. Una y otra vez, Moore reflexiona sobre la naturaleza humana y sobre todo, sobre los elementos que hacen al hombre moralmente comprensible. E incluso, como la idea básica sobre lo que creemos es el bien y el mal puede resultar ambigua en condiciones extremas. Todo un tratado existencialista sobre la razón y la locura, el poder y la necesidad de rebelión.
Una de las escenas que suele producir mayor incomodidad dentro de la historia de The Killing Joke, es la tortura y violación de Bárbara Gordon, Bat Girl en el Universo del Comic. Moore plantea la agresión de una manera espeluznante: es un acto de vejación de profundas implicaciones psicológicas que no sólo afecta a la victima sino a la estructura fundacional de la historieta. La violencia sexual — que Moore muestra sin atenuantes — no sólo tiene el objetivo de formar parte de la trama sino de sostener toda una serie de crudas reflexiones sobre la cordura, la humanidad y hasta que punto, somos capaces de valorar los atributos de la razón humanas en condiciones tan deplorables. El Joker somete al comisionado Jim Gordon — padre de Bárbara — a la impensable tortura de mirar el cuerpo torturado de su hija y es a partir de ese punto de inflexión, en que la historia del Comic toma un rumbo desconocido hacia un tipo de reflexión filosófica desconcertante. Una trama que desconcertó a los lectores de su época y convirtió al ejemplar no sólo en una joya de coleccionista sino en una obra esencial dentro del mundo del Comic y la construcción de la narracción gráfica.
No me sorprendió por tanto, que Rafael Albuquerque decidiera mostrar a Bat Girl junto al Joker en su portada homenaje. La terrible e inolvidable escena de su agresión forma parte del imaginario esencial de la obra homenajeada y además de eso, es definitiva e imprescindible para conocer el desarrollo de la narración y el punto de inflexión que Moore quizo construir a través de ella. Lo que sí me sorprendió fue el escándalo posterior y sobre todo, las acusaciones de “sexismo” y “violencia sexual” para la portada. Finalmente, la obra fue retirada — a petición del artista — aunque la polémica continuó debatiéndose en redes sociales y Bloggers especializados. El planteamiento central del escándalo analizaba la inquietante consideración que la portada de Alburqueque intentaba glorificar una agresión sexual y también, una de las escenas de violencia sexual más crudas en la historia de DC comics.
La portada no deja lugar a dudas sobre su intención: En ella, Bárbara Gordon — llevando su icónico traje como Bat Girl — aparece maniatada y frágil, el rostro cubierto de lágrimas. El Joker la sostiene, apuntandole a la cabeza con una arma de fuego. Además, le ha dibujado en el rostro una sonrisa demencial — símbolo del personaje — con lo que supongo es sangre. La imagen es perturbadora y me produce una inmediata incomodidad. Pero sólo es el reflejo del argumento que analiza al detalle The Killing Joke, con escenas que no sólo no dejan duda que la violación de Barbara Gordon es un giro argumental imprescindible sino que convierte la historia en algo más turbio y perturbador de lo que hasta entonces había sido. En otras palabras, la portada sólo resume lo que el comic muestra.
De hecho, Alan Moore es conocido por sus argumentos basados en crear situaciones límites para sus personajes. De hecho, no hay uno sólo de sus trabajos gráficos que no sea desconcertante y destructor de elementos comunes a toda novela gráfica. Más aún, Moore insiste en la crítica social, incluso en su etapa más comercial: En más de una ocasión, su aproximación al Comic ha sido considerada como un debate de ideas, más que una reflexión dramática. La mayoría de los guiones del autor son críticas directas a elementos culturales muy concretos, como el sexismo, el pro capitalistas de la época y la hipocresía política. Para Moore el comic es un instrumento de debate ideológico, antes que una obra exclusivamente simbólica. De hecho, la violencia sexual ha sido parte de muchos planteamientos culturales y Moore lo describe como parte de esa comprensión del bien y el mal, no como un hecho que deba celebrarse . The Killing Joke se basa en la lucha del bien y el mal, no en la violencia sexual. Y aunque hay un elemento de infravaloración de la imagen femenina en varios Comic, el hecho es que también, las novelas Gráficas suelen reflejar la cultura de la cual proceden. Por tanto, el cierto que la mayoría de las heroínas de los comic — incluso las más poderosas y las simbólicas — parecen encontrarse constantemente en peligro.
No obstante, el argumento de The Killing Joke no sólo desborda esa idea de la Heroína al borde del peligro sino que transforma la relación entre héroes de una manera traumática. Ya por la época, se le acusó a Moore de desconsiderado y brutal. El autor se limitó a decir que un Villano “hace lo que debe hacer” y más aún, “la manera como construí la historia deja claro que el Joker es un villano, un desequilibrado peligroso y no sólo un caricatura del mal”.
De hecho, el comic profundiza con cuestionable morbosidad sobre la naturaleza del bien y el mal. La violación de Bárbara Gordon es uno de los elementos más desconcertantes de esa visión temible del bien tan semejante a la crueldad. Ambos extremos usando las mismas armas y analizando la perspectiva del castigo desde un concepto muy similar. Palabras más , palabras menos, para Moore el bien y el mal son indistinguibles y además, comprendidos de una manera ambigua bajo la noción que sólo se trata de un punto de vista. Por tanto, para el autor la violencia sexual que sufre un personaje femenino no es una promoción de la agresión, sino otra de las consecuencias del mal — o la indiferencia del bien- en medio de una batalla de abstracciones morales poco importantes.
Por supuesto, Albuquerque parece haber equivocado el método y quizás el momento histórico para su creación artística. No sólo las recientes heroínas del comic se mueven en un Universo brillante y dirigido a un público mucho más joven que sus antecesoras sino que además, el análisis sobre el punto de vista de la mujer en el comic se ha transformado. Mientras Moore asumió a Bat Girl como la victima propiciatoria en un Universo netamente masculino, la Bat Girl actual es una metáfora de poder femenino dentro de un sistema comercial que busca atraer a un publico nuevo a sus filas. Así que con su portada, Albuquerque no sólo parece haber ofendido a un planetamiento específico sino a toda una nueva generación de lectores (y especialmente lectoras ) cuya percepción sobre el comic es radicalmente distinta a la que fue hace treinta años.
De manera que con toda probabilidad, la Portada de Albuquerque contradijo no sólo la idea de la mujer que deja de ser un elemento marginal y sexualizado para convertirse en un héroe por derecho propio, sino que además analizó la idea de la victima desde una perspectiva incorrecta para el momento comercial que atraviesa la casa editorial. ¿Habría sido distinta la reacción si en lugar de mostrar a Bat Girl como una victima, el obra hubiese mostrado a la manera como se concibe el poder femenino hoy? ¿Quizás con el Joker atado, aterrorizado, humillado? ¿Hasta que punto podría haber afectado la idea sobre el personaje — y sus implicaciones en el Universo de DC comic — una interpretación totalmente nueva sobre su personalidad?
La polémica continúa. ¿Es la portada de Alburqueque una promoción a la cultura de la violencia? ¿Es una muestra de celebrar la cultura de la violación bajo la justificación del homenaje? La respuesta no parece ser tan sencilla: La discusión parece aumentar y dirigirse directamente hacia la manera como la portada demuestra que la imagen femenina sigue infravalorandose, no sólo en el mundo del Comic sino también, a nivel general dentro de la cultura pop. En el foro Comic Book Resourches el debate incluso analiza el hecho de por qué Alburqueque — o mejor dicho, su pieza artística — parece haber despertado una reacción semejante, cuando de hecho el personaje del Joker se ha convertido en un símbolo de agresión y violencia. ¿Se trata que en esta ocasión la portada fue demasiado lejos en la mirada sobre la heroína en riesgo que suele popularizar el Comic o que Albuquerque tocó un punto incómodo dentro de su concepción simbólica. ¿Era el momento cultural apropiado para regresar a la mujer victima después de construir una renovada imagen de la heroína?
El debate sobre la portada de Albuquerque no sólo deja dudas al respecto sino que además, pone en tela de juicio, el futuro del discurso del comic desde el punto de vista actual. Una discusión que parece se extenderá hacia nuevas implicaciones que apenas podemos adivinar.
* Una heroína sin rostro: La viuda negra como la reinvención de la chica en desgracia.
Tenía unos dieciocho años la primera vez que vi “Buffy, The Vampire Slayer” y de inmediato, me convertí en fan de la serie. No sólo por la renovada y original mitología que ofrecía sobre mis monstruos y personajes de fantasía favoritos — la recreación del vampiro de la serie es quizás una de las que más me agrada -sino porque además, la heroína, la Buffy que daba el nombre a la serie, era una mujer extraordinaria. Un personaje que no tenía nada que envidiarle a cualquiera de sus contrapartes masculinos y que de hecho, era la concreción de todas las grandes características de cualquier super héroe acción que se precie. Y es que Buffy no solamente cazaba vampiros — y lo hacia especialmente bien — sino que además era un personaje rico en matices, lo suficientemente interesante como para sostener la serie durante sus diez temporadas y además, sentar un lúcido precedente de lo que podía ser un personaje femenino en el mundo de la televisión y el cine. Toda una renovación de lo que hasta entonces había sido la percepción sobre lo femenino en la series e incluso en el muy machista — por razones obvias — mundo del comic.
Todo obra de Joss Whedon, hasta entonces un modesto guionista esporádicamente acreditado que saltó la fama justamente por crear un personaje memorable para el mundo de los super héroes. Un personaje femenino. Un personaje que fue la síntesis no sólo de la una inusual visión sobre el mundo de la fantasía y lo que se espera de los personajes que lo habitan, sino de la forma como hasta entonces se había percibido la participación de la mujer en cualquiera de sus tramas. Y es que Buffy, ágil, fuerte, con las habilidades de pelea de cualquier contrincante masculino, ambigua, sexual y falible, cambió el rostro resultón y secundario de la gran mayoría de los roles femeninos en el mundillo pop. Un paso adelante que construyó todo un nuevo lenguaje acerca del tema a partir de entonces.
Por ese motivo, me sorprendieron — y me irritaron — las acusaciones de misógino y machismo contra el Whedon que corrieron de un lado a otro de las redes Sociales luego del estreno de la película "Los Vengadores: La era de Ultrón" hace unos cuantos meses. Una ola injustificada de ataques, críticas e incluso amenazas que provocaron que el director y Guionista abandonara Twitter, luego de ser incapaz de enfrentarse al ataque desproporcionado en su contra. ¿El motivo? el aparente machismo del director al momento de construir y concebir el personaje de la Viuda Negra (Interpretada por Scarlett Johansson) dentro de la trama de Los Vengadores: La era de Ultrón. Al director no sólo se le acusó directamente de disminuir al personaje y convertirlo en un estereotipo de la clásica “damisela en desgracia” sino además, de someterlo a una serie de esquemas de rol misóginos que convirtieron al personaje en una caricatura de sí mismo. Las ataques no sólo criticaban el guión de la película — y el aparente menosprecio de la Viuda Negra en detrimento al resto de los personajes de la trama — sino al hecho, que transformaran al personaje interpretado por Johansson en un mero secundario comparsa dentro de la película.
No obstante, la real pregunta que surge en medio de los argumentos cruzados sobre del tema que desencadenó los ataques contra Whedon es si realmente, el guión de “Los Vengadores: la Era de Ultrón” tiene una clara connotación machista y misógina. Una y otra vez, el debate pareció dirigirse directamente al hecho y no a las implicaciones que conlleva. No se trata de un tema sencillo y mucho menos, que se pueda dirimir sólo analizando la forma como Whedon ideó el mundo de sus personajes. Y es justamente, esa simplificación del resultado artístico — la crítica con respecto una película desigual con algunos problemas evidentes de guión y edición — lo que hace que el debate surgido en Redes Sociales resulte tan inocuo como inútil. Y es que no es tan sencillo tachar a una película que engloba un Universo en particular de machista sin llevar a cabo un análisis concienzudo de las bases donde se sostiene su peculiar visión del tema.
¿Es machista la película “Los vengadores: la Era del Ultrón”? En realidad, cabría preguntarse si el hecho que la gran mayoría de sus personajes sean masculinos y con un marcado rasgo ególatra, la hace machista. ¿Es suficiente para definir un rasgo misógino el hecho de analizar el guión y la historia en pantalla las actuaciones o el peso de la trama que tienen sus personajes femeninos? Pero profundicemos más allá en el argumento: ¿Es machista la forma como se concibe a la Viuda Negra dentro del Universo Marvel?
El personaje de “La Viuda Negra” fue creado por Stan Lee, Don Rico Don Heck para el comic Tales Of Suspense número 52 y desde su origen, se concibió como un personaje que integrara no sólo las características habituales del super Héroe al uso sino también un marcado perfil femenino. Porque Natasha Alianovna Romanov (nombre real del personaje en el comic) es fuerte, audaz, ágil, con una notable pericia técnica y habilidad tecnológica. Pero también es una mujer muy bella, al estilo de las mujeres idealizadas y comercializadas por el mundo del Comic. No obstante, esa interpretación de la mujer en un mundo esencialmente masculino, tiene un elemento que lo hace por completo distinto a propuestas semejantes. Natasha no es solamente bella, sino que utiliza esa belleza como otra de las armas y recursos contra los numerosos enemigos a los cuales debe enfrentarse en medio de las multiples tramas en que participa.
La historia de Natasha en el comic, es de hecho, una reinvención del clásico cuento de hadas. Descendiente de los zares rusos, Natasha fue rescatada siendo una niña por un soldado soviético, quien cuidó de ella hasta que se hizo una mujer. En ningún punto de la historia, Natasha es concebida como un personaje débil, sino de hecho una sobreviviente a una circunstancia política e histórica con la que se la relaciona de manera tangencial. Posteriormente, sería reclutada como espía y llegaría a tener su propio peso argumental en el Universo de la factoría Marvel.
En su transición a la gran pantalla, La viuda Negra perdió parte de su autonomía y quizás independencia — al menos, como se le concibe en el mundo del comic — en favor del argumento. El personaje tuvo su primera aparición en la secuela de Iron Man, donde se desempeñó como una espía dentro de las empresas Stark en un remero de una de las tramas principales de la historia original del personaje. La viuda Negra, encarnada por la actriz Scarlett Johansson, tenía la misma frialdad, inteligencia, audacia y fuerza física de su homónima en papel y nadie pareció especialmente preocupado porque un ambivalente Tony Stark (en la piel del actor Robert Downey Jr) dedicara algunos comentarios directamente machistas al personaje en varios puntos de la acción. De hecho, la dinámica entre los personajes se muestra como un ambiguo coqueteo que termina en una redimensión sorpresiva del personaje a mitad de la trama.
¿Por qué entonces el desempeño y percepción del personaje en la película de Whedon produjo una polémica a tal escala? Para comprender la reacción de las Redes Sociales y sobre todo, lo insustancial de la diatriba, vale la pena analizar el asunto desde un punto de vista mucho más amplio que el simple ataque no sólo contra el producto fílmico sino contra su director. Porque el problema — de existir — con la percepción de Viuda Negra con respecto al resto de los Vengadores, parece ser la reacción no sólo a las implicaciones del personaje en pantalla, sino todo lo que venía ocurriendo -antes y después del estreno de la película — y que pusieron en tela de juicio, no sólo la aproximación de Whedon al personaje sino la percepción de la trama sobre el escaso elemento femenino que forma parte de la historia que cuenta.
¿Que ocurre con Viuda Negra entonces y el debate que suscita? tal vez se debe en realidad al hecho que los problemas en torno al personaje comenzaron antes del estreno de “Los vengadores: La era del Ultrón”. En las semanas previas, el personaje — o mejor dicho, la percepción que se tiene sobre él — fue ampliamente debatido en redes sociales luego que Jeremy Renner y Chris Evans (Hawkeye y Capitán America respectivamente en la serie de películas Marvel) llamaran al personaje “Zorra”, lo cual suscitó un inmediato debate en redes sociales y medios de comunicación. El comentario, en tono humorístico, despertó una considerable ola de críticas y obligó a los actores a disculparse públicamente, aunque sólo Evans admitió se trataba de un insulto y una concepción ofensiva sobre la mujer. Renner en cambio, insistió que su comentario había sido fruto de las extenuantes jornadas de entrevistas y promoción que había llevado a cabo durante meses. En ningún momento admitió que calificar como “zorra” un personaje femenino fuera en específico, un acto misógino. De hecho, Renner volvió a insistir sobre su particular punto de vista sobre el personaje — a pesar de la previa disculpa pública — durante una entrevista en el programa nocturno que conduce Conan O’Brian, en el que declaró “si te acostaste con cuatro de los seis Vengadores, no importa lo bien que lo hubieras hecho, eres una una puta. O al menos, así lo veo”. El comentario provocó reiteradas críticas sobre el supuesto machismo de la película — que aún sin estrenarse para el momento de la entrevista — y puso en el ojo del huracán el posible tratamiento del personaje dentro de la trama. Fue inevitable que más de una asociación feminista se preguntara en voz alta por qué el actor parecía tan preocupado por el comportamiento sexual de La Viuda Negra, y no con el de Tony Stark, en la trama un conocido Playboy y seductor.
La polémica estaba servida y no hizo más que aumentar, cuando se señaló que buena parte de la publicidad y la venta juguetes alusivos a la película, ignoraban al personaje de la Viuda Negra. Un hecho tan notorio que provocó que incluso Mark Ruffalo (Hulk en la trama) señalara la notoria ausencia vía Twitter, pidiendo que además, se incluyera al personaje como parte de los paquetes de muñecos de acción que llenaban todas las estanterías de jugueterías a lo largo y ancho del país. El comentario provocó un discreto revuelo con respecto a la manera como Marvel percibe a las mujeres dentro de las tramas de sus películas y puso en tela de juicio, la consistencia de los personajes femeninos en cualquiera de ellas.
Por supuesto, el problema no se trata sólo de la manera como se percibe un personaje en particular, sino el hecho que Marvel, a pesar de sus intentos por mostrar una nueva versión de lo femenino dentro de su Universo de Super Héroes, ha cometido una serie de preocupantes omisiones que sólo parecieron hacerse más notorias a medida que el estreno de “Los vengadores: la era de Ultrón” se aproximaba. A pesar que el 40% de los audiencia de Marvel — y de hecho, de la mayoría de las películas de la franquicia son mujeres — ninguna de las 11 películas estrenadas hasta ahora por el Universo Marvel, tiene un personaje femenino de tanta importancia y relevancia como uno masculino. O al menos, es el inmediato análisis que se lleva a cabo cuando se analiza la franquicia desde el punto de vista de la participación de la mujer en el tema. La crítica Jen Yamato no sólo lo confirma sino que añade que el tratamiento argumental de las mujeres Marvel parece esencialmente dirigido a un punto de vista “Hasta ahora, las co-protagonistas femeninas sólo han aparecido principalmente como mujeres fatales emocionalmente impenetrables que carecen de verdadera profundidad”. Lo cual parece señalar de manera directa, el hecho que una vez que se decide brindar verdadera sustancia a la historia de la Viuda Negra, no sólo se reafirma su planteamiento como figura femenina distante, elemental y unidimensional, sino que además se añade una visión dramatizada y esquematizada sobre lo femenino: su esterilidad.
Y es que Natasha, como personaje y también como miembro del equipo de “Los Vengadores”, no sólo es un personaje entrenado para matar, sino que además, sino que lo hace con singular eficiencia. A través de unos cuantos flashback, se nos cuenta a grandes rasgos que Natasha fue no sólo educada como un arma letal sino también, para ejercer su habilidad como asesina de manera despiadada y dura. No obstante, en uno de los giros del guión más criticados, La Viuda Negra habla sobre su cualidad “monstruosa”. Y lo hace haciendo hincapié en que durante su entrenamiento fue “esterilizada” y así “convertida en una criatura monstruosa”. No se trata sólo que el guión maneje de manera muy torpe y poco consistente el hecho que Natasha es un personaje esencialmente peligroso, sino el hecho que insista en mostrar que su principal horror y dolor, no es su capacidad para asesinar — como es de hecho, el enunciado de buena parte de la película con respecto al resto de los personajes — sino en su incapacidad para concebir. ¿Lo que hace entonces a Natasha implacable y feroz no es su entrenamiento sino el hecho de su capacidad para ser madre?
El escándalo fue inevitable. Eso, a pesar que el personaje disfruta de estupendas escenas, que muestra en multiples ocasiones su habilidad y capacidad. No obstante, para la memoria popular, para esa afilada opinión pública que ya discutía desde hacia semanas la supuesta misoginia de una película que aún no había sido estrenada, fue suficiente. El hecho que el personaje de Natasha no se cuestione sus motivos para matar — como si lo hacen el resto de sus protagonistas masculinos — sino el hecho que no pueda ser madre, hace que la profundidad del personaje sea poco realista y sobre todo, carente de esa interesante aproximación que podría haber tenido de haber sido analizado como un personaje más allá del género. Y en ese particular punto de vista que las discusiones vías Redes Sociales parecen alimentarse e insistir. Y sobre todo, basar toda la absurda campaña con la que se enfrentan y presionan a Joss Whedon con respecto a su lenguaje machista.
No obstante, muy pocas de las acusaciones que se le achacan a Whedon son realmente válidas. Porque a pesar de lo anterior, La Viuda Negra tiene un peso concreto y sobre todo, sustancial en la trama de “Los Vengadores: la Era de Ultrón”. De hecho, Natasha y a pesar de los fallidos intentos del guión por humanizarla, sigue siendo el personaje efectivo e interesante por derecho propio. Es ella, quien sostiene quizás el único elemento argumental para comprender a Hulk — sin necesariamente supeditarse a él — y también, es el único personaje que sin poseer un poder físico especial, tiene un considerable peso dentro de la narración. Incluso, se ha insistido en más de una ocasión, que la Viuda Negra, con su sorprendente agilidad física y determinación, recuerda mucho a Buffy, ese primer referente inmediato sobre lo que a mujeres poderosas en el mundo del comic y la televisión se refiere.
Por lo tanto, el ataque sufrido Whedon no sólo resulta injustificado sino también, blando y por completo desproporcionado. No sólo olvida que una película es a menudo el fruto de un trabajo en equipo — y que debe enfrentarse no sólo a sucesivas re escrituras de guión sino también, a decisiones de producción y comercialización muy específicas — sino que además, es la suma de sus puntos fuertes y débiles. Y en el caso del trabajo del director — no sólo en la franquicia relacionada con el Universo Avengers, sino en el resto de sus trabajos — hay una metódica búsqueda de la evolución de los personajes, del crecimiento del planteamiento, incluso de la visión del bien y del mal. ¿Lo logra? ¿Llega a una interpretación consistente sobre un punto de vista tan concreto? Quizás no, pero resulta lamentable que ahora mismo, el debate — que pudiera ser necesario e incluso de enormes posibilidades — se base en el autor, en el ataque personal contra su trabajo y no la obra y sus implicaciones. Un giro peligroso en la percepción sobre el poder superficial de la cultura de las redes sociales y sus posibles implicaciones.
¿Debe el arte complacer el sentido de la "normalidad" y la "moral" para ser un vehículo consumible? ¿Debe el arte adecuarse a ideas fáciles, cómodas y sobre todo, cimentadas en una única interpretación de la realidad? ¿Debe el arte atenerse a la presión de grupos de opinión específicos y sobre todo, comprenderse y analizarse como una reflexión consecuente sobre la identidad ética de la época y cultura que representa? ¿No es el arte de hecho, el vehículo primario de rebelión, provocación y audacia por excelencia? Se trata de reflexiones insistentes en un mundo como el nuestro, sometido a la idea de la popularidad y lo consumible. Una expresión ideal que sin embargo, parece enfrentarse con muchísima frecuencia a la idea del propósito del arte en estado puro: Crear una nueva percepción sobre el mundo y los elementos que conforman nuestra personalidad.
1 comentarios:
Me encantó este artículo. En cuanto a la portada de "The Killing Joke" en verdad es perturbadora. Pero ese era el punto. Mostrar esa violencia contra Batwoman. Encantar a través de lo oscuro.
Me encantan tus artículos :)
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