Leer a Haruki Murakami es una experiencia sensorial: no solo por su extraordinario pulso narrativo sino además, por su habilidad para crear mundos distantes y sutiles. De hecho, estoy convencida que el mayor atributo de sus historias no reside - como podría suponerse - en sus maravillosos personajes o en su elegante estilo: es su visión de mundos paralelos e inaccesibles. La imaginación como paisaje agrietado. Así que comenzar a leer un libro del autor es recorrer otra visión de la realidad, es abrir una puerta a paisajes desconocidos, a otra visión de lo que consideramos evidente. Una grieta en ese entramado sutil que tan ingenuamente llamamos realidad.
Y es que Murakami se mueve entre enigmas, misterios y sutilezas. Como el rodea la historia del libro 1Q84 comienza desde su titulo: en Japonés, la letra "q" y el número Nueve tienen el mismo sonido al pronunciarse, de manera que la nomenclatura es un juego de ideogramas que intenta sugerir esa historia en paralelo que la novela cuenta. Toda la obra de Murakami se comprende de la misma manera, en un juego de espejos: Podría suceder en el Japón pero en realidad transcurre en ese Universo paralelo de dos Lunas y una sociedad sofocante donde transcurre esa otra visión del tiempo. Como Kafka, de "Kafka en la orilla" que transgrede la lógica y avanza a través de la historia con una inocencia que conmueve y asombra al hacerse vehículo de lo en apariencia sobrenatural. Aún así, la normalidad es reconocible: incluso lo insólito brinda una idea casi real de lo irreal. Tal vez por ese motivo, los personajes nos resultan entrañables, exquisitos, dolorosos: como la exquisita Aomame, el rostro femenino de la historia de 1Q84 con su inquietante dualidad y más allá, su refinada visión del mundo y Tengo, anodino y frugal en apariencia, incisivo y profundamente cínico en profundidad.
Hay una belleza sutil en medio de las extrañas situaciones que Murakami entremezcla con una idea muy clara de su trascendencia: es evidente desde que todas sus obras están pensadas para convertirse en una visión extraordinaria sobre la realidad y es quizás, uno de los problemas que sueñe echarsele cuando la fantasía parece desbordar la línea del argumento y crear una visión propia sobre un conjunto de ideas más firmes. No obstante, el autor jamás pierde el pulso e insiste en seguir hilvanando con puntada fina lo que cuenta, lo que intenta no decir y ese elemento intangible que intenta ocultar, y que forma parte de un Universo narrativo más amplio que el Murakami apenas esboza, en espera de los siguientes volúmenes de la historia.
Al primer vistazo, todas las obras de Murakami parecieran ser surreales, casi oníricas, un recorrido por la realidad de una manera totalmente distinta, en estratos que se deslizan entre silencios y un ambiente poético casi hipnótico. No obstante, Murakami le brinda una identidad nueva a cada una de ellas, y ese quizás el motivo por el cual siempre sorprende a sus lectores devotos y quizá a los más recientes, que apenas descubren lo singular de su prosa. Y es que desde la música hasta los ensueños de culturales y sociales, un romanticismo lento y gradual, la fantasía como expresión concreta de lo que nos rodea, el mundo creado por Murakami es una reflexión sobre el espíritu del hombre
Porque no podría ser una novela de Murakami si los protagonistas, la historia misma, no transitara entre la realidad y la fantasía la belleza y el horror, el miedo y el éxtasis El escritor consigue impregnar todas narraciones de ese cruce de caminos inevitables entre lo que es el tiempo del que sueña y el mundo del que llega a creer. Y es que quizá el mérito de Murakami, sea recordarnos que toda ficción es un arte abstracto, un mundo a medio crearse, una idea que no se ha definido aún. En cada una de sus historias, la realidad parece abrirse hacia una nueva interpretación, hacia una idea que se desdobla sin sentido, más allá de lo que las palabras mismas construyen. Una visión totalmente nueva de lo que creíamos conocido y veraz.
Para Murakami, la narración se esmera en justificarse, en describirnos esa gran idea de una realidad donde cada palabra tiene un eco propio, y tal vez, es esa meticulosidad - el hecho mismo intentar sostener la propuesta a toda costa - lo que haga que de vez en cuando, carezca de cierta solidez. Tal vez por lo anterior, algunas obras del escritor puedan parecer lentas, con su necesidad de observar y llevar a cabo una gran indagación sobre el mundo y su circunstancia, pero al final, la idea se transmite con un lirismo puro y duro que deja huella: todo lo que hacemos en la vida está conectado. Lo que resuena de nuestras acciones pasadas tienen su repercusión en el futuro, en el presente, en toda nuestra historia. Y a veces hay que volver atrás para reiniciar. Para volver a mirarnos, para concebir el mundo como esa gran aldea de pensamientos y emociones que parecen entrecruzarse entre sí.
No obstante, la magia de Murakami persiste e impregna cada una de sus narraciones, ese sueño de la razón donde una sonrisa vale el Universo y el amor se crea a si mismo como una idea que nace cada día. Tanto si eres de los devotos lectores de Murakami como si esta será tu primera experiencia en su mundo, te aseguro que cualquiera de sus libros que será un recorrido inolvidable por los reinos de la imaginación.
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