viernes, 25 de diciembre de 2009

Odio y otros placeres mundanos.



Odio la navidad de una manera tan asquerosamente estereotipada que la sensación misma que me despierta - una confusa incomodidad y una pura angustia existencialista - es un motivo más para detestar estas fechas artificialmente fraternas. En mi caso, solo tiene de bueno las innumerables versiones que suelo disfrutar de "A Christmas Carol" de mi adorado Dickens - si, soy Nerdy - que transmiten todos los canales de televisión en una especie de pacto silencioso y que al menos alguien me regala un libro. En realidad, es lo único bueno que puedo decir sobre la navidad: el hecho que puedo regalar un libro y que alguien puede tener el buen tino de obsequiarme alguno a mi. Eso es todo.

Escribo esto mientras mi estomago se rebela por algun desatino menor que cometí en mi dieta gastritica. De manera que además de la alegre "celebración" post navideña, donde me veo obligada a "compartir" con familiares que unicamente veo durante estas fechas, debo soportar con buena cara mi pequeña tormenta digestiva. De manera que, como consuelo ortodoxo, tomo café y también, una taza de mi acostumbrado té de Canela, paliativo para todos los males existentes. Un sorbo y de pronto la amargura navideña desaparece en una beatifica sensación de subita - y engañosa - paz.

jueves, 17 de diciembre de 2009

El tiempo nuevo.


Mi abuela solía decir que la bondad moral es un misterio: tan conmovedor, incomprensible y ambivalente como todos los misterios. En cierto modo nos sana y nos engendra, y sin embargo, la mera idea moral que define un elemento como "bueno" y su necesaria contraparte negativa, nos somete eventualmente a una limitación intelectual que nos lleva muchos esfuerzos vencer. Tanto los criterios conceptuales y primarios que nos llevan a juzgar el mundo en conceptos paritarios y contrarios, ejercen una dualidad intrinseca que nos obliga a tomar partido hacia un extremo u otro: una visión elemental y con toda probabilidad prejuiciada sobre la libertad de la opinión personal y aun más, la expresión creadora más espiritual.


Indudablemente, la idea más idealista sobre el mundo nos permite analizar cada idea y perspectiva bajo un cariz diametral perfectamente discernible: tanto lo que nos parece "aceptable, correcto y decente" como lo que nos parece "excecrable y fuera de orden" crean un equilibrio infinitesimal sobre nuestro el poder de nuestro verbo creador. En ocasiones, nos encontramos que esa enorme red de opiniones y recreaciones sobre el mundo cenital de nuestras ideas, tiene fronteras borrosas, irascibles, desdibujadas y que inevitablemente, nos reducen a un estigma moral fáctico que muchas veces no podemos superar. Un invierno psquico, en el sentido más profundo y lacerante, que trae el beso de la muerte espiritual a todo lo que toca. La frialdad significa el final de cualquier relación emocional, ese vinculo zizagueante y palpitante que define y conforma nuestro Universo cenital más intimo.


Estoy convencida que nuestra capacidad para crear y elaborar un concepto de la verdad y la razón es por completo infinito: La renovación del fuego creador, un propósito claro y dioclesiano que se eleva sobre nuestras dudas, sobre cualquier temor e incertidumbre para delinear un mundo utópico que se construye a si mismo en todas direcciones a partir de nuestra convicción más profunda y unitalateral. Pero esa profundo poder para componer y construir la fuente de una sabiduría profunda y concreta, proviene de una completa libertad conceptual, ese maravilloso conocimiento que subyace en nuestra mente y que nos lleva a convencernos de la ausencia de cualquier limite, de cualquier temor, de toda restricción intelectual que pueda restringuir la voz de la idea, la visión de un mundo abstracto y espléndido, a la medida de nuestras aspiraciones más profundas. Una sensación de absoluto poder, de una esperanza recién nacida que palpita en algún lugar de nuestra memoria más antigua para indicarnos un lugar donde acudir para encontrar nuestro reflejo, el verdadero rostro que se esconde tras un mundo de conceptos, tras la necesidad en ocasiones insoportable de juzgar una y otra vez a través de parámetros poco menos que sin sentido. Como diría mi abuela, abrir las alas del pensamiento y echar a volar, hacia ese horizonte de fuego y ópalo que aguarda por nosotros más allá del tiempo cronologicamente exacto. Una pasión irresoluta, incostetable, una decisión cerval de construir nuestra propia ciudadela de palabras y principios. Nacer de nuevo, a través de nuestra voluntad.

La voz del tiempo y del futuro, en mí.

Asi sea.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Censurable.


Creo firmemente que dentro de toda artista, incluso aquellos que no consideran su obra más alla de su necesidad de expresarse, alienta una vida secreta, una fuerza poderosa llena de buenos instintos, creatividad, pasión y sabiduría eterna. Es el infinito idilio entre el artista y el lenguaje Universal, El libre creador, una especie que me temo se encuentra, al menos en mi país, en peligro de extinción.

De vez cuando, creo que todos llegamos a un sincero cuestionamiento sobre lo que deseamos mostrar en nuestra expresión artistica, sea cual sea la que hayamos escogido para delinear nuestro mundo interior. Tengo una relación profunda y personal con cada una de mis fotografias. Cada una de ellas ha significado un período de mi vida, una etapa a través de la cual expresé una nueva manera de mirar el mundo e incluso mi propio rostro en el espejo. A travpes de ellas, fui la niña que se fotografió a si misma, temblorosa y con las manos heladas de puro miedo, el primer nombre a un autodescubrimiento cada vez más tenaz. La adolescente obsesionada por coleccionar imagenes, una detrás de otra, hasta que tomaron un sentido absoluto, enorme y radical. La mujer que danza entre rostros y diminutas revelaciones en busca de su propia verdad.

Un ejercicio visual silencioso, personal.

Finalmente, durante este año, esta adicción al discurso y a la documentación visual personal, tomó otro cariz al salir del límite privado y abrirse espacio en un ambito más general. De esa conversación meramente intima entre mis creencias y mi lenguaje visual, de pronto, me encontré cuestionandome la dirección que tomaba esa vocación casi espiritual por mirar el mundo subjetivamente. La perspectiva que tomaba mi manera de expresar mis temores e ideas en forma de simbolos visuales que recrearan mi manera de ver la realidad, lo que me rodea, a mi misma. Fue una evolución seguramente necesaria aunque en ocasiones un tanto desconcertante: creo que nunca podré acostumbrarme a pensar en mi misma como fotografa. En mi mente, soy simplemente una minuciosa coleccionista de vivencias y momentos. Y tal vez por ello aprecio mi libertad artistica, mi absoluta independencia de pensamiento y mi necesidad de ser fiel a mis principios.

Tal vez por ese motivo, me abrumó lo que ocurrió con la fotografía que incluí en el reto número cincuenta del Proyecto 52 semanas y 1/2 en el que participo desde hace más de veinticinco semanas. ¿El tema? La Venezolanidad: expresar la identidad nacional de mi país de alguna manera creativa y personal. Decidí expresar una idea sencilla, personal, que siempre me ha hecho sentir orgullosa: el espiritu rebelde e irreverente del Venezolano. Utilicé pocos elemento: una bandera, mi rostro, mis manos abiertas, la palabra censurable rota en dos partes. Un homenaje a los luchadores anonimos, a los hombres y mujeres que aspiran a construir un país mejor. ¿Una imagen política, con doble lectura? Ni mucho menos. Una imagen simple, sin interpretaciones peregrinas. El Venezolano siempre levanta la voz.

No obstante, sin esperarlo y mucho menos intentar provocarlo, me vi en medio de la habitual controversia que todos los días aflora en cualquier lugar del país, en cualquier ambiente, con todos como protagonista. La inevitable, inutil y recurrente diatriba política. La incansable discusión sobre quién tiene la razón o quién tiende derecho a opinar. Por supuesto, podría haber supuesto que ocurriría - después de 11 años de tenso enfrentamiento ideologico he aprendido a reconocer la tensión social de manera bastante exacto - pero nunca de la manera en que ocurrió. Desde comentarios mal sonantes hasta ironias e insinuaciones levemente insultantes de miembros del grupo. Una situación que de nuevo me demostró que pequeña es la linea entre la comprensión y la tolerancia, la critica y el mero prejuicio.

Indudablemente, comencé a preguntarme que tanta responsabilidad había tenido en provocar una discusión semejante y comencé a sopesar las posibilidades, las razones y motivaciones de una reacción como la que provocó. planteandomelo asi, creo que tal vez el fallo que cometí fue la palabra que escogí. Me he preguntado varias veces que habría ocurrido de haber colocado entre mis manos las frases: No callarás. O "No al silencio" , "Voz en alto" , "Poder de la palabra" y en un debate con varios amigos, supongo que la solución idonea habría sido no incluir ninguna palabra. Concluí lo siguiente: hay un ambito de palabras relacionadas directamente con el lenguaje politico o mejor dicho, la intrincada lucha actual, que ya son percibidas como "politicas". Aunque no la sean, aunque no tengan la más minima connotación al respecto. Y es algo que aunque lo sabia - de alguna manera levemente conciente - nunca esperé esta reacción. Siendo por completo sincera, aunque supuse que alguno me saltaría con el tema político - obvio, vivimos en un país conflictivo - pensé que me preguntarían si me censuraba el "desnudo" que llevaba puesto, comentario jocoso que me hicieron varios miembros del grupo.

Antes de desarrollar la idea pensé también en hacer alegorias al valor sin utilizar palabra alguna, pero creo que habría resultado peor: cadenas rotas - una imagen también politizada -, alguien con los ojos vendados quitandosela - de nuevo el elemento de la censura podría haberse targiversado - y toda una serie de variables que demuestran que la simbologia social actual es tremendamente volatil y sobre todo, amplia con respecto al tema del discurso político.

Ahora bien, no fue un experimento visual como tal. Pero debo decir que ahora si lo es. Lo más risible, es que la palabra censurable la escogí entre muchas posibilidades por un motivo personalisimo: Mi abuela, que tenia un enorme sentido del humor, siempre decía que el Venezolano era "incensurable", que la mayor fuente de indiscresión mundial, provenía de nosotros. Pero por supuesto, debí tener muy en cuenta - más, porque incluso no quise mostrar cuantas estrellas tenia la bandera para evitar identificación - que actualmente, el discurso es politico asi sea cualquier otra cosa. Lamentablemente, la censura no proviene de un elemento político sino de quién cree que su opinión es mucho más valedera que la de su posible contrincante ideologico.

Conclusion, mi fotografía no fue una imagen provocadora. Ni por intención ni por origen. Pero al final resultó siendolo, cosa que realmente hubiese querido evitar. No obstante, aún así, ni me averguenzo ni me arrepiento de haber mostrado la imagen tal como lo hice: es mi manera de creer y confiar en este país de valientes, en esta gran familia venezolano - para extrañeza de algunos, no me importa a cual tolda política pertenezcan - y este poder del Venezolano de aspirar a un país posible, prospero y en paz.

( La imagen que adorna la entrada, es, por supuesto la que propició la polémica )

Back to the future!




De nuevo retomando mi pequeño territorio. ¿Lo necesitaba? ¿Quería hacerlo? ¿Era Imperativo? ¿Ocio decembrino? Cualquier explicación es buena y válida. Tal vez todo pueda resumirse a que esta amable servidora necesitaba gritar de nuevo, golpear las mesas y muebles, azotar puertas y ventanas de este su blog de confianza para retomar cierta compostura. ¿Que sentido tiene tanta histeria tardía y refrecaste neurastenia? Ninguno por supuesto, pero siempre es agradable regresar a los predios donde abandonaste algunas frases de dudosa utilidad pero que nunca olvidas, para regresar a un cierto equilibrio perdido, menospreciado, olvidado. O quizá innecesario pero deseable. Como sea, el agente B regresa y creo que esta ocasión, permanecerá en sus dominios por un buen tiempo.

Sea el regreso de la Reina!! ( Fanfarreas para mí ajajajajaja )

Salut!

sábado, 4 de julio de 2009

En el sueño de la razón....


danza la dama mariposa: heraldo de la esperanza, la voz de la fe.

viernes, 3 de julio de 2009

Cuanto silencio, en medio de las ideas


que danzan y construyen la voz de la tradición más personal. Tiempo de oro y plata, voz de la memoria más antigua en mi espiritu. La paz de la comprensión y al eterna disyuntiva insatisfecha. El poder de la convicción.

jueves, 2 de julio de 2009

Salto de fe.


De nuevo, migraña. Un ardiente y radiante dolor encegueciendome, palpitando en algún lugar de mi memoria. Escribo porque no sé hacer otra cosa que la danza de mi memoria para consolar mi diminuta soledad, para crear ese silencio amplio y abstracto donde me refugio en estas ocasiones. Y como diría la Inefable Mafalda, mi viejo reflejo de papel y tinta, a veces quisiera que el mundo se detuviera y dejara de girar para apearme de él, para arrojarme al vacio y el caos para esperar un cierto silencio y cadencia de lenta paciencia. Infinita y caotica paciencia podría añadir. Pero eso no ocurre por supuesto y dudo francamente que suceda alguna vez. Enciendo el televisor. Zipeo. Honduras sigue sumida en el caos. Michael Jackson transita el largo camino hacia un Olimpo reservado a los Dioses fatuos. Mi país se derrumba a pedazos. El largo sino de mi cultura, de estos tiempos satíricos y violentos se hace axioma: vida, la vida que palpita, la vida que danza, la vida que se expresa en infinitas variaciones de luz.

Solo vida, y quizás, fe.

¿Quién tiene la respuesta?

Yo no, por supuesto. C'la vie.

miércoles, 1 de julio de 2009

La Divinidad originaria.


Antiguamente, Dios era mujer. La concepción de la fertilidad, el poder de la creación, la fuerza de la espiritualidad tenian el rostro de una Dama misteriosa, que danzaba en los bosques y llanuras para cantar viejas glorias olvidadas. Siempre he creído que hay una reminiscencia de esa vieja necesidad de confiar en una madre creadora, nutricia, gloriosa y ancestral, aplastada por el posterior patriarcado en infinitas pequeñas vertientes conceptuales que se manifiestan a nuestro alrededor habitualmente. Las bellas esculturas de Damas sin nombre que pueblan la Grecia Antigua, las espléndidas Diosas renacentistas, naciendo desnudas y exhuberantes de conchas, recorriendo parajes misteriosos. Ese sutil poder que parece manifestarse cada día, en el sonido del viento, en la sonido de las ramas de los árboles al entrechocar. Una magia antigua, primitiva, palpitante que ha sobrevivido a años de violencia masculina, al simple dogma que arroja a la mujer a la oscuridad de la Ignorancia.

Pero a pesar de toda la ignorancia, el peso de la historia masculina, el hecho que la mujer haya sido relegada muchas veces a un lugar secundario y pasivo, la Diosa sobrevivió. Vive, en cada una de sus hijas, en el viento que danza, en la belleza de la convicción que el poder de la creación vive en cada uno de nosotros y expresa, como la tierra fértil que acoge a la semilla, ese enigma fecundo y avasallante de la vida que se alza por encima de un pensamiento y se construye asi misma a voluntad.

Sea la Divinidad el poder de la convicción, en cada uno de nosotros.

Asi sea.

martes, 30 de junio de 2009

El templo del Espiritu Individual.


No soy religiosa, pero amo la religión. No es un juego de palabras en absoluto: me intriga muchisimo el hecho que el poder de la voluntad humana sea capaz de darle forma al caos en forma de una idea muchisimo más amplia y trascendental que su propia vocación por el egocentrismo y cierta visión nihilista. Esa fe irracional, amplia, fecunda que supongo es completamente natural en cualquiera que aspire a la creación como vehículo de expresión personal. De manera que más allá del dogma y lo convencional, amo la idea de la creación espiritual como una forma de lenguaje ideal, abstracto, poderoso y por completo visceral.

De manera que siempre he pensado que mucho de mis objetos personales más queridos reflejan esa cierta idea ecuménica: Creo que todas las formas de fe son metáforicas y una forma de creación estética profundamente instintiva del ser humano. De hecho, tengo una gran cantidad de pequeños objetos que simbolizan esa visión. Uno de ellos es el Hermoso Rabino de madera cuya fotografia acompaña la entrda - en realidad es un boligrafo - que me obsequió mi madre como recuerdo de su viaje a la Ciudad de Jerusalen.

Que la fe sea para todos una danza en la memoria.

Mazel Tov!

lunes, 29 de junio de 2009

Una mínima variación de luz.


La cotidianidad es un bien escaso, exquisito y pocas veces apreciados. Como el sabor de un buen vino, guardado y añejado para una ocasión especial, largamente esperada. Porque hay que admitir que tiene su encanto - y su profunda ternura - tomar un minuto y eternizarlo como una voz de la conciencia, un tópico tan intimo que parece desdibujarse lentamente en esa agradable primera hora del día donde el amanecer despierta y la noche no termina de morir. Y es este silencio, de azul añil, de plata fundido, de rojo encendido, lo que describe meticulosamente la experiencia de creer y confiar, esta espléndida sensación de poder y esperanza que brinda - al menos en mi caso - el primer día de la semana, la primera hora del día. Un sorbo de café por supuesto, leer un capitulo del libro favorito, reir un poco ante la imagen más preciada de la imaginación. Un tiempo que ondula, se se hace perpendicular y también oblongo mientras la luz nace en una línea exquisita, se abre en todas direcciones a partir de un nícleo de mis pensamientos, tan amplio y carente de sentido como ese deseo abstracto de creer y confiar en esta belleza sencilla del resplandor del sol en mi ventana, inundando el mundo de mis ideas, rozando mis mejillas, parpadeando cálidamente en mi piel.

Un pequeño choque de conciencia. La alarma de mi mobil termina por romper la perfecta simetria de este silencio intimo. El día real, el verdadero, comienza. Suspiro, me termino el café - ya frio -, apago la ipod - una sonata de Scarlatti especialmente dolorosa - y siento que acabo de despertar de una ensoñación larga y casi decorosa. Que delicadeza, que ternura y cursileria quizá. Pero todas mias, todas con único sentido: mi capacidad para crear en la fe de esa estética que nace y muere en mis dedos y en mi voz más personal.


Se levanta el telón, en esta mágica comedia de brillos y pequeñas creaciones de la imaginación.

domingo, 28 de junio de 2009

Soy de plata y exacto.


Domingo etéreo, monótono, dorado, cálido, sin nombre. La ventana entreabierta: el olor húmedo de una noche lluviosa se confunden con el más agrio del humo de los tubos de escape de los escasos coches que transitan por la calle vacía. La sensación engañosamente dulce de tranquilidad, mientras deambulo de un lado a otro por mi departamento. Que milagro este, de danzar y crear cada instante con una palabra, cada instante otorgarle un sentido amplio y utópico a las escenas diminutas que crean la gran historia de la cotidianidad. El sabor del café, tan exquisito como siempre, la palpitante sensación de vitalidad, a pesar de este silencio del tedio y la monotonia. Un instante entre todos los instantes, que parece repetirse infinitamente en un juego de espejos cronologicos. Sonrío por la metáfora y me pregunto si la escribiré después: estrafalaria y un poco lenta. Ahora que lo hago, sonrio de nuevo con una intima satisfacción traviesa. Escribo mi propia mitologia.

Enciendo el televisor. El mundo continua su eterno devenir: Michael Jackson sigue muerto, sus fanáticos alrededor del mundo intentan recordarlo como el espléndido artista que creó una identidad propia bajo el tiempo de la fascinación simple de un arte fatuo y no como el monstruo de sus propios temores en que se convirtió después. En otro lugar del mundo, el presidente hondureño Manuel Zelaya ha sido destituido por un golpe militar de tintes constitucionales. Partidarios y detractores llenan las calles en una escena que me recuerda demasiado lo que ocurrió en Venezuela el 11 de abril del 2002. El mero pensamiento me provoca un escalofrio de angustia. Y aunque más allá de mi ventana entreabierta los árboles exquisitos danzan y cantan en un murmullo en la música de las largas ráfagas de viento que bajan de la montaña, la inevitable dimensión real de las cosas y los deseos parece palpitar más allá de cualquier sentido y cualquier duda. Engañoso juego de voces y silencios, este día cualquiera, inundado de luz y belleza, más allá del temor y la duda.

Se levanta el Telón de la primera escena de la Obra de mi memoria: un enigma diminuto que se crea asi mismo con fervor.

sábado, 27 de junio de 2009

No me desampares...


Ni de noche ni de dia.

Apago las luces de mi Teatro de la memoria, en medio de un silencio devastador y hermoso, con olor y textura de pura ternura.

Los pequeños misterios del Universo personal.


Anoche, mi querido amigo L. y mi prima N. decidieron pasar la noche en mi departamento, en una especie de pijamada para casi treintañeros. Una especie de añoranza tardía, acurrucados juntos en cojines y almohadones para criticar la mala pelicula de terror de turno, mientras bebiamos vasos tras vasos de refresco descafeinado - en consideración a mi grave cuadro estomacal - y comiamos ingentes cantidades de pastel de chocolate. Sí, lo admito, no es la tipica reunión que podría esperarse de tres adultos solteros, indepedientes, que apenas acaban de abandonar esa primera juventud, caótica y confusa. Pero asi somos y tal vez seguiremos siendolo incluso cuando alcancemos los amables treinta y los maduros cuarenta: soñadores sin remedio, idealistas ingenuos, niños por nuestro firme deseo de perdurar en la memoria de quienes fuimos alguna vez.

Fue una de esas raras ocasiones en que me sentí de nuevo capaz de comprender la sociabilidad como un atributo humanista. Mientras gritabamos y reíamos por la pueril - y en este caso incomprensible trama - de la pelicula de turno, una épica sin sentido con tintes sobrenaturales protagonizada por el desabrido Ryan Phillipe y dirigida por el desconocido Gerald McMorrow, comprendí de nuevo que el valor de la amistad no radica en la cercanía o incluso en la comprensión espirial, sino en una afinidad sin nombre que puede otorgar sentido a los momentos más absurdos y simples. Silenciosamente conmovida, disfrute de la risa de L. por las extravagantes escenas de la pelicula, mientras una N. enfurecida nos reprendía por hacer comentarios en voz alta. Y fuimos ingenuos en medio de esa temprana confusión del adulto que nace y el joven que aun no sabe que comienza a perder su rostro en medio de la cotidianidad.

Más tarde, intentando conciliar el sueño en mi saco de dormir que me viene muy pequeño, escuchando la respiración pesada de L. y los pequeños gruñidos de mi inefable N. al dormir, no puedo evitar sentir esa pequeña bendición de la maravilla y la ternura. Esa profunda sensación de casi comprender la razón - y quién sabe si el origen - de esos pequeños milagros cotidianos, de esa simple capacidad que todos tenemos para creer y confiar, incluso en mitad de un cínismo anónimo y frugal.

¿Quienes somos? Tal vez nunca tendré una respuesta comprensible o mucho menos exacta, pero de lo que si tengo una completa certeza es que soy la niña que alguna vez fui, la mujer que construyo y el espiritu libre que alguna vez desee ser.

Se levanta el telón, con la sensación de dulzura añeja y profundamente personal.

viernes, 26 de junio de 2009

Usted ve...


Pero no observa.

Sir Arthur Conan Doyle, en los labios de mi adorado Sherlock Holmes.

Se apagan las luces en el teatro de mi memoria, en medio de un silencio impregnado de intrigante y radiante insatisfacción.

Ego sum qui sum.



Una mañana opaca, un poco grisacea. Amenaza con llover en algún momento del día, aunque el bochorno habitual del verano continua haciendo de las suyas: padezco de una extraña sensación de claustrofobia y aunque abro todas las ventanas de mi departamento e intento controlar ese impulso insoportable y amargo de caer en pánico, apenas lo logro. De manera que me siento en mi pequeña terraza - todo un lujo en esta ciudad - y observo al mundo pasar: una danza anecdotica, sublime y diminuta carente de nombre, de voz, de tiempo e incluso de identidad. Las mismas figuras presurosas caminando de un lado a otro de la ciudad, con ese aire cansino y desconcertado de quienes no necesitan una justificación para continuar su propia experiencia como hombre, como sujetos perennes de pura experiencia diaria. Con un suspiro, tomo un sorbo de buen café, agrio, amargo, delicioso. Una fugaz sensación de bienestar me recorre, palpita por un segundo en mi cuerpo como un ramalazo de energía inusitado. Luego desaparece y me quedo a solas de nuevo, acurrucada contra las rosas pequeñas y quebradizas que planté - y aun espero que puedan crecer - y la albahaca, con su exquisito y fuerte olor danzando alrededor de mis pensamientos. Y siento una desesperada necesidad de paz: No ese pensamiento sencillo y dulce que se evoca en el idealismo, sino esa capacidad irrestricta de continuar buscando respuestas hasta encontrar una que me satisfaga o al menos otorgue sentido a esta necesidad, voraz y casi enloquecedora, de comprenderme, de contrdecirme, de construirme todas las veces que sea posible hasta encontrar tantos reflejos de mi misma como habitaciones vacias en mi mente existan. Un día por vida, una vida por una míriada de pensamientos voraces.

¿Paz? ¿O simplemente la busqueda del sentido último? ¿Quién podría decirlo? Yo no, por supuesto.

Más tarde, conduciendo. Una canción de Michael Jackson suena en la emisora de radio, por supuesto. Supongo que continuaremos escuchando de él, ahora en su muerte, liberado de culpas y temores. El antiguo idolo caído, el monstruo que se creó asi mismo para luego yacer en el temor, ahora renace en su muerte como una evocación diáfana y casi inocente. Todos hablan bien de mi, ¿habre muerto? dice el viejo refrán. Sonrío y aumento el volumen hasta que la voz delicada y aflautada del cantante muerto llena mi coche. Y siento una felicidad simple, por hacerme preguntas, simplemente por creer en el poder de la evocación y la memoria. Por vivir.


Se sube el Telón hoy, en la risa y en la lágrima, en la eterna creación.

La imagen que acompaña la entrada no tiene ningún significado especifico, solo el sentido de la belleza: que nace, se crea asi misma, danza y toma cualquier rostro de nuestra imaginación.

jueves, 25 de junio de 2009

Memorabilia: Muere el idolo, nace el mito.


Inevitable, comentar y resaltar el hecho noticioso del día: como fiel amante de la cultura pop la muerte de Michael Jackson simboliza para mí el final de una era estrafalaria, hermosa e inocente.

Ha muerto el Rey, Larga vida al Rey en nuestra memoria.

Apago las luces del Teatro de mi memoria, entre la meláncolia y la fatuidad del idolo caído.

Del bien y del mal y otro fantasmas del desván de la memoria.



En ocasiones la linea entre lo moralmente admisible y lo que pareciera no serlo, es muy simple, casi imperceptible. Una especie de idea mimética, que puede resultar engañosa por el simple hecho que puede ser tanto personal como general, juridica como empírica. De hecho, de vez en cuando me pregunto si la realidad es tan simple - o puede concebirse asi en todo caso - como una prebenda intelectual: decidir que es lícito o que no lo es. Que es moral y socialmente consecuente con el espiritu de la equidad y que lo contradice. Somos criaturas sociales, es una teoria que se ha esgrimido hasta el cansancio para delimitar la perspectiva del "bien" y el "mal" como conceptos espirituales y humanisticos. Sin embargo, la disyuntiva continua resistiendose a los debates más enconados, a las reflexiones más encumbradas. Al final, la moral existe solo como en un esfuerzo de imaginación del hombre.

Todos estos pensamientos los tuve ayer durante el visionado de una extraña pelicula filandesa llamada "Sauna" del desconocido escritor Antti-Jussi Annila. Ambientada en una encrucijada histórica poco conocida - el trazo de la primera frontera entre Rusia y Filandia durante el año 1595 - la pelicula, estructurada a base de largos silencios y segundas lecturas sobre escenas sin verdadera resolución, otorga sentido al drama humano de la culpa, el debe moral, la idea de la redención y la simple busqueda de un significado a la sin razón del espiritu humano en busca de sentido para sus cuitas morales. Dos hermanos recorren los inhóspitos parajes de un país arrasado por la guerra y en su camino, asesinan en beneficicio sobre su propia supervivencia. No existe un debate concreto sobre el valor de la esperanza ni tampoco la perdida de la fe, pero a través de elementos puntuales - el fantasma de una de las Victimas que aparece para atormentar a uno de los personajes principales y el Sauna, elemento tradicional de la cultura Filandesa, simbolo de purificación - se elabora una concreta perspectiva sobre los debates tradicionales y más personales del alma humana: ¿Es mi decisión de crear el "bien" o de permitir al "mal" tentarme una forma de expresión espiritual? ¿Aspiro al "bien" o simplemente es una manera de consolar el temor a esa absoluta falta de humanidad y esperanza que subyace en nuestros peores temores? La pelicula acaba y durante el silencio que sigue a la última escena, una sensación de triste amargura palpita en algún lugar de esa conciencia intima que muy pocas veces analizamos en su justa medida.

A veces, la idea del tiempo personal, nos inquieta un poco. Nos otorga una nueva dimensión de las ideas más profundas, intimas, quizá originarias, que construyen nuestra visión del mundo. Y sin embargo, esa primitiva consecuencia, esa idea del mundo como forma intelectual siempre termina sucumbiendo a esa oscuridad interior, esa busqueda engañosa de redención que tal vez está destinada a repetirse una y otra vez, sin verdadera resolución.

Una idea del temor y la fe, entremezcladas en esa linea visceral del espiritu humano.

Se levanta el telón por hoy, en esta escena mimética, visceral e inquietante del pensamiento personal.


miércoles, 24 de junio de 2009

Miss B a través del espejo.


En el sueño de un deseo inconcluso siempre radiante, en ocasiones doloroso. Simplemente intimo.

Se apagan las luces en este el Teatro de mi Memoria, una necesidad luminosas y palpitante de irrestricta insatisfacción.

Un misterio travieso.


En mi país, tradicionalmente celebramos una innumerable cantidad de días feriados: batallas históricas, onomasticos del calendario eclesiástico, celebraciones populares. El hecho es que a medida que transcurre el año, las semanas se convierten en un pespunteando de días libres que tienen la cualidad de dotar a la rutina cotidiana de cierto sobresalto. Esa sensación un poco de travesura, de romper el paradigma de la normalidad aparente con un poco de caos exponencial. Por supuesto, solo se trata de un día libre y nada más, pero a mi no me deja de resultarme fascinante la sensación de casi infantil felicidad que me produce despertar a deshoras y caminar en pijamas por casa, cuando debería encontrarme trabajando, luchando con el tráfico, ocupando mi lugar bajo el diario devenir de la voz de esa idea abstracta y desconcertante que llamados realidad.

Me dejo caer con los ojos cerrados en el suelo de mi habitacion favorita. La luz del sol entra a raudales, radiente y olorosa y parece impregnar en un resplandor dorado, cada objeto, cada forma huidiza, cada bocanada de aire que danza en este silencio de un mundo nítido, ilusorio, de una belleza fragil y casi imaginada. Que dulzura, la de este silencio privado y extásiado. Que intimidad la de esta sensación de encontrarme al margen de mis propias ideas y debates privados. Solo ser esta ingenua curiosidad de mirar un cielo espléndido, añil y blanco, cobalto y plata, gris y verde que crea una escena diminuta, fragmentaria de un presente continuo destinado a morir muy pronto.

Más tarde, mientras paladeo mi habitual taza de café - palpitar de acidez gastrica de por medio - sonrío y me tacho de infantil, simple al crear y creer en mis propias fabulas. Con una sonrisa complice, me pregunto si nunca creceré, si algún día el cinismo terminará por aniquilar esa última esperanza en la fe radiante de la conciencia más pura. La sonrisa se hace carcajada. El sabor del café más vivido y exquisito que nunca.

Y sé cual es la respuesta a la eterna disyuntiva. Una perenne busqueda de respuestas que nunca termina de tener verdadero sentido pero a la vez, tiene por si mismo el peso de infinitas ideas irresolutas.

¿Fe?

Tal vez solo pasión.

Se levanta el telón en la obra del día, radiante de forma y color.

martes, 23 de junio de 2009

Un viejo vicio.


Ese de mirarme a través de mis obsesiones.

Se apagan las luces en el Teatro de mi Memoria, en una danza radiante de pura y exquisita insatisfacción.

De Idolos caídos.


En ocasiones el paso del tiempo tiene sus propios simbolos, tal vez imperceptibles en una primera mirada, o carentes de valor como idea secular sobre la idoneidad de la memoria que creamos día a día. Y sin embargo, son esos pequeños simbolos - quizá del todo prescindibles - un poco opacos, los que otorgan sentido a esa sensación de vejez animica que desde hace algunos años me atormenta de vez en cuando. Nunca sé que puede provocarme esa súbita sensación de perdida o aun peor, de conciencia que he construido un pasado que para bien o para mal, está otorgandole sentido a mi rostro actual. El caso es que cuando ocurre, me invade una vaga amargura, una perspectiva agridulce con respecto a quién soy ahora mismo o quién seré en los años subsiguientes. ¿Tal vez se trata de una subita conciencia de lo finito de la vida, de esa restringuida visión sobre nuestra supervivencia, más allá de las ideas que brindan forma a nuestra visión de la transcendencia? No lo sé, y es un cuestionamiento que muchas veces me deja sumida en silenciosos debates sin verdadera resolución.

Un pequeño accidente cósmico, quizá. Esos diminutos fragmentos de ideas que se interconectan entre sí para crear una conclusión amplia y potencialmente devastadora. Con los labios apretados, un poco abrumada por la idea que me lleva esfuerzos comprender el paso del tiempo en mi mente, sonrio con cierta acritud ante lo que parece ser una pequeña idea superflua, palpitando en medio de la míriada de pensamientos y objecciones que diariamente llenan mi mente. Esta vez tiene la forma y el peso de cierta melancolia: en mi diario recorrido por las actualizaciones de Twitter, encuentro un mensaje en la linea de fanáticos de True Blood que me hizo sentir subitamente desconcertada, un poco sorprendida: Anne Rice, la otrora Reina de los vampiros literarios, comentaba con cierto aire de idolo caído sobre las más recientes reinvenciones del mito al que ella ayudó a dar forma en las últimas décadas. Con una algida y patética ternura, la escritora explica sus impresiones sobre la violenta y sexualmente deshibida True Blood y la ligera y casi ingenua Saga Crepusculo. Leo sus palabras - un pequeño parrafo donde hace mofa de los simbolos chatos de la serie en boga y lo absurdo de la trama literaria del Best Sellers de Stephenie Meyer - y me llena una indudable sensación de perdida. Me recuerdo adolescente, pálida, cansada, furiosa y contestataria, leyendo con ávidez los intrincadas tramas existencialistas del sombrios mundos creados por Rice: El Ateo Lestat, con sus negativa a creer en una explicación para lo absurdo y lo pretendidamente sobrenatural más allá de la simple ingenuidad de la capacidad de creación humana. El lírico Marius, la encarnación del conocimiento y la sabiduría como una forma de comprender una perspectiva más profunda del mundo. Incluso Armand, ese niño perdido convertido en monstruo en virtud de su belleza, la estética como simbolo a pesar de la destrucción y la muerte. Ideas reales, amplias, radiantes que se extendian incluso por encima de las hórridas escenas de muerte y sangre. El simbolo, transcendiendo la simplicidad. El poder de la pasión más allá del estereotipo.

Con un brumoso sentimiento de angustia, visito el perfil de Facebook de Anne Rice. Una anciana canosa que sonrie con timidez a la cámara. Lleva ropas de terciopelo púrpura, un poco gastadas. Recuerdo una imagen suya de hacce diez o doce años, vestida con estrafalarias ropas góticas, llevando a cabo el remedo de un funeral en las calles de Nueva Orleans para celebrar la públicación de Memnoch el Diablo. Una mujer con una singular vitalidad, disfrutando el personaje que había creado a su medida, la escritora de los marginados, vampiros, brujas y también de los monstruos de la realidad social, esos a quién nadie hasta entonces habia dado un lugar en un fenómeno mediatico: homosexuales, transvestidos, los inquietantes ciudadanos del borde de la normalidad. No en vano todos sus personajes tenian una feroz y ambigua sexualidad, el poder del sexo como forma de creación. Miro de nuevo a la anciana en que se convirtió: puritana, asceptica, una vieja dama del Sur americano que escribe sobre viejos simbolos cristianos. Y la tristeza que siento se hace punzante, casi insoportable.

¿Quienes somos? ¿En quién nos convertimos a medida que avanzamos en el deambular de nuestro propia idea del mundo? No lo sé, quizá nunca lo sepa, pero continua siendo inquietante - y sin duda estimulante - intentar elaborar la respuesta.

Se levanta el telón entonces, en esta obra silenciosa que llamamos con mucha ingenuidad desazón.

lunes, 22 de junio de 2009

Lunes de Opalo.

Aun con migraña. Sin embargo, el dolor comienza a remitir y tengo esa extraña sensación de euforia que la mejoría conyeva. Igualmente, continuo sintiendome desanimada, cansada y de mal humor. Podría ser consecuencia - además del palpitar inevitable de mis sienes - el hecho que comencé la dieta que mi gastroenterologo me recomendó para mejorar mi funcionamiento digestivo. Lo dicho: Lunes de Opalo y sal, con un cielo gris y plata carente alicientes. Creo que unicamente lo unico que ha dotado de un poco de color e interés el día de hoy a sido mirar - con cierto sobresalto - las primeras imagenes de "Alicia en el País de las Maravillas", versión de Tim Burton. A pesar que la idea me pareció en un principio intrigante, a la vista de la versión "Burtoniana" del sombrero Loco, La reina de Corazones y la Reina Blanca - personajes intepretados por Jhonny Depp, Helena Boham Carter y Anne Hataway respectivamente - ahora me pregunto con cierta preocupación en que resultará esta nueva versión cinematografica de mi Libro favorito desde que tengo memoria.

Solo me resta esperar.

Para los interesados, las imagenes que ilustran mi inquietud.



Sin nada que añadir, apago con cierta parsimonia las luces del teatro de mi memoria.

Nacimiento en luz.


De nuevo, con migraña. Esta vez debido a mi natural fotosensibilidad. Resulta bastante desconcertante y un poco irónico que una fotografa sufra de sensibilidad biologica hacia la luz: la mayoría de las veces, me encuentro pariendo mis fotografias con dolor, en el sentido más literal de la frase: los dientes apretados, las sienes palpitandome en un ritmo punzante y apenas soportable. Los dedos agarratodos sobre la cámara. Y sin embargo, mi necesidad de mirar y crear una visión del mundo es irrevocable, absurda, hermosa. Tal vez como el deseo de maternidad que en algunas mujeres es profundamente natural y asimilado, aunque a mi me sigue resultando esquivo y artificial. Y sin embargo, ese pequeño instante de intimidad cuando finalmente puedo disfrutar de la imagen que he deseado y pespunteado en mi imaginación, es quizá tan intimo, diametral y profundo como el que vive la madre cuando su hijo le sonrie por primera vez y comprende, que la capacidad de crear es una forma de otorgarle sentido a la vida a través del poder de la voluntad personal.

Deliro un poc. Igualmente tengo poco que decir. El dolor, radiante y blanco, me deja un poco a ciegas.

Que se levante el telón entonces, en una comedia corta y finisecular.

domingo, 21 de junio de 2009

Demonio Interior.



Porque todos somos un poco demonios de vez en cuando.

Se apagan las luces del teatro hoy, en medio de un silencio falaz.

Rutina o la adormilada conciencia de la fatuidad.


Domingo por la mañana: probablemente el único momento en toda la semana donde disfruto de esa placidez un poco estática de un pequeño fragmento de rutina. No hay mucho que hacer y mucho menos, algo con que otorgar cierta belleza a un día deslucido, monótono, frugal. De manera que, taza de café en mano, enciendo el televisor y zipeo un rato. No obstante, sería poco honesto decir que lo hago sin intención. Unos minutos después rio a carcajadas mirando un capitulo de "Friends" que muy probablemente he visto antes, que con toda seguridad volveré a ver en unas cuantas semanas pero que continua resultandome no solo hilarante sino entrañable. Sí, lo confieso, soy una adicta sin restricciones a la serie estereotipo por excelencia, a la comedia de situaciones más cursi y empalagosa de todas. ¿Algo peor que eso? Que me encanta ser una confesa aficionada a un producto pop sin cortapizas: adoro saberme los capitulos y dialogos de memoria, disfrutar de las situaciones necias, incluso tomar como espontáneas las risas enlatadas que cierran las rutinas de las escenas. Hay una cierta dulzura triste, mimética y sobre todo encantadora en reir, a ciegas y con total sinceridad por lo que se supone, no deberia hacerte reir o mucho menos interesante.

Y es que "Friends" es la negación a toda la cultura del cinismo en la que tan bien encajo. En su reducido mundo, las mujeres son delgadas y hermosas, los hombres bellos y singularmente adorables, las situaciones tipicas y optimistas, el humor simple y radiante. No hay tristeza, ni enfrentamientos morales, matices intelectuales, un grado de transgresión donde lo aparente quede al descubierto como una idea falsa y quebradiza. En el Universo Friends todo funciona y se desenvuelve con la sincronia barata de esos relojes de plastico que solíamos comprar en la infancia: en ocasiones funciona y en otras simplemente, no lo hace, pero igualmente lo conservamos por la simple maravilla que nos produce su mecanismo rudimentario. De manera que, es como un pequeño milagro esa risa fácil, de domingo opaco, de felicidad rudimentaria y fugaz. Aun medio dormida, con esa inocencia torpe de la mañanas, los dialogos simples y olvidables que comparten Chandler y Joey me resultan de inestimable valor. O la antipática neurosis de Mónica, la ternura ambivalente y un poco tediosa de Ross. Incluso el idealismo distraido y caótico de Phebs parece tener algun valor secular en esta confusión meridiana de un día oblongo, luminoso y simplemente anodino. Y rio si y probablemente lo seguiré haciendo cada domingo, como en un ritual pequeño e intimo sin verdadero valor, una costumbre amplia y abstracta que pudiera tener un sentido pero que no es otra cosa que una engañosa sensación de libertad.

Se levanta el telón, con la lentitud un poco agotada de un momento fragmentario y carente de color.

sábado, 20 de junio de 2009

Cronica del minuto: cuando el presente es pasado.


Un sábado como todos. Un poco cansino y sobre todo, tedioso. Me he dedicado a tomar algunas fotografias para observar el efecto de la luz en los objetos de mi habitación, en los pequeños finigranas de luces y sombras que se crean en mi ventana, entre los muebles un poco apiñados. El efecto ha sido sentir una especie de dulzura meláncolica: recuerdo el día en que comencé a vivir sola en este departamento que una vez compartí con mi abuela. La tristeza, la sensación de desesperanza. Han pasado casi doce años desde entonces y me he convertido en mi mejor obra de arte, en esa expresión formal y verbal más amplia de mi concepto personal sobre el mundo. Y aunque todavía me produce tristeza esta pequeña sensación de perdida que de vez en cuando me dejan los recuerdos, ahora siento esa satisfacción irresoluta de comprender mi propio devenir en la historia que construyo cada día.

Se apagan las luces del Teatro de la memoria y en el silencio, danzo con los ojos cerrados.

Del orden y el desorden, el caos y la belleza.


S. es un hombre singular: la mayoría de las veces me sorprende por el simple hecho de actuar con la sencillez del mistico y el cínismo del ateo irredimible que es. ¿UnOximorón? En absoluto. Creo que el espiritu humano es capaz de reflejar en si mismo los infinitos motivos y contrastes del pensamiento. Una enorme vorágine de ideas y pensamientos, que se complementan y se estructuran para crear una dimensión totalmente nueva, una expresión novedosa de esa entidad abstracta y absurdamente incomprensible que llamamos personalidad. Con todo, siempre habrá quién sea capaz de construir - no solo asumir - la circunstancia que cada día somos una criatura distinta de nuestra imaginación: una fugaz escena de oblongo significado capaz de ilustrar a grandes rasgos esa conciencia finisecular del mundo de la que alguna manera somos reflejo.

Le miro, mientras pule con concienzuda concentración mi escritorio, la biblioteca, el anaquel de madera que ha visto mejores épocas. Para mi sorpresa, me telefoneó muy temprano para explicarme que vendría a limpiar mi departamento, que, como hogar de una soltera en los últimos años de la veintena, tiene la apariencia de una diminuto campo yermo: papeles, libros y revistos acumulandose sobre mesas y muebles, las camas deshechas, los cuadros cubiertos por una diminuta capa de polvo. Los pisos manchados por gotas fugitivas de café. Las ventanas entreabiertas ennegrecidas por la contaminación. Lo admito, entre mis virtudes no se cuenta la del orden y mucho menos, la de esa expresión responable del ornato hogareño. Vamos, que soy un pequeño caos diametral que parece excederme por el simple hechoo resultarme anecdótico. Guardo revistas de años anteriores por el solo placer de recordar su primera lectura. Conservo figurillas de porcelana de dudosa estética porque me agrada la forma como la luz se refleja en la superficie. Le otorgo valor y cierta prestancia a los muebles viejos y opacos, las sillas desvencijadas. Pero para S., el orden es una necesidad mimética y concreta: la belleza nace de unde un cierto sistema de valores armónico que me lleva esfuerzos comprender. De manera que en silencio, tomando sorbos de café fugitivo, lo observo mientras crea su propio concepto de belleza a través del brillo de la madera limpia o la impecable ternura de las sábanas bien tendidas. De vez en cuando me dedica una mirada, sonríe. Siento una emoción nítida y furiosa en esa simple intimidad, en esa calidez un tanto incomprensible que compartimos en esta mañana opalina de un sábado cualquiera.

Finalmente, el departamento tiene un aspecto inmáculo. Me acerco a S., le tomo de la mano. Sus labios en los mios. Una fugitiva sensación de complicidad. Acaricio su cabello, su rostro, con gestos ciegos, como si me perteneciera. Y tal vez creo que es así. Lo creo mientras el beso se transforma en un suspiro, en un gemido, en un grito. Mientras nos dejamos caer en la alfombra seca, que nos raspa la piel y reímos a carcajadas, sofocados por la sensación de fatua felicidad que nos embarga de pronto. Y sigo creyendo que tal vez sea asi, incluso cuando un silencio placentero se extiende entre nosotros, yaciendo en una desnudez casi inocente en medio de esta placida sencillez. ¿Quienes somos? ¿Quienes fuimos?


No lo sé.

De nuevo, a solas. Con la cámara en las manos tratando de eternizar una mínima variación de luz. Pero aun sonrío. Tal vez eso es suficiente para crear un deseo, una exuberante - y por supuesto engañosa - satistacción.


Se alza el telón, de nuevo, en medio de la luz de la razón.

viernes, 19 de junio de 2009

Estudio en Escarlata o mi amor obsesivo por Sherlock Holmes

Y cada vez estamos más cerca de la doceava ( y un tanto ) versión cinematográfica de las aventuras de Sherlock Holmes, esta vez protagonizadas por un rejuvenecido y en óptima forma Robert Downey Jr y un como siempre, blando - aunque es probable que en este papel nos ofrezca una que otra sorpresa, Jude Law. El proyecto, que lleva la rubrica de Guy Ritchie, pinta cuando menos interesante y aunque me preocupó un poco el tono de "comedia" que llena el tester trailer, sigo confiando en que probablemente será al menos un soplo de aire fresco en la historia del brillante pensador de lo absurdo creador por Sir Arthur Conan Doyle. Debo decir que aunque igualemente fuera intragable, destinada directamente al DVD y tuviera un guión desdeñable, estaré en primera fila del día del estreno. Soy una Sherlock - adicta desde mis tempranos diez años y crecí con la firme convicción que algún día sería sino investigador privado, si al menos una denodada admiradora de la lógica, siguiendo los pasos del gran genio de los silogismos. Claro está, ninguna de las dos cosas sucedió, pero igualmente, continuó fascinada con la sombría elegancia, la genialidad virulenta y la magnifica arrogancia del más grande pensador literario, el siempre misterioso y sagaz Sherlock Holmes.

Para disfrute de la audiencia de este blog ( o sea yo ) incluyo los primeros dos posters individuales de la pelicula:





Y mientras relleno mi pipa con tabaco recién comprado y me preparo para recorrer el Londres de mi Imaginación, apago las luces del Teatro de mi memoria por hoy.

Recomendación sin venir a cuento


Un recomendación tecnologica: La portatil Acer Aspire One. La adquirí hace casi dos meses, y es una de las mejores compras que he realizado, en lo que el apartado tecnologico se requiere. Con unas extraordinarias especificaciones técnicas - pantalla de 8.9 pulgadas, disco duro de 160 gigas, 1 giga en RAM, procesador INTEL Centrino Atom, bateria de casi 3 horas duración, web cam y microfono incoporado - es además, una de las ultralivianas más ecónomicas del mercado: 319 dolares en amazon.com. De manera que si deseas una portatil con grandes requerimientos y diseñada para ser tan util como pequeña, esta es tu mejor opción.

( Sí, ajajaja me fascina mi portatil )

Para mayor información visita: http://www.acer.es/aspireone/

Para compras: http://www.amazon.com/Acer-AOA110-1588-8-9-Inch-Sapphire-Netbook/dp/B001M4HEW0/ref=sr_1_7?ie=UTF8&s=toys-and-games&qid=1245423893&sr=8-7

La responsabilidad y el tiempo de las Hogueras.


Escucho al Ayatollá Ruhollah Khomeinii en alocución vivo y directo desde Teheran. Una multitud de oyentes - algunos con las cintas verdes de Mussavi en la muñeca - le escuchan con un fervor profundamente sentido, casi inquietante. Simple fe. El lider religioso habla de manera pausada, casi amable. Pondera sobre la arrogancia, la inspiración divina, el deber fraterno que todos nos debemos como gran familia humana. Un murmullo de aprobación recorre a la congregación que sigue sus palabras. El lider asiente, con semblante serio y comedido. Se sabe querido, respetado, admirado. Quizá temido. No ofrece concesiones a la oposición que ha marchado durante cinco días continuos en las calles de Teheran. Como un padre que reprende a un hijo rebelde, castiga con su indiferencia las demandas de una contraofensiva joven, moderna, que intenta transgredir la linea sutil pero concreta del poder en Irán.

El poder del misterio religioso, la autoridad moral.

En Irán, a diferencia de lo que ocurre en el mundo Occidental el deber religioso se encuentra un escaño por encima de la política local. Una autoridad lapidaria, irrefutable, probablemente irracional. El cuestionado presidente Mahmud Ahmadineyad, a pesar de ejercer su cargo presidencial con puño de hierro y con la flagrante crueldad de un tirano, nunca podrá transgredir una línea intelectual que divide el ejercicio del poder y el núcleo más profundo del sentido de la identidad iraní, como pueblo y cultura. El poder ancestral de la fe y la creencia, que brinda al Ayatollá de un aura de infalibilidad que probablemente resulte incomprensible para la nueva generación de Iraníes que protagonizan multitudinarias protestas callejeras y utilizan el Twitter como principal herramienta de lucha. Pero, mientras la batalla por el cambio y una revolución de la idea social Iraní continua llevandose a cabo en las calles, el Ayatollá, envestido de un poder supremo y tal vez incomprensible para el pensamiento moderno, acaba de darla por terminada con la autoridad silenciosa pero contudente que le brinda el pensamiento histórico de su país.

El lider eleva las manos en oración: Invoca a un Dios justiciero y cruel que aun es real para quienes le escuchan arrobados, abrumados por la evidencia de la huella divina en el hombre a quién la creencia, el temor, la costumbre y quizá la historia ha hecho santo. Y mientras la multitud inclina la cabeza y reza, los gritos de los jovenes que son golpeados y heridos por las fuerzas del orden Iraníes parecen carecer de orden y sentido, de verdadera contundencia. El Padre moral Iraní ordena silencio y su pueblo calla, obediente y temoroso.

Quizá.

Apago el televisor con una sensación de profunda desazón. Me pregunto si el hombre jamás abandonará el hábito de obedecer por simple necesidad de hacerlo. Dioses, Mesia, Reyes, Papa, Tirado. Liberador. El nombre cambia a través de los siglos pero la idea continua siendo la misma: el temor, la sumisión por la mera decisión de no transgredir una voluntad pretendidamente superior. Una vez escuché que el mundo musulman aun vivía lo que el Cristianismo en el medioevo: el dolor religioso como forma de control social. Aun así, me pregunto si en realidad, esta ciega necesidad de admitir una verdad superior no será un instinto inveterado y atávico en el hombre, en quién no desea cuestionar o elevarse por encima de las ideas que le restringuen a una circunstancia concreta: la ausencia de responsabilidad con su propia capacidad para decidir su futuro. Un pensamiento deprimente sin duda. Tomo un sorbo de café con una lejana sensación de tristeza, pura frustración, que no sé muy bien a qué atribuir. Tal vez, al simple temor de ese vacio de las ideas que divide a la sociedad entre los obedecientes y los que deben ser obedecidos. Un mutimo argumental, un nítido sufrimiento diamentral.


Suspiro, miro por la ventana. El caos de mi país - joven, deshilachado por los bordes, fragmentado en mil matices inabarcables - me parece por una vez hermoso. Un reflejo de mi deseo de comprender y crear. Una escena absurda de la realidad.

Se levanta el telón de nuevo, en la simple desazón.

jueves, 18 de junio de 2009

Que deseo suculento.


Recomendación músical del día, para cerrar con buen gusto la obra de hoy: Jace Everett, con su deseo ferviente de hacer malas cosas con la afortunda de turno. Como probablemente el hipotético lector sabrá - a menos que haya estado viviendo bajo una piedra o arrojado el televisor por la ventana - se trata del tema introductorio de la serie True Blood, que comenzó su segunda temporada el domingo pasado. Basada en la saga literaria Vampiros Sureños escrita por Charlaine Harris, la serie cuenta las peripecias de Sookie Steakhouse, camarera y telépata, en un mundo donde los vampiros se han integrado la desconfiada comunidad humana gracias a una revolucionaria invensión japonesa: sangre artificial. El novedoso descubrimiento, llamado comercialmente True blood - sí, la serie recibe su nombre gracias a la bebida - en apariencia sanja el problema de la especial dieta de la población inmortal, por lo que los vampiros deciden salir de su ancestral anónimato entre la leyenda y el mito popular para ocupar un visible en la sociedad. ¿Un argumento absurdo? Podría serlo, pero el director Alan Ball ha sabido dotar a su serie de una intrincada doble lectura: el racismo, el odio al diferente, el temor al otro. Entre gemidos y sorbos de sangre, la serie avanza a trompicones hacia el cínismo moral más desconcertante.

De manera que, a disfrutarla, quienes tienen la bendición del cables y quienes no, a suplicar la gracia de algún fanático de series que se haya tomado la molestia de subirla a algun sitio en la red. Sin nada más que decir, se baja el telón por hoy!

La belleza portatil


La belleza es un mito urbano. Y no lo digo, realmente, como metáfora elaborada o idea pretendidamente progresista. Me refiero al simple hecho, que la belleza es para cada uno de nosotros un ideal, una idea que se desliza al fondo de nuestra conciencia hasta tomar la forma de otros sentimientos más complejos y menos aparentes. Es decir, ¿que es la belleza entonces, sino un paliativo de determinados pensamientos demasiado dolorosos o abstractos para tomar un rostro concreto? Durante una conversación con mi inefable L., llegué a la conclusión que para la mayoría de nosotros la estética es cualquier cosa menos atractivo fisico.

L. sonrie, se encoje de hombres.

- De manera que mi mamá fue y se hizo no sé que en la cara - suspira. Sonríe - y después se aplicó botox en una arruga larga de la frente. Se ve diez años más joven!

Aguardo, un poco preocupada. En el tono y la expresión de L. no noto una especial alegria ante la decisión de su madre de recuperar un poco de juventud por la via quimica. Él se encoje de hombres, revuelve lentamente la taza con te que compartimos y finalmente sonríe: una mueca sin alegria, un poco cansada.

- Tiene casi sesenta años - continua - y ya sabes, creo que está llegando a ese momento de su vida donde sabes por seguro que morirás, que hay una linea que no cruzarás. Me entristece que mi madre empiece a pensar en la muerte.

Tomo un sorbo de la bebida. Ardiente, un sabor un tanto amargo. Asi que de eso hablamos. La muerte, la perdida del tiempo, la propia vulnerabilidad corporal. Me pregunto cuantas veces utilizamos algo tan simple como la belleza para sustraernos del temor, del olvido, del tiempo que nace y muere, de las pequeñas transmigaciones de la memoria impávida. Y me asusta el pensamiento de cuantas veces hablamos de belleza queriendo hablar de dolor y de perdida, de cuantas veces deseamos encontrar una voz en la memoria y simplemente nos miramos en el espejo.

L. y yo caminamos un rato, desviandonos del tema de su madre hacia otro derroteros. Mousavi, Chavez. El dolar permuta. Chavez. El tráfico. Chavez. Finalmente nos detenemos en algún punto de la calle transitada y guardamos silencio. Se vuelve, me dedica su bella sonrisa torcida, como de niño, que conozco tan bien.

- Se siente aliviada, ¿sabes? - murmura. Como de pasada, un poco nervioso - como si realmente fuera la mujer que fue hace una década. Eso es bueno, ¿verdad? Eso es...aliviante para ella.

Murmuro alguna cosa - claro que si, me alegro por ella - pero en realidad siento una intrigante sensación de inquietud que seguiré teniendo todo el rato. Incluso ahora mientras escribo esto. Y me sigo preguntando porque hablamos de belleza cuando queremos decir dolor, o simplemente soledad.


Un hilo blanco y rojo.



Desperté con mi acostumbrada migraña, un hilo de dolor deslizandose lentamente por mis sienes. La sensación que el mundo es oblicuo y lerdo. La opacidad de lo sensorial. Igualmente debo tomar una serie de fotografias y la perspectiva me resulta cuando menos desconcertante: el dolor pespunteando el arte. ¿Que diria el divino Marques a eso? Con toda seguridad nada. Lo consideraría exageradamente futil para el valor mismo del sufrimiento como forma de placer.

Supercheria barata, dirían algunos. Dilemas de lo cotidiano, añadiría yo.

Tomo un buen sorbo de café, tan rápido que me quemo la punta de la lengua. Un ramalazo de energia, tan falsa y fugaz como el brillo del flash que ilumina y embellece antinaturalmente el rostro de la modelo. Por un instante, es perfecta, onírica, abstracta, eterea, pura. Cuando el destello de luz se desvanece, la piel es de nuevo solo piel, el maquillaje en los ojos se derrite un poco, los labios se fruncen cuando se lleva un cigarrillo a los labios. Observo a la mujer, incomoda y acalaroda, y me pregunto si todos los pequeños milagros son así de fútiles, diametrales, caóticos.

- ¿Falta mucho para terminar? - pregunta con voz gangosa la modelo. Suspiro, irritada, adolorida, un poco abrumada por el sabor de la realidad circundante.

- Espero que no - respondo tal vez con demasiada sinceridad.

Conduciendo. En algún lado del coche, escucho el sonido de la campanilla del celular. Lo dejo hacer, aburrida, cansada. Y todo antes de las nueve de la mañana. Todo un record de la amargura. Finalmente silencio. Mi anónimo interlocutor se agotó probablemente. Cuando aparco en casa, rebusco entre los asientos hasta encontrar al huidizo pedazo de tecnologia. que evita que me encuentre tan aislada como podría estarlo Un mensaje de voz.

S. se escucha un poco preocupado. ¿Donde estás? Anoche no te escuchabas muy bien, luego de tu visita al mundo médico. ¿Deseas que almorcemos? Impavida, fascinada, desconcertada escucho su voz como venida de otro planeta. La palabra prodigio y dulzura parpadea un momento en mi mente. Después, un regalo súbito: Te amo. ¿Me amas? Suspiro, con una sonrisa adolescente en los labios, apretando con tanta fuerza las llaves de mi departamento que siento dolor. De nuevo dolor. Pero esta vez fragante, lírico, una diminuta poesia secreta.

Tomo mi nuevo libro de Millenium ( Oh hell yeah!! ) y me tiendo en la cama para comenzar a leer. Un rayo de luz perfectamente nítido se cuela por la ventana y revolotea a mi alrededor. Y nuevo la sensación de placer, de ternura, de simple regocijo. Ah, sí, me hago vieja y blanda, pienso con deleite. Y que buen café este que me ha preparado mi adorada N. La migraña palpita, se retuerce un poco, pero es solo un eco poco importante, una idea como cualquier otra. Solo fe.

Que empalogoso, que inevitable, que frugal, que sincero y real esta vocación por la simple esperanza ¿No es así?

Se sube el telón, de nuevo.

miércoles, 17 de junio de 2009

Miss B se reproduce en la red.


Y como no podía ser menos, Miss B, es decir, su bloggera de confianza, decidió invadir las tierras Yermas del siempre confiable Flckr. Bajo la identidad de Miss Aster ( Mi inefable Miss B al parecer ya era parte del anecdotario infinito de la plantaforma ) intentaré mostrar mi rostro fotografico más personal - y menos comercial, claro está - con la intención de crear una idea profunda y tal vez más intima de mi devenir visual. En otras palabras, tenía que hacerlo por mero capricho.

Sin otra cosa que informar, apago las luces de este diminuto y lóbrego teatro de voces privadas que he fundado en este anónimo rincón del Universo virtual.

Se cierra el Teatro de mi mente, lentamente la oscuridad de la abstracción.

Rinocentes color de rosa: la pesadilla del paciente angustiado


Una consulta médica nunca será, por supuesto, una ocasión social entretenida. Mucho menos una jornada llena de alicientes o alguna diversión especialmente deseable. Además, sumado al tedio necesario - e inevitable supongo - tendríamos que añadir, la enorme ansiedad que despierta en cualquier ciudadano del caos no especialmente hipocondríaco, la espera antes de ser atendido por un indiferente profesional médico que podría ofrecerte una perspectiva cuando menos aterradora de tu futuro inmediato: la variedad de posibles eventualidades que oscila desde un padecimiento más o menos grave a una pena de muerte segura, pasando por toda la graduación de largos tratamientos dolorosos hasta simples dietas insoportables. En resumen, y apartando las neurosis de una amable servidora, cumplir con el ritual de una cita médica es todo menos agradable.

No obstante, puede ser INCLUSO peor - insoportable, enloquecedora - si a todo lo anterior sumamos una enorme televisión de pantalla de plasma en la pared de espera, sintonizado en algún lúgubre, casposo e irremediablemente anticuado canal de cable, cuyo estreno del mes - anunciado en una larga promo de casi dos minutos - sea LA LAGUNA AZUL. Sí, la original. Sí, la protagonizada por Brooke Shields. Sí, la que tiene más de 20 años de antiguedad. Impavida, masticando chicle en un intento de controlar los insoportables deseos de fumar, asistí atónita a una tanda cinematográfica que incluía la épica al ego de Barbra Streisand "El Principe de las maneas" - por amor a Satanas, ¿nadie le ha dicho nunca a esa mujer que parece un mal cuadro de Andy Warhol, completado además en medio de una borrachera - , un poco después un bodrio
con pretenciones existencialistas protagonizado por la fugaz pareja romántica Helena Boham Carter y Kenneth Branagh y por último, lo que debe ser la experiencia cinéfila más traumática que he tenido que soportar nunca: Smoochy, una seudo comedia, donde un desconocido Robin Williams interpreta a un payaso televisivo venido a menos que intenta asesinar a su competencia en pantalla, un rinoceronte púrpura encarnado por un jovencisimo - y supongo que desesperado Edward Norton - . Fui incapaz de aguantar mucho más. Supongo que fue inevitable. Luego de casi tres horas continuas de espera, hambrienta, ansiosa - por supuesto - terminé peleandome a gritos con la secretaria de la doctora que me atiende hasta que finalmente pude ser atendida. Mordiendome las uñas, caminé por el pasillo hacia el consultorio. Al fondo, Edward Norton tocaba la mandolina con sus enormes patas rosas y sonreía a la cámara con unos cándidos e irreconocibles ojos azules.

Me detuve antes de llegar al consultorio de mi doctora para encender un cigarrillo y fumar ansiosamente un par de bocanadas de humo. Alivio. El mundo desaparece a mi alrededor. Edward Norton de nuevo es un actor nominado al Oscar y los animales de Felpa pertenecen al mundo de los niños cursis.

Mi doctora me explica con voz pausada mi larga lista de padecimientos estomacales: reflujo gastrico, colon irritable, posibles problemas de ulcera. Sin embargo, mi mayor problema de salud continua siendo - Oh Sorpresa! - una incontrolable ansiedad. Le explico que mi profesión - fotografa, escritora, para la concurrencia que le eche una primera mirada a esta bitácora del absurdo - no me permite una gran estabilidad económica, menos en un país como el mio, donde la cultura es poco menos que una curiosidad anecdotica. La palabra terapia se repite con frecuencia en nuestra conversación. Al final me entrega una extensa orden médica donde me recomienda practicarme una serie innumerable de examenes para determinar la causa justa de mi nerviosismo, insomio y mal humor. Con cierto e inevitable sarcasmo me pregunto en que pais plácido habita esta joven profesional de plácida sonrisa. Pero cuando me extiende el recipe - pastillas para dormir, Hell Yeah! - no añado gran cosa y compongo una mueca de agradecimiento.

De nuevo en casa, tendida en mi cama, los ojos cerrados. Las manos impregnadas del sudor. El corazón latiendome muy rápido. No, querido Lector, lamento desengañarlo, no he tenido una fabulosa experiencia sensorial. Solo me encuentro muy cansada, muy desconcertada. Y sin embargo tan viva. Me vuelvo, me acurruco entre las almohadas. Mi gato maulla, se sube a mi cadera y me clava levemente las uñas en la cadera. Un chispazo de dolor y luego paz, solo paz.

Una obra lenta y desabrida la de hoy. Una pieza simple, sin mayores rudimentos. Comienzo a quedarme dormida, cuando Edward Norton vestido de Rinoceronte Púrpura salta y salta. en una visión de pesadilla Abro los ojos sobresaltadas, rebusco en mi cartera.

¿Donde están mis cigarrillos???

Se corre el telón, por hoy.

Premier médica


Aun en casa. Sufro de lo que podríamos llamar una crisis de ansiedad roja: tuve curiosos sueños sobre herramientas médicas especialmente belicosas y después, un insomnio impertinente, aderezado con las repeticion de las series de Wanner Chanel y alguna que otra pornografica de Maxprime ( juro que solo vi un par de escenas en medio de un zaping compulsivo. ¿Es creible eso ajajaja?) . Por último, me levanté y aguardé el amanecer, taza en mano, imaginando las torturas médicas que padeceré y los terribles diagnósticos que me darán.

Si, tengo una inefable vena dramática ajajajaja Pero en fin, ¿que sería la vida sin pura pasión desconcertada?

Enciendo la Tv. El presidente del Colegio de Periodistas, en su set televisivo ocre y amarillo, sentado muy bien trajeado, continua intentando ser ponderado en tiempos radicales. En facebook alguien me anuncia el cumpleaño de un amigo que conozco. Y de nuevo, sueño con palabras radiantes e imagenes malditas que reinvidicarán el día, mi vida, el infinito, la eternidad, en una frase inspirada, en una escena inimitable. Parpadeo. Vaya, que buen café este que mi inefable N. me ha preparado, puro placer amargo y secular.

Empieza la función!

martes, 16 de junio de 2009

Prometo que ahora si me voy, en serio.


La frase del recuerdo del día de hoy:

“Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer.”
Saint Exúpery


Ahora si, fin de la transmisión.

( Himno nacional, el personal de Guardia se toma un café )

Fauna fobica.


Odio los médicos. No es una fobia flagrante, pero si lo bastante persuasiva para que hoy - a 24 horas de una vulgar consulta de reconocimiento con un gastroenterologo - me sienta intranquila e incomoda. Odio la ciencia médica, no solo por el hecho que la considero inexacta con infulas de perfección ineludible, sino por ese nepotismo de decretar la idea de tu vida como una especie de formula matemática: estás bien, estás mal, estás vivo, morirás. Vaya, que trágico ha sonado eso último, incluso para mi tendencia ineludible a lo melodramático. El caso es que estoy nerviosa, inquieta y con la necesidad de encontrar una excusa - cualquiera - que me permita desconocer el mandato seudocientifico de "curarme en salud". Pero creo que tendré que ir, finalmente y enfrentar con "gallardia" - sí, más drama - mi gran momento estelar bajo la lupa clinica.

Si, si, lo confieso, estoy un poco harta y aburrida. He llorado un poco por razones desconocidas - la neurosis me terminará arrojando a los suelos, ya vereis descreidos! - y me siento un poco fébril. Nada nuevo ni muy sorprendente que relatar.

Se cierra la función por hoy!

Igy, para el tedio...


Satisfecho el capricho!


Para alegría de los millones de adictos a la tecnologia alrededor del mundo - entre los que me cuento, naturalmente - el servicio de Twitter finalmente se regularizó, luego de agonizantes 60 minutos, durante los cuales estuvimos privados de nuestro principal entretenimiento vacuo: comentarnos unos a otros sucesos intrascendentes.

De manera que iré de nuevo a elaborar interesantes conclusiones en 140 caracteres!

Cambio y fuera!