lunes, 4 de julio de 2016
ABC del fotógrafo curioso: cinco prejuicios a los que me enfrentado cómo fotógrafa.
He fotografiado durante buena parte de mi vida. Hasta hace unos cuantos años, lo hacía como un ejercicio solitario: una manera de recrear toda una serie de ideas personalísimas que finalmente evolucionaron hasta convertirse en una idea muy íntima sobre el lenguaje visual. Hará unos quince años y digamos que más por azar que por una razón concreta, comencé a mostrar lo que hacía y comencé a considerarme fotógrafa. Durante todo este tiempo, he crecido, visual y profesionalmente y he sentido la gran satisfacción de construir un estilo que considero propio que espero, siempre se encuentre en constante evolución. Ahora bien, como suele suceder en todo ámbito artístico — y también los que no lo son — hay ciertos prejuicios que hacen un tanto complicado el ambiente a la hora de ejercer profesionalmente o solo llevar la expresión artistica un poco más allá del ámbito privado. Me he encontrado con algunos y aunque con el tiempo he aprendido a lidiar con ellos, continúan molestandome de vez en cuando. Pero ¿Cuáles son los principales prejuicios que pueden entorpecer el camino de un fotógrafo en mi país?
* El equipo hace al fotógrafo.
Hasta hace una década, no fui profesional o mejor dicho, no consideraba que lo era: la profesionalidad fotográfica tiene una relación inmediata con tu capacidad para obtener ganancia de tu trabajo fotográfico. Hasta hace menos de seis años, fotografiaba por vocación y no por interés comercial, por lo que me cuidé mucho de llamarme fotógrafo, a pesar de haber invertido tiempo y dinero en educarme y adquirir los equipos que necesitaba para mejorar mi desempeño fotográfico. De hecho, seguí sin considerarme fotógrafa hasta que fotografiar — o enseñar fotografía — se convirtió en mi trabajo. Se trata de una postura muy extendida y sobre todo, aceptada dentro del ámbito de la creación visual.
Ahora bien, esa postura fomenta una creencia muy extendida sobre que el hecho que el fotógrafo es tan bueno como el equipo que posee. Durante un tiempo ese concepto me afectó: todavía parte de mi equipo era semi profesional y me pregunté en muchas ocasiones si necesitaba herramientas más especializadas para llevar a cabo el trabajo que deseaba. Finalmente descubrí que en la realidad — y sobre todo en el día a día — la idea es totalmente al contrario: lo que hace bueno el trabajo de un fotógrafo es su dedicación, el amor a su profesión y su profundo entusiasmo hacia lo que hace.
* La fotografía es una profesión / pasión para millonarios y gente ociosa:
Es un prejuicio más o menos extendido entre alguno de mis familiares e incluso, en amigos que conocen poco o nada de la profesión. La fotografía se toma como un lujo, un vicio exquisito pero con poco de arte, a menos que tu campo sea específicamente “útil” ( reporteril, noticioso, documental ).Y aunque no niego que realmente es una profesión donde los equipos y la educación son bastante costosos, también es de admitirse que el “lujo” es parte de la formación profesional, como podría serlo en cualquier otro ámbito.
* La fotografía “real” es la documental, noticiosa y reporteril:
Como comentaba antes, para muchas personas de mi país, la fotografía artistica es una disciplina nueva, mal interpretada y sobre todo, juzgada por cánones que tienden a subestimar. Al parecer, hay una opinión común que sugiere que la fotografía verdaderamente “valiosa” es aquella que tiene un objetivo, un sentido objetivo. En mi caso, el hecho que además que se tratara de autorretratos, los calificaba como pocos menos de un experimento de puro ocio: en más de una ocasión mi trabajo personal se tachó como de “excesivamente experimental” o “meramente ocioso” algo que en un primero momento me dolió muchísimo pero que comencé a superar al comprender que el arte, cualquiera que sea, tiene su propio espacio y su propio valor dentro del ámbito en que se ejerce. Ahora, que tomó la fotografía completamente en serio como profesión y forma de ver la vida, comprendí que tal vez esa opinión sobre mi trabajo venía porque yo también lo veía de esa manera: de manera que para que tomen tu trabajo en serio, primero lo tienes que tomar tu mismo.
* Los medios digitales, sobre todo la edición digital, hacen menos “seria” una fotografía:
En mi país, el ámbito fotográfico es aún muy conservador. La fotografía experimental se mira con cierta desconfianza y sobretodo aquella donde la intervención digital es evidente. Durante los últimos años, me he tenido que enfrentar una y otra vez con la idea que la utilización de programas de intervención digital desmejora o desmerece la fotografía como tal, y que de hecho, hace menos “contundente” el mensaje que transmito. Y aunque mis comienzos fueron con film, actualmente la gran parte de mi trabajo — para no decir casi todo — pertenece al ámbito digital y me siento satisfecha de evolucionar junto con la técnica fotográfica. Mi busqueda es vivencial y artistica, y por tanto, utiliza los medios fotográficos a mi disposición.
* Las fotografas solo fotografían niños, animales, familias, paisajes:
Este es el prejuicio que para mi satisfacción se encuentra menos extendido. Las fotógrafas que tengo el honor de conocer, imprimen personalidad y fuerza a todas sus imágenes y poco a poco, han construido una personalidad visual propia que de día a día le ha brindado identidad a la expresión fotográfica en mi país. Con todo, aun de vez en cuando hay quien me pregunta si no me siento incomoda de tomar fotografías “masculinas”, concepto que nunca he sabido muy bien cómo definir.
Como siempre digo, esta lista se encuentra incompleta, y tal vez necesite ampliarse en el futuro. No obstante, creo que es un referente sobre la manera como mi país se percibe la fotografía. Lo que me llena de satisfacción es el pensamiento que este pequeño mundo en el que confío y amo profundamente, crece cada día y su evolución se hace más evidente. Arte para el futuro, una imagen que vale por todas las palabras que pueda escribir ahora.
0 comentarios:
Publicar un comentario