viernes, 13 de octubre de 2017

Una recomendación cada viernes: Her Body and Other Parties de Carmen Maria Machado





En la novela “Haunting of Hill House” de Shirley Jackson, el terror tiene un cariz levemente mitológico: la casa es un útero maligno e inquietante que envuelve a los personajes hasta la despersonalización y la distancia emocional, que termina destruyendo a cada uno de ellos o simplemente, sumiéndolos en un tipo de horror inquietante e invisible. La visión de la protagonista evade cualquier explicación sencilla y analiza, desde la periferia, el miedo a las pequeñas cosas y a los sucesos inexplicables desde cierta angustia existencial latente. Al final, Eleanor está perdida en sí misma, convertida en una rehén de sus propios dolores y transformada en un símbolo de todos los temibles y espectrales sufrimientos de quienes le rodean. El miedo convertido en un vehículo de expresión de pulsiones invisibles.

Con el libro “Her Body and Other Parties” de Carmen María Machado, ocurre algo semejante. Su colección de cuentos — basados en historias orales tradicionales infantiles — hay todo tipo de alegorías sobre grandes y pequeños horrores, narrados desde una óptica sencilla y desconcertante. Plagas, terrores indecibles, temores nocturnos, la locura en estado craso, enfermedades crónicas, nada parece estar fuera de la lúcida percepción de Machado para analizar la identidad femenina. Pero además lo hace, con una ternura conmovedora que convierte a los momentos más duros y elementales, en una comprensión profunda y compleja sobre el rol y los sufrimientos que se esconden bajo capas de significado y metáfora. Con una intimidad emocional que sorprende por su efectividad, Machado analiza la visión sobre lo que nos aterra, nos conmueve, nos asusta y nos construye desde la misma perspectiva de Jackson, la misma comprensión de la personalidad de sus personajes como fragmentos a punto de derrumbarse desde la visión del bien y del mal pero sobre todo, la lógica comprensión de su dimensión como noción intelectual. Los personajes de Machado no sólo existen como entidad literaria sino además, son capaces de interactuar con el lector de maneras sensoriales imprevisibles. Para Machado, no es suficiente contar la historia desde la noción del útero creativo — la noción de lo que envuelve, crea y sustenta una historia — sino que además, la dota de una poderosa visión sobre el reflejo de los símbolos que utiliza. El resultado son historias de asombroso poder metafórico, que se analizan desde lo extravagante, lo osado y lo desconcertante. Desde el miedo a la inocencia, para Machado la naturaleza humana es un crisol de experiencias que se construyen a través de cierta pulsión existencial poderosa.

Todos los cuentos de Machado, carecen de orden y sentido: se construyen entre sí como una gran maraña de singulares reflexiones y quizás, ese es su mayor mérito. Intrincadas, siniestras, dolorosas, las historias de Machado elaboran una visión sobre lo femenino que atraviesa lo tradicional y encuentra asidero en cierta recreación de lo anecdótico y el rol de género, sin llegar a ninguna opinión ideológica. Es evidente que a la escritora no le importa ponderar ni tampoco pontificar sobre la percepción y la profundidad de sus personajes, sino que busca construir un diorama intelectual sobre el complejo Universo emocional de la mujer y lo hace, a través de un ligero matiz siniestro que se agradece por su contundencia. Las protagonistas de Machado son poderosas, sucumben a la lujuria, el erotismo, la violencia, el horror, pero jamás lo hacen de manera sencilla o por razones evidentes. Hay una persistente disposición de la autora en crear un ámbito casi invisible para la voluntad de sus personajes, una percepción sobre el motor y propósito de sus acciones que se expresa a través de ideas complejas sobre lo tópico. Desde el amor a la maternidad, para Machado no hay un sólo tema sencillo ni mucho menos, una versión de la realidad cierta. Sus personajes elucubran sobre los dolores existenciales a través de ciertos extremos tan dolorosos como viscerales. Sus acciones parpadean fuera y dentro del presente, del futuro, en una percepción del tiempo errática, que se sustrae de todo significado simple. Para Machado, lo verdaderamente importante es la capacidad de sus personajes para los matices, para la realidad construida a través de pequeños horrores y asombros que se perciben entre líneas. Con una habilidad sorprendente, Machado dosifica las dosis de horror, terror y lo sobrenatural para crear un panorama casi irreal que se expresa en escenas por momentos surreales que se sustentan sobre una noción persistente sobre el horror. Obliga a sus personajes a dudar de sus propias mentes, a analizar los entornos desde el miedo y la fragilidad. Y de vuelta, les permite retomar su fortaleza, asumir sus errores, construir una belleza lírica que conmueve en ocasiones hasta las lágrimas.

Por supuesto, Machado también rinde homenaje al poder duradero e inquietante de los cuentos de Hadas. La escritora está consciente que no sólo se trata de símbolos de la percepción colectiva sobre la mujer y sus dolores, sino además, una construcción elemental sobre nuestras alegorías personales. Con un pulso rápido, certero, inteligente, Machado convierte a “Her Body and Other Parties” en una carta de amor al género femenino, llena de extrañas compulsiones y temibles tachaduras, que construyen una noción sobre la mujer a piezas, inexacta, imperfecta, radiante de pura vitalidad. Para Machado, no hay límites en esa descripción compulsiva sobre todos los pequeños horrores que embargan a lo femenino: toma el trabajo de fabulistas como Angela Carter, Kelly Link y Helen Oyeyemi para mezclar esa percepción sobre el entorno literario y combinarlo con ciencia ficción, la teoría homosexual y el horror. La escritora parece debatirse entre todo tipo de preguntas y análisis sobre lo que la mujer puede ser, lo que la historia ha hecho con su identidad y sobre todo, con el horror convertido en una pieza de orfebrería en la que la palabra es una pieza motriz para elaborar una percepción sobre lo urbano, lo íntimo y lo persistente de la memoria. El libro avanza entre todo tipo de pequeños ensayos disfrazados de ficción, internaliza sus pequeños fallos y dolores para finalmente, convertirlos en algo más poderoso, íntimo y quebradizo. Una obra de arte de buen gusto e inteligencia conceptual.

Las ocho fábulas de Machado representan por tanto a un tipo de mujer que pocas veces se muestra en la literatura. A mitad de camino entre la aseveración perpetúa de lo emocional — todas las mujeres de Machado están al borde del miedo, de la angustia, de todo tipo de dolores intelectuales — y algo más sensorial, “Her Body and Other Parties” mira y analiza a lo femenino desde sus bordes y aristas más incómodos. La resolución desordenada, la mujer fragmentada y rebelde, el temor que se manifiesta a través de fábulas incompletas, crea una tensión extraordinaria, que convierte al libro en un reflexión sobre cómo el mundo percibe a las mujeres pero antes de eso, como las mujeres perciben el mundo. Un péndulo que evoca poder, fuerza y temible belleza.

Para Machado, el núcleo del Cuento de Hadas es necesario para entender el contexto de todos los temas que toca, por lo que utiliza con fluidez el conocido vocabulario de las viejas historias de fantasía: sus historias están llenas de zorros, malhechores, mujeres que aspiran a cierta belleza idílica, vestidos exquisitos, pero creados y retratados para fines más lóbregos. Machado escribe sobre mujeres, pero también para mujeres. Analiza a la mujer como el punto de partida de todo tipo de visiones sobre lo existencial y lo anecdótico, por lo que asume el peso de su valor desde lo realista. Las historias de Machado son cuentos de Hadas, nadie lo duda. Pero profundamente perversos, dolorosos, inquietantes. Pura desesperación construída a través de una prosa limpia y directa. Para Machado, el sufrimiento invisible femenino, la ira contra el cuerpo, la tiranía estética, la necesidad de reglar el comportamiento femenino, se convierten en historias aterradoras pero también, tan hermosas que crean un sentido único y visceral sobre el tiempo y la expresión de la fe íntima, la incapacidad para asumir la identidad como una forma de valor. Todos los trozos de las historias parecen funcionan a pesar de ser dispares e incluso, en apariencia poco elaborados. Pero el conjunto al final, resulta tan firme y espléndido, que sorprende al lector por su cualidad casi evanescente. Una formidable muestra de poesía, potencia creativa y belleza que convierte a la obra de Machado en un libro tenebroso, asombro e inolvidable.

Como en los viejos mitos, las mujeres de Machado están cercadas por bosques, Torres y hechizos. Y también por advertencias, moralejas en forma de acertijos, el miedo como una expresión última de aterradoras experiencias. Un sótano de terribles secretos que Machado revela con una delicadeza tan sutil que asombra por su belleza. “La vida es demasiado corta como para no tenerle miedo a nada”, escribe Machado. “Y yo te lo mostraré”.

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