viernes, 15 de diciembre de 2017
Una recomendación cada viernes: Anything is possible de de Elizabeth Strout.
La noción sobre el hogar y su interpretación emocional, suelen ser un tópico habitual en la literatura que analiza el desarraigo, el dolor y la soledad como una conmoción emocional de profundo impacto en la vida cotidiana. Para la escritora Elizabeth Strout, el tema ha sido recurrente y también abarca buena parte de sus obras. No obstante, la noción sobre el hogar — y lo que nos sostiene en mitad de una percepción oblicua sobre la realidad — encuentra en la prosa de Strout un nivel por completo nuevo. Con su estilo humilde, preciso y al servicio de los personajes, la escritora debate sobre la posibilidad del tiempo, el recuerdo y la percepción sobre la identidad de una manera por completo nueva y sobre todo, compleja. Para Strout, el Hogar al que se regresa es una mezcla del profundo amor y también, una mirada a la historia íntima, personal que se sostiene sobre lo cotidiano. Una visión sobre el quienes somos, que se encuentra definitivamente sujeta a la versión del yo, la nostalgia y la comprensión del futuro como parte de una aseveración línea sobre la compasión. Tal vez por ese motivo, los personajes de Strout son poderosos, duros, llenos de angustia, pero jamás sentimentales.
La novela “Anything Is Possible” regresa a los lugares habituales de la escritora — la construcción del hábito y el ritmo de lo privado a través del contexto — pero llevado a una nueva dimensión. Desde una serie de historias interconectadas, la escritora logra crear una reflexión de enorme valor emocional acerca de los vínculos invisibles y en ocasiones crueles, que unen a sus personajes con el futuro y el pasado, una metódica mirada sobre el tejido que sostiene a lo colectivo sobre lo individual. Con su engañosa pátina de relato costumbrista, Strout elabora un cuento sobre la vida en una ciudad pequeña lleno de ricos matices y un punto de vista original sobre los pequeños secretos de arraigo que sustenta nuestra vida como experiencia conjunta.
Se trata además de una obra que sitúa la esperanza como una forma de aprendizaje, una idea común que Strout explora desde el asombro y cierta espiritualidad anónima. La escritora analiza lo místico, lo invisible y la percepción sobre la incertidumbre desde una óptica optimista — pero jamás complaciente — que dota a la obra de una notoria sensibilidad. Una y otra vez sus personajes reflexionan sobre la osadía de la capacidad para creer y confiar desde una inocencia que sustenta la versión del bien y del mal a un nivel cotidiano que sorprende por su eficacia. Luego de un incendio de terribles consecuencias, uno de los personajes se convence a sí mismo de la necesidad de los dolores y padecimientos para crear algo más fuerte y formidable que el miedo: “No estaba en la naturaleza de Tommy arrepentirse de las cosas y en la noche del incendio, en medio de su miedo galopante, entendió que todo lo que importaba en el mundo era su esposa e hijos y pensó que la gente vivió toda su vida sin saber esto tan aguda y constantemente como él lo hizo “.
Claro está, Strout tiene muy claro el poder evocador de sus escenario bucólicos y rurales, desde la perspectiva de una región elemental de nuestra percepción sobre lo personal. La escritora cuestiona la capacidad de cada uno de sus personajes para enfrentarse a la oscuridad interior y lo hace a través de una persistente necesidad de justificar su bondad. Con una economía de expresión que se agradece, Strout estructura una versión de la realidad que parece hacer un necesario hincapié en la identidad como subterfugio de la esperanza. Con un estilo ágil, sencillo y poderoso, la novela avanza entre paisajes externos e internos, para apreciar el valor de lo simple, lo doloroso y lo humano a través de escenas construidas para sostener una versión benevolente de la realidad. Pero a pesar de eso, se sostiene sobre cierta oscuridad remanente, como si Strout no pudiera olvidar que alrededor de lo que consideramos parte de nuestra vida, coexiste una profundidad errática y plena que eleva a categoría de metáfora incluso las escenas más pequeñas y en apariencia poco importantes de nuestra forma de ver el mundo.
Con el estilo fluido de John Steinbeck y Anne Tyler, Strout reflexiona sobre la profundidad que se esconde en los rostros comunes y corrientes, en esa aparente fluidez de la vida común. Una observadora que parece obsesionada con la frase la infelicidad y a la vez, la notoria necesidad de la reivindicación de la normalidad como vínculo esencial entre lo que somos y lo que aspiramos a ser. Los personajes de Strout tienen una forma definida de comprender el mundo que los rodea, están obsesionados con el pasado o por los dolores de relaciones incompletas y abrumadoras. Y en medio de este paisaje en apariencia vulgar, hay una reafirmación evidente a la reflexión de las relaciones actuales como incompletas, dispersas, dolorosas, carentes de sustento intelectual. Pero Strout persiste en el optimismo y crea un mapa de ruta hacia cierta redención, en la que la libertad y la independencia emocional se hace cada vez más poderosa, radiante, asombrosa.
“Anything Is Possible” es un mosaico meditado sobre la desgarradora y dura contradicción entre los deseos privados y la exposición pública, una preocupación moderna que Strout reestructura al estilo de las pequeñas épicas domésticas del siglo pasado. Strout dibuja un mundo caleidoscópico a través de las emociones: Desde el personaje que tiene terribles visiones sobre el futuro pero que la desdeña por una mera necesidad de fe agobiada y simple hasta el el veterano de Vietnam torturado por sus experiencias durante la guerra, enamorado de una prostituta y luchando contra el desamor que envuelve su matrimonio, hay una notable expresión sobre el yo, la belleza y la emoción como parte de una idea más amplia sobre el individuo.
Todo el libro es una apuesta experimental al costumbrismo y lo es por su interés en explorar cuestiones de profundo impacto emocional a través de la discreción. Strout hace que el sentido de la emoción y el amor gravite sobre las historias y a pesar que todas las historias son cortas, hay un hilo conductor que profundiza sobre cada expresión de lo espiritual y lo intelectual que bordea con mano firme. Los personajes avanzan a los golpes — y eso es quizás uno de los puntos más bajos del libro — pero también, asume su percepción sobre el dolor como una fórmula infalible para bucear en la naturaleza humana. Con sus historias sinceras, humanas y conmovedoras Strout logra encontrar un equilibrio apreciable entre lo emotivo y la reflexión objetiva, hasta crear un escenario que muestra la naturaleza humana en toda su belleza y también, su apreciable — siempre cambiante — oscuridad.
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