lunes, 23 de mayo de 2016

ABC del fotógrafo curioso: Tres cosas imprescindibles que debe saber todo fotógrafo de la era digital




Me considero una fotógrafa digital. A pesar que comencé a fotografiar con film, gran parte de mi trabajo personal, lo he realizado en la plataforma digital. Y por supuesto, me he beneficiado de las numerosas ventajas que eso conlleva: la inmediatez, versatilidad y facilidad de un formato que permite una mayor interacción —y sencillez— al momento de capturar una imagen. En lo que considero una evolución lógica, pronto me esforcé por aprender las bondades de la técnica de post edición digital y retoque visual y hasta ahora, he encontrado en esta vertiente, una manera novedosa y muy personal de reflejar mis inquietudes con respecto a la imagen. Una nueva manera de hacer lo que deseo hacer con la fotografía: contar historias a través de un profundo lenguaje personal.

Ahora bien, mi país es en esencia conservador en cuanto a su percepción sobre a lo que la fotografía se refiere. Mientras que en otros lugares del mundo la experimentación digital ha evolucionado hasta convertirse en una técnica más a la disposición del fotógrafo para crear su portafolio, en Venezuela sigue considerándose una corrupción de lo que esencialmente se considera la fotografía tradicional. Tal vez, por reminiscencias directas de las épocas donde el film era indispensable, las nuevas variaciones del arte fotográfico producen desconfianza, cuando no rechazo. Constantemente, leo discusiones en foros y otros espacios internautas, largas discusiones sobre la conveniencia o no en el uso de herramientas de edición digital sobre lo que se insiste en llamar fotografía «real». Incluso, en una ocasión llegué a leer una frase desconcertante: ¿Un fotógrafo de verdad utiliza Photoshop o cualquier otra herramienta de manipulación digital? Y esa pregunta, el solo hecho que fuera formulada, fue una demostración de la percepción —y la desconfianza— que se tiene hacia las ideas fotográficas más novedosas.

En mi caso, durante años, he leído y me he documentado sobre el tema. Y he llegado a una conclusión personalísima sobre el tema, una idea basada en mi experiencia sobre la influencia de las artes digitales en la nueva fotografía. Podría decir que estas conclusiones se resumen en tres puntos básicos:

De la luz a la pantalla:
Una fotografía digital siempre debe ser revelada, lo mismo que en su época, una fotografía siempre debió pasar un proceso químico para obtener el mejor resultado de ella. Acentuar los colores, sombras, las líneas de enfoque, trabajar sobre la paleta de colores a través de programas de edición, son solo el equivalente digital del minucioso trabajo que antes se llevaba a cabo en el cuarto Oscuro. De manera que, si consultamos la historia de la fotografía, encontraremos que el retoque en la fotografía no es un descubrimiento nuevo ni mucho menos una idea novedosa dentro del arte de la imagen. Por décadas, los grandes maestros visuales buscaron los mejores resultados de sus imágenes a través del experto uso de las combinaciones químicas propias del proceso. En la fotografía digital la idea es la misma: a través del Photoshop y otros programas de edición, la imagen acentúa sus valores y virtudes en detrimento de sus puntos más bajos. No hay mayor diferencia en varias los tiempos de revelado y fijador, y combinar los químicos en un negativo de film, a jugar con las luces y otros aspectos de la imagen digital. Como siempre, la intención es que al autor pueda expresar con la mayor exactitud posible el punto de vista de la fotografía. ¿Lo que he aprendido? Una fotografía siempre se revela. No es una excusa válida, pensar que la fotografía «real» solo es posible si el resultado final es el que obtenemos directamente de la cámara. Cuida que dispongas de una imagen lo suficientemente rica en matices e información digital, lo que permitirá construir un lenguaje visual poderosa. De la misma manera que antaño, una fotografía es tu opinión sobre lo que miras y tienes el deseo de hacer de ella una idea personalísima.

De la cámara al papel:
Como fotógrafos digitales, muchos de nosotros nos hemos acostumbrado que nuestro trabajo —tanto personal como comercial— permanence en forma digital y de hecho, la proporción entre lo impreso y lo que no lo está en nuestro portafolio, es enorme, lo cual va en detrimento de la impresión física del material. De manera tal, que pocas veces vemos el resultado de nuestros revelados y otros procesos creativos digitales en papel. Esta diferencia apreciable es la causa de mucha de los errores que solemos cometer y que serán evidentes en el momento en que decidamos copiar nuestro trabajo para construir un portafolio físico. Colores en extremo saturados, texturas irreales y carentes de proporción, iluminaciones digitales que en papel pierden detalle e información digital son muchos de los problemas con que se encuentra un fotógrafo digital que no acostumbra a imprimir. ¿Lo que he aprendido al respecto? Siempre revelar pensando en la fotografía como una obra gráfica que solo se completara al ser impresa en papel. De esta manera, tomarás conciencia de tus decisiones creativas y las maneras cómo pueden afectar el resultado final de tu fotografía.

De la visión tradicional a la más personal:
Durante los últimos años, la fotografía, como arte y forma de expresión a crecido a pasos agigantados dentro del gusto del gran público. Lo accesible del formato digital, ha dado pie a toda una nueva generación de entusiastas de la imagen, lo que ha permitido que la técnica y también su forma de expresión, tenga un nuevo cariz. Y parte de esa nueva etapa lo es, desde luego, los medios para manipular la imagen, lo cual hace que más de un fotógrafo tradicional se pregunte que tanto valor tiene una fotografía que es modificada al extremo desde la toma inicial. ¿Mi respuesta? La fotografía es la visión del fotógrafo sobre el mundo que le rodea, su opinión, su manera de reinterpretar la realidad. Y esa ventana o reflejo, como diría mi profesor Ivan Gonzalez, es parte del personalísimo punto de vista del creador visual. Tal vez las imágenes de colores radicales o esas novedosas interpretaciones del mundo que muchos artistas digitales disfrutan crear, sean una nueva variante de la fotografía que incluya, además del ya tradicional reflejo en el espejo que hemos observado por décadas, una profunda reinvención del lenguaje visual, tan válido e importante como la hermosa y contundente imagen de un mundo embellecido por un instante perfecto.

¿Estás de acuerdo con estas pequeñas reflexiones? ¿No lo estás? Solo podría decirte que mi intención al escribir estas personales conclusiones no sea llegar a una respuesta definitiva sobre el tema —que dudo exista— sino abrir, por enésima vez, una discusión sana sobre el tema. Quizá, como yo, la posible conclusión será que la fotografía es un arte en constante evolución y que todo cambio, simboliza la constante juventud de una creación de perpetua belleza.

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