jueves, 18 de agosto de 2016
Sobre el terror y sis implicaciones en IT de Stephen King.
A Stephen King se le suele criticar y adorar a partes iguales. Es probablemente uno de los escritores más leídos del mundo y también, de los más menospreciados. Una contradicción que sin embargo, no llega afecta su pluma prolífica: ha escrito más de 50 novelas y vendido unos 300 millones de ejemplares, lo cual lo convierte no sólo en un fenómeno mediático, sino también en una rareza en el mundo editorial actual. Porque King vende - ¿quién podría dudarlo? - pero también escribe bien. Eso, a pesar de sus pequeños gazapos, sus escenas que suelen acusarse de blandas y sus enrevesados argumentos entre terroríficos, emocionales y místicos. Pero King, más que escritor - que lo es, por derecho propio, por perseverancia, por su capacidad para reinventarse - es también un símbolo de las literatura actual, con su considerable dosis de cultura pop a cuestas y sobre todo, símbolo del escritor que atraviesa esa compleja red de intrigas y opiniones disparejas que es el mundo editorial contemporáneo. Humilde, sincero, muy consciente de la importancia de su labor como narrador de historias pero aún así, incapaz de obsesionarse con el reconocimiento, Stephen King es un mito creado a la medida del lector, una metáfora de lo que la literatura - como propuesta - puede llegar a ser.
Y además de lo todo lo anterior, King escribe sobre el terror. Lo hace bien, de una manera concienzuda, se toma en serio un género la mayoría de las veces menospreciado, minimizado y ridiculizado. Porque para King, el miedo no es sólo una reacción, una mezcla confusa entre una percepción física y emocional, sino algo más intricado, profundo. Inquietante. Para King, el terror es una idea sugerida, a la que el lector da forma, construye, brinda rostro. Una perspectiva que revolucionó no sólo la manera de concebir el terror sino también de como asumirlo como una idea literaria por derecho propio. De pronto, el terror no era sólo imágenes fantásticas, escalofriantes, un poco absurdas. Tampoco la provocación, la sangre, incluso la repugnancia sino algo más. Un planteamiento tan profundo que parecía abarcar no sólo lo que tememos sino por qué nos produce temor. Cuando en 2003 King ganó la medalla National Book Foundation por su contribución a las letras americanas, el crítico Walter Mosley describió su talento como una noción “casi instintiva sobre los miedos que forman la psique de la clase trabajadora estadounidense”. Una reflexión que transforma el terror en parte de lo cotidiano, de lo que consideramos natural. “Conoce el miedo, y no solo el miedo de las fuerzas diabólicas, sino el de la soledad y la pobreza, del hambre y de lo desconocido” añadió.
El miedo como parte de la conciencia del hombre.
Tal vez por ese motivo IT (traducida al español de manera literal como "Eso") es con toda probabilidad la novela más conocida de Stephen King. No sólo porque logró rebasar ciertas líneas muy específicas de lo que hasta entonces se consideraba la novela de terror sino además, transformarlo en algo más. Reconstruir el concepto para otorgarle un lustre distinto y novedoso. Y es que IT es una novela de terror, nadie lo duda, pero también es un análisis novedoso sobre el origen del miedo mismo, de las ideas que lo nutren y la forma como elaboramos esa percepción tan instintiva sobre lo que nos asusta. La novela, considerada fundacional en la larga trayectoria de King, también es una muestra de su enorme talento para crear atmósferas impecables, para brindar sustancia a sus personajes y lo que aún más meritorio, para construir una mitología propia que parece sostener todo una reflexión sobre el metáfora del hombre como victima y como creador de sus propios monstruos. Una paradoja que parece provenir de esa insistencia de King en asumir lo terrorífico como humano y mucho más aún, como doloroso, sutil y real. Una mezcla de factores que convierten la novela no sólo en una gran historia de terror sino en un tributo a esa noción sobre la inocencia y el dolor que durante tanto tiempo ha sostenido la perspectiva de King sobre el género.
En una ocasión, a King se le preguntó si consideraba a IT su mejor novela. El escritor, ya por entonces acostumbrado quizás al planteamiento, sonrío: "Quizás no sea la mejor, pero si, la que más preguntas suscita" respondió "Mi visión del miedo tiene mucho que ver con lo que no podemos ver pero si podemos percibir como real. Esa disyuntiva entre lo que existe y lo que tememos pueda existir es el éxito de cualquier novela de terror" añadió. En IT esa paralelismo mínimo es más evidente que en cualquier otra de sus narraciones, mucho más doloroso, más allá de cualquier prejuicio. Con sus casi 1500 páginas, IT hace un repaso no sólo por el miedo sino también por el hecho real que el miedo existe gracias a los interminables espacios lóbregos de nuestra imaginación, de esos pequeños lugares inexplorados de nuestra mente. El hombre como el monstruo misterioso y el hombre como su principal victima propiciatoria.
Más allá de toda consideración y crítica - se le acusa, aún ahora, encumbrado por el éxito o quizás debido a eso, que a sus novelas les sobran páginas y les falta profundidad psicológica - King continúa escribiendo. Y también asustando. Y muy probablemente ese empeño suyo de continuar construyendo una nueva visión del terror sea el principal motivo por el cual sus libros continúan siendo inolvidables, inquietantes y sobre todo, imprescindibles para comprender no sólo esa región terrorífica de la imaginación, sino algo mucho más ambiguo y profundo: nuestra propia opinión sobre el miedo.
La reinvención de Pennywise y el reflejo de la época:
Hace poco y a raíz de la publicación de imágenes sobre la producción de la versión cinematográfica de la novela, las redes sociales se llenaron de comentarios sobre lo “tonto”, “cursi” e incluso directamente “risible” que luce la nueva encarnación del payaso Pennywise. El aspecto del personaje — interpretado en esta oportunidad por Bill Skarsgård — fue difundido ayer en una serie de fotografías en la que se muestra a Pennywise con un viejísimo traje de arlequín de entre los años 1890–1902 (Hombreras de parches, gorguera de encaje envejecido, cintura ajustada y pantalones largos de aspecto desigual) y con la cabeza alargada, rematada por mechones de cabello roto. De inmediato, la crítica se dirigió hacia el traje “absurdo”, la piel “muy blanca”, y el cráneo deforme.
En realidad, como cualquier lector de King sabe, la probablemente la más cercana a la que se describe en el libro “IT”, en el cual se describe a Pennywise como una mezcla de Bozo el payaso y Ronald McDonalds con algo más inquietante. En general, el personaje, que se encuentra a medio camino entre una proyección fallida de un personaje infantil y algo mucho más terrorífico, tiene un aspecto irreal, levemente estúpido e incluso, absurdo. Y esa, sin duda es el elemento característico de una criatura nacida de un tipo de terror cósmico que asombra por su amplitud. Pennywise no sólo asusta, sino que además, representa el miedo.
Pero incluso en IT hay mucho más que ese análisis originario sobre lo que el miedo Es. En su necesidad de construir una nueva expresión sobre lo que lo que nos asusta, King se atreve a ir más allá. A buscar razones y motivaciones con una obsesiva meticulosidad que convierten a IT en una novela que abarca temas universales, a pesar de su apariencia de argumento de terror puro. Con una habilidad prodigiosa, King se desliza entre cientos de tópicos, entre planteamientos y pequeños mitos que desmenuza para asumir un nuevo rostro. Y lo hace de una manera filosófica que sorprendió a críticos y lectores. Porque debajo de la apariencia de baratillo, de los gritos y la sangre derramada, King cuestiona nuestra motivaciones, nuestras ideas sobre lo que consideramos esencial y lo que no lo es. Porque IT, no sólo es una narración que se prodiga en mirar al miedo como un reflejo de lo que somos sino que lo convierte en una paradoja casi confusa. El miedo nace porque lo creamos, y creamos al miedo porque es parte de nuestra naturaleza. Más allá ¿Que es el miedo? ¿Que nos aterra? ¿Por qué lo hace? ¿Cual es el origen de nuestras pesadillas personales? ¿De donde provienen? Una y otra vez, King cuestiona, en medio de escenas asfixiantes — quizás las más elaboradas de toda su carrera literaria — lo que es la raíz de todos los temores, la idea que une y se entremezcla lo que el ser humano percibe como aterrador y amenazante. Lo hace además, con una notoria capacidad para asombrar y desconcertar. Porque a pesar de todas las consideraciones y sutilezas, IT sin duda es una novela de terror. Y una extraordinaria muestra de escenarios y planteamientos superpuestos, concebidos para producir — sin cortapisas ni medias tintas — miedo real.
Por ese motivo, la versión de Tim Curry en la miniserie televisiva “It” dirigida por Tommy Lee Wallace resultó fallida: Pennywise resultó mucho melodramático que absurdo. Más blando que superficial. Además que el histrionismo del magnífico Curry le dotó de una crueldad que por momento resultaba irritante más que terrorífica. Más allá de eso, el personaje ideado por Lee Wallace carecía de verdadero trasfondo, quizás lo más asombroso en Pennywise, que no es un villano al uso sino una precisa pieza en un universo mucho más complejo.
La producción de la nueva versión de It — dirigida por Andrés Muschietti — parece tener una idea muy clara hacia donde sea encaminarse no sólo como producción cinematográfica, sino reinvención del terror. El guión escrito por Gary Dauberman y basado en la obra homónima de Stephen King, busca plasmar ese ambiente hórrido e inquietante del libro, que la miniserie televisiva no logró sostener o al menos, no con toda la profundidad de una historia incómoda, inquietante y sobre todo, con múltiples interpretaciones.
El traje de Pennywise además, incorpora su historia, su naturaleza y la insólita complejidad del personaje. Janie Bryant, directora de vestuario, está convencida que la apariencia de Pennywise refleja la ambigüedad terrorífica de una criatura inexplicable: “Él es definitivamente un payaso de otro tiempo. Casi parece vestir como una muñeca de trapo. Los pantalones son cortos, la linea de la cintura es alta, todo está muy medido para que el personaje tenga la apariencia de un niño” Skargard, quien encarna al mítico personal, ha dejado claro que su más reciente versión asume las consecuencias de la maldad en estado puro: “Es un personaje extremo, inhumano… Es incluso peor que un sociópata, porque ni siquiera es humano. Ni siquiera es un payaso. Él solo disfruta de la forma del payaso Pennywise, del juego y de la caza. Lo curioso es que esta entidad maligna no es en absoluto divertida, sin embargo, él cree que es gracioso”.
Pennywise evoluciona, aprende, se hace más terrorífico a medida que la maldad se convierte en algo más. Se trata de un proceso que lleva siglos y que moldea el aspecto del personaje. De manera que sí, Pennywise debe verse ridículo…para ocultar a la real bestia.
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