lunes, 18 de diciembre de 2017

La Fuerza nos acompañe: ¿Por qué “The Last Jedi” de Rian Johnson cambia el concepto central de Star Wars para siempre?




La última escena de “El Despertar de la Fuerza” (J.J Abraham — 2015) muestra al personaje de Rey extendiendo a un envejecido y silencioso Luke Skywalker su viejo sable láser. No resulta casual que la mirada que ambos cruzan sea ambigua, melancólica e impaciente. Se trata de una ruptura entre la vieja percepción sobre el poder místico e invisible que sostiene la trama entera y su rostro más joven. Luke y Rey simbolizan un espacio formal de enorme importancia entre la noción sobre la fuerza tal y como la conocemos y algo más profundo, novedoso y construido a partir de una idea más amplia sobre el concepto. Al final, “El Despertar de la Fuerza” es el preludio a una percepción más compleja de la Saga creada por George Lucas hace casi cinco décadas atrás.

Por ese motivo “The Last Jedi” (Randi Johnson — 2017) es un paso adelante no sólo sobre la percepción de la Saga cinematográfica como conjunto, sino su inevitable — y necesaria — madurez. Hasta ahora, La Fuerza — el motor que enlaza, sostiene y contiene la mayor parte de los hilos argumentales de la historia — había sido percibida como un atributo sacro e incluso, directamente relacionado con una orden dogmática e incluso con una línea familiar. La noción sobre la Fuerza como atributo de unos pocos — o que en todo caso, sujeta a la idea de un entrenamiento y conocimiento que se transmite por línea directa — construyó un limitado espacio de acción entre quienes pueden transmitir el conocimiento (esos escasos Maestros Jedis) y sus alumnos, dispersos de un lugar a otro de la galaxia y que por ahora, eran una fuente de temores y dudas, siendo que el lado oscuro parecía tan tentador como inevitable. Además, hasta ahora, La Fuerza tenía unos pocos elementos reconocibles y que estaban basados mayormente en el control mental y una misteriosa capacidad sobre el espacio físico, que hasta ahora era insuficiente para justificar su importancia en la Mitología de la Saga. No obstante, “The Last Jedi” amplía su alcance y por primera vez, analiza el núcleo esencial de La Fuerza como poder, en todas sus implicaciones y ramificaciones. No sólo vemos a Leia haciendo uso de su capacidad — en uno de los momentos más debatidos del argumento — sino también, al nacimiento de un nuevo punto de vista sobre lo que los Jedi pueden hacer. De pronto, la capacidad intrínseca de La Fuerza va mucho más allá de controlar voluntades o mover rocas. Y es entonces cuando la película “The Last Jedi” encuentra su tono y ritmo en medio de todas las miradas y aseveraciones sobre la identidad que debe enfrentar como parte de una Saga de semejante importancia en la cultura Pop. “The Last Jedi” medita sobre el futuro de la historia pero también, sobre las infinitas posibilidades que se plantean a partir de la idea que La Fuerza o mejor dicho, sus consecuencias y sus relaciones con los personajes y las extrapolaciones que se llevan a cabo dentro del mito Star Wars, se hace más amplia, inabarcable e inexplicable.

Para muchos fanáticos, el hecho mismo de replantearse la naturaleza de La Fuerza parece un exabrupto, pero no lo es tanto. Durante toda la Saga, La Fuerza ha sido considerada una percepción omnipotente de cierta energía Universal que analiza y galvaniza todas las percepciones sobre la realidad. La Fuerza, tal y como George Lucas la concibió, se presume como una cualidad intrínseca al Cosmos, que se manifiesta a través de ciertos individuos y que además, posee la innata capacidad de equilibrar la percepción del bien y el mal. Lucas, usó la concepción de La Fuerza para dotar a la Saga de corazón y de sentido moral, además de una orden seudo religiosa capaz de mantener una doctrina específica que sostuviera su interpretación más general. Pero con el correr del tiempo, fue evidente que La Fuerza como idea, superaba la mera percepción de los Jedis como depositarios de un ancestral sabiduría. Convertidos en parias dentro del mismo Universo que sustentaban, la figura del Jedi pareció encarnar el temor y la angustia subsecuente a la noción del yo estructural que se sostiene sobre toda la Trama de la Saga. Después de todo, Lucas ha insistido a lo largo de las décadas que Los Jedi son una forma de comprender La Fuerza, pero no la Fuerza en si misma. La breve analogía — la metáfora general sobre el uso del poder — siempre gravitó sobre la Saga Star Wars como una mirada elusiva sobre el autoristarismo y la versión persistente sobre la codicia y sus peligros. Más que cualquier otra cosa, Star Wars es una Saga Moral bajo la pátina de una inteligente Space Opera. Entre ambas cosas, La Fuerza dota de un sentido antiguo y revelador a la comprensión sobre el espíritu humano y sus relaciones con lo invisible.

Toda la trama de “The Last Jedi” es un anuncio periférico y casi abstracto sobre lo que La Fuerza puede hacer como núcleo conductor de la trama. La película es toda una reflexión sobre los alcances del bien y el mal, además de la profundidad de las reflexiones morales que asumimos inevitables al momento de ejercer el poder. Desde las primeras escenas tanto Luke Skywalker (Mark Hamill), el general Leia (Carrie Fisher), Rey (Daisy Ridley), Kylo Ren (Adam Driver) como el líder supremo Snoke (Andy Serkis) muestran nuevas y desconocidas capacidades de La Fuerza y lo hacen a través de lo que parece ser una comprensión innata sobre sus posibilidades y una elocuente mirada a la Saga como un transitar elemental hacia una completa renovación. La Fuerza sigue creciendo, uniendo y elaborando lo que podría definirse como un vinculo inevitable entre todas las formas de vida que habitan en el Universo de Lucas. No obstante, también es una meditada percepción sobre los matices de interpretación de la Fuerza como barómetro moral de una Saga que con el correr de la década se ha distinguido por analizarse a sí misma desde una línea firme que separa al bien y al mal ético con absoluta firmeza. El poder está en Luke y Leia, pero mientras él lo contiene y lo oculta debido al miedo y al dolor, Leia sólo hace uso de él en quizás el momento más álgido de su larga existencia. Rey apenas comienza a comprender los límites del poder secreto que ella misma admite “siempre estuvo en ella” pero que apenas ahora “se manifiesta”. Kylo demuestra la perversión de la capacidad a través del miedo y el rencor, mientras que Snooke — de quién sabemos más bien poco, lo que lo convierte en símbolo de la oscuridad patente y persistente en el Universo de la Saga — sostiene su precario control sobre la Primera Orden a través de una mero anuncio de lo que realmente la pueda puede hacer, como energía que une y enlaza el bien con el mal. Pero Snooke además, demuestra la arrogancia definitiva y el hecho que La Fuerza que se manifiesta como expresión de la voluntad, también ser usada como un arma. Un reflejo evidente del misterio que rodea al vínculo que une al Universo con todas las cosas y coexiona la percepción del ayer y del hoy, como una forma de expresión dual de la bondad y la maldad.

Snooke muere y de pronto, Kylo asciende no en su conocimiento sobre lo íntrinseco de La Fuerza, sino en el hecho mismo que está vinculada directamente a su voluntad y a sus sentimientos. Tal vez por esa razón, Kylo y Ren están unidos durante toda la trama. Un vínculo evidente que el guión de Johnson realza con una intención evidente: Uno y otro representan la tentación del lado contrario para ambos personajes. Mientras la Fuerza en Rey se hace cada vez más fuerte través de su bondad y su dolor, en Kylo ocurre exactamente lo contrario. El bien y el mal se asumen como indispensable para la existencia conjunta de la realidad. Un antiguo concepto religioso que Star Wars analiza desde una perspectiva esencialmente moral sin elemento dogmático alguno. Tanto, que Snookejamás se identifica como Sith y tampoco lo hace Kylo, a pesar de su identificación maniaca con la figura de Darth Vader. Por su parte, Rey comprende que la instrucción que necesita recibir en realidad es una comprensión sobre los alcances del poder en su interior y recorre las brechas emociones y heridas invisibles, como una forma de asumir a cabalidad el peso de La Fuerza en su vida.

En medio de la reflexión sobre las implicaciones de la Fuerza (que la película nunca olvida y que de hecho, analiza una y otra vez en diferentes tramos del guión) es evidente y notorio que la Saga Star Wars avanza hacia una percepción por completo nueva sobre las posibilidades del poder central que anima — y sostiene — la mitología de la Saga. Luke Skywalker, convertido en un ermitaño y también, aislado por el dolor de la culpa, encarna la trasición del tradicional Jedi hacia algo mucho más complejo. A través de su historia — que no resulta totémica ni tampoco busca encarnar el Yo absoluto y persistente que representó hasta ahora la Orden para la saga — La Fuerza se hace una idea mucho más poderosa de lo que hasta ahora se había insinuado. Poco a poco y a través de información — la narración sobre lo ocurrido en la Academia Jedi, las diferentes interpretaciones de la misma escena que tanto Luke como Kylo tiene — comprendemos que Luke por un momento, consideró la posibilidad real de matar Kylo en un impulso tan cercano al lado Oscuro, que define por completo la tridisimensionalidad del personaje como alegoría a la Orden que representa y que con toda seguridad, encarna mejor que cualquier otro personaje. Luke y nada más que Luke, logra sostener la percepción de la Orden de los Jedi y es su reflexión final sobre el fracaso de sus objetivos y elementos, lo que logra sostener una disyuntiva de enorme importancia sobre la capacidad de la Orden para sostener la comprensión de La Fuerza, como teoría. Luke llega a la conclusión — entre dolores y un padecimiento moral de larga data — que Los Jedi fracasaron en el intento, no de comprender a La Fuerza, sino de difundir su poder y construir una dogma sacralizado sobre sus elementos más evidentes. De pronto Luke se asombra ante el pensamiento que La Fuerza es algo más que una percepción dinámica e inarbarcable sobre un concepto Universal — no específico — sobre la bondad y la maldad. Un equilibrio mucho más cercano a la concepción panteísta que Lucas contempló en la creación de la Saga que a la versión más cercana al conocimiento aglutinado bajo cierto dogma moral que desarrollaron las posteriores adiciones a la Saga. De un extremo a otro, es evidente que “The Last Jedi” pondera sobre los alcances de la Fuerza más allá de su cualidad de Deus ex machina que suele atribuirsele. En los diferentes aspectos de sus personajes, resulta notorio que “The Last Jedi” analiza la cuestión de la correspondencia del bien y el mal en más de una forma. En la que es con toda seguridad una de las mejores escenas de la película, Rey y Kylo luchan con equipo en la impresionante sala roja llena de Guardias de Snooke. Es evidente que entre ambos, existe una complicidad inherente a La Fuerza pero sobre todo, una extraordinaria compenetración que los hace invencibles. ¿Toma Kylo poder a través de Rey? ¿La batalla entre ambos es la visión más evidente entre el equilibrio de la Fuerza que postula toda la película? ¿Qué hace que entre ambos exista una coexistencia necesaria e incluso previsible? Mientras ambos luchan, hay un evidente paralelismo entre uno y otros, una colaboración poderosa que insinúa que uno y otro se reflejan mutuamente. No obstante, al final La Fueza vuelve a dividirse, entre los dolores y el rencor de Kylo y la visión idealista de Rey. Una brecha definitiva que al final separa a ambos personajes, quizás para siempre.

“The Last Jedi” parece más interesada en meditar sobre el futuro de la Saga que en los rudimentos tradicionales que la convirtieron en objeto de culto instantáneo. De pronto, Los Jedi (como orden)parecen haber perdido su papel protagónico, en favor de una nueva generación de hombres y mujeres que asumen la fuerza como atributo espiritual. La última escena de la película — en la que un pequeño niño demuestra que La Fuerza se manifiesta de maneras nuevas y asombrosas — deja muy claro que el futuro de Star Wars va mucho más allá de su mitología. Y quizás, ese es el mayor aporte de la película a la franquicia. La Fuerza convertida en el poder que aglutina la voluntad universal y la justicia. La Fuerza para todos.

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