lunes, 22 de junio de 2009

Nacimiento en luz.


De nuevo, con migraña. Esta vez debido a mi natural fotosensibilidad. Resulta bastante desconcertante y un poco irónico que una fotografa sufra de sensibilidad biologica hacia la luz: la mayoría de las veces, me encuentro pariendo mis fotografias con dolor, en el sentido más literal de la frase: los dientes apretados, las sienes palpitandome en un ritmo punzante y apenas soportable. Los dedos agarratodos sobre la cámara. Y sin embargo, mi necesidad de mirar y crear una visión del mundo es irrevocable, absurda, hermosa. Tal vez como el deseo de maternidad que en algunas mujeres es profundamente natural y asimilado, aunque a mi me sigue resultando esquivo y artificial. Y sin embargo, ese pequeño instante de intimidad cuando finalmente puedo disfrutar de la imagen que he deseado y pespunteado en mi imaginación, es quizá tan intimo, diametral y profundo como el que vive la madre cuando su hijo le sonrie por primera vez y comprende, que la capacidad de crear es una forma de otorgarle sentido a la vida a través del poder de la voluntad personal.

Deliro un poc. Igualmente tengo poco que decir. El dolor, radiante y blanco, me deja un poco a ciegas.

Que se levante el telón entonces, en una comedia corta y finisecular.

0 comentarios:

Publicar un comentario