Creo que conservamos muchos estereótipos de los cuentos de hadas que leemos en la infancia. La gran bruja malvada, la princesa inocente, el buen rey, incluso el sabio espejo de la verdad o la bondadosa hada madrina. Tal vez se deba a una congruencia entre el método y la idea en la infancia, donde todas las ideas son tan simples como extrañamente coherente o a simple ocio adulto. No podría decirlo.
En mi sincera opinión, creo que toda esta identificación con los esquemas de los cuentos infantiles, tiene mucho que ver con la inclinación que tenemos por afianzar una idea romántica. Ah, sí, el amor ¿Cuando no es una razón obsoleta pero válida para cualquiera de nuestras lindezas? Románticamente hablando, estoy convencida que mucha gente busca un compañero de vida para salvarlo o ser salvado. Sí, la imagen idílica de un poderoso sentimiento que cura heridas y consuela pesares. ¿Pero como esperar tal cosa, cuando la mayoría de las veces nadie quiere ser rescatado? ¿Por qué intentar buscar un sentido a nuestro dolor más allá de nuestro concepto más profundo de intimidad? No lo sé, en realidad.
Por supuesto y fiel a mi instinto dual, no me considero la cenicienta ni el principe. Intento invertir los papeles tradicionales siempre que puedo, con menor o mayor exito. De hecho, me burlo un poco de la concresión un poco marginal de la voz la razón: vivir para encontrar un significado, que otorge un significado a vivir.
En la soledad convexa de mi personal definición de las cosas, solo puedo decir que quisiera trascender los Grandes Reino de la Imaginación, para crear un cuento donde el valor del pensamiento sea absoluto y venial.
C´la vie.
En mi sincera opinión, creo que toda esta identificación con los esquemas de los cuentos infantiles, tiene mucho que ver con la inclinación que tenemos por afianzar una idea romántica. Ah, sí, el amor ¿Cuando no es una razón obsoleta pero válida para cualquiera de nuestras lindezas? Románticamente hablando, estoy convencida que mucha gente busca un compañero de vida para salvarlo o ser salvado. Sí, la imagen idílica de un poderoso sentimiento que cura heridas y consuela pesares. ¿Pero como esperar tal cosa, cuando la mayoría de las veces nadie quiere ser rescatado? ¿Por qué intentar buscar un sentido a nuestro dolor más allá de nuestro concepto más profundo de intimidad? No lo sé, en realidad.
Por supuesto y fiel a mi instinto dual, no me considero la cenicienta ni el principe. Intento invertir los papeles tradicionales siempre que puedo, con menor o mayor exito. De hecho, me burlo un poco de la concresión un poco marginal de la voz la razón: vivir para encontrar un significado, que otorge un significado a vivir.
En la soledad convexa de mi personal definición de las cosas, solo puedo decir que quisiera trascender los Grandes Reino de la Imaginación, para crear un cuento donde el valor del pensamiento sea absoluto y venial.
C´la vie.
2 comentarios:
Creo que todos en el fondo, muy en el fondo, algunos no tan en el fondo, deseamos vivir aunque sea una vez en la vida algo lo más cercano a un cuento de estos, en donde lo malo paga por ser malo, y lo bueno triunfa al final después de superar mil obstáculos. Será una manera de no pisar tierra y darse cuenta que la vida es muy diferente y que la "justicia" no siempre sale a flote, que muchas veces las personas hacen daño y ni siquiera reciben algún tipo de escarmiento por ello... no se si sea bueno o malo... pero entre tanta realidad dura y cruel como dicen, no está mal crearse un cuento personal donde seamos el protagonista y al final podamos sonreir...pienso yo...
Saludillos xD
ajajaja Yo también lo creo Daniel, pero creo que el cuento de hadas, cualquiera sea el que desees contarte, pienso que seria mejor si tu mismo lo escribe. Vive tu historia, sé tu principe, sé tu villano. Crea tu mundo.
Un besote, gracias por leer y comentar!
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