miércoles, 22 de junio de 2016
Crónicas de una “nerd” entusiasta: Todo lo que deberías saber de la película “Only lovers left alive” de Jim Jarmusch.
Tyger Tyger burning bright
In the forests of the night
What immortal hand or eye
Dare frame thy fearful symmetry”
–William Blake
Una bóveda de estrellas falsas gira al mismo ritmo de un disco de vinilo en el tocadiscos. El vampiro Adam (interpretado por un Tom Hiddleston en estado de gracia y con aspecto delicado y siniestro a la vez) parece encerrado en medio de un lujo decadente y de trastero, rodeado de objetos en diferentes estados de deterioro pero que aún conservan su belleza. Toda una metáfora sobre la atemporalidad, el hedonismo y lo macabro en una única escena. A la vez, la vampira Eve (encarnada por una exquisita Tilda Swinton) mira la noche desde su refugio en Tánger, con una elegancia engañosa y frágil. Se trata de una criatura feroz, hermosa, una sobreviviente, pero por ahora, sólo disfrutamos de su aspecto de deidad menor con el aspecto clásico que nos remite de inmediato a la belleza imperecedera. Y así Jim Jarmusch, con una inteligencia visual que evade lo obvio y se obsesiona por lo sutil, crea quizás una de las películas de vampiros más profundas, bien meditadas e intrigantes de las últimas décadas. Un fresco intimista que medita sobre la inmortalidad, la no existencia del espacio y la identidad como parte de una suprema noción sobre el espíritu humano. Con esta única escena, “Only Lovers Left Alive” (Jim Jarmusch, 2013) se presenta y se define, pero más allá de eso, se plantea una serie de ideas profundas sobre la existencia y el dolor del conocimiento. Por supuesto, no se trata de una película sencilla, mucho menos fácil de digerir y quizás, allí radica su belleza.
Esa delicadísima puesta en escena y la comprensión del ser como parte de una mítica creación idealizada, tal vez se deba a que el director Jim Jarmusch es un veterano en el arte de observar la naturaleza humana con un esmero que raya en lo obsesivo. Porque “Only lovers left alive” no es una película de vampiros y mucho menos de terror. El film tiene aspiraciones mucho más altas, todas ellas relacionadas con el tedio de la inmortalidad y una sensibilidad monstruosa — nunca mejor expresado el término — para hablar sobre el temor a la muerte, el arte como forma de exclusión y evasión. Con un pulso firme, preciosista pero sobre todo, un interés casi morboso por los elementos mínimos que pueden definir una idea, Jarmusch medita sobre lo que somos, lo que deseamos ser y más allá de eso, los límites que evaden cualquier explicación en nuestra mente. Los vampiros del director, más que criaturas terroríficas — que lo son — en realidad son símbolos de la decadencia, una nocturnidad apacible y un juego de espejos donde el hombre y su mundo son el centro de atención.
Jarmusch, (guionista, director de cine y miembro de la banda de rock SQÜRL) crea toda una nueva visión sobre el vampiro en un film que emociona, conmueve, impacienta, pero sobre todo cautiva. Un lienzo rico y desprejuiciado sobre los terrores del espíritu humano, sus pequeñas victorias y luchas, contempladas a través de los ojos de sus propios monstruos y terrores. Quizás por eso, “Only Lovers left alive” es una película plagada de pequeños guiños y sobre todo, con una mirada contemplativa del misterio de la existencia casi filosófico. La película evita clichés y pequeños golpes de efecto y avanza a través de un guión por momentos desconcertantes. Además, el director dota a cada escena de pequeños juegos de ingenio y referencia, que la sostienen incluso en los momentos en apariencia más sencillo, como si se tratara de una obra a fragmentos que se completa a lo largo del metraje.
Es por ese motivo, que resulta intrigante encontrar todas las pequeñas peculiaridades, que hacen de “Only lovers left alive” no sólo una de las películas más intrigantes de la última década sino también, una inteligente combinación de planteamientos y visiones sobre la cultura pop, lo intelectual y el existencialismo en estado puro. Una búsqueda de identidad que se nutre de sí misma.
¿Y cuáles podrían ser esas insólitas y sutiles referencias que Jarmusch utiliza a través del guión para brindar atemporalidad y belleza a su propuesta? Quizás varios de los siguientes.
* Un Soundtrack lleno de sorpresas y dobles lecturas:
Jim Jarmusch además del director de la película, también compuso su Soundtrack, por lo que una de las sorpresas más intrigantes de “Only Lovers left alive” es como la música parece integrarse a cada una de las secuencias. Compuesto a cuatro manos entre el director y el músico holandés Jozef Van Wissem, es una combinación de notas de Laúd y también música electrónica que brinda al film un tinte romántico y casi exótico. También colabora para los acordes de Score Zola Jesus, que compuso los lentos acordes que acompañan a los personajes en su recorrido incesante por las aburridas noches de Detroit.
* Los nombres de Eve y Adam de los vampiros no son una referencia bíblica:
En realidad, el director tomó los nombres del libro de Mark Twain, los diarios de Adán y Eva. La referencia no es casual: la historia de Twain habla sobre los personajes bíblicos desde un romántico punto de vista, a mitad de camino entre el dolor, el desarraigo y la ternura, perspectiva que Jarmusch también incluyó en su pareja de vampiros.
* Todos los “héroes” de Adam (aunque dice no tenerlos) también son los personajes históricos favoritos del director:
El vampiro Adam (rebelde, atormentado y complejo) se queja en diferentes momentos de la película de la manera como el mundo humano ignora a sus grandes símbolos de inteligencia y cultura. Menciona a Pitágoras, Tesla y Darwin y además, insiste en que la cultura del hombre actual carece de la profundidad para comprender los grandes logros de cualquiera de ellos. Incluso, hay un plano secuencia en el que Eve y Adam se quejan de los cables y señalan que Tesla había solucionado “aquel embrollo” hacía más de cien años. La misma opinión ha sido expresada por Jarmusch en diferentes entrevistas y artículos y de hecho, el director parece obsesionado con la vida y obra del científico, de la misma manera en que lo está su vampiro.
* Un error de traducción cambia por completo el sentido de la película en su traducción al castellano:
El título original de la película en inglés Only Lovers Left Alive, se traduce de manera literal como únicos amantes que han sobrevivido, en lugar de la frase Sólo los amantes sobrevivan, como se le tradujo para España y otros países de habla hispana. Para Jarmusch, obsesionado con la vida, la muerte y el amor, el título es una clara referencia al hecho que la supervivencia de Adam y Eve depende del amor que se profesan. O mejor dicho, su capacidad para sobrevivir a pesar del sentimiento que los une.
* Al estilo de la obra de Oscar Wilde, Adam y Eve son la mejor expresión de la figura del Dandy y el manierismo, aunque desde el punto de vista atemporal.
En otras palabras, a diferencias de otros tantos personajes vampiros, Jarmusch dota a sus criaturas fílmicas de una extraña profundidad intelectual, que los transforma en algo más que monstruos atemporales. Ni Adam o Eve responden a modas o corrientes artísticas y en realidad parecen más preocupados en asumir el paso del tiempo a través de la belleza y la historia, que en medrar con violencia por el mundo humano. Además, el director parece crear una obra de arte de sutil crueldad: cada una de las habitaciones de Adam y Eve ( tanto en Tánger como en Detroit) están llenas de inmediatas referencias literarias que contextualizan a los personajes. Adam es casi un personaje de Byron (aunque declara odiar al escritor), mientras que Eve se deleita con bailar, a un estilo que el director confiesa “Isabelino”.
* Adam usa como alias “Doctor Caligari”, personaje de la película“El gabinete del doctor Caligari” del director Robert Wiene:
Los Vampiros de Jarmusch no beben sangre a la manera tradicional: de hecho lo hacen en copas y con enormes precauciones, debido a lo que llaman la “contaminación”, una alegoría a lo que se supone — y jamás se aclara en el film — a enfermedades y también, “la imperfección” de la sangre humana. En busca de sangre fresca que beber, Adam usa los servicios de un doctor anónimo, a quien se presenta como el doctor Caligari, en clara alusión a la película de Robert Wiene y que se considera la obra primera obra del Expresionismo alemán. La referencia tiene doble lectura: en el film de 1920, el doctor Caligari es un médico que usa a un “sonámbulo” para asesinar personas y lo hace en medio de una complejísima trama donde la locura y la doble comprensión de la realidad se mezclan para crear una historia compleja. De la misma manera que Adam y Eve, Caligari considera a los hombres “sonámbulos” (zombies para los vampiros de Jarmusch) y también asesina haciéndose pasar por un doctor. Todo un juego de espejos cada vez más intrincado y complejo al que Jarmusch hace referencia para demostrar — y mostrar — la naturaleza dual de sus vampiros.
* Los vampiros de Jarmusch no están obsesionados con la sangre, sino con la belleza.
Para los vampiros de Jarmusch, la sangre — el deleite y el placer hedonista que les proporciona — no es tan importante como el arte y todas sus manifestaciones. De hecho, el director insistió en crear personajes que parecen alimentarse de lo estético y lo visualmente estimulante con tanto entusiasmo y anhelo como de la mordida voraz. Con todo, Jarmusch insiste en dotar a sus criaturas de una conciencia inmediata sobre sí mismos: tanto Eve como Adam e incluso el decrépito Christopher Marlowe en Tánger, se consideran así mismos “salvajes y exquisitos”, descripción que durante buena parte de los siglos XVII y XIX se usó para definir a los Dandis y miembros del llamado “esteticismo” y cuyo representante más destacado fue Oscar Wilde. De hecho, Adam menciona en una oportunidad que “su música no está a la altura de sus porcelanas azules”, frase clásica de Wilde durante su época de estudiante en Oxford.
* La música que Adam interpreta está interpretada por el grupo del director SQÜRL.
Jarmusch se preocupó porque su vampiro amante de la música no sólo dispusiera de toda una selección músical ecléctica casi atemporal, sino además, de brindarle la oportunidad de componer música propia. El resultado es un conjunto de piezas de una belleza casi onírica, a mitad de camino entre la inspiración hermética y lo místico. Con un perfecto dominio del atmósfera, el director además crea para Adam un repertorio musical que sorprende por su variedad y riqueza, profundamente Hedonista. Para redondear el efecto intimista del score musical de la película, las piezas atribuidas a Adam están interpretadas por la banda del SQÜRL, que tienen un breve cameo en la escena donde Adam acude a regañadientes a un local nocturno para escuchar su música por primera vez.
* Un vampiro llamado Christopher Marlowe:
Jarmusch crea su propia mitología para la película y además de incluir la figura del escritor Christopher Marlowe como parte de su selecta comunidad de vampiros, juega con las referencias y “confirma” el insistente rumor que la obra de Shakespeare fue en realidad obra del prolífico, poco conocido y trágico Marlowe. Además, Jarmusch utiliza la conocida teoría que insiste en que el escritor fingió su muerte para demostrar su “naturaleza” inmortal y brindar una extraña ambigüedad a su personaje, encarnado por el estupendo actor británico John Hurt. Una y otra vez, Marlowe parece representar cierta atemporalidad dividida entre la historia y el mito, como si entre ambos conceptos, el misterio de Marlowe fuera incluso aún más intrigante. La figura del escritor — quien fue llamado por sus contemporáneos “vampiro” por su predilección por la noche — sostiene además esa visión de la criatura ambigua e intelectualmente poderosa que Jarmusch imagina para sus vampiros. Todo acierto argumental y narrativo que brinda a la película una nueva dimensión.
* Detroit como una ciudad vampira:
La ciudad de Detroit lleva una historia trágica a cuestas: Cuna de empresas insignes del imaginario norteamericano como Ford, General Motors y Chrysler, hoy es una ciudad fantasma con los peores índices en materia de desocupación, pobreza, criminalidad y analfabetismo en norteamérica. Con apenas 700 mil habitantes — una fracción de la población que ostentó hace menos de dos décadas — tiene el dudoso honor de haberse declarado en quiebra luego de ser por décadas un símbolo de la prosperidad americana. Una metáfora inquietante sobre la caída del Sueño de prosperidad del siglo XX y sin duda, una visión casi escalofriante sobre la caída de las expectativas económicas y culturales de una cultura ingenua y optimista. Con sus calles vacías, casas abandonadas y fábricas convertidas en escombros, se le llama “la ciudad Vampira”.
Y es esta Detroit seudo apocalíptica la ciudad que Jarmusch escogió para que su vampiro músico meditara sobre la tragedia de la atemporalidad. Se trata de una ironía doble: Adam se queja de la “incapacidad del hombre para entender la belleza del mundo” mientras medra en teatros vacíos, edificios destruidos y locales abiertos a medianoche. Toda una metáfora sobre la pérdida de la humanidad, el tiempo que transcurre y destruye y la caída de la inocencia.
* Los vampiros de Jarmusch usan guantes de cuero como una vuelta de tuerca a la usual iconografía vampírica:
Aunque el director se niega a explicar el motivo, Adam y Eve se aseguran de cubrirse sus largas y delicadas manos en cada ocasión que pueden con guantes de cuero blanco. El director no lo aclara, pero la referencia parece remontarse a la época de la caza mayor inglesa en la India: Los viejos cazadores solían llevar guantes blancos para demostrar que a pesar de su instinto y necesidad de matar a la presa, continuaban siendo dignos hijos del Imperio británico, que a su vez, se declaraba epítome de la intelectualidad. Con un golpe de efecto Jarmusch une ambos conceptos en una iconografía nueva que transforma a sus vampiros en algo más depredadores nocturnos.
* Para Jarmusch el cabello de los vampiros refleja su naturaleza, en lugar de la piel:
El director insistió que tanto Adam como Eve, tuvieran un raro cabello de aspecto pajizo, abundante y despeinado. Para el director fue la manera de demostrar la naturaleza salvaje de sus criaturas. Se confeccionaron más de doce pelucas para diferentes momentos del film y cada una de ellas, tiene una textura y grosor distinto. Para su creación, se usó desde cabello humano hasta pelo de cabra y Yak, lo que brindó a los vampiros de Jarmusch un raro aspecto irreal. El director insistió en más de una vez que prefirió que fuera una melena salvaje y casi animal lo que definiera a sus criaturas, en lugar de la tonalidad de su piel, como es tradicional.
Se dice que cada época tiene un monstruo y un tipo de maldad que lo representa. No obstante, los vampiros se resisten a cualquier interpretación sencilla y crean una visión sobre el bien y el mal, el placer y la belleza, que excede cualquier intento de definirla. Y quizás Jarmusch, con su ojo infalible para encontrar la máxima depuración de la elegancia intelectual, creó un tipo de criatura nueva, a mitad de camino entre lo temible, lo deseable y lo hermoso. Una síntesis perfecta entre el dolor de la mortalidad humana y algo más complejo más cerca del existencialismo que de cualquier otra cosa. Un reflejo en que el espíritu humano puede mirarse con cierta incomodidad.
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