miércoles, 25 de mayo de 2016

Cinco películas para comprender la figura de la bruja en el cine.





A estas alturas, nadie duda que la película “The Witch” del director Robert Eggers es quizás una de las mejores películas de terror de la última década. No sólo se trata de una vuelta de tuerca al género sino además, una renovación del lenguaje fílmico sobre el miedo. No obstante, quizás el mayor logro de la película es abandonar los clichés fílmicos habituales sobre la bruja, la magia y la brujería para crear algo por completo distinto y poderoso. Fiel exponente del terror Folclórico, “The Witch” evita los terrenos habituales del cine de género y bebe en tradiciones judeo cristianas para sostenerse, creando una atmósfera creíble donde la naturaleza — esa agreste, tenebrosa y espesa visión del bosque atávico — se impone sobre la naturaleza.

No hay nada sencillo en una propuesta que se cimienta sobre visiones clásicas sobre el bien y el mal, el horror y la beatitud y sobre todo, esa visión clásica de la bruja como una figura ambigua y la mayoría de las veces aterradora. Con un pulso firme y un manejo de escena que sorprende por su sutileza y poder de evocación, Robert Eggers crea una propuesta que se nutre de todo tipo de símbolos y metáforas hasta construir una reflexión sobre lo que nos asusta — y por qué nos asusta — que sorprende por su solidez. El miedo se transforma entonces en un rasgo, una interpretación de la realidad. Una elaborada percepción sobre lo que nos rodea y su implicación sobre el dolor y la pérdida.

Pero la obra de Eggers no es la primera en meditar sobre la Bruja como elemento simbólico cultural y convertir la tradición que la rodea no sólo en una propuesta filosófica sino en un planteamiento más complejo y extravagante. Durante buena parte de la historia del cine la bruja, la magia y la brujería han sido motivos y elementos recurrentes para comprender no sólo el origen del bien y del mal — en una aproximación humana, elemental y dura — sino también como una expresión elemental sobre esa noción sobre lo desconocido que obsesiona al hombre y al creador. De manera que resulta interesante realizar un recorrido no sólo por la forma como el arquetipo de la bruja ha sido analizado a través del tiempo en la cinematografía mundial sino su repercusión inmediata sobre la figura de la mujer, la forma como comprendemos el bien y el mal y más allá de eso, ese concepto tan abstracto y en ocasiones ambiguo que con tanta inocencia llamamos misterio.

¿Y cuales son las películas que han marcado hito sobre el tema de la bruja y la brujería? Quizás las siguientes:

* Häxan:la brujería a través de los tiempos de Benjamin Christensen (1922)
Es quizás la película más antigua de todas sobre el tema y con toda seguridad, también la que más analizó la figura de la bruja y la brujería desde una perspectiva pseudocientífica. Obsesionado no sólo con las leyendas populares sino también con el célebre Malleus Maleficarum, Christensen creó un estudio visual sobre la superstición, el temor y la ignorancia que llevó a la histeria de la cacería de brujas en la Europa Medieval y además, construyó el mito de la bruja tal y como lo conocemos en la actualidad.

Filmada como un documental a pesar de sus largas secuencias dramatizadas, la película es también una crítica a la interpretación de la figura de la mujer durante el medioevo y un meditado punto de vista sobre el uso del poder como herramienta de terror. Aún en la actualidad, la película por su minuciosa recreación de la Edad Media (Christensen se asesoró con historiadores y escritores para crear una atmósfera creíble y lo logró) y sigue siendo considerada la película muda escandinava más costosa de la historia. Para el momento de su filmación, Christensen invirtió casi dos millones de coronas suecas (unos 900 mil euros actuales) en la producción, una cifra inédita en el país e incluso en el continente Europeo, donde aún se seguía considerando al cine un arte menor. Un suma que Christensen jamás pudo recuperar en ganancias reales por la distribución y proyección de su obra: A pesar que fue aclamada por el público de Dinamarca y Suecia, Häxan fue censurada en la mayoría de los países del continente, por considerarse una representación gráfica y escandalosa de la tortura, la desnudez y la perversión sexual.

* Andrei Rublev de Andrei Tarkovski (1966)
Con tinte biográfico, Andrei Rublev es una recreación sobre la vida y obra del pintor Ruso del siglo XV, que atraviesa la Rusia medieval en medio de dolores y sobre todo, asombrosas experiencias místicas que alimentan su divina devoción. Rublev, que además de uno de los más renombrados pintores de iconos de su época también fue considerado un modelo de Santidad, es también testigo de excepción de las tentaciones que hieren a su tierra natal, encarnadas en la figura de la bruja. Por ese motivo, Tarkovski recurre a todo su talento visual para crear uno de las recreaciones más verosímiles e impactantes de un aquelarre en medio de un bosque. Como la contradicción exacta a la bondad y pureza de Rublev, Tarkovski crea una escena de puro libertinaje cuya mayor trascendencia consiste en simbolizar una rebelión salvaje contra un sistema cruel que no agrede e infravalora al individuo. Sin caer en maniqueísmos habituales, Tarkovsky brinda a la brujería una simbología específica: esa meditada decisión de enfrentar al poder a través de lo visceral, lo violento y lo doloroso.

Tal vez por ese motivo y a pesar que no se trata de una película sobre la brujería, Andrei Rublev parece resumir la interpretación de la magia y la figura de la bruja como una metáfora sobre el bien y el mal, su influencia sobre la visión del hombre acerca de lo que le rodea y más allá de eso, una fábula espiritual sobre el poder del misterio. Se trata de una película sencilla que maneja cuestiones morales, humanas y estéticas muy complejas, de allí su valor al momento de elaborar un concepto muy concreto sobre lo que la magia — comprendida en esta ocasión como un reflejo del alma humana — puede ser. Rublev como personaje, nunca se explica así mismo: el director insiste en mostrarlo como una representación cardinal de todo lo que el hombre puede ser a través del bien y el mal. Resulta por tanto inevitable que Rublev, deambule entre símbolos para asumir el peso esencial de su obra y visión y elabore una conclusión esencial sobre los espacios interiores de nuestra mente y espíritu que elaboran nuestra concepción sobre nuestra visión del mundo que nos rodea.

* El árbol de enebro de Nietzchka Keene (1990)
La película es una pequeña joya del simbolismo y la recreación de la metáfora como elemento primordial para la comprensión del espíritu humano. Protagonizada por una jovencísima Björk, la película se analiza así misma desde una distancia prudencial: nada es lo que parece en este trayecto existencialista que recorre el arquetipo de la bruja buena y mala a través de una concepción nihilista sobre la moral. Con una inteligente visión narrativa, Keene se hace preguntas sobre la profundidad del poder que se ejerce a partir del deseo, la voluntad y la promesa. Analiza las relaciones de poder entre la figura de la bruja tradicional — encarnada por una Madre que jamás vemos y quien fue asesinada al comienzo de la historia — y su percepción como elemento de dominación. Resulta desconcertante la manera como la historia se desenvuelve a través de esa noción de la bruja como seductora y también, como doncella confusa en busca de su redención. Entre ambas cosas, la película se sostiene gracias a un inteligente uso de los recursos visuales — largos planos secuencia que muestran paisajes desolados, primeros planos en el que el rostro de la bruja es un reflejo exámine de lo que le rodea — pero sobre todo, por una tensión que se sostiene en el silencio. Una concepción ancestral y primitiva sobre el poder y sobre todo, una búsqueda de respuestas que jamás llega a cristalizarse. Quizás el acercamiento más poderoso al arquetipo original de las hermanas mágicas que se ha filmado hasta la fecha.

* Los creyentes de John Schlesinger (1987)
A pesar de su aparente tono de película policíaca al uso, “Los Creyentes” es en realidad una búsqueda muy meditada sobre el terror, el origen de lo que asumimos por creencia y sobre todo, la capacidad del hombre moderno para comprender ideas ancestrales como lo son la fe y el miedo. El guión maneja todo tipo de clichés de películas al uso, pero también analiza a profundidad los mecanismos que hacen posible que la idea de la magia aún mantenga cierta influencia sobre la psiquis colectiva. Y es quizás esa combinación de tono tradicional y un análisis más enrevesado sobre lo que la magia y lo desconocido pueden significar, lo que crea el ambiente malsano y extravagante que sostiene el metraje entero. A pesar que el director Schlesinger no maneja con suficiente habilidad las rápidas transiciones entre las típicas concesiones del género — los estereotipos y los lugares comunes de la película amenazan su solidez — hay una cierta conciencia sobre esa comprensión de lo oculto como una parte intrínseca de la psiquis humana. Una y otra vez, el argumento elabora ideas consistentes sobre la influencia de lo que tememos — o mejor dicho, lo que nos infunde miedo — para crear una atmósfera malsana e inquietante que la película conserva hasta su inesperado final. Poco conocida y confundida entre cientos de propuestas parecidas, “Los Creyentes” tiene la osadía de cuestionarse a sí misma y su endeble entramado de símbolos. Todo un acierto que le brinda una inesperada honestidad.

* La bruja de Blair de Eduardo Sánchez y Daniel Myrick (1999)
La figura de la bruja entra de lleno al siglo de la tecnología y lo hace a través de una propuesta mínima que medita sobre el origen del miedo, el mal y la superstición. Pionera en el género del Found Footage, “La Bruja de Blair” analiza a la bruja desde su vertiente más tenebrosa. La interpretación atávica de la figura tenebrosa y despiadada crea no sólo una percepción sobre el mal originario sino además, se mezcla con toda una serie de mitos y reinterpretaciones del dolor, la amenaza y el peligro del horror. Hay un ingrediente crudo y directo en esta sencilla alegoría al terror ciego, al que provoca las manifestaciones de lo sobrenatural que no podemos ver sino tampoco, comprender. Con el sencillo recurso de la grabación de vídeo, Sanchez y Myrick lograron replantear el terror desde lo básico. La bruja — o mejor dicho, lo que creemos sobre ella — parece sólo la excusa para una puesta en escena cruda y original. La película avanza a medida que el terror se hace más instintivo y primitivo: los protagonistas intentan defenderse de una fuerza de la naturaleza invisible, que lo acosa y por último, atacará sin que puedan evitarlo. Las escenas se desdibujan en la oscuridad, mientras las víctimas atraviesan un bosque en sombras entre gritos y llantos. Es entonces cuando la película se convierte en un profunda metáfora sobre lo que nos atemoriza o mejor dicho, lo que crea una noción sobre el miedo más allá de toda sofisticación. La oscuridad en contra de la luz, el triunfo del terror en estado puro y al final y la trama cinematográfica como ritual.

Se trata por supuesto de una lista corta, que no incluye otras tantas recreaciones del tema pero que quizás, puede resumir la percepción que el cine y el arte en general suele tener sobre la bruja y la brujería. Ese temor a la pérdida del control intelectual y moral que tanto parece temer nuestra cultura pero sobre todo, el cuestionamiento sobre lo que consideramos el bien y el mal que simboliza un tipo de miedo ancestral y poderoso. Un símbolo primitivo de nuestra visión sobre la realidad.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Excelente pelicula, una joya visual The Witch... Gracias por las otras recomendaciones. Como Goya en algunas de sus pinturas, el director supo encarnar esa fascinación y miedo irracional hacia la figura de la bruja, muy presente en la tradición de muchos pueblos.

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