Con frecuencia, cualquier polémica cinematográfica tiene relación inmediata con la identidad del film que la provoca. De manera, que no resulta sorprendente que la nueva obra de Darren Aronofsky no sólo sorpresa sino además, resulte tan desconcertante como para aterrorizar, fascinar y enfurecer a las multitudes de divididos espectadores que intentan analizar el singular argumento de manera sencilla, sin lograrlo. Pero claro está, el director ha encontrado la forma de asumir el riesgo de la experimentación estilista — que es a grandes rasgos, el elemento más discernible de la película — sino además, encontrar un punto de equilibrio entre la reflexión de complejo argumento — mezcla de debate existencialista, religión, gore y cuestionamiento de la individualidad — que permite comprender a “Mother!” como un manifiesto de intenciones antes que cualquier otra cosa. Provocador y esquivo, Aronofsky insistió hace poco que que escribió el primer borrador de la película, luego de sufrir un largo delirio febril de casi cinco días. Lo aseguró luego que periodistas y críticos, intentaran comprender los enrevesados giros argumentales y extrañísima visión de la realidad que plantea el film. La película en sí es una combinación de referencias y también de todo tipo de análisis sobre la capacidad de la mente humana para el terror, el miedo, la aspiración religiosa e incluso, la percepción del acto creativo como una forma de expresión del bien y el mal. En conjunto, el argumento avanza entre las claves medias de una retorcida comedia negra, una operática visión del terror con tintes burlones y también, una claustrofóbica noción sobre el dolor y el desarraigo. El resultado es una película incomprensible por momentos pero que en otros, alcanza la sabia mezcla de una provocación directa a puntos culturales muy sensibles y sobre todo, a elementos de debate cultural en Aronofsky llega a un nuevo y siniestro sustrato. De la paranoia pre natal que parece establecer inmediatos paralelismos con cierta idea ecológica, hasta la alegoría evidente a una eco catástrofe con tintes religiosos, Aronofsky se atreve a cruzar los límites de cierto discurso persuasivo sobre la identidad colectiva para crear algo más venenoso. La película es una metáfora extravagante sobre los temores y paronias de nuestra época y algo más parecido, a una moraleja monstruosa sobre el terror escondido en lo cotidiano.
Pero sobre todo, de “Mother!” sorprende la enorme mezcla de símbolos religiosos e ideas específicas sobre lo místico y la especulación teológica, que Aronofsky utiliza para contextualizar su complejísimo mensaje subyacente. Una y otra vez, el director analiza y especula sobre el individuo y sus relaciones emocionales a través de ideas y metáforas religiosas. El resultado es una mirada inquietante sobre la naturaleza humana y su percepción de lo divino, pero sobre todo, la noción sobre lo bueno y lo malo analizado desde cierta óptica moral muy primitiva.
¿Y cuales son las principales referencias que uso Darren Aronofsky para contextualizar su perspectiva sobre el bien, el dolor y el mal originario? Las siguientes:
Eva dolorosa:
Buena parte del argumento de “Mother!” parece basado en ciertas concepciones sobre la maternidad como el dolor y redención, pero también la posibilidad de la concepción como un hecho milagroso. La figura de la Madre beatífica y la madre creadora se repiten, en evidentes referencias a especulaciones del Génesis sobre Eva como madre de la humanidad pero también, el origen de todos sus males. Aronofsky plantea la percepción del bien y del mal originario a través de la Mujer divinizada y además, la percepción del dolor femenino como una forma de destrucción de la identidad y expiación de las culpas, un tema que está presente en cada giro argumental de la obra.
El Edén y el Infierno visceral:
Los personajes de la película de Aronofsky carecen de nombre y ese anonimato parece englobar un sentido originario y primitivo sobre la existencia. Además, la forma en que Aronofsky analiza su identidad tiene una relación directa con la percepción Universal de los míticos Adán y Eva, como fuente de vida. El Hombre y la Mujer (él y Madre, en la película) asumen su expresión como elemento ideal de cierta idea naturalista y casi inocente. De pronto, la película meditar justo sobre esa inexistencia y el dolor palpitante desde el cual se analiza la visión sobre el hombre y el tiempo, la mujer y la tentación constante. Además, Aronofsky refuerza la percepción sobre la noción sobre lo originario de la transgresión y la belleza que Aronofsky analiza, crean una especie de reinvención macabra e inquietante sobre el Génesis cristiano. El director se esfuerza por reinterpretar la inocencia, la fuente de la vida originaria y otras ideas místicas a través de escenas de una potente carga aleccionadora y simbólica, basada como no, en la percepción de la Mujer como ente furioso (esa Madre devoradora que anuncia y muestra la destrucción) y también, el hombre como temor que se asimila al borde de la conciencia, en la oscuridad de lo que se anuncia en mitad del caos existencial.
La eterna rivalidad de Caín y Abel:
Para Aronofsky, la idea sobre el pecado original, la rivalidad primitiva y sobre todo, el odio visceral parecen provenir directamente sobre la historia bíblica de los dos hermanos enfrentados entre sí. El director agrega capas de información matizadas a través de ideas sobre el pecado basadas en el odio en estado puro y sus personajes parecen obedecer cierta intención de “rivalidad inevitable” basada en un destino esencial sobre su naturaleza dividida. Carentes de nombre e identidad, las relaciones entre ellos se establecen desde sentimientos y emociones primitivas, por lo que el odio hacia el otro — la rivalidad persistente y temible — se manifiesta de inmediato. Y como si de una vieja maldición bíblica se tratara, la comprensión sobre el horror, el pecado, el asesinato provienen de una antiquísima visión sobre el castigo Divino y el poder de los terrores ocultos en las admoniciones celestiales. En “Mother!”, cada giro argumental está cargado de una intencionalidad simbólica que extrae sentido de la idea perenne que algo más grande y misterioso que lo evidente está ocurriendo alrededor de los personajes. Una comprensión ideal sobre una dimensión del bien y el mal entremezcladas en cierta concepción del miedo que subyace bajo la amenaza de una maldición primigenia.
El castigo Universal, el diluvio y otras consideraciones sobre el terror:
Para Aronofsky parece ser de enorme importancia, plantear la idea sobre la expiación del “pecado” a través de la destrucción y la devastación, para lo cual usa todo tipo de referencias al Diluvio Universal y también, a la visión bíblica sobre la mirada al tiempo como un ciclo interminable de castigo y redención. El resultado es una percepción sobre el horror, las transgresiones y el dolor emocional basado en cierta connotación sobre la necesidad de una caída definitiva en el desastre anunciado. Toda la película se sostiene sobre la amenaza del castigo y la posibilidad que ocurra. El director juega con todo tipo de simbolismos y metáforas sobre la muerte aparente, que se entrecruzan como pequeños fragmentos de información cruzada sobre un anunciado apocalipsis que no termina de ocurrir pero que parece sostenido sobre cierta conflagración inevitable.
Un infierno Dantesco:
Aronofsky está consciente que la percepción sobre la religión se modifica a través del tiempo y es por ese motivo, que incluye todo tipo de referencias sobre Dante y la Divina Comedia en los momentos álgidos de la trama. Desde metáforas muy específicas como la de crear una identidad alterna para el personaje principal como Beatrice (la eterna amada de Dante) hasta el viaje a los “reinos del Infierno” (creada a partir de largos planos de cámara de un extraño e inquietante sótano aterrador) Aronofsky crea una percepción sobre lo inevitable del dolor y los pecados que se castigan con sangre y fuego muy parecida a los horrores anunciados por la inmortal obra. Con su rarísima y asfixiante atmósfera de novela victoriana con elementos posmodernos, “Mother!” la película medita sobre la naturaleza de la culpa desde las aseveraciones materiales y carnales (la ambición, el asesinato) y asume la transgresión desde el inevitable castigo celestial.
La Divinidad Femenina:
Como suele hacerlo con frecuencia, Aronofsky analiza sus personajes principales desde cierta distancia emocional que crea una percepción durísima sobre el desarraigo y la soledad. “Mother!” no es la excepción y para su personaje femenino principal, el director crea un entorno hostil que asume la debilidad, la belleza y el poder del miedo como atributos a una idea inquietante sobre el poder de la mujer. El personaje “Mother” es poderoso pero también irracional, confuso, abrumado por el peso de sus dolores y culpas, pero también profundamente violento, lleno de dolor y una metáfora radiante sobre los “pecados” que está llamado a encarnar. Para Aronofsky, la identidad de la mujer es más que una percepción cultural y lo lleva a extremos inimaginables sobre el tiempo y la comprensión sobre su naturaleza dual (madre y destructora) que asombra por su dureza.
Sin duda, “Mother!” es una complejísima mezcla de simbología, gore y humor grotesto, pero sobre todo, una análisis concienzudo sobre los dolores y terrores primitivos que son parte de nuestra identidad cultural. ¿Logra Aronofsky crea una declaración de principios a través de su frenética visión sobre el dolor, el absurdo y la necesidad de expiación? Tal vez no del todo pero aún así, le película permanece en la memoria por su inteligentísima necesidad de evitar explicaciones sencillas a las obsesiones colectivas sobre nuestra naturaleza y la razón que crea monstruos y más allá de eso, su capacidad para crear nuevas perspectivas sobre el lenguaje simbólico en el cine. Y ese quizás, es su mayor triunfo.
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